Читать книгу DeMente 2: Dos cabezas piensan más que una - Alberto Montt - Страница 20
La posibilidad de crear nuevas neuronas se hace realidadEnrique García
ОглавлениеPese a que ganó el premio Nobel en 1906, al español Santiago Ramón y Cajal le costó, en sus inicios, hacerse oír por sus colegas de otros países europeos. Durante un congreso de la Sociedad Anatómica Alemana, en 1889, debió coger del brazo a más de un científico alemán para hacerlo mirar en su microscopio y poder explicarle –en francés, el único idioma que sabía aparte del castellano– lo que había descubierto: nada menos que la existencia de las neuronas. Este precursor de la neurociencia fue ganando respeto poco a poco entre sus pares y hoy se sabe que tenía la capacidad de ver e interpretar cosas que los demás no veían. Con el tiempo, gran parte de sus ideas e intuiciones han sido demostradas gracias a los avances de la ciencia.
En 1896, por ejemplo, advirtió que en el organismo existían dos tipos de células: las no especializadas, o indiferenciadas, capaces de regenerar los tejidos, y las células adultas, que no podían retornar a un estado embrionario. Él fue uno de los primeros científicos que, aunque sin ponerle ese nombre, abordó el concepto de células madre y, luego, el de la regeneración del sistema nervioso.
La medicina regenerativa aplicada al cerebro ha tenido un gran desarrollo desde entonces, poniendo en jaque la tradicional creencia de que las neuronas que mueren producto de un traumatismo, el envejecimiento o una enfermedad, no podían ser reemplazadas.
La génesis de un ser humano comienza a partir de dos células: el espermatozoide y el óvulo. Ambos se fusionan para formar un ovocito y, a partir de este, se crean los más de 250 tipos celulares que conforman nuestro organismo. La generación de toda esta diversidad tiene lugar a partir de unas pocas células a las que se ha llamado “madre” o “progenitoras”. Hasta 2006 se pensaba que este proceso solo podía ocurrir en un sentido. Luego surgió la pregunta: ¿es posible dar marcha atrás y obtener células parecidas a las originales o progenitoras?
En 2006, un equipo liderado por el doctor Shinya Yamanaka descubrió la existencia de unos factores de transcripción (proteínas que se unen al ADN y permiten su expresión) que, una vez introducidos en una célula adulta y diferenciada, provocaban un proceso de reprogramación de esta, haciendo que se convirtiera en una célula madre “pluripotente”, capaz de generar una gran diversidad de tejidos diferentes. Desde entonces, esta técnica de reprogramación descrita por Yamanaka se ha aplicado en el estudio de numerosas patologías, como las enfermedades neurodegenerativas y los traumatismos craneanos.
Uno de los trabajos que aplicó esta técnica es el que publicó la revista Neuron en 2019. Se trata de un conjunto de experimentos realizados por Nicola Matuggini y Riccardo Bocchi con ratones modificados genéticamente, en los que se exploró la posibilidad de convertir en neuronas a los astrocitos que rodean una lesión en la corteza cerebral, por medio de la reprogramación celular. Los astrocitos son un tipo de células gliales o glías, que apoyan a las neuronas, entre otras importantes funciones, y que son capaces de expresar diferentes genes, según la posición que ocupen en el cerebro.
Para la reprogramación celular de los astrocitos, se emplearon tres tipos de virus distintos y se analizaron los resultados obtenidos por cada uno de ellos. Dichos vectores virales contenían un factor de transcripción llamado Neurogenina 2, que en un laboratorio es capaz de convertir a los astrocitos en neuronas. Sin embargo, cuando este mismo proceso se aplicó en un animal vivo, fue muy poco eficaz y se logró un número muy pequeño de neuronas. Para superar esto, se combinó la Neurogenina 2 con otro factor de transcripción llamado Nurr1. Se observó, entonces, que la combinación de ambas proteínas mejoraba sustancialmente los resultados y se obtenía una mayor cantidad de astrocitos que se transformaban en neuronas.
Luego, se analizaron las neuronas que provenían de los astrocitos para evaluar su capacidad de integrarse al resto de la corteza cerebral. Y se observó que estas expresaban los mismos genes que sus neuronas vecinas y que las que estaban en ese lugar antes de la lesión. Por último, se estudió la relación de estas nuevas neuronas con sus vecinas a través de una técnica de electrofisiología que analiza las corrientes eléctricas en las uniones entre las células para estudiar si hay comunicación entre ellas. El resultado determinó que las nuevas neuronas eran reconocidas por sus vecinas como si fueran originarias de ese lugar.
En suma, se observó que las nuevas neuronas, creadas a partir de los astrocitos, eran capaces de reconstruir los circuitos neuronales dañados por una lesión. Esto podría permitir recuperar funciones cerebrales perdidas o dañadas y abrir esperanzas a la curación de enfermedades hasta ahora sin tratamiento.
La reprogramación directa de las células gliales representa una estrategia prometedora a la hora de reparar daños cerebrales, lo que abrirá, en un futuro no muy lejano, la posibilidad de regenerar regiones de la corteza que hayan sufrido lesiones o traumatismos. Sin embargo, aún está pendiente afinar más esta técnica para que pueda ser usada en la práctica clínica.