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6 Estar activo

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Es muy difícil quedarte ahí sentado intentando no hacer una cosa determinada o ni siquiera pensar en ella. Es mucho más fácil ponernos en acción y hacer otra cosa, diferente de lo que estamos intentando evitar.

Y así es con la bebida. Tratar simplemente de evitar un trago (o no pensar en tomar uno) no parece ser suficiente por sí mismo. Cuanto más pensamos en el trago que estamos tratando de evitar, más nos ocupa la mente. Y eso no es bueno. Es mejor mantenerse ocupado con algo, casi con cualquier otra cosa, que nos ocupe la mente y canalice nuestras energías hacia la salud.

Miles de nosotros nos hemos preguntado qué íbamos a hacer con todo el tiempo que tendríamos a nuestra disposición una vez que dejáramos de beber. Y así fue: cuando dejamos de beber, todas las horas que habíamos dedicado a planear, a conseguir nuestros tragos, a beber y a recuperarnos de sus efectos inmediatos, de pronto se convirtieron en grandes vacíos de tiempo que había que llenar de alguna forma.

La mayoría de nosotros teníamos trabajos que hacer. No obstante, aun así nos encontrábamos con largos intervalos de horas y minutos sin nada que hacer. Necesitábamos acostumbrarnos a nuevas actividades para llenar aquellos vacíos y utilizar la energía que antes absorbía nuestra preocupación, o nuestra obsesión, por beber.

Cualquiera que haya tratado de perder una mala costumbre sabe que es más fácil sustituirla por una actividad nueva y diferente que simplemente dejar de hacerla sin tener nada con qué reemplazarla.

Los alcohólicos recuperados suelen decir, “no basta con dejar de beber”. Simplemente no beber es una cosa negativa y estéril, lo cual queda claramente demostrado por nuestra experiencia. Para seguir sin beber, nos hemos dado cuenta de que tenemos que reemplazar el beber por un programa de acción positiva. Hemos tenido que aprender a vivir sobrios.

Puede que el temor fuera lo que nos impulsó originalmente a considerar la posibilidad de que teníamos un problema con la bebida. Y por un corto período de tiempo puede que el temor por sí mismo sirva para mantenernos alejados de la bebida. Pero no vamos a sentirnos muy felices ni tranquilos si nos mantenemos mucho tiempo en un estado temeroso. Así que tratamos de cultivar un sano respeto por el poder del alcohol, en lugar de tenerle miedo, así como la gente tiene un sano respeto por el cianuro o la tintura de yodo u otro veneno. Sin vivir en un constante estado de temor a estas sustancias, la mayoría de los seres humanos se dan cuenta del daño que pueden causar al cuerpo y tienen la suficiente cordura como para no ingerirlas. Asimismo, nosotros los miembros de A.A. nos damos cuenta del poder del alcohol y le tenemos el mismo respeto. Por supuesto, está basado en nuestra experiencia de primera mano, y no en ver la etiqueta con la calavera.

No podemos contar con que el temor nos sirva para superar esas horas vacías sin tomarnos un trago. Así que, ¿qué podemos hacer?

Hemos encontrado multitud de actividades útiles y provechosas, algunas más que otras. A continuación mencionamos dos, por orden de eficacia según nuestra experiencia.

A. Actividades relacionadas con A.A.

Cuando los miembros experimentados de A.A. dicen que “mantenerse activos” les ha resultado útil en su recuperación del alcoholismo, normalmente se refieren a su participación en actividades relacionadas con A.A.

Si lo deseas, puedes hacer esto antes de decidir si quieres hacerte miembro de A.A. No necesitas permiso ni invitación de nadie.

De hecho, antes de tomar cualquier decisión respecto a tu problema con la bebida, podría ser una buena idea pasar algún tiempo familiarizándote un poco con A.A. No te preocupes: solo el asistir a las reuniones de A.A. y observar lo que pasa no te va a convertir en alcohólico o en miembro de A.A., de la misma forma que sentarte en un gallinero no te convierte en gallina. Puedes hacer una especie de “simulacro” o un “ensayo general” antes de tomar una decisión en cuanto a “unirte”.

Muchas veces, las actividades en que participamos al comienzo pueden parecer de poca importancia, pero los resultados demuestran que son de mucho valor. Podemos decir que estas cosas sirven para “romper el hielo”, porque nos hacen más fácil sentirnos cómodos con gente que no conocemos.

Vas a ver que al terminar la mayoría de las reuniones de A.A., algunos de los asistentes se ponen a recoger las sillas, limpiar los ceniceros y llevar las tazas vacías al fregadero.

Únete a ellos. Puede que te sorprenda el efecto que tales tareas, aparentemente de poca importancia, pueden tener en ti. Puedes ayudar a lavar las tazas y la cafetera, guardar la literatura, y barrer el piso.

Ayudar a hacer estas pequeñas tareas no significa que te hayas convertido en el limpiador del local. Nada de eso. Por haberlo hecho muchos años y haber visto a otros compañeros hacerlo, sabemos que casi toda persona felizmente recuperada en A.A. ha pasado su tiempo encargada de los refrescos o de la limpieza. El hacer estas tareas nos ha producido resultados concretos, beneficiosos y normalmente sorprendentes.

De hecho, muchos de nosotros no empezamos a sentirnos cómodos en A.A. hasta que no empezamos a ayudar a hacer estas simples tareas. Y nos sentimos aun más cómodos y más alejados de la bebida o de la idea de beber cuando asumimos la responsabilidad de hacer, de manera regular, una pequeña y determinada tarea, tal como traer los refrescos, ayudar a prepararlos y servirlos, servir en el comité de hospitalidad, u otros quehaceres. Sólo con observar a la gente llegarás a saber lo que hay que hacer para preparar la sala para la reunión de A.A. o para hacer la limpieza después.

Por supuesto, nadie tiene que hacer tales cosas. En A.A. nadie se ve nunca obligado a hacer o no hacer alguna cosa. Pero estas simples tareas de poca importancia y el compromiso (sólo con nosotros mismos) de hacerlas diligentemente han producido en muchos de nosotros efectos inesperadamente buenos y siguen produciéndolos. Contribuyen a robustecer nuestra sobriedad.

Al pasar más tiempo con un grupo de A.A., te darás cuenta de otras tareas que hay que hacer. Oirás al secretario hacer anuncios y verás al tesorero encargarse de la canasta de contribuciones. Servir en uno de estos puestos, cuando hayas acumulado algún tiempo sin beber (unos 90 días en la mayoría de los grupos), es una buena forma de ocupar el tiempo que solíamos pasar bebiendo.

Si estas tareas te interesan, te será útil hojear el folleto “El Grupo de A.A”. en el que se explica lo que hacen los “oficiales” del grupo, y cómo se eligen.

En A.A. no hay ningún miembro “superior” o “inferior” a otro. No hay clases, ni estratos ni jerarquías entre los miembros. No hay oficiales con poder para gobernar ni con autoridad alguna. A.A. no es una organización en el sentido usual del término. Es una comunidad de iguales. Todos se tratan de tú. Los miembros se turnan en hacer los trabajos de servicio necesarios para efectuar las reuniones del grupo u otras funciones.

No se exige ninguna competencia profesional ni formación particular. Incluso si nunca te ha interesado unirte a ninguna asociación y nunca has servido como presidente o secretario de ningún organismo, puede que dentro del grupo de A.A. estas tareas te resulten fáciles de realizar, como lo son para la mayoría de nosotros, y producen en nosotros muy buenos resultados. Sirven para sentar una base sólida para nuestra recuperación.

Ahora pasamos a la segunda clase de actividades que nos ayudan a mantenernos alejados de la bebida.

B. Actividades no relacionadas con A.A.

Es curioso, pero cierto, el hecho de que algunos de nosotros al dejar de beber parecemos sufrir de una falta temporal de imaginación.

Es curioso porque, en nuestros días de bebedores, tantos de nosotros tenía­mos una imaginación casi increíblemente fértil. En menos de una semana, podíamos inventar más motivos (¿pretextos?) para tomarnos un trago que la mayoría de la gente inventa en toda su vida para justificar cualquier cosa. (Dicho sea de paso, como regla general, los bebedores normales, o sea los no alcohólicos, nunca se sienten obligados a utilizar ni utilizan ninguna justificación para beber o no beber.)

Cuando ya no tenemos que darnos a nosotros mismos razones para beber, parece que nuestras mentes van a la huelga. A algunos de nosotros nos resulta imposible idear cosas que hacer sin beber. Tal vez es así simplemente porque no estamos acostumbrados a hacerlo. O tal vez la mente necesita pasar por un período de convalecencia tranquila al cesar el alcoholismo activo. Sea cual sea el caso, la torpeza es pasajera. Al cumplir un mes de sobriedad, muchos de nosotros notamos una clara diferencia. Con el paso de tres meses, nuestra mente se aclara aun más. Y durante nuestro segundo año de recuperación, el cambio es impresionante. Parece que disponemos de más energía mental que nunca.

No obstante, durante ese tiempo inicial de sequía aparentemente sin fin, oirás a algunos decir: “¿Qué se puede hacer?”

La lista que aparece a continuación para uso durante ese período es solamente para empezar. No tiene nada de emocionante ni de arriesgado, pero comprende diversas actividades en las que hemos participado para llenar estas primeras horas vacías cuando no estábamos trabajando o con otras personas no bebedoras. Sabemos que dan resultados. Hacíamos cosas como éstas:

1 Caminar—especialmente a lugares a donde nunca habíamos ido, y por parques y por el campo. Paseos a paso mesurado, no marchas forzadas.

2 Leer—aunque algunos nos poníamos bastante nerviosos si intentábamos leer algo que nos exigía mucha concentración.

3 Ir a museos y galerías de arte.

4 Hacer ejercicio—nadar, jugar al golf, salir a correr, hacer yoga u otro ejercicio según aconseje el médico.

5 Ponerse a hacer tareas aplazadas—vaciar y limpiar ese cajón, clasificar esos papeles, contestar a algunas cartas, colgar retratos o hacer algo parecido que hayamos aplazado. Nos hemos dado cuenta de que es muy importante no hacer ninguna de estas cosas de manera exagerada. Hacer planes para limpiar todos los roperos (o todo el ático o el garaje o el sótano o el apartamento) puede ser bastante fácil. Pero después de dedicar al proyecto un día entero de trabajo físico, podemos acabar exhaustos, sucios, desalentados y sin terminar. Así que el consejo que nos damos unos a otros es: hacer planes de tamaño razonable. Para empezar, no te pongas a limpiar toda la cocina o poner en orden todos los archivos, sino tan sólo un cajón o una carpeta. Otro día puedes hacer otro.

6 Probar un nuevo pasatiempo—nada muy caro ni que exija mucha dedicación; una actividad placentera en la que no tenemos que destacar o vencer, una diversión solamente para disfrutar de algunos momentos de recreo. Muchos nos hemos dedicado a hacer cosas que nunca habíamos soñado hacer, tales como el bridge, el macramé, la ópera, los peces tropicales, carpintería, hacer punto, béisbol, escribir, cantar, hacer crucigramas, cocinar, observación de pájaros, teatro aficionado, artesanía de cuero, jardinería, navegación a vela, guitarra, el cine, baile, canicas, bonsai, coleccionar alguna que otra cosa. A muchos ahora nos encanta hacer cosas que antes ni siquiera nos hubiéramos parado a considerar.

7 Volver a probar un antiguo pasatiempo, excepto lo que ya sabes. Tal vez, en algún rincón de la casa, tienes guardada una cajita de acuarelas que no has tocado desde hace años, o lo necesario para bordar, o un acordeón, una pala de ping pong o un juego de backgamon, una colección de cintas grabadas, o apuntes para una novela. A algunos nos ha resultado muy gratificador desenterrar estas cosas, quitarles el polvo y volver a probarlas. Si te parece que ya no te sirven, tíralas.

8 Hacer un curso. ¿Hace mucho tiempo que tienes deseo de hablar suahili o ruso? ¿Te gusta la historia o las matemáticas? ¿Tienes conocimientos de arqueología o antropología? Hay cursillos que se pueden hacer por correspondencia, programas de instrucción emitidos por la televisión pública, clases para adultos que se reúnen una vez a la semana (por gusto de aprender y no necesariamente por crédito). ¿Por qué no probarlo? Para muchos de nosotros, hacer cursos así no sólo ha añadido una nueva dimensión a nuestras vidas, sino también ha servido de trampolín para una carrera nueva. Si los estudios llegan a serte fastidiosos, no vaciles en abandonarlos. Tienes derecho a cambiar de opinión y a abandonar cualquier cosa que no te compense el esfuerzo. Abandonar algo que no es bueno para nosotros o no añade nada positivo, placentero ni saludable a nuestras vidas puede requerir mucho valor y tener mucho sentido.

9 Ofrecerte para prestar algún servicio útil. Muchos hospitales, agencias de protección a la infancia, iglesias y otras instituciones y organizaciones tienen una apremiante necesidad de voluntarios para ayudarles a realizar todo tipo de actividades. Las posibilidades son muy amplias: desde leer a los ciegos, o llenar sobres para un envío de la iglesia, hasta recoger firmas para una petición política. Infórmate en un hospital, iglesia, agencia gubernamental o club cívico de las necesidades de servicio que haya en tu comunidad. Nos sentimos mucho mejor cuando contribuimos con un servicio, por pequeño que sea, para nuestros prójimos. Incluso el acto de investigar las posibilidades de prestar tales servicios es por sí mismo informativo e interesante.

10 Hacer algo para mejorar tu apariencia personal. La mayoría de nosotros no cuidábamos mucho de nuestro aspecto. Un corte de pelo, alguna ropa nueva, nuevos lentes o incluso nuevos dientes pueden producir en nosotros un efecto maravillosamente alentador. Frecuentemente habíamos tenido la intención de hacer algo parecido y los primeros meses de nuestra sobriedad parecían ser una buena ocasión para empezarlo.

11 Intentar algo frívolo. No todo lo que hagamos tiene que ser un sincero esfuerzo para mejorarnos aunque todo esfuerzo de este tipo merece la pena y contribuye a aumentar nuestra autoestima. A muchos de nosotros nos parece importante encontrar un equilibrio entre períodos de dedicación a asuntos serios y momentos de pura diversión. ¿Te gustan los globos? ¿Los zoos? ¿La goma de mascar? ¿Las películas de los Hermanos Marx? ¿La música folklórica? ¿Leer novelas de ciencia ficción o policíacas? ¿Tomar el sol? ¿Las motonieves? Si no, busca algo no alcohólico que te recompensa únicamente con el puro placer de hacerlo y diviértete en sobriedad. Te lo mereces.

12 ___________________________________________________ Aquí puedes poner lo que quieras. Esperemos que la lista anterior te ayude a idear una actividad diferente de las sugeridas. ¿Ha sido así? Bien. Hazlo.

Una advertencia. Algunos de nosotros tenemos tendencia a pasarnos de la raya e intentar hacer demasiadas cosas a la vez. Tenemos algo que nos sirve de freno para esto, sobre lo cual te puedes informar en la página 44: El título es: “Tómalo con calma”.

Viviendo Sobrio

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