Читать книгу Fábulas cósicas - Andrea Álvarez Sánchez - Страница 8
ОглавлениеAtrapasueños estaba deprimido porque los habitantes de la casa lo habían olvidado. En la mudanza se llevaron todo, menos algunos triques viejos, entre ellos, él. No podía creer que, después de tantos años de servicio atrapando sus más íntimos sueños, lo hubieran abandonado. Pero todavía no perdía la esperanza, imaginaba que regresarían por él algún día. Se negaba a aceptar su realidad, a pesar de que sus dueños se habían marchado desde hacía mucho tiempo.
Sin sueños que atrapar su vida no tenía sentido. Entonces pensó en sus orígenes:
«Soy un atrapasueños, estoy hecho de piel, madera de sauce, hilo, piedras y plumas. Soy un instrumento de la medicina chamánica, mi misión es tomar los sueños buenos en mis hilos y filtrar los malos para que se disuelvan en el vacío del gran misterio. Mis ancestros provienen de tribus indias del norte de América, pero hoy mi símbolo se profanó.
«Aunque en esencia soy un verdadero atrapasueños, me fabricaron y vendieron como un mero adorno. Así llegué a esta casa y a este penoso olvido».
Atrapasueños estaba indignado, entristecido y su amor propio se comenzó a derrumbar. En sus buenos tiempos atrapaba sueños de una familia completa: del padre, la madre, los niños y de un bebé. Se sentía orgulloso de su labor; desde dulces sueños hasta pesadillas pavorosas, los capturaba sin dudar. Sin embargo, su situación actual era muy precaria. Estaba desesperado. A él nunca le enseñaron qué hacer en tal circunstancia. Así, quedó a la deriva, en una casa vacía. Su tristeza creció y se convirtió en depresión con el paso del tiempo. Incluso el viejo reloj había cesado de marcar la hora. Aunque sobrevivía de pequeños sueños de moscas y cucarachas, ahora ya ni eso pasaba en la casa.
Sólo polvo, pero el polvo no sueña, ¿o sí?
Una noche de tormenta el viento sopló tan fuerte que rompió un ventanal; tumbó varios objetos y sacudió al atrapasueños, incluso se llevó alguna de sus plumas.
«Algo está sucediendo», pensó. Al poco tiempo entró silenciosamente un gato por la ventana rota; sigiloso deambuló lento por aquí y por allá; lo dudó un momento, pero al fin se acostó justo debajo de él.
Atrapasueños estaba entusiasmado, quieto como piedra, rezó para que el gato se quedara dormido. El felino se acurrucó y concilió lentamente el sueño. Para su regocijo, pudo atrapar un hermoso sueño gatuno.
Por el vidrio horadado fueron entrando diversos animales que se instalaron en la casa abandonada: un cerdo, unas moscas, una jirafa, un cocodrilo y hasta un elefante.
Atrapasaueños estaba eufórico y no se daba abasto con tantos sueños por depurar. Fue cuando volvió a ser estrella y mar; fantasma y luz; árbol y reloj; arcoíris y nota musical, y cualquier imagen que sólo en los sueños se puede encontrar.
Un estruendo lo despertó. Atrapasueños se había quedado dormido. Miró a su alrededor. No había vidrio roto, ni gato, ni moscas, ni cerdo, ni jirafa, ni cocodrilo, ni elefante.
Él seguía lleno de polvo, todo estaba igual e inamovible.
«¿Qué habrá pasado?», se preguntó. Después de meditarlo, entendió que se había quedado dormido y todo había sido un sueño propio.
Un atrapasueños jamás duerme; lo aprendió desde pequeño. ¡Qué hubieran dicho su madre o sus maestros! A él lo educaron para estar siempre despierto y atento para atrapar sueños en cualquier momento: «No dejes que se te vaya un sueño nunca. Si quieres tener éxito, no te duermas jamás», le decían.
Nunca imaginó que esto pudiera pasar. Dormir y soñar… un terreno desconocido, un nuevo paradigma aparecía frente a él.
Y entonces lo entendió, todos estaban equivocados.
¡Atrapasueños podía capturar sus propios sueños!
Esto era lo más asombroso que jamás hubiera imaginado: alimentarse de sí mismo, volverse autosuficiente. Ya no necesitaba esperar a nadie para sobrevivir.
Aunque siempre estaría feliz atrapando algún sueño ajeno en su red.