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PRÓLOGO

No siempre he aprobado los exámenes. Unas veces las preguntas más sencillas las fallé, a otras complejas no les dediqué el tiempo que merecían y algunas otras preguntas no las vi nunca claras… En fin, hubo de todo. Pero hay una pregunta del examen de Psicología de la Personalidad que aún me da vueltas en la cabeza. En ella se planteaba si los individuos muestran su verdadera personalidad con más facilidad en la vida cotidiana o en situaciones de emergencia y excepcionales. Sinceramente no recuerdo lo que contesté ni lo que se consideraba correcto en aquel momento, pues los conocimientos en el ámbito científico van evolucionando. Lo que sí sé es que eso me ha hecho reflexionar a lo largo de los años, y todavía hoy no tengo una respuesta definitiva.

Quizá en situaciones sin presión de ningún tipo todos nos comportamos de un modo relativamente acorde con las normas sociales; tratamos de cumplir con las reglas establecidas en nuestro entorno, propias de nuestra cultura. Muchas normas encajan (o las hacemos encajar) con nuestros valores. Y así, generalmente nos sentimos cómodos.

Sin embargo, cuando aparece el peligro o hay situaciones que ponen en riesgo nuestra supervivencia, cambia el panorama. Quizá en situaciones excepcionales no somos capaces de «tapar» nuestros miedos, impulsos, necesidades… y estos guían nuestra conducta, mostrando nuestra verdadera cara. ¿O será que son varias las verdaderas caras que tenemos y enfadados o con miedo mostramos una cara que generalmente ocultamos adaptándonos a lo establecido en las normas sociales? ¿Es posible en esas circunstancias controlar nuestra espontaneidad para mostrar una cara socialmente aceptable? Quizá retorcemos la realidad para que no exista una discrepancia muy marcada entre quienes solemos ser y quienes tenemos que ser ante una situación o un riesgo…

En una situación como la creada por el Covid-19, tan presente al escribir este prólogo, ¿qué es lo que estamos mostrando? ¿Y qué hacemos para disimular esa «nueva» personalidad y motivaciones desconocidas por muchos? ¿Estarán muchos disfrutando de vivir sin las caretas sociales y libres de las presiones y los condicionamientos que la sociedad nos impone para nuestra supervivencia o relevancia social?

Pero incluso en situaciones de normalidad, ¿en qué medida, en nuestro día a día, son realmente nuestras emociones y sentimientos los que guían nuestra conducta como en las situaciones de tensión o peligro? ¿somos conscientes de ello? ¿cuántas veces en la vida cotidiana esos miedos, amenazas o incertidumbres nos afectan por debajo del nivel de la conciencia? En situaciones de conflicto en familia, con amigos, con compañeros de trabajo, jefes y subordinados… ¿hasta qué punto nuestras decisiones y comportamientos están guiados por esas emociones que ignoramos?

Afortunadamente no nos veremos con mucha frecuencia en situaciones de alto riesgo. Pero en la sociedad (como en la naturaleza) la vida cotidiana es, en sentido amplio, una lucha por nuestra supervivencia. De forma irrenunciable es una “lucha” o camino de supervivencia inspirado siempre por un instinto de supervivencia que nos ordena «seguir viviendo» y del que nacen múltiples estrategias emocionales, sentimentales y racionales que este libro describe de forma sencilla y didáctica a pesar de su enorme complejidad. Las emociones, cuando se descontrolan dejan de resultarnos beneficiosas y protectoras. Pero una vida sin emociones guiada por una estricta racionalidad carecerá de humanidad y de sentido y nos hará casi robots solo capaces de procesar decisiones.

Este libro es una llamada a la importancia del autoconocimiento. Para gestionarse bien hay que conocerse bien, nos dice su autor llamándonos a tomar conciencia de nuestras emociones y de cómo nos afectan sin negarlas. Llamémoslas por su nombre, mirémoslas a sus ojos y enfrentémonos a ellas, controlando su impacto sobre nuestro comportamiento, siempre más profundo de lo que pensamos. Y, tras ello, encajémoslas sabiamente en nuestro procesos y decisiones más conscientes y racionales alcanzando la paz y la plenitud que nos procuran una vida con sentido y en consonancia con nuestras verdaderas preferencias y valores.

Sobre todo, aquí encontrará el lector profundas reflexiones. Existe en Alfredo un hondo conocimiento sobre el funcionamiento del cerebro, los procesos cognitivos y las emociones. Es fruto de su inquietud por comprender al ser humano y de la lectura reposada y reflexiva, tan poco frecuente en la sociedad en la que vivimos. Lean aquí con detenimiento. Descubrirán cosas que, tal y como ocurre con algunas emociones, solo emergen a la conciencia en determinadas situaciones: las de la lectura pausada.

Que lo disfruten.

Marcos Ríos Lago

Profesor de la UNED de Psicología Básica y Neuro-psicología

Coordinador de la Unidad de Daño Cerebral

del Hospital Beata María Ana

Por fin me comprendo

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