Читать книгу ¿Por qué se ha ido? 2ª edición - Anji Carmelo - Страница 9

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Prólogo

Anji me ha pedido que escriba una pequeña introducción en su libro y yo acepto, pero lo voy retrasando inconscientemente. Sé que volveré a pensar en Dirk con toda la intensidad del sufrimiento de la pérdida y me da miedo empezar. Pero también sé que estará bien hacerlo.

Hace 6 años mi hijo Dirk de 17 años tomó la terrible decisión de morir. Nada ha sido igual desde aquel día, desde aquella noche en la que después de ducharse cogió el coche de mi marido y se estrelló contra un camión a 200 km por hora.

¿Por qué se ha ido? Esta es una de las preguntas que con más frecuencia nos hacemos las personas que hemos perdido un ser querido por este tipo de muerte. Pero esta no es la única, ¿qué hemos hecho de más que no hubiéramos tenido que hacer? Y sobre todo ¿qué no hicimos y ahora pensamos qué hubiéramos tenido que hacer? Preguntas, lo sabemos, inútiles, que nunca tendrán respuesta y que además nos provocan un sentimiento autodestructivo: la culpabilidad. En mi caso, como médico y madre pienso una y otra vez “si no lo he cuidado suficientemente bien”, “si no se sintió querido”, “¿cómo es que no me di cuenta antes?”, “¿cómo lo hubiera podido evitar?”… Creo que cada día me aparece una nueva pregunta, una pregunta que como las demás va a quedarse sin respuesta. Él se las llevó todas.

He leído muchos libros de duelo y autoayuda. De hecho, al principio era lo único que podía leer y lo hacía de forma compulsiva, buscando explicaciones, soluciones, necesitaba entender “por qué”. Con Anji hablaba mucho y con mucha paciencia siempre me decía:” Deja de preguntarte ¿Por qué? y pregúntate “¿Para qué?”. Como el ¿“Por qué?” se me quedaba sin respuestas empecé a consolarme en el “¿Para qué?”. Empecé a pensar que una experiencia tan dolorosa hace que se comprenda mejor a los demás, te hace ser mejor persona y se pierden muchos miedos. Mis prioridades evidentemente han cambiado, y, siguiendo el ejemplo y el consejo de mi marido, dedico cada día 45 minutos a la meditación. No a la meditación mística sino a una meditación que me ayuda a tranquilizar mi mente, a controlarla un poco, en un intento de disminuir el sufrimiento que tanto daño me hace y que tanto daño le hizo a mi hijo.

Pero habían pasado 3 años y yo seguía sumida en una tristeza interior difícilmente explicable, que sólo la puede entender el que ha pasado por una experiencia similar. Gracias a la familia y a los amigos, y también al trabajo que retomé al cabo de una semana del fallecimiento de Dirk, fui viviendo en esta primera fase de dolor. Hasta que un día me di cuenta que lo único que me podía salvar era algo que yo negaba una y otra vez: la ACEPTACION. ¡Que fácil y que difícil a la vez! Aceptar que no lo volvería a ver nunca, aceptar que tomó su decisión él porque era suya, aceptar que lo hice de la mejor manera que sabia en aquel entonces y que probablemente no hubiera podido hacer nada para evitarlo, aceptar que no sabría nunca su “porqué”, aceptar que no lo vería convertirse en un adulto, aceptar que me había quedado sin la parte de mi futuro que yo proyectaba a través de él, aceptar que mi hija se quedaba sin hermano, aceptar que cuando viera fotos de su infancia siempre iban a estar teñidas de un halo de nostalgia mezclado con una profunda tristeza, aceptar, aceptar, aceptar …

Después de 6 años no ha pasado un solo día que al despertarme no sienta la terrible realidad de su ausencia, pero voy aprendiendo a vivir sin su presencia física porque él vive, vive en mí, en mi recuerdo. Pero en este tiempo también he aprendido una gran Verdad: él no hubiera querido nunca que su decisión fuera causa de mi tristeza, de la tristeza y el dolor de todos los que tanto lo hemos querido y aunque sólo sea por esto y con la ilusión de que un día, cuando por fin lo pueda volver a “ver”, desprendidos todos de la carga del cuerpo y libres sólo con nuestras almas, sé que entenderé su decisión y volveré a ser totalmente feliz.

Gracias Anji por este libro.

Dra. Gloria Rovira

¿Por qué se ha ido? 2ª edición

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