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¡Esto no está pasando!

La primera reacción va a ser siempre de shock. Esto al principio se traduce en un no sentir, no pensar, no reaccionar y sólo negar. Las tareas más sencillas se complican y el aturdimiento coloca en una merma de capacidades y reacciones.

Os habéis quedado sin respuesta alguna. Este estado es en realidad una protección que previene la aniquilación total que rodea toda muerte, especialmente en un momento en que no hay respuesta ni refugio para lo que ha pasado.

El estado de shock actúa como un amortiguador que mitiga y aleja de la fuerza y la expansión y las dolorosas repercusiones de lo sucedido. Deja en segundo plano todos los probables futuros que de pronto se han ensombrecido. La imposibilidad de llevar luz y sobrevivir estará como una amenaza con su demasiado dolor. Habrá un desconcierto hasta que se pueda empezar a considerar muy tenuemente y tener en cuenta lo que de pronto se ha convertido en vuestro presente.

Esa dura realidad en las vidas de seres que querían tanto y que aún no pueden ni concebir tener recursos ni respuestas ante lo que ha pasado, va a desmontar hasta grados insoportables.

El estado de shock entonces es el protector que todo sistema de defensas despliega para que no nos fulminemos.

Muchas veces la sensación es de estar totalmente anulados sin voluntad de nada, simplemente siendo una parte insignificante de los acontecimientos, como una hoja llevada por la corriente. También puede haber una incapacidad para seguir con las actividades más sencillas y la duración puede variar de pocos días hasta, como en el caso de muchos, más de un mes. Incluso se puede estar en un semiestado de shock todo el primer año. Normalmente no habrá recuerdo de lo que pasó, lo que se dijo...

Es un estado de estar sin estar. Se hace, se dice, se reacciona, pero son acciones en casi todos los momentos automáticos.

Esto es común a toda muerte, pero podríamos decir que cuando se trata de esa decisión totalmente dolorosa e inaceptable de un ser querido, la sensación de incredulidad y la necesidad de “ausentarse” de la consecuente realidad se multiplican. Y si no había ni la más mínima sospecha de que algo así pudiera pasar, entonces ya la actitud de negación total estará presente por mucho tiempo y la incapacidad de reacción, total.

¿Por qué se ha ido? 2ª edición

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