Читать книгу Encantada Por El Duque - Amanda Mariel, Christina McKnight - Страница 5
PRÓLOGO
ОглавлениеLondres 1812
La Srta. Emma Baxter se detuvo fuera de la oficina de su tío, incapaz de ignorar las voces que provenían del interior.
"Pagará su deuda o se enfrentará a la prisión del deudor". Una ronca voz masculina gritó.
"Seguramente tengo algo más que monedas que usted estaría dispuesto a aceptar", sugirió su tío, el Sr. Silas Powell.
Emma se acercó sigilosamente y se asomó por la rendija de la puerta parcialmente abierta. Los cabellos de la nuca se le erizaron. Lord Windham estaba cerca del escritorio de su tío, sosteniendo un vaso de licor ambarino con su mano fornida.
"Debe abstenerse de apostar si no tiene la capacidad de pagar sus deudas, Baxter".
Debería haberlo adivinado. El tío Silas había apostado casi todo lo que tenían, excepto la casa y algunos adornos que su tía le había confiado antes de morir. Esos, también se habrían perdido sin duda, si el tío Silas supiera que ella los poseía. Él había asegurado que en los últimos meses se había mantenido alejado de los salones de juego. De todos modos, no le sorprendió en lo más mínimo escuchar que estaba en aprietos otra vez.
Después de todo, era sólo cuestión de tiempo para el tío Silas. Siempre volvía a caer en la trampa. Su ludopatía le había causado un inmenso dolor a su tía y probablemente le causó la muerte. Pobrecita, ella lo había amado profundamente a pesar de sus defectos y como consecuencia, se preocupó en exceso por él y esto destruyó su salud.
"Puede tomar cualquier cosa que yo posea, Windham. Pida lo que desee y será suyo".
¿Qué podía quitarle aparte de la casa? La cantina de su tío, pensó ella. Perder cualquiera de las propiedades sería devastador para ellos. Si Windham se apropiaba de la casa no tendrían ningún refugio y si los despojaba de la cantina no tendrían ningún ingreso.
"Tal vez hay algo que usted posee que me interesa”, dijo Windham frotándose la barbilla mientras ella lo miraba fijamente y sentía un frío en el estómago. "Miss Emma".
Casi se le escapa un grito. Luchó para reprimirlo mientras miraba a los hombres. El tío Silas nunca…
"Hecho", dijo el tío Silas sin titubear. "Será suya y podrá hacer con ella lo que le plazca”.
¡Cómo pudo! ¿No era suficientemente malo que su propio padre la hubiese regalado después de la muerte de su madre? Ahora su tío tenía la intención de usarla para pagar su deuda. Ella no lo toleraría, así que abrió la puerta de la oficina de un solo golpe y entró raudamente. "No puedes entregarme a cualquiera como si fuera un viejo sofá", dijo ella mirando al tío Silas en forma desafiante.
Los hombres al verla abrieron los ojos de par en par. Windham se recuperó primero y se acercó a ella. "Cálmate, muñeca. Seré un buen marido para ti", dijo extendiendo una mano carnosa y posándola en la parte baja de su espalda. “Te he deseado durante años y prometo no decepcionarte”.
Ella se apartó de él y se ubicó en el lado opuesto de la habitación, pisando con fuerza la gastada alfombra de la oficina. "No me casaré con usted, Lord Windham”, luego dirigió su atención al tío Silas. "No puede obligarme".
El tío Silas sonreía con malicia mientras rodeaba su escritorio acercándose a ella. "Sé razonable, Emma. Lord Windham es un rico barón. Un partido mucho mejor de lo que podrías haber aspirado. Demonios, ni siquiera tienes una dote, pero ahora serás una baronesa".
Ella se puso rígida. "¿Se ha preguntado por qué un barón tan rico querría casarse conmigo?" Ella apostaría que no lo había hecho. Además, la respuesta no podía ser el amor verdadero. Las intenciones del barón provenían de la lujuria, en el mejor de los casos. Santo cielo, lo había dicho hace un momento. La forma en que la miraba en las raras ocasiones en que estaban en la misma habitación siempre le daba escalofríos. La muerte sería preferible a un matrimonio forzado con el viejo lascivo.
"Sus razones no importan. El hecho es que Lord Windham quiere casarse contigo y vas aceptarlo".
"Claro que no lo haré", dijo Emma alzando la voz.
Windham exhibía una sonrisa lasciva en sus labios regordetes mientras la detallaba y había algo oscuro en su mirada. "He anhelado poseerla desde el momento en que la vi por primera vez, Miss Emma. Usted será la joya de mi baronía".
El tío Silas la agarró con firmeza por la parte superior del brazo, acercándose tanto que podía oler el licor en su aliento. “Me debes todos los años que te he cuidado".
"Nunca pedí estar bajo su cuidado. Fue mi padre él que me abandonó a su cargo”, dijo Emma tratando de contener las lágrimas. "No le debo nada".
Windham se acercó, poniendo su mano en el hombro de ella, le susurró al oído, "Cuando seas mi esposa voy domesticarte, cariño".
Ella lo miró con desprecio y le dijo: "Nunca. Nunca me casaré con usted".
"Nunca me casaré con usted. Nadie puede obligarme", le gritó Emma. Él le pasó la mano por la espalda hasta llegar a su trasero y se lo apretó y luego se dirigió a la puerta antes de volverse hacia su tío. "Haga que ella cumpla, Baxter. Si no me caso dentro de tres semanas usted irá a la prisión de los deudores. Haré que le envíen un contrato de compromiso matrimonial para que lo firme", dijo Windham lanzándole una sonrisa lasciva antes de despedirse.
Acto seguido su tío la abofeteó con fuerza. Ella posó su propia mano sobre su mejilla adolorida. Su valor se fortificó y mantuvo su cabeza en alto a modo de desafío. "Puede hacer lo que quiera, tío. Pero tenga en cuenta esto: prefiero morir antes que casarme con Lord Windham".
"Siempre fuiste una pobre tonta", dijo su tío sacándola de la oficina y empujándola hacia las escaleras. "Permanecerás encerrada en tu habitación y recibirás una sola comida al día hasta que entres en razón y aceptes a Windham". Ella comenzó a subir las escaleras con la frente en alto y le dijo: “Será mejor que se abstenga de enviarme comida .No probaré ni un bocado”.
"Solo te haces daño a ti misma. Te casarás con el barón quieras o no".
Las pesadas pisadas de su tío, que resonaban detrás de ella la instaron a caminar más rápido para refugiarse en su habitación. No sabía cómo evitaría este matrimonio, pero no había forma de que pudiera casarse con Windham. Pensaría en algo, de alguna manera, escaparía de las garras del barón.