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MEJOR HABLAR DE CRISIS ECOSOCIAL

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El único animal que no sabe vivir con la vida está, ahora mismo, vendiéndosela a la nada por unas pocas monedas.

JOAQUÍN ARAÚJO

—Tres segundos. Ese es el marco temporal que ocupa el Antropoceno si la historia geológica de la tierra se comprimiera en veinticuatro horas.

—Tres segundos —murmullo.

—Sí. Eso es lo que hemos tardado en pasar de vivir en la naturaleza a dominarla, a aislarnos de ella y a explotarla. En tres segundos se ha producido la génesis de una profunda crisis ecológica.

Observo en silencio a mi interlocutora. Ni siquiera conozco su nombre, pero en sus ojos siento una emoción común que moviliza a tantos activistas: la frustración. Después miro a mi alrededor. Los pasillos de la ONU están atestados de gente trajeada que camina hacia los eventos marcados en sus agendas. Caminando con la determinación de saber dónde deben estar. Pero ¿saben hacia dónde deberían dirigir sus acciones, esfuerzos y discursos? ¿Saben cómo escapar de los tres segundos del Antropoceno?

No puedo evitar pensar en lo banal que resulta la historia de nuestra especie. Tres segundos. Siento que la solemnidad que se respira en este complejo foro de políticos, activistas y científicos es ridícula. No somos nada, sólo tres segundos. Somos insignificantes. Es casi inverosímil. ¿Cómo una transformación tan radical podía haber ocurrido en un margen de tiempo tan ínfimo? ¿Serán conscientes de esto el entramado burocrático que tiene como misión mitigar estos tres segundos de destrucción sistemática del medio ambiente?

Tres segundos nos han llevado a sufrir una profunda Crisis Ecosocial, un término que surgió de manera espontánea en los esfuerzos por analizar las implicaciones de la catástrofe ecológica. La Crisis Ecosocial es una crisis histórica, sistémica, translimitadora, transformativa y de inflexión. ¿Por qué prefiero hablar de Crisis Ecosocial en vez de cambio climático? Nuestro planeta atraviesa una crisis ecológica a escala planetaria y que afecta a la totalidad de lo viviente y los mecanismos que lo facilitan. Es decir, están ocurriendo varios problemas ecológicos a la vez, siendo los más notorios el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la contaminación y el agotamiento de recursos naturales. Cuando hablamos únicamente de Crisis Climática estamos siendo simplistas, cualquier perspectiva que no contemple la totalidad del problema es parte del problema. Es por ello por lo que, en términos generales, prefiero hablar de Crisis Ecológica.

Nuestras sociedades se basan en los ecosistemas que nos sustentan, su colapso implica nuestro colapso. Una de las partes más invisibilizadas en cuanto a la Crisis Ecológica es precisamente el impacto que tendrá sobre nuestra especie ya que generará una crisis humanitaria de una escala sin igual. Por tanto, hablar de Crisis Ecosocial es contemplar en un mismo término todas las cabezas de la Hidra. Y, al igual que con la Hidra, debemos decapitar de raíz todas sus cabezas para evitar que se regeneren constantemente. Joaquín Araújo sintetizó la problemática de la Crisis Ecosocial al decir que «nos enfrentamos a la totalidad misma. Defendemos la vivacidad misma».

¿En qué pruebas nos basamos para hacer saltar todas las alarmas?

En su sexto informe, el IPCC (Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU) constata de manera inequívoca la existencia de la Crisis Climática y que su causa no es otra que la actividad humana. Este panel está compuesto por científicos de todo el mundo que evalúan las evidencias empíricas en relación con las causas, el impacto y la mitigación del cambio climático.

Con respecto a los niveles pre-industriales, hemos aumentado la temperatura media del planeta ya en 1,1 °C. Un hecho sin precedente en los últimos once milenios. La concentración de CO2 en la atmósfera es la más alta en los últimos dos millones de años. Diecisiete de los dieciocho años más calurosos registrados han ocurrido desde 2001. Lo preocupante es la velocidad a la que el cambio climático está ocurriendo: sencillamente imposibilita cualquier adaptación de la biodiversidad a las nuevas circunstancias. De hecho, según apunta el informe, no hay precedente de un proceso similar al menos en los últimos dos mil años1. Pero la evidencia no es únicamente de datos y gráficos, es una evidencia tangible. En apenas una década hemos causado el retroceso del hielo ártico en un 13%2 y el avance de desiertos (cada minuto perdemos 23 hectáreas cultivables por la desertificación)3. Hemos aumentado el nivel del mar veinte centímetros entre 1901 y 2018 e incluso hemos alterado el eje de rotación de la Tierra4. El IPCC asegura que cada grado cuenta. En un escenario de una temperatura media superior en 2 °C, los eventos de calor extremo (y por ende los mega incendios) serían 8,6 veces más comunes que en el período de 1850 a 1900, pero en un escenario de 2,7 °C, ya lo serían 15,9 veces. Similarmente, los eventos extremos relacionados con el nivel del mar que antes ocurrían una vez cada cien años podrían ocurrir cada año a finales de este siglo si no tomamos medidas drásticas. El impacto de todos estos eventos que aumentan en gravedad y frecuencia es devastador; estamos hablando de zonas costeras inundadas, regiones enteras arrasadas por el fuego, cosechas destrozadas por el clima extremo y un largo etcétera.

Esas mismas emisiones que producen el cambio climático están contaminando nuestro aire y causan un mínimo de siete millones de muertes al año según la OMS5. Se espera que para 2050 haya más plástico que peces en el mar6. La mayoría de nuestra biodiversidad se encuentra contaminada a causa de la biomagnificación, que provoca la concentración de contaminación en las cadenas tróficas. Como es lógico, todos los microplásticos y venenos que arrojamos y que afectan a nuestra biodiversidad acaban antes o después en nuestros estómagos provocando serios efectos nocivos en nuestra salud. De hecho, según la ONU, cada año mueren doscientas mil personas a causa de los plaguicidas7.

Una de las dimensiones más preocupantes de la Crisis Ecológica es la pérdida de biodiversidad. Los expertos argumentan que ante los datos podemos hablar ya de la Sexta Extinción Masiva de especies. En 2018, el IPBES (organismo análogo al IPCC para la biodiversidad) declaró que un millón de especies se encontraban en peligro de extinción (es decir, una de cada ocho) y que tres cuartas partes de la superficie terrestre y dos tercios de la oceánica estaban severamente afectadas8. Más recientemente, en 2020 el informe Planeta Vivo de WWF llamaba la atención sobre el hecho de que en únicamente cincuenta años las actividades humanas han reducido en un 68% la población de vertebrados (lo que en España se traduce en que el 75% de nuestras especies y el 100% de nuestros peces se encuentran en situaciones poblacionales adversas)9. Durante el Antropoceno, el ser humano ha situado la tasa actual de extinción de especies a un ritmo mil veces superior al natural y, según un estudio encabezado por Jurriaan M. de Vos, podría situarse a medio plazo en un ritmo diez mil veces superior con respecto al anterior a la llegada del ser humano10. ¿Cómo se traduce este dato? En la extinción de ciento cincuenta especies en un día11. La biodiversidad es esencial para la resiliencia de nuestros ecosistemas sobre los que se basan nuestras sociedades. Sin la supervivencia de la biodiversidad no habrá supervivencia para nuestra sociedad. Cada especie extinta es una especie perdida para siempre. Cada especie que perdemos reduce nuestra esperanza en el futuro puesto que, en palabras de Pitágoras, «mientras el hombre siga siendo despiadado destructor de los seres vivientes inferiores, jamás conocerá la salud y la paz. Mientras los hombres sigan masacrando animales, seguirán matándose entre sí».

¿Y qué hay de las consecuencias sociales? La Crisis Ecosocial magnifica las desigualdades ya existentes empobreciendo a los más vulnerables y forzando a la migración a millones de personas emergiendo así la figura del refugiado climático. Ya en 2020 fuimos testigos de cómo cuarenta millones de personas tuvieron que abandonar su hogar a causa de la Crisis Climática12. Los que menos han contribuido a crear la Crisis Ecológica son los que más la sufren y sufrirán. Según Oxfam, el 10% más pudiente de la población mundial es responsable del 50% de las emisiones de efecto invernadero mientras que la mitad más pobre de la población lo es apenas del 10%. Los países menos desarrollados son con frecuencia también los menos resilientes: datos como que tan sólo el 1% de los agricultores de Malawi poseen seguro frente al 91% de Estados Unidos son bastante ilustrativos a la hora de entender quiénes serán los más golpeados por la Crisis Ecosocial y dónde se generará mayor tensión social13.

Por otro lado, el extractivismo ha generado multitud de conflictos ecosociales, algunos de los cuales pueden verse ilustrados en el Atlas de la Justicia Ambiental, donde ya se han registrado más de tres mil quinientos casos de comunidades afectadas14. Existe una correlación entre la vulnerabilidad climática y vulnerabilidad social, existe una injusticia climática y es por tanto necesario que hablemos de Crisis Ecosocial.

Pero la dimensión ecosocial no es nueva. Ya en 2009, el Foro Humanitario Global (plataforma independiente fundada por Kofi Annan y el Gobierno suizo para la investigación, sensibilización y mitigación de crisis humanitarias) declaró en su informe Anatomía de una crisis silenciosa lo siguiente: «Cada año el cambio climático [insisto, únicamente el cambio climático] deja más de trescientos mil muertos, trescientos veinticinco millones de personas seriamente afectadas y una pérdida económica de ciento veinticinco millones de dólares»15. Unos datos escalofriantes que empeoran constantemente. En 2012, se estimó que la Crisis Ecológica causó en 2010 la muerte de casi cinco millones de personas, cifra que podría incrementarse anualmente hasta alcanzar seis millones de muertes anuales para 203016.

Estas evidencias están ocurriendo ahora y tienen un impacto real, tangible y trágico. Estas evidencias deben preocuparnos, pero, sobre todo, deben inspirarnos a actuar, debemos utilizarlas como justificación para hacer lo que debemos. Cualquier actuación requiere comprensión. Necesitamos por tanto comprender cuál es el significado de los datos que acabo de exponer, entender cuáles son las implicaciones de la Crisis Ecosocial.

La Crisis Ecosocial es histórica en dos sentidos: retrospectivo y excepcional. Se trata, en primera instancia, de la conclusión de un proceso histórico (esencialmente de dimensión económica) que se consolidó con la revolución industrial y el triunfo del capitalismo. Hoy vivimos las consecuencias de siglos de explotación desmedida del patrimonio natural que el capitalismo incentivó para asegurar un crecimiento desmesurado e ilusorio (más adelante veremos por qué). Es decir, nuestro presente es consecuencia de las desmedidas del pasado; por eso es una crisis retrospectiva. Por otro lado, la Crisis Ecosocial es histórica por su singularidad. Nunca en nuestra historia como especie nos hemos enfrentado a un problema de expresión no antropogénica (aunque las causas sí lo sean) y de una dimensión tan total, absoluta y con un potencial destructivo de este calado. Además, es una crisis que llega en un momento determinante pues jamás la humanidad ha estado tan interconectada ni ha tenido un potencial transformativo tan radical como el que tenemos hoy en día: los avances científicos, tecnológicos, la interconectividad social, la expansión de la educación… Todos estos elementos dotan a nuestra sociedad de las herramientas y las circunstancias necesarias para llevar a cabo transiciones significativas hacia un paradigma sostenible, socialmente justo e inclusivo.

La Crisis Ecosocial es total porque sus rostros, causas y consecuencias son sencillamente innumerables. No se trata únicamente de cambio climático, es también pérdida de biodiversidad, desertificación, expolio de los recursos naturales, contaminación, etc. No es sólo un problema medioambiental, lo es también social, cultural, político y económico. No es una crisis del sistema, es una crisis sistémica. Estructuralmente hemos fracasado. Sin lugar a duda, ha sido el capitalismo (con la agresividad de su extractivismo y la desmesura del consumismo) el que la ha causado. Pero, si bien el sistema económico es el responsable, el político no sólo se ha mostrado incapaz de evitar la crisis, sino que ha colaborado activamente en su creación, recrudecimiento y perpetuación. La sociedad, que ahora comienza a protestar mientras algunos sectores permanecen seducidos por las ficciones del sistema, se sume en la impotencia de no ser oída por sus gobernantes, de no ser capaz de implementar la voluntad popular. Por último, el canon cultural es en parte cómplice de haber consentido el desarraigo de lo natural. Todavía, la cultura no ha sido capaz de desarrollar nuevas narrativas emancipadoras que vertebren los procesos transformativos que necesitamos. En consecuencia, de este fracaso de las principales estructuras de nuestra civilización, han sido varios los intelectuales que hablan ya de una crisis civilizatoria. Se dice que el tardocapitalismo está herido de muerte, se ha suicidado al negarse a imponerse límites. Pero la victoria del neoliberalismo en el siglo pasado, tanto económica como espiritual, nos lleva a un escenario de ruptura. Dado que el cambio del sistema económico es una condición indispensable para evitar el desastre ecológico, la ruptura con nuestro orden civilizatorio es pues inevitable. Romperemos, con el rostro de nuestra civilización, sus expresiones y sus ficciones. Nos encaminamos a una ruptura de la que surgirá un nuevo sentir, una nueva concepción del ser.

La Crisis Ecosocial es translimitadora porque ya hemos transgredido los límites planetarios y éticos. Es decir, extraemos recursos y destruimos la naturaleza rebasando los límites de lo sostenible, de lo que naturalmente se podría regenerar para evitar su extinción. Según WWF, el veintinueve de julio de 2021, el planeta entró en números rojos al haber consumido todos los recursos que la Tierra puede producir en un año, traspasando así los límites biofísicos del planeta. Desde el veintinueve de julio en adelante, vivimos por tanto más allá de los límites dentro de los cuales el planeta podría soportar nuestra actividad, hemos excedido en un 74% la capacidad de los ecosistemas. En España, el día de la sobrecapacidad fue el veinticinco de mayo. Es decir, que si todos los seres humanos vivieran como el español medio necesitaríamos dos tierras y media para satisfacer nuestros niveles de consumo. La incoherencia es todavía más profunda con datos como que necesitaríamos casi tres Españas para producir todo lo que consumimos en nuestro país17. Nuestra situación es insostenible. La Crisis Ecosocial ha demostrado que la falta de límites con la que opera el sistema neoliberal es ficticia, existen los límites biofísicos. La ausencia de límites no es sinónimo de libertad sino de alienación.

La Crisis Ecosocial es transformativa porque se trata de un desafío que no podemos mitigar superficialmente. Es una crisis que tan sólo puede ser resuelta mediante una transformación radical de nuestros sistemas y modelos de vida. Se ha tratado de establecer una falacia de reduccionismo tecnócrata, se nos ha tratado de convencer de que la tecnología evolucionará lo suficientemente rápido como para solucionar el problema. Pero hay una incómoda realidad que falsea este disparate: sencillamente no podemos adaptarnos a lo inadaptable. Lo que realmente necesitamos son transformaciones sistémicas que cambian nuestra relación individual, colectiva, política y económica con la naturaleza.

Es por todo esto que la Crisis Ecosocial es un punto de inflexión en nuestra historia. No podemos obviarla, ante nosotros sólo se nos abren dos horizontes: el trágico y el emancipador. No actuar con la contundencia necesaria condena nuestras sociedades a una crisis estructural cuyo desenlace posiblemente sea un aumento dramático de desigualdad, autoritarismo y mortandad (entre otras muchas consecuencias trágicas). Sin embargo, la Crisis Ecosocial nos brinda también la oportunidad de reconstruir los cimientos podridos sobre los que opera el sistema, de emanciparnos de sus contextos y expresiones más nocivas, así como la posibilidad de deconstruirnos y repensar nuestras vidas poniendo en valor lo espiritual y el bienestar en detrimento de la nociva productividad de este presente devorador.

Y aún con todo, pese a los siglos en que hemos volcado todo nuestro potencial en dominar la naturaleza, somos más frágiles que nunca. Edward Obsorne Wilson nos lo recuerda: «Encaremos la realidad. Jamás hemos conquistado el mundo y nunca lo hemos comprendido. Simplemente nos imaginamos que lo controlamos. Ni siquiera sabemos por qué reaccionamos de cierta manera ante ciertos organismos ni por qué los necesitamos tan urgentemente en diversas formas. Cuanto más profundice la mente en sí misma y descubra que es un órgano de supervivencia, mayor será la reverencia ante todo lo viviente, basándonos simplemente en motivos racionales».

Y es que hay algo que normalmente menospreciamos cuando discutimos la Crisis Ecosocial: el sentir. La crueldad del sistema es permitida por la desconexión con la naturaleza. La naturaleza no nos duele porque no reconocemos como propio lo que está siendo destruido. Dejar el sentir fuera de la narrativa de la transición ecosocial supone dejar fuera a la naturaleza. Supone reducir a un problema de número una realidad cuya dimensión espiritual es tan importante como la empírica (si no más).

Decenas de mensajes. ¿Qué ha podido causar tanto revuelo en el grupo de WhatsApp de Aves de Burgos? ¿Acaso una rareza? No. Se trata del plan para la instalación de más molinos eólicos. Nadie lo celebra. Todos ponen el grito en el cielo. Me abstengo de comentar: siempre hemos luchado por las energías renovables, ¿a qué viene tanta indignación? Al poco empiezan a llegar las evidencias: los molinos van a ser instalados en un área de alta sensibilidad ecológica. Sin duda, sus aspas partirán en dos las rapaces que crucen la sierra. Su instalación aumentará la presión sobre la biodiversidad, extremadamente sensible en la zona. Una solución comprometida con la sostenibilidad a la vez que con la degradación sistemática de la naturaleza. Me parece bizarro, irónico hasta el extremo. La frustración es máxima: ¿para qué sirve tanta lucha, tanta ciencia si al final desde un despacho gobiernan un entorno que desconocen? Desde un despacho, la sostenibilidad no se siente ni se entiende, es sólo un matiz numérico.

La Crisis Ecosocial plantea muchos más interrogantes que respuestas. ¿Cómo hemos podido permitir la magnificación de una crisis como esta e invisibilizarla durante tanto tiempo?

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1 Masson-Delmotte V., Zhai P., Pirani A., Connors S., Péan C., Berger S., Caud N., Chen Y., Goldfarb L., Gomis M., Huang M., Leitzell K., Lonnoy E., Matthews J., Maycock T., Waterfield T., Yelekçi O., Yu R., Zhou B., Climate change 2021: the physical science basis. Contribution of working group I to the Sixth assessment report of the Intergovernmental Panel on Climate Change, IPCC, Cambridge University Press, Cambridge, 2021.

2 Boletín de los Científicos Atómicos, It is 100 seconds to midnight - 2020 doomsday clock statement, Bulletin of the Atomic Scientists, https://thebulletin.org/doomsday-clock/current-time/, 2020.

3 UNCCD, Cada minuto perdemos 23 hectáreas de tierras cultivables a causa de la desertificación y la sequía, Red de Desarrollo Sostenible, https://rds.org.co/es/novedades/cada-minuto-perdemos-23-hectareas-de-tierras-cultivables-a-causade-la-desertificacion-y-la-sequia, 2019.

4 Adhikari S., Erik R., Climate-driven polar motion: 2003–2015, Science, https://doi.org/10.1126/sciadv.1501693, 2016.

5 Organización Mundial de la Salud, Siete millones de personas mueren al año por la contaminación, Noticias ONU, https://news.un.org/es/story/2018/05/1432612, 2018.

6 Lapresa J., 2050: Más plásticos que peces en los océanos, El País, https://elpais.com/elpais/2018/05/31/planeta_futuro/1527757818_465356.html, 2018.

7 Special Rapporteur on the rights to food, Report on pesticides and human rights, Consejo de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, https://digitallibrary.un.org/record/861172?ln=es#record-files-collapse-header, 2017.

8 Díaz J., Settele E., Brondízio E., Ngo M., Guèze J., Agard A., Arneth P., Balvanera K., Brauman S., Butchart K., Chan L., Garibaldi K., Ichii J., Liu S., Subramanian G., Midgley P., Miloslavich Z., Molnár D., Obura A., Pfaff S., Polasky A., Purvis J., Razzaque B., Reyers R., Roy Chowdhury Y., Shin I., Visseren-Hamakers K., Willis C., Summary for policymakers of the global assessment report on biodiversity and ecosystem services of the Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services, IPBES, Bonn, 2019.

9 Almond R., Grooten M., Petersen T., Informe planeta vivo 2020: revertir la curva de la pérdida de biodiversidad, WWF, Gland, 2020.

10 de Vos J., Lucas N., Joppa J., Gittleman P., Stephen L., Estimating the normal background rate of species extinction, Conservation Biology 29, https://doi.org/10.1111/cobi.12380, 2014.

11 Organización de las Naciones Unidas, Ciento cincuenta especies desaparecen cada día, UN News, https://news.un.org/es/story/2007/05/1104651, 2007.

12 Rodríguez-Rata A., Las migraciones por causas climáticas se disparan a niveles récord, La Vanguardia, https://www.lavanguardia.com/internacional/20210611/7513693/migrantes-desplazados-forzados-mundo-causas-climaticas-disparan-niveles-record.html, 2021.

13 Oxfam, Extreme carbon inequality. Why the Paris climate deal must put the poorest, lowest emitting and most vulnerable people first, Human Rights Documents Online, https://doi.org/10.1163/2210-7975_hrd-9824-2015053, 2015.

14 Environmenta Justice Atlas, Mapping environmental justice, https://www.ejatlas.org/?translate=es, consulta: 2021.

15 Global Humanitarian Forum, The anatomy of a silent crisis, Global Humanitarian Forum, Ginebra, 2009.

16 Climate Vulnerable Forum, Climate vulnerability monitor: a guide to the cold calculus of a hot planet, DARA, Madrid, 2012.

17 WWF, Día de la sobrecapacidad de la Tierra, WWF España, https://www.wwf.es/nuestro_trabajo/informe_planeta_vivo_ipv/huella_ecologica/dia_de_la_sobrecapacidad_de_la_tierra/, 2021.

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