Читать книгу Infierno - Divina comedia de Dante Alighieri - Alfonso López Quintás - Страница 9
ОглавлениеEntonces, ¿es acaso el nuestro un siglo de misión religiosa? Lo es. ¿Acaso podría no ser así con tanto sufrimiento a nuestro alrededor, en nosotros? Lo es. En verdad, esta ha sido siempre la misión de la poesía. Pero a partir de Petrarca, y de una manera que se fue agravando a lo largo de los siglos, la poesía quería darse otros propósitos, consiguiendo, cuando era poesía, ser religiosa en contra de su intención. Hoy el poeta sabe y afirma resueltamente que la poesía es un testimonio de Dios, incluso cuando es una blasfemia. Hoy el poeta ha vuelto a saber y a tener los ojos para ver y, deliberadamente, ve y quiere ver lo invisible en lo visible. No trata de romper el secreto de los corazones. Sabe que leer incansablemente en el abismo de los individuos y saber verdaderamente el pasado, el presente y el futuro le corresponde solo a Dios. También sabe que el corazón humano no es el agujero que los libertinos creen lleno de inmundicia. Sabe que en el corazón del hombre solo encontraría debilidad y ansiedad —y miedo, pobre corazón, de ser descubierto—. Como en el sueño de Miguel Ángel donde el Padre, para darle vida, rozó con el dedo la tierra, el poeta nuevo quisiera oír en sus pobres palabras que vuelve al mundo la voz de aquella gracia. Por esto ha gritado. Por esto también ha llorado.1
1 Giuseppe Ungaretti, «Ragioni di una poesia (1949)», en Vita d’un uomo. Saggi e interventi, Mondadori, Milán, 1974, pp. 760-761; traducción nuestra.