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Capítulo 3

Poéticas alternativas desde el Apocalipsis

Diversos autores han querido advertir sobre la urgencia que implica la situación ambiental en el planeta. En esta línea, los estudios ecocríticos y las ecopoéticas dan cuenta de que no se trata del mero reflejo del sentimiento humano ante la Naturaleza, inspirado por el desarraigo frente a los efectos de una modernidad radical. Bate, en el libro The Song of the Earth, propone una lectura comparativa, atenta y situada, temporal y geográficamente, de los poemas “Darkness” de Lord Byron, y “To Atumn” de John Keats; mostrando cómo la producción de los románticos ingleses representa un entorno físico concreto. Aunque la poesía romántica no debe confundirse con las propuestas más actuales medioambientales, porque los románticos se basan en una dinámica subjetiva y antropocéntrica, descriptiva y asombrada de la Naturaleza en su intensidad pura.1 Otro caso, en el contexto hispanoamericano, es el que propone Niall Binns, quien da cuenta de esta situación en el artículo “Criaturas del desarraigo, o en busca de los lugares perdidos: alienación y ecología en la poesía hispanoamericana”. Binns sostiene que “[d]urante el siglo XX, varios poetas hispanoamericanos han intentado recuperar un sentido de arraigo, siguiendo y desarrollando ideas románticas de la poesía como ‘atención enfocada’”. Binns propone que la incorporación de “topónimos en la poesía se emplea para resucitar textualmente lugares perdidos para el hablante [desarraigado] o para la sociedad debido a las guerras y a la degradación ecológica”, y agrega:

[a]l tratar de lugares específicos en sus textos, los poetas dejan de ver a los seres humanos como sujetos autónomos, sino más bien como seres imbricados en redes complejísimas, y así abren la posibilidad de salir del círculo vicioso de la alienación y de acceder a actitudes, y quién sabe si comportamientos, menos dañinos y más respetuosos hacia nuestro entorno.2

Binns da cuenta del aporte estético de la “ecopoesía”, así como de la función ética de la ecocrítica. Si bien esta mirada retrospectiva, donde Naturaleza y ecosistema convergen desde acepciones diversas —la primera como objeto, la segunda, como dimensión vital global— no es pertinente considerarlas desde ya aisladas. La ecopoesía y la geopoética3 —conceptos que no son fáciles de separar— determinan el campo de la ecocrítica y amplían permanentemente los corpus literarios y de producciones culturales en general; además de rescatar discursos con sensibilidad ecológica o potencial de lectura verde que fueron creados antes de la cristalización de dichas categorías ecológicas. Ese tipo de textos son el núcleo fundamental de las humanidades ambientales hoy, ya que están en sintonía con la Naturaleza o tienen una “vocación ecológica”, como lo propuso hace ya casi dos décadas Mauricio Ostria al reflexionar acerca de la ecocrítica en Chile.4 Como ya dijimos, el que hoy en día existan términos para designar los conceptos, no excluye formas anteriores de relación con el mundo y el medioambiente que resultan ecológicas, a veces, mucho más que el más consecuente de los discursos políticos, sociales y económicos que buscan una superación del Antropoceno en la actualidad.

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