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Y entonces un día el mal vuelve a casa, pasa rápido por la puerta sin llamar, sin aviso previo. Es audaz y se lo lleva todo por delante, sin apenas darte cuenta despierta de nuevo ese monstruo que camina sigiloso y entra en tu vida.

El corazón se te desgarra, el alma se llena de dolor, los ojos se llenan de lágrimas y en tu mente solo existe confusión. Así se sentía María cuando al llegar un día a casa se encuentra con esta horrible noticia, y es que tras unas pruebas médicas, su abuela estaba mal de nuevo.

El cáncer metastásico se puede curar, pero en la mayoría de los casos, el tratamiento no cura la enfermedad. Sin embargo, los médicos pueden tratarla para retrasar su crecimiento y reducir los síntomas. Como dijo Alex Lequio: «En cualquier etapa de la vida en la que te encuentres ahora, agradece y disfruta al máximo de las pequeñas cosas y atesora el amor de tu pareja, tu familia y tus amigos, para que cuando llegue el día en el que baje el telón, puedas llevar contigo la verdadera riqueza de este mundo». Y así es, la vida pasa rápida y veloz ante nosotros, y en cualquier momento sin previo aviso puede decidir bajar el telón.

Cuando las cosas se complican y la vida se tuerce es bueno recordar aquello que nos ilusiona, por ejemplo, colgar esa lista de pendientes en la nevera para hacerlos realidad. Y es que las cosas que realmente nos hacen felices y que hacen que la vida merezca la pena son las cotidianas, esos pequeños detalles que a menudo pasan por delante de nuestros ojos y parecen insignificantes. Como decía el Principito: «Lo esencial es invisible a los ojos». El verdadero valor de las cosas no siempre es evidente.

Cuando la duda amenaza, los pacientes eligen el lado optimista de la vida y asumen que los tratamientos van a funcionar. Pero a veces todo es mucho más complicado de lo que pensamos y las cosas se tuercen.

La palabra «cáncer» es miedo, dolor, incertidumbre… Cuando te enfrentas a algo así la vida se te paraliza de algún modo, tanto para el paciente como para el cuidador. Esperas una buena noticia como agua de mayo, algo que te alegre, una pequeña luz de esperanza que te haga sentir que todo está bien o que al menos las cosas no van mal del todo o por el mal camino.

«Ahora toca navegar», pensó María. Navegar en un mar de incertidumbre, aprender a remar a contracorriente, siempre con un espíritu fuerte, valiente y optimista. Aunque los vientos soplen en contra y quieras venirte abajo, debes de caer y levantarte constantemente para izar la vela en solitario.

La pequeña historia para amar(te)

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