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Capítulo 1

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Envy se movía deprisa por el dormitorio metiendo sus cosas en una maleta de cuero negro. Cuando se detuvo y miró a su hermano, se dio cuenta de que él las estaba quitando de la maleta cada vez que ella se daba la vuelta para recoger más. Había estado pisándole los talones desde que llegó a casa y estaba empezando a sentirse muy frustrada.

—¡Para ya! —le dijo mientras le quitaba un puñado de ropa y lo arrojaba de nuevo en la maleta.

Sacudiendo su larga melena pelirroja y colocándosela sobre el hombro le lanzó una mirada de advertencia.

—¿Pero mudarse? Sólo lo conoces desde hace... ¿una semana? ¿Estás segura de que esto es lo que quieres hacer? —repitió Chad a modo de mantra.

—La respuesta sigue siendo la misma Chad —le contestó Envy con voz firme, preguntándose cuántas veces tendría que decírselo antes de que la escuchara. Le miró fijamente y, tratándole como a un niño ingenuo, repitió muy lentamente: —Quiero mudarme con Devon, y eso es exactamente lo que voy a hacer.

—¿Cómo puedes estar segura de que dentro de una semana o de un mes, no encontrará a otra chica y te dejará? —preguntó Chad con desesperación.

—No lo hará. Ella continuó haciendo la maleta, tratando de ignorar la persistente sensación de estar abandonando a su hermano. Por el amor de Dios, él era un hombre adulto y además era policía.

—No lo sabes con seguridad. Lo que quiero decir es que él baila medio desnudo en ese club cada noche y tú estarás atrapada detrás de la barra sirviendo bebidas a pervertidos —exclamó Chad, empezando a enfadarse. Lo que en realidad quería hacer era gritarle por haberse metido en algo tan peligroso...con alguien tan peligroso.

Envy dejó de empaquetar sus cosas y miró a su único hermano, al que quería mucho, pero al que estaba a punto de estrangular.

—Uno, lo sé con seguridad. Dos, puede que esté medio desnudo, pero es muy guapo. Tres, podré bailar con él en la jaula. Y cuatro —se inclinó hacia él como para deshacerse de un secreto inconfesable —lo que realmente necesitas es acostarte con alguien.

Chad miró a su hermana: —No necesito acostarme con nadie—, él gruñó mientras ella le hacía un guiño.

—Sí, y lo sabes. Ella abrió un cajón y agarró un puñado de lencería provocativa.

—No, no es cierto. Chad cerró de golpe la maleta antes de que ella pudiera añadir la lencería a lo que a él le hubiera gustaría que sólo fuera un neceser.

—Sí, lo es. Envy le sacudió la lencería en la cara como para demostrar algo.

—No, no lo es. Él se la quitó de la mano.

—No, no lo harás. Entrecerró los ojos enfadada.

—Sí, lo haré. Chad se detuvo y dio un puñetazo al aire con la mano llena de lencería —¡Maldita sea!

Devon estaba en la sala de estar apoyado en la pared, sus tobillos entrecruzados y las manos en los bolsillos de los vaqueros... trataba de no morirse de risa. Sus discusiones le recordaban mucho a la relación que tenía con sus propios hermanos.

Se notaba que Chad se preocupaba por Envy y por eso no se interpondría entre ellos. Chad hacía lo que mejor sabía hacer.... era el hermano mayor de una pelirroja con carácter. No, no los detendría, pero pagaría solo por ver cómo se peleaban.

Devon se río a carcajadas y luego trató de disimularlo con una tos fingida. Alguien llamó a la puerta y entornando sus ojos azul cielo se preguntó quién diablos venía a visitar a los hermanos antes del amanecer. —Devon, ¿podrías abrir la puerta? —gritó Chad.

—Claro —contestó Devon, y se alejó de la pared antes de acercarse a la entrada. Abriendo la puerta, no pudo evitar sonreír ante la cara de sorpresa de Trevor.

—Hola Trevor, cuánto tiempo sin verte.

Como le prometió, Trevor había venido a hablar con Chad sobre lo que había visto en la iglesia. Lo último que esperaba era que Devon Santos le abriera la puerta. Incapaz de controlar su reacción, Trevor levantó el puño y golpeó con fuerza al jaguar justo en la nariz.

Devon retrocedió un par de pasos y se limpió la sangre de la nariz. Se quedó mirándola antes de volverse a Trevor y mostrarle los dientes. Antes de que Trevor pudiera reaccionar, Devon lo apartó de la puerta y lo llevó al patio delantero.

Sus ropas se hicieron trizas y cayeron al suelo cuando ambos se transformaron en sus respectivas formas animales. Devon dio vueltas alrededor del kodiak y arremetió contra él con un fuerte rugido de jaguar. Trevor gruñó y se levantó sobre sus patas traseras mientras intentaba agarrar al jaguar que tenía pegado a la espalda.

Dentro de la casa, Chad y Envy oyeron el rugido de Devon y corrieron hasta alcanzar la puerta principal. Se quedaron paralizados cuando vieron a Devon peleándose con un enorme oso en el jardín. El policía se sintió aliviado de que no hubiera vecinos cerca.

Chad activó su interruptor mental anulando todas sus emociones. Era algo que podía conectar interiormente y que siempre le hacía estar totalmente tranquilo y sereno... incluso en medio de un tiroteo. Alcanzando la funda que llevaba en la cadera derecha, sacó su pistola y disparó al aire tratando de llamar la atención. Frunció el ceño cuando vio que no se inmutaban y que además le daban un puñetazo en el brazo izquierdo.

— ¡Avisa a alguien cuando vayas a disparar esa cosa! —exclamó Envy mientras se ponía una mano sobre el oído derecho y se estremecía ante un fuerte zumbido.

Zachary se bajó de su coche y dejando escapar un profundo suspiro miró fijamente a los dos niños que estaban peleándose. Una vez más «las cabezas frías tendrían que intervenir» pensó. Sonrió para sus adentros porque nadie usaría la palabra frío para describirlo. Levantando su mano, esta lanzó una bocanada de fuego hacia los dos cambia formas, haciéndolos retroceder cuando una ráfaga de fuego atravesó del patio separándolos.

—Si no queréis que se os chamusque el pelaje, entonces será mejor que volváis a ser hombres y finjáis tener un poco de sentido común —les advirtió Zachary mientras otra llama comenzaba a brotar de su mano ahora extendida. —¿Vais a actuar como adultos o como niños? ¡Porque no me importa en absoluto!

Sonrió con frialdad mientras la llama se elevaba y se inclinaba hacia su objetivo.

Adivinando las intenciones de Zachary, Trevor regresó a su forma humana y miró a su oponente a través de las llamas. Le subía la presión solo con mirar al hombre que le había robado a Envy, de manera que tuvo que concentrarse para mantener su apariencia humana.

Devon también se transformó, pero mantuvo su postura de lucha ya que desconfiaba de Trevor, que todavía podía derribarle. Se distrajo momentáneamente al escuchar a Chad exclamando —¡Dios mío! —y miró rápidamente a los hermanos. Viendo a Envy que miraba fijamente a Trevor.... ahora desnudo, Devon gruñó enojado, quería que ella devolviera su atención a donde correspondía.... es decir, a él.

Envy se restregó la sien, ambos hombres estaban ahora desnudos y por suerte sólo con heridas leves. Devon le había mostrado lo rápido que se podían curar los de su especie, así que sabía que aquello no era tan malo como parecía. Su mirada recorrió el cuerpo de Trevor. Aún se sorprendía al pensar que sin saberlo, había estado saliendo con un oso durante tanto tiempo.

Trevor sonrió con satisfacción al ver que el rugido de Devon era el sonido de los puros celos.... el jaguar se lo merecía.

Chad parpadeó preguntándose quién sería que le había cabreado así. Normalmente estaba muy tranquilo en las situaciones difíciles así que respiró profundamente y luego se alejó de la puerta para ponerse completamente de pie.

—Esta es mi casa, así que jugaremos según mis reglas. Envy se queda aquí conmigo, y todos los que no son humanos se van.

Intentó cerrar la puerta, pero Envy se lo impidió.

—No sin mi compañera —dijo Devon tratando de sacudirse el efecto de eco que estaba percibiendo.

¡Maldición! ¿Quién diría que Trevor era tan fuerte? El hecho de saberlo no le agradaba demasiado.

— Vístete—dijo Envy frunciendo el ceño y mirando con curiosidad a Zachary. Le pareció que él y Trevor podían haber sido hermanos, su color de piel era muy similar. La única diferencia era que Zachary tenía el pelo corto y era un poco más alto.

—Vale, sé lo que son... pero ¿qué eres tú?

Zachary se inclinó con elegancia: —Puedes llamarme guardián—y sonrió mientras se apagaban las llamas.

—Guardián de los humanos y de las criaturas paranormales— se enderezó y miró a Trevor. —¿No le dijiste nada?

—No, no lo hizo. Envy le lanzó a Trevor una mirada despectiva, se la tenía bien merecida. Luego volvió a prestarle atención a Zachary.

—¿Guardián? ¿Qué significa eso exactamente? ¿Trevor y tú sois hermanos? No pudo evitar preguntárselo.

—Significa que nos protegemos mutuamente—respondió Trevor y añadió: —Y no. En cuanto a familia, no tengo ninguna.

—Vaya, ahora tienes mucha información —murmuró Envy.

—Traté de decírtelo —le recordó Trevor mientras se ponía los pantalones que Zachary acababa de lanzarle. —No es culpa mía que no me escucharas.

Envy se disponía a regañarlo cuando se detuvo al recordar no sin cierta culpabilidad, la última noche que había visto a Trevor. Él Le dijo que estaba involucrado en la CIA, pero ella no le creyó. Incluso le disparó con su táser por hacer que se sintiera tan tonta como para caer en una mentira tan estúpida. Pero entonces, ¿cómo esperaba que ella le creyera cuando él se dedicaba a bailar de forma tan provocativa con otras mujeres?

Por otro lado... él le había dicho que aquello era la tapadera de su trabajo. Envy frunció el ceño ante el incipiente dolor de cabeza que esto le provocaba, y llegó a la conclusión de que Trevor era un imbécil más grande de lo que pensaba solo por haberle hecho pensar en esto.

Chad miró al jaguar antes de entrar en casa. Salió un par de segundos después con un par de vaqueros y se los tiró a Devon.

—No necesitamos tu ayuda —dijo Devon mientras se subía la cremallera de los vaqueros y se dirigía a Envy para pasarle un brazo por la cintura de manera posesiva.

—¿Ah, sí? Yo salvé a tu hermana mientras tú estabas ocupado robándome a mi novia —respondió Trevor antes de dirigir su furiosa mirada hacia Envy.

Ella levantó su mirada y la fijó en los ojos de color azul plateado de Trevor. Todavía podía ver el dolor que había en ellos y eso hizo que se le encogiera el corazón. En realidad ella no le odiaba. De hecho, seguía queriendo a Trevor.... pero no como quería a Devon. Sus labios se entreabrieron para tratar de explicarse, pero Devon la interrumpió.

—¿Por qué has venido aquí? ¿Nos has seguido? —preguntó Devon, no le gustaba el hecho de que Trevor siguiera poniendo a Envy en una encrucijada. Ella había tomado una decisión y Trevor necesitaba aceptar los hechos para no sentirse herido.

—En realidad, vino a verme a mí —dijo Chad con toda la calma que le era posible. Volviéndose hacia su hermana, la tomó de la mano y tiró suavemente mientras miraba por encima de su hombro a Devon.

—Si no te importa, me gustaría tener la oportunidad de hablar con ella un minuto en privado.

En el momento en el que Devon la soltó, Chad la metió dentro de la casa y cerró la puerta. De hecho, se abstuvo de cerrar con llave. Además, después de lo que acababa de ver en el patio, una cerradura de seguridad no serviría de nada.

—¿Estás segura de que no te quedarás aquí sólo una noche más? Por mi salud mental —suplicó, a pesar de que sabía qué hacía ya algún tiempo que había perdido el control de su propia vida.

Envy rodeó a su hermano con los brazos y después de darle un abrazo muy cariñoso, dio un paso hacia atrás para mirarlo.

—No puedo. Ya viste lo que pasó en la iglesia esta noche. Todos están desperdigados, así que Warren está tratando de organizar una reunión para primera hora de la mañana.

Miró hacia la puerta cuando otro pensamiento la sorprendió. —Además, quedarse con ellos es quizás lo más seguro en este momento. De hecho, te llamaré para decirte a qué hora debes venir a la reunión y si es en Moon Dance o en Night Light. Quiero que me hagas un favor. Trae a Trevor y al chico de las llamas a la reunión, porque si lo que he oído es verdad... vamos a necesitar toda la ayuda que podamos conseguir.

—¿Vampiros? Preguntó Chad al ponerse de nuevo en plan policía mientras se frotaba la nuca, donde sus finos y minúsculos cabellos habían decidido quedarse de punta para siempre.

Envy asintió, y frunciendo el ceño agitó la cabeza.

—Los vampiros sí, pero hay un demonio suelto y....

Chad extendió la mano y la agarró por los brazos.

—Un demonio? ¡Nadie dijo nada sobre demonios!

Envy respiró profundamente y luego asintió, esperando decirle algo que le hiciera sentir mejor.

—Sí, un demonio. La buena noticia es que tenemos dos ángeles de nuestro lado

Ella le sonrió confiando en que no se desmayara.

—¿Ángeles? —Chad la soltó y se apoyó pesadamente contra la pared. —Dios mío.

—Exactamente —asintió Envy, mientras le veía pasar los dedos por el pelo como si estuviera luchando contra la necesidad de arrancárselo.

—Ahora ocúpate de Trevor. ¿Puedes hacer eso por mí? Llévalos a él y a Zachary a la reunión de mañana—. Se mordió el labio inferior, no quería montar otra escena. —Y a cambio, no me llevaré mis cosas esta noche.... si eso hace que te sientas mejor.

Chad asintió con la cabeza y le sonrió: —Trato hecho.

Abrió la puerta para que salieran, pero ambos se detuvieron al ver a Zachary de pie entre los dos hombres con una palma en llamas que les señalaba.

—Oh no, vámonos —dijo Envy, y salió corriendo por la puerta agarrando de la mano a Devon mientras se dirigían hacia su coche.

Trevor comenzó a seguirles, pero Zachary le detuvo.

—No tan deprisa, tortolito. Tenemos que ocuparnos primero del hermano.

—Entremos y prepararé un poco de café —dijo Chad, y suspiró agradecido cuando Trevor se dio la vuelta y entró en su casa como un hombre que estuviera en una misión. Mientras Zachary seguía a Trevor adentro, Chad cerró la puerta mientras se preguntaba en qué demonios se había metido.

Una vez que la cafetera estaba en marcha, Chad se volvió hacia sus dos invitados. Por el momento, tenía más preguntas que respuestas y eso no ayudaba en nada.

—¿Por qué dice Envy que hay un demonio suelto? También dijo que Warren convocará mañana a todos para una reunión sobre lo que pasó esta noche y que quiere que los tres nos colemos en ella.

Trevor no pudo contener la pequeña sonrisa que se dibujó en sus labios. Así que Envy quería que se involucrara... quería mantenerlo cerca. No podía culparla. Tal y como Devon la estaba protegiendo no le bastaría para sentirse tranquila. Saber que ella le necesitaba hizo que se desvaneciera la rabia que le quedaba dentro.

— De todos modos, nos habríamos colado en esa fiestecita. Miró hacia Zachary, quien asintió. Volvió a sonreír y se dio cuenta de que vería a Envy en un par de horas. —Supongo que ya es hora de contaros lo que está pasando.

Se avergonzaba de cómo estaba usando su rango para poder reencontrarse con Envy. También era plenamente consciente de lo que aquello parecería a los ojos de los otros.

Devon asumiría que estaba utilizando de nuevo a Envy, pero nada más lejos de la verdad. Por otra parte, ¿quién era él para utilizar a su hermano con el fin de acercarse a ella y hacer su trabajo al mismo tiempo? Devon tendría que aprender que todo era válido en el amor y la guerra... y que triunfe el mejor cambia formas.

—Soy todo oídos —refunfuñó Chad mientras cruzaba los brazos sobre el pecho para llamar la atención de Trevor que parecía distraído. Nunca se había considerado un adivino, pero estaba haciendo un buen trabajo adivinando las intenciones de Trevor en este momento.

—No sabemos mucho sobre el demonio, sólo que ha permanecido atrapado allí durante varios siglos. Su existencia es anterior a todo lo que tenemos archivado en el P.I.T., pero aún estamos buscando pistas— comenzó diciendo Zachary esperando que Trevor interviniera.

—¿Así que sabías que un demonio fue encarcelado bajo el cementerio por quien sabe cuánto tiempo y no hiciste nada al respecto? —preguntó Chad.

Trevor frunció el ceño: —¿Qué esperabas que hiciéramos al respecto? ¿Ayudar a liberarlo? Estaba atrapado allí y ni siquiera sabemos cómo un caído y un vampiro fueron capaces de romper el hechizo que lo retenía.

—¿Caído? —preguntó Chad. —¿Te refieres a uno de los ángeles de los que me habló Envy?

Zachary asintió con la cabeza: —Sí, los conocemos desde hace mucho tiempo. Sabemos que hay otros, pero no podemos localizarlos en ninguna parte, y aparentemente, los dos caídos que viven en la ciudad ni siquiera sabían de la existencia del otro atrapado en la cueva hasta que uno de ellos bajó allí.

—También tenemos a alguien que sabe cómo tratar con los demonios— dijo Trevor—. Con un poco de suerte, será capaz de averiguarlo una vez que la llamemos.

—No es demasiado tarde para echarse atrás —le dijo Zachary a Chad—. Sólo da la orden y borraremos de tu memoria todo lo que pasó.

Chad frunció el ceño y comenzó a servirles café a los tres. Había sido policía toda su vida porque quería hacer algo importante. Sin embargo, más de una vez sintió que no estaba haciendo lo suficiente. Siempre había otro traficante de drogas, o un asesino más, u otra infracción de tráfico.... a veces no parecía valer la pena. Pero lo que Trevor y Zachary estaban haciendo marcaba la diferencia... el tipo de diferencia que Chad siempre había querido lograr.

Tomando un largo trago de café, dejó la taza y asintió. —Me apunto.

*****

Angélica llegó a la conclusión de que los teléfonos eran peores que los demonios cuando sonaban a las tres de la mañana. Mirando el identificador de llamadas, entornó la vista y agarró el auricular. Al contestar, se lo colocó contra la oreja mientras se apartaba el pelo de la cara.

—A menos que el mundo se esté desmoronando, los mares se hayan vuelto rojos, las siete plagas de Egipto hayan regresado o estés muriéndote, será mejor que haya una buena explicación para que me hayas despertado —dijo gruñendo.

—Ah, vamos Boo... ¿es esa la forma de hablarle a tu oso Zachy?

Angélica colgó y dejó caer la cabeza sobre la almohada. Acababa de volver a dormirse cuando volvió a sonar el teléfono. Sin mirarlo siquiera, descolgó y volvió a hablar.

—Voy a atraparte, Zachary —murmuró ella. —A ti y a tu perrito.

—Oh no, memorias del Mago de Oz —dijo Zachary con voz entrecortada mientras Angélica sonreía ante sus payasadas, contenta de que él no pudiera verla.

—¿Qué quieres? Se sentó y se quitó el pelo de la cara.

—Tenemos algo realmente desagradable para ti llamado Misery —dijo Zachary.

Angélica se levantó de la cama y encendió la lámpara. —¿Cómo de importante?

—No estoy seguro, pero voy a suponer un nivel siete. Sonriendo, sabía que eso llamaría su atención.... y le encantaba llamar la atención de Boo.

Angélica entró en la sala de estar y encendió su portátil. Escribió algunas cosas y frunció el ceño.

—¿Nivel siete? ¿Estás seguro? —preguntó ella. Cualquier cosa que superase un nivel cinco era muy peligrosa y extremadamente rara.

—Es sólo una suposición —respondió Zachary. —Fue capaz de atrapar a uno de los dos caídos que hemos estado siguiendo y aparentemente otro caído habría estado ahí abajo con él durante mucho tiempo. Puesto que se consideran nivel siete, supongo que cualquier cosa lo suficientemente poderosa para atrapar a uno, solo puede ser un igual.

Angelica estaba buscando en su base de datos. Más de tres cuartas parte de esta información había sido obtenida ilegalmente de los archivos del Vaticano, pero nadie podía cuestionar su autenticidad. El hecho de que un demonio de nivel siete pudiera haber sido descubierto en Los Ángeles, fue una razón más que suficiente para despertar no sólo a ella, sino también al resto de la tripulación del P.I.T.

Cada demonio había sido clasificado en un nivel del uno al diez, siendo el nivel diez el equivalente al del propio Satanás. Odiaría encontrarse con alguien que poseyera la suficiente magia para atrapar a un demonio de nivel siete... se necesitaría una fuerza sobrehumana para lograrlo.

—No encuentro nada sobre un demonio llamado Misery en el área de Los Ángeles —dijo después de unos minutos—. Déjame conectar mi disco duro externo y echar un vistazo a esos archivos.

Escuchó a Zachary hablando con alguien y pensó que era Trevor hasta que oyó otra voz que se unió a la conversación.

—¿Con quién estás hablando? —preguntó con curiosidad.

—El miembro más nuevo de nuestro equipo —respondió Zachary—. Es Chad, un policía local que sabe demasiado, así que lo hemos traído para proteger a las masas, y por masas me refiero a los otros idiotas con los que trabaja.

Angélica sonrió con satisfacción: —Probablemente hay cosas peores ahí fuera.

—No son mucho peor —dijo Zachary.

—De acuerdo —dijo Angélica —. Lo tengo conectado, echemos un vistazo y veamos qué es todo lo que hay aquí.

—¿Quieres decir que no lo sabes? —preguntó Zachary sorprendido.

Angélica suspiró: —Ya sabes cómo soy. A veces me olvidaría la cabeza si no la tuviera pegada. Sólo he tenido la oportunidad de explorar una mínima parte de esta cosa.

—Sí, lo descargaste con mucha prisa —dijo Zachary suspirando —. Buenos tiempos aquellos, buenos tiempos.

Angélica accedió al disco duro, escribió una palabra en su solicitud de búsqueda y presionó la tecla Entrar.

—Supongo que no te has estado portando bien —le preguntó Angelica recostada en su sofá mientras el ordenador hacía su trabajo.

—Claro que no —se río Zachary —no me puedes llevar a ninguna parte, ¿recuerdas?

Angélica esbozó una mueca al recordar que hacía sólo un par de meses habían ido a una gran fiesta mientras perseguían a un hombre lobo de tan solo cuatro años que se había perdido, y que por ello no estaba de muy buen humor. Al final de la noche, Zachary había perdido sus pantalones porque el hombre lobo se había transformado durante una rabieta y los había hecho pedazos.

La parte más graciosa fue que Zachary no había dicho nada, sólo se los quitó y anduvo en ropa interior, chaqueta y camisa de esmoquin. Angélica no sabía si sentirse avergonzada o morirse de risa. Casi le da algo cuando varias jovencitas decidieron agolparse a su alrededor queriendo bailar con él al ver sus piernas con los calcetines altos hasta la rodilla y los zapatos de vestir.

Su portátil emitió un pitido y ella se sentó a mirar los resultados de la búsqueda.

—¿Encontraste algo? —preguntó Zachary.

Angélica abrió algunos de los archivos que tenían la palabra Misery localizada en ellos y comenzó a leer. El cigarrillo se le escapó de entre los dedos mientras leía y aterrizó sobre su pie.

—¡Ay, maldita sea! —maldijo mientras recogía el cigarrillo para apagarlo rápidamente.

—¿Todo bien? —Zachary frunció el ceño con preocupación y levantó una mano cuando Trevor quiso saber qué estaba pasando.

Angélica leyó la información de nuevo para estar segura.

—Voy a coger el siguiente vuelo —le informó antes de apartar el teléfono de la oreja. Colgó el teléfono antes de responder a las preguntas de Zachary y volvió a mirar la pantalla. No fue lo que había leído lo que la convenció de que esto era peligroso... fue que el jefe del P.I.T. de alguna manera había bloqueado el acceso al archivo.

Si Storm estaba guardando secretos.... entonces ella quería saber por qué.

Cosas Peligrosas

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