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CAPÍTULO 2

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Aaron St John, Duque de Radcliff, descorrió la cortina para mirar por la ventana del carruaje. Llevaba casi diez horas viajando, deteniéndose solo para atender a sus caballos y estirar un poco las piernas. Incluso ahora deseaba salir un rato del carruaje, pero no se detendría tan cerca de casa. Deseaba llegar a tiempo para disfrutar de la cena junto a su hija Sophia.

Nunca había pasado mucho tiempo lejos de Sophia desde que su madre huyó. Tras una noche lejos de ella, la extrañaba muchísimo. Su rostro de querubín sonriente invadió su mente y él sonrió alcanzando el banco opuesto. Una muñeca de cabello dorado, del mismo tono que el de Sophia, le llamó la atención en una tienda de Londres. En un impulso, Aaron entró y la compró para ella.

Levantó la parte superior del banco para buscar la muñeca, y quedó estupefacto. "Maldita sea".

En el compartimento había una mujer con los ojos muy abiertos que lo miraba fijamente, tenía el cabello del mismo tono dorado que acababa de imaginar. Era como si la muñeca hubiera cobrado vida en la forma de una mujer de carne y hueso. "¿Quién demonios eres tú? ¿Cómo has llegado hasta aquí?".

Ella sentó, sus mejillas se tiñeron rojo. "Yo… no sé por dónde empezar".

Recobrando la compostura, Aaron extendió una mano. "Comience por salir de ahí".

Ella asintió, aceptando su oferta y sujetando su cálida mano. Aarón la ayudó para que se pusiera de pie, y para que saliera del compartimento. Tan pronto como ella pudo salir, él soltó su mano, se dio vuelta y cerró el banco – dejando la muñeca de Sophia en el olvido-. Luego se volvió hacia la misteriosa mujer. "Siéntese y explíquese de inmediato".

Ella se sentó, doblando las manos en su regazo mientras Aaron tomaba asiento frente a ella.

"Por favor, acepte mis disculpas por haberle asustado". Se alisó las faldas. "No era mi tienda de campaña. Se suponía que nadie debía descubrirme".

"Fascinante, sigue adelante".

"Soy la Srta. Emma Baxter". Ella desvió la mirada por unos instantes.

"Encantado de conocerla Srta. Baxter. Puede dirigirse a mí como Su Gracia".

Emma abrió de par en par sus ojos violetas, pero luego intentó disimular su asombro. Claramente no tenía ni idea de en qué carruaje se había escondido. Él la examinó durante un rato, observando sus mejillas hundidas, su piel pálida y su vestido arrugado. Parecía que había pasado por una terrible experiencia. "Ahora explíqueme ¿cómo es que llegó a subirse a mi carruaje?".

La Srta. Baxter desvió su mirada, un intenso rubor apareció en su rostro. “Yo…” Ella respiró y lo miró a los ojos. "No estoy muy segura de cómo explicarlo. La respuesta no es nada simple".

Aaron se frotó la nuca. "Empiece por el principio y ofrézcame los detalles".

"Bueno, verá, yo estaba…". El carruaje se detuvo y el conductor gritó, cortando sus palabras. "Realmente no es una respuesta sencilla, Su Gracia. Me temo que la explicación será larga".

Él agitó una mano con desdén. "No importa la razón. Mi cochero la llevará a cualquier lugar". Se puso de pie, y un lacayo abrió la puerta del carruaje. "Dele indicaciones a mi cochero y siga su camino, Srta. Baxter".

Sus hombros se desplomaron y dijo mirando el techo del carruaje. "Es bastante tarde para viajar".

"Papi, papi, ya estás en casa". Aaron se volvió hacia la puerta ante la animada voz de Sophia. La Srta. Baxter podía esperar, por ahora, su hija era todo lo que importaba. Él salió del carruaje mientras la niña corría hacia él. Él la tomó en sus brazos haciéndola girar en un círculo antes de darle un beso en la mejilla.

"Te he extrañado mucho, papá". Sophia le sonrió.

Él la abrazó más de cerca. "Yo también te extrañé mucho, muñequita".

"¿Me has traído algo?" La atención de Sophia se centró en el carruaje. "¿Quién es esa seño-rita, papá?" La niña lo miraba, curiosa y expectante.

Aaron miró al carruaje, su mirada se posó en la mujer que ocupaba la puerta. ¿Y si ella representaba un peligro para su hija? Él no sabía nada de ella, excepto que se había colado en su carruaje. Y que había llegado a su casa de la manera más extravagante.

La Srta. Baxter le sonrió mientras su lacayo la ayudaba a bajarse del carruaje y esto aumentó su irritación. ¿Realmente tenía la intención de quedarse?

Bajando a Sophia al suelo, Aaron decidió que la Srta. Baxter no se quedaría en su casa. Le diría a su chofer que la llevara a donde ella quisiera ir. Con largas zancadas, caminó de vuelta a través del camino de piedras.

"Srta. Baxter, me temo que no puede quedarse aquí. Si es tan amable de volver al carruaje, mi chofer estará encantado de llevarla a otro lugar".

"Su Gracia, ¿podría comer algo antes de partir? Ha sido un día muy largo y estoy hambrienta". Ella echó un vistazo a la casa y luego lo miró a él.

Sophia tiró de sus faldones antes de que pudiera responder. "Papá, ¿no me presentarás a tu nueva amiga?", ella le sonrió con la alegría que solo un niño podría expresar.

Aaron contempló el radiante rostro de su hija sin estar seguro de cómo debía proceder. La Srta. Baxter obviamente necesitaba sustento y Sophia estaba más que entusiasmada por la posibilidad de tener compañía.

¿Podría decepcionarlas a ambas enviando a la Srta. Baxter lejos sin siquiera ofrecerle una comida? ¿Qué clase de caballero haría eso?

"Soy la Srta. Emma Baxter", le dijo a Sophia. "¿Y a quién tengo el placer de presentarme?".

Encantada Por El Duque

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