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Escena II
ОглавлениеEntra VOINITZKII.
VOINITZKII. -(Ha salido de la casa con aspecto de haber estado durmiendo después del almuerzo y, sentándose en el banco, endereza su corbata de petimetre.) Bueno... (Pausa.) Bueno...
ASTROV. -¿Has dormido bien?
VOINITZKII. -Muy bien, sí. (Bosteza.) Desde que viven aquí el profesor y su mujer..., mi vida se ha salido de su carril. No duermo a las horas en que sería propio hacerlo; en el almuerzo y la comida, como cosas que no me convienen; bebo vinos... ¡Nada de esto es sano!... Antes no disponía de un minuto libre. Sonia y yo trabajábamos mucho; pero ahora es ella sola la que trabaja, mientras yo duermo, como, bebo... ¡No está bien, desde luego!
MARINA. -(Moviendo la cabeza.) ¡Vaya orden de vida!... ¡El «samovar» esperando desde por la mañana temprano, y el profesor levantándose a las doce!... Antes de venir ellos, comíamos, como todo el mundo, a poco de dar las doce; pero, con ellos, a las seis pasadas... Luego, por la noche, el profesor se pone a leer y a escribir, y, de repente..., a eso de las dos, un timbrazo... «¿Qué se le ofrece, padrecito?»... «¡El té!»... Y, por él, tiene una que despertar a la gente..., preparar el «samovar»... ¡Vaya orden de casa!
ASTROV. -¿Piensan quedarse mucho tiempo todavía?
VOINITZKII. -(Silbando.) Cien años... El profesor ha decidido establecerse aquí.
MARINA. -Pues ahora está pasando igual. El «samovar» lleva ya dos horas sobre la mesa, y ellos..., de paseo.
VOINITZKII. -Ahí vienen ya... Ya vienen, no te alteres.