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La teoría de localización de actividades económicas desde la economía espacial o nueva geografía económica (economías de aglomeración)

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Aclarada esa perspectiva histórica, y reconociendo las limitaciones de los supuestos que fundamentan las teorías clásicas de localización, desde la década de 1970, como se mencionaba, han surgido nuevas propuestas para entender la relación entre las variables espaciales y las económicas, a partir del avance en las herramientas técnicas que permitieron incorporar los rendimientos crecientes y la competencia imperfecta, supuestos más cercanos a la realidad.

De esta manera, las nuevas propuestas teóricas retoman las denominadas economías externas introducidas por Alfred Marshall, al referirse a las ventajas que tenía una industria de producir dentro la zona de Sheffield, caracterizada por la concentración espacial de las industrias de cuchillería. En este sentido, las ventajas de localizarse cerca de otros productores en la misma la rama industrial eran:

• Estar cerca de los proveedores especializados

• Mercado laboral especializado y disponible

• La circulación de la información con mayor facilidad al estar concentrada geográficamente esta rama industrial (Krugman, 1999)

En este orden ideas, las economías externas fueron introducidas en el análisis económico espacial para dar explicación a las concentraciones de actividades económicas en un determinado territorio, en alusión a ellas como un factor externo a las empresas que les permitía ganar en productividad al estar cerca de otras actividades (Polèse, 1998).

Por esta razón, al industrial le resultaba más rentable buscar un lugar donde encontrarse con otros productores y contar, además, con el mercado laboral para el desarrollo de su actividad manufacturera, es decir, se presenta una lógica circular en que se autorreforzaba la concentración en el espacio de actividades económicas, y sobrevenían las denominadas economías de aglomeración, que corresponden a las ganancias en productividad por la existencia de economías externas (Camagni, 2005; Krugman, 1994; Polese, 1998).

Como se puede evidenciar en la figura 1.2, la concentración espacial a través de las economías de aglomeración acarrea una serie de beneficios a las firmas que se emplacen en esos espacios, que van desde la reducción de los costos de producción hasta el acceso a información y tecnología a la que es difícil de adherirse si no se hace parte de este lugar. Algunos de los efectos positivos que acarrean las economías de aglomeración en el territorio son (Camagni, 2005):

Figura 1.2. Economías de aglomeración.


Fuente: Elaboración propia según Camagni (2005), García y Muñiz (2005), Krugman (1994), Méndez (1997) y Polese (1998).

• Reducción de los costos de transacciones debido a la proximidad geográfica de las diferentes empresas

• Difusión de los procesos de innovación

• Sinergias entre las diferentes actividades económicas que consolidan la economía local

• Incremento del stock del capital humano gracias a las dinámicas del mercado laboral

• Aparición de economías de escala en la prestación de los servicios públicos

Dentro de este análisis, se destaca el stock de capital e inversión pública con que cuenta un territorio (economías de urbanización) como uno los principales factores que inciden en las localizaciones de actividades económicas, al generar un ahorro privado para productores que quieren asentarse en un determinado territorio (Méndez, 1997) (figura 1.3).

Figura 1.3. Stock capital público como factor de localización.


Fuente: Elaboración propia según Méndez (1997, p. 283).

Al reconocer la causación circular de la concentración de actividades económicas, en que las economías de aglomeración autorrefuerzan progresivamente los procesos de localización de actividades económicas, Krugman (1994) establece que este proceso tiene un límite, es decir, se llega a un punto de equilibrio entre “las fuerzas centrípetas, esto es, las que tienden a provocar una concentración espacial de la actividad económica, y las fuerzas centrífugas, que se oponen a dichas concentraciones” (p. 19), que termina por moldear la estructura económica del territorio.

En este sentido, Krugman (1994) reconoce como fuerzas centrífugas y fuerzas centrípetas los factores que se describen en la figura 1.4.

Figura 1.4. Lista de algunas fuerzas centrípetas y centrífugas de algunos modelos de crecimiento urbano según Krugman.


Fuente: Elaboración propia según Krugman (1994, p. 243).

Asimismo, lo reconoce Méndez (1997) al referirse a las deseconomías externas de aglomeración: “Al elevar los costes empresariales (encarecimientos del suelo, los inmuebles, los salarios, etc.), favorecen la relocalización de aquellas actividades no necesitadas de un alto nivel de centralidad, provocando movimientos de carácter centrífugo frente a las anteriores tendencias centrípetas, con la reducción de algunos contrastes” (p. 288).

Miradas territoriales a los estudios urbano-regionales

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