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PRESENTACIÓN

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Alfonso Martínez Berganza terminó de escribir este manuscrito en los últimos días de 1961 y decidió dejarlo reposar en un cajón a la espera de que cediera la tormenta que caía sobre la reputación de su protagonista. Ernest Hemingway se había disparado a bocajarro dos balas de rifle el 2 de julio y quitarse de en medio no había contribuido, ni mucho menos, a que se enderezara su figura en aquella España tan nacional y tan católica que incluso había cuestionado el Concilio Vaticano II.

El régimen franquista se había enardecido tras la publicación en la revista Life en español de las tres entregas del reportaje titulado The Dangerous Summer, que llevaban la firma del Nobel y conforme se fueron publicando sucesivamente en España (31 de octubre y 14 y 28 de noviembre de 1960) su imagen tan admirada hasta entonces se transmutó de amigo respetado en villano aborrecido.

El día después del suicidio de Hemingway el periódico Pueblo, en su tercera página, publicó un artículo de opinión de Alfonso Martínez Berganza titulado ‘Adiós a las armas’ en el que reconocía abiertamente su admiración y su profundo respeto por Ernest Hemingway. “Bajo la impresión del momento, no cabe el análisis frío y profundo de su historia. Lo único que brota es el elogio sincero de quien llora el no haber podido estrechar su mano, cuando estaba tan cerca de la mía”.1

Hemingway estuvo por última vez en España a finales del verano de 1960. Dijo que había venido a rematar detalles para el reportaje de 10.000 palabras que le habían encargado los editores de la revista Life y aprovechó para entregar en persona el cheque de 500 dólares con el que estaba dotado el premio de periodismo que llevaba su nombre y con el que quería apoyar, y durante cinco años al menos, a los jóvenes escritores españoles. “En España hay escritores extraordinarios con mucho talento… quiero conocer las inquietudes que expresan los más jóvenes…”. El primer premio de periodismo Ernest Hemingway se había convocado desde las páginas del diario Pueblo y en la visita que hizo a la redacción estuvo Alfonso Martínez Berganza pero, vaya usted a saber por qué, a pesar de que apenas les separaba un suspiro, el saludo entre ambos no se produjo.

El 22 de diciembre de 1960 se anunció el ganador del primer, y último, premio Hemingway de periodismo, cuando empezaba a despuntar la operación de acoso contra el Nobel. El ganador del cheque de 500 dólares, seis mil duros de la época, fue Alfonso Martínez Berganza con el artículo titulado de forma premonitoria “El desolladero”. Todo un presagio del lugar al que estaban conduciendo entre todos a uno de los grandes dominadores de la narrativa del siglo XX, capaz de cautivar a los lectores con novelas como Fiesta, Por quién doblan las campanas o El viejo y el mar.

La entrega del premio se produjo el día de Nochebuena de 1960. Alfonso Martínez Berganza recibió el cheque firmado por Hemingway de manos de Antonio Ordoñez, protagonista de The Dangerous Summer junto a su cuñado Luis Miguel Dominguín, asiduo invitado por Franco a sus cacerías y más franquista que el dictador,2 que en unas declaraciones recogidas por la agencia EFE aquel mismo día decía que el Nobel era “un mal novelista y peor crítico taurino”.3

¿Qué había escrito Hemingway en el reportaje para recibir semejante bajonazo? Simplemente decir lo que había visto persiguiendo a Ordoñez y Dominguín durante el verano de 1959 en las diez corridas de toros en las que participaron juntos. Escribir de toros y de toreros, intentando reflejar sus emociones y sus miedos. Escribir de lo que ocurría dentro y fuera de los cosos, de lo que había visto y de lo que le habían contado, denunciando de paso artimañas y trampas, por todos conocidas, pero nunca reconocidas. Y citar con un vago aire de desprecio a Manolete, asegurando que fue un buen torero “pero con trucos baratos”.

Desde la inmediatez, Alfonso Martínez Berganza analiza en esta suerte de ensayo novelado aquellos acontecimientos vividos, navegando entre el reportaje taurino, la crítica literaria y el análisis sociológico de aquella afición sometida al dictado de los grandes vates de la crítica taurina de la época, entre ellos Gregorio Corrochano, autor de una frase “Es de Ronda y se llama Cayetano”, que hizo fortuna entonces y que aún se recuerda en homenaje al padre de Antonio Ordoñez, Cayetano, El Niño de la Palma. En el análisis del reportaje aparecido en Life dice Alfonso Martínez Berganza que “hay conocimiento, descripciones y crónicas taurinas que ni los críticos más perspicaces de la fiesta han conseguido” y que “el reportaje es claro y didáctico en lo taurino” reflejando “todo lo que llevaba dentro (Hemingway) desde hacía más de treinta y cinco años en torno a los críticos, los toreros y los toros”. Y aún más, señala a esos “entendidos con cátedra” que “no sabían por dónde darle la cornada” y que “se agarraron a lo de “los trucos baratos” “buscando la solución por los flancos y el adorno pijotero, como también hacen los torerillos baratos”

Alfonso Martínez Berganza no pudo saber que el reportaje de 10.000 palabras que los editores de Life le habían encargado a Hemingway se había disparado en realidad hasta las 63.562 en la fecha prevista para la entrega, fecha que tuvo que dejar pasar, incapaz de reducir el texto. Tras su última visita a España, el reportaje terminó creciendo de manera exponencial hasta las 108.746 palabras. Exactamente 668 páginas mecanografiadas. “Lo que he escrito es proustiano en su efecto acumulativo, y si eliminamos los detalles destruimos ese efecto”, le dijo Hemingway a su amigo el editor Aaron Edward Hotchner que fue a verle a La Habana para realizar la labor de dirigir y comprimir el reportaje para Life.

The Dangerous Summer se publicó íntegramente por primera vez en 1985. La luz de Alfonso Martínez Berganza, se había apagado ocho años antes. Si aquella “tercera” de Pueblo no hubiera sido suficientemente contundente, en las declaraciones del afortunado ganador del primer premio Ernest Hemingway de periodismo realizadas en la Nochebuena de 1960 queda perfectamente clara su devoción por el escritor, al que en un pie de página de este libro califica literalmente como “un amigo” al que descubrió en la adolescencia y del que le impactó especialmente una novela titulada To Have and Have Not, “muy poco conocida -- dice-- en España”. Hemingway retrata en Tener y no tener (1937) un mundo de ricos insolidarios, intelectuales con mala conciencia y pobres emocionalmente unidos. Y por aclararlo… el escenario de la trama son los Cayos de Florida.

Tener la necesidad de defender a Hemingway y no tener la tribuna para hacerlo. Es una conjetura, pero aquello pudo ser el impulso que le llevó a escribir Era de Illinois y se llamaba Ernesto, que es el título con el que bautizó este manuscrito que ahora, transcurridos sesenta años, la Biblioteca Javier Coy d’estudis nord-americans de la Universitat de València, que dirige la profesora Carme Manuel, se decide a publicar, algo que habría sido imposible sin el cariño y la tenacidad de mi hermano Santiago, recuperando y puliendo con mimo el manuscrito original.

En aquella España de 1961, las reivindicaciones laborales sobre salarios y jornadas de trabajo se fueron traduciendo tímidamente en huelgas que fueron cobrando intensidad y transformándose a su vez en reivindicaciones de libertad sindical y, lo que era más peliagudo para el régimen, de libertad política. El franquismo mantenía secuestrada la libertad y aprovechaba cualquier oportunidad para hacer gala de una crueldad innecesaria. No es difícil imaginar que debatir en público en aquel ambiente tan tiránico era más que un ejercicio arriesgado y hacerlo a contracorriente de la propaganda de la dictadura podía llegar a tener consecuencias dolorosas, por más fútil, aparentemente, que fuera el asunto a debate.

El efecto del Nobel de literatura otorgado a Hemingway en 1954 supuso un ataque de amnesia para el franquismo que necesitaba romper el aislamiento internacional al que estaba sometido. Era preferible olvidar las veleidades republicanas de quien había sido corresponsal en la Guerra Civil para la North American Newspaper Alliance (NANA) y poder tener a un premio Nobel paseándose por España y haciéndose fotos en algún burladero de cualquier plaza de toros. La promoción que hizo Hemingway de los San Fermines en Estados Unidos fue, de por sí, impagable. Pero todo se torció con The Dangerous Summer y el régimen terminó dándole la espalda.

No deja de ser paradójico que en aquel 1961 tras el suicidio de Hemingway, murieran también Gregorio Corrochano (19 de octubre) en su casa de Madrid, y apenas diez días después, en un sanatorio madrileño, Cayetano Ordoñez, el diestro que sembró el germen de una saga de toreros entre los que figuró Antonio Ordoñez, amigo íntimo de Hemingway, al que llamaba “Papá Ernesto”.

Alfonso Martínez Berganza, en una de aquellas entrevistas que le hicieron como ganador del premio Hemingway contó que tenía dos hijos pequeños y que el más diminuto -tres años y pico- había conseguido hacía solo unos días un premio de dibujo en una competición infantil. Y dice el autor de la entrevista “Me gustaría saber cuál de los dos premios le causó mayor emoción… y si me preguntaran, acaso me inclinaría por señalar el de su hijo”. Aquella misma emoción que sintió mi padre ante mi garabato premiado es la que siento escribiendo esta presentación de un texto que aspira a provocar algo tan simple como una reflexión en el lector sobre el efecto que puede llegar a provocar una pequeña frase. O, dicho de otra forma, cómo deshacer “trucos baratos”.

Alberto Martínez Arias

Periodista –

Director El ojo crítico (2012-2013 y 2018-2020)

1 Citado en el libro de Lisa Ann Twomey, Hemingway en la crítica y en la ficción de la España de postguerra, Valencia: Publicacions de la Universitat de València, 2021, p. 166 y ss.

2 Memorias de la primera mujer de Luis Miguel Dominguín, Lucía Bosé, una biografía. “Mi marido era más franquista que Franco”, Edizioni Sabinae, 2019.

3 Declaraciones de Luis Miguel Dominguín al periódico El Espectador de Bogotá recogidas por la agencia EFE y publicada en ABC el 24 de diciembre de 1960.

Hemingway en la España taurina

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