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Prólogo

Según pasan los años aumenta el número de personas a las que comer no les resulta un placer, bien porque tienen intolerancia a ciertos alimentos o porque son alérgicas a ellos. La causa de esta enfermedad no se conoce, aunque hay muchas teorías sobre el incremento tanto de las alergias como de las intolerancias, muchas de las cuales intentaré explicar con claridad en este libro.

Seamos sinceros: cuando uno tiene una intolerancia, la alimentación se vuelve un rollo. La intolerancia hace que no puedas comer con libertad, siguiendo tu instinto o tu gusto. Si no es tratada o detectada, no solo te causa malestar, sino que casi te obliga a realizar un máster en nutrición y, también, a tener que estar pendiente de leer todas las etiquetas nutricionales de cabo a rabo y con atención, si no quieres encontrarte con tu «enemigo» y presentar un abigarrado conjunto de síntomas que pueden fastidiarte cualquier fiesta debido a las molestias —gastrointestinales o de otra clase— que la intolerancia te causa. Y eso por no hablar de las consecuencias mucho más graves que pueden aparecer si confundes intolerancia con alergia y, debido a ello, no la tratas adecuadamente o no prestas la atención que deberías a lo que comes.

Como bien decía uno de mis profesores de la facultad, el que mejor conoce la enfermedad es el propio paciente, y precisamente por esto, cuando se tiene el diagnóstico de una intolerancia, quien mejor sabe qué le sienta bien o mal es la persona que la padece.

Pero estamos avanzando acontecimientos, en realidad, porque el principal problema en ocasiones no es tener una intolerancia alimentaria sino ser capaz de detectarla y de entender que las molestias que se padecen son fruto de ella. Esto se debe, muchas veces, a que los síntomas de una intolerancia alimentaria pueden ser tan variados y afectar a tantos órganos y sistemas distintos que, en un primer momento, cuando los sufrimos, no nos hacen pensar que su origen puede estar en el aparato digestivo.

Precisamente por esto, uno de los principales objetivos de este libro, quizá mi mayor pretensión, es el de animar a los miles y miles de pacientes que cada día sufren muchos síntomas sin saber su causa a ponerse en manos de un médico y a que se hagan las pruebas precisas para obtener un diagnóstico fiable, gracias al cual podrán tener una mayor calidad de vida. Y es que no hay nada mejor para solucionar un problema que identificarlo, y lo mismo ocurre con las intolerancias alimentarias: si sabemos qué alimentos nos sientan mal y evitamos todo aquello que nuestro organismo no puede digerir o absorber correctamente, o aprendemos, en todo caso, a calcular cuánto podemos comer sin tener molestias, ganaremos calidad de vida, nos alimentaremos y viviremos mejor, pero, sobre todo, viviremos confiados y tranquilos y, por tanto, razonablemente felices.

Este es mi objetivo. Con que pueda contribuir a que tan solo una persona sepa reconocer que lo que le puede estar ocurriendo es sinónimo de intolerancia y, en consecuencia, ayudarla a aprender a distinguir entre alergia e intolerancia, me doy por satisfecha.

Porque en la vida hay muchas cosas que nos proporcionan placer y, por supuesto, la comida, nuestra alimentación, tiene que ser una de ellas.

Lean, saboreen y disfruten.

dra. ana bellón

Intolerancias alimentarias

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