Читать книгу ¿Por qué se ha ido? 2ª edición - Anji Carmelo - Страница 8
ОглавлениеPresentación
Aquel mediodía de primavera mi vida su truncó para siempre. La mirada huidiza de los extraños que me comunicaron la muerte de mi hijo por suicidio, me confirmaría el mal presagio que me hacía temer algo terrible.
Mi mundo, nuestro mundo, se desmoronó sin piedad. Desde el primer momento un dolor abrasador brotó sin control desde mi interior y me envolvió durante días, semanas, meses…, un dolor cargado de preguntas en las que buscaba una lógica a esa muerte inesperada: ¿Por qué? Preguntas que reavivaban mi llanto acallado a la mirada de extraños, ¿cómo poder explicar algo que no entendemos y que nos sobrepasa?
Los tabús, el prejuicio de la gente, nuestro propio temor a los juicios externos por nuestra responsabilidad en la muerte por suicidio de la persona que hemos perdido es, en muchos casos, un juicio muy duro sobre el adiós no pactado del que se ha suicidado y nos causa un enorme sufrimiento.
La culpa aparece con el esfuerzo vano de revivir, hasta la extenuación, el pasado compartido con quien nos ha dejado para siempre: imaginando decir y hacer las cosas de modo diferente, evitando así ese terrible desenlace. Nada más engañoso en la muerte por suicidio que creernos responsables de todo y todos, el creernos omnipotentes.
El proceso de duelo por suicido supone una travesía muy costosa, quizás las más dura de realizar, algo de lo que nada sabía antes ni podía haber imaginado. La constante inestabilidad de las emociones se convierte en la rutina diaria, el proceso te plantea sin remedio el reto de sobrevivir. De pronto eres una superviviente. Una palabra que define muy bien cómo me sentí durante mucho tiempo: naufragando en un día a día sin proyectos; recaídas en el desconsuelo; días de añoranza por lo que fue y lo que ya nunca será; preguntas rondándome sin compasión; levantarme con el vacío de su voz… y el porqué de su decisión.
El oasis de alivio y consuelo sólo llegaba cuando podía compartir mi dolor con la familia cercana y amigos que supieron escuchar con infinita paciencia y el amoroso silencio que resuena más que algunas palabras. Compartir el llanto y los pensamientos en atropelladas frases me fue aliviando poco a poco. Llegar a ser capaz de aceptar y asimilar lo que había vivido me llevó a darme cuenta de que lo que me estaba ayudando era compartir, hablar. Y, aunque duela, aceptar que las preguntas estarán siempre vacías de respuestas, mi hijo se las llevó todas consigo.
Con la paciencia que requiere dejar fluir las fases que el duelo nos va llevando a cada uno y con el compromiso de ayuda de la Dra. Tejedor, pudimos obtener una respuesta a lo que habíamos vivido: constituir la primera asociación de supervivientes a la muerte por suicidio en nuestro país. Con la serena perspectiva de aceptación de que la vida nos había cambiado dejándonos una cicatriz para siempre, y con el apoyo de otros supervivientes pudimos abrir un espacio de escucha respetuosa y de confianza para compartir las trágicas experiencias vividas por el suicidio de nuestras personas queridas.
La asociación procura un espacio para el acompañamiento en el duelo por suicidio con la complicidad de haber vivido una experiencia similar, donde el gesto y el silencio tienen sentido, donde se intercambian pensamientos y emociones sin miedo al juicio ni a la opinión. Un lugar donde cada superviviente comparte su experiencia por la muerte por suicidio de su persona querida, tras la cual hay una historia individual que la hace única.
Tras un suicidio quedamos los padres, las parejas, los hijos, los hermanos, los tíos, los abuelos, amigas, amigos… a quienes se nos plantea el desafío de sobrevivir, en ocasiones en un entorno que dificulta la comprensión de nuestra dolorosa situación. Pero sobreviviremos aún a nuestro pesar y poco a poco volveremos a sentir la vida, aunque nos parezca que quizás ahora nos pueda resultar imposible y lo sintamos como “deslealtad” a nuestro dolor, hacia quien hemos perdido.
Los supervivientes deseamos honrar la memoria y el recuerdo de la vida que tuvieron aquellos que murieron por suicidio para que no sean recordados tan sólo por su forma de morir.
A aquellos supervivientes que lean estas líneas les animo a romper su silencio para buscar la ayuda que necesiten; para reconocer sus emociones y sentimientos tras la muerte por suicidio de su persona querida.
Compartir. Las palabras, como he dicho, ayudan en este difícil camino de nuestra vida, como espero que lo hagan las escritas en este libro.
Cecilia Borràs, superviviente
Presidenta de la Asociación:
“Després del Suïcidi – Associació de Supervivents (DSAS)”