Читать книгу Cuando la luz lo baña todo - Andrés Felipe Marín Montoya - Страница 12
CAE FUEGO DEL CIELO
ОглавлениеEl sol conduce su carruaje a su morada,
la noche lo sigue con un paso tímido,
cubriendo de sombras lentamente el país.
Un hombre sentado en el desierto,
con una túnica larga y un turbante,
mira desprevenido el ocaso.
Perdido en sus meditaciones
sobre la guerra que se avecina con pasos de dragón
y que destruye todo alrededor.
Es medio día,
el sol se halla en la mitad de su camino
en su carruaje dorado.
Un niño sonríe cuando ve llegar a su madre de compras,
abre sus brazos, corre para darle un fuerte abrazo,
ella se siente feliz porque la guerra es en otro país.
La noche lo ha cubierto todo,
la tierra descansa al recibir el cálido aire que la refresca,
después de haber recibido un caluroso abrazo de su hermano el sol.
Un grupo de amigos fuman nerviosos.
En sus miradas hay inquietud, en sus ojos tristeza y desolación.
Ellos murmuran quedamente, sobre el dragón que daña todo alrededor.
El cielo azul se tiñe de gris, lentamente la noche cubre con su manto la tierra.
Los niños, los jóvenes, las mujeres, los ancianos, los hombres, los padres, las madres, regresan a sus hogares con el corazón lleno de júbilo a reunirse con sus seres amados.
Hablan de los sucesos del día y de la guerra que su país librará para restablecer la democracia en tierras lejanas.
Luego toman la cena,
se sientan frente al televisor para compartir en familia,
se dan el beso de las buenas noches
y duermen como príncipes encantados porque
el dragón de la guerra no alcanzará sus tierras.
El sol se ha levantado,
calientan las arenas que se han congelado por el frío de la noche.
El país toma vida.
Los hombres árabes continúan sus rutinas,
pero algo ha cambiado, sus corazones tiemblan de miedo,
se asustan como niños pequeños cuando en la lejanía
suenan las sirenas que ensayan, para dar el aviso siniestro de la visita del dragón.
Los hombres trabajan con ahínco,
construyendo trincheras para cuando los pájaros de acero
arrojen fuego,
no eliminen de la faz de la tierra a sus familias.
Los soldados se preparan,
se embarcan en sus buques y portaaviones.
La libertad se acerca
la democracia está ofendida,
los americanos cobrarán venganza por la humillación
que un pueblo lejano hizo en contra de tan magnánima
sapiencia.
Los soldados estarán orgullosos
por la sangre inocente que derramarán en los campos,
por los infantes huérfanos que dejarán las bombas,
por los lisiados que llorarán eternamente su dolor,
por la muerte y horror que saciarán sus corazones.
La aldea planetaria los ensalza como héroes
¡La democracia volverá!
Gritan mientras las tropas parten hacia Medio Oriente.
Felices en sus corazones
liban la sangre que se verterá,
para saldar la ofensa a la diosa democracia.
Ha llegado la hora cero,
los pájaros de acero sobrevolarán la ciudad,
los hombres llorarán lágrimas amargas,
pues no saben si la vida conservarán.
Las sirenas suenan con su voz lúgubre,
anuncian la llegada del dragón.
La gente se esconde con el temor dentro de sus manos,
con el odio recorriendo su cuerpo por la impotencia
de no poder vencer al dragón,
como lo hizo David contra Goliat.
El miedo les carcome el alma,
todo es destrucción.
Sus hermanos murieron bajo el yugo del opresor,
bajo la excusa de darles de comer democracia
a un pueblo que nunca exigió al mundo que le obsequiaran
tan suculento plato,
que incluía una carnicería humana por parte del anfitrión.