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ОглавлениеCapítulo 3
La Caída de Lucifer
El pasaje de Isaías 14:12-14 revela algunos fragmentos de la historia y del tiempo antes de que Adán fuera creado. En ese entonces, los ángeles caminaban sobre la Tierra haciendo la voluntad del Creador y siguiendo las órdenes de Lucifer. La posición de influencia de este ángel creado por Dios es aún respetada por los mismos arcángeles de Dios, pues “ni siquiera el arcángel Miguel, cuando argumentaba con el diablo disputándole el cuerpo de Moisés, se atrevió a pronunciar contra él un juicio de maldición” (Judas 9), dando a entender claramente que Lucifer debió haber tenido una posición de autoridad en la corte celestial sobre la cual sólo estaban Dios y su Hijo Jesucristo.
Ahora, un cuidadoso estudio de Génesis 1:1-2 revela el inmenso período de tiempo que transcurrió entre estos dos versículos:
“Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra. La tierra era un caos total, las tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu de Dios iba y venía sobre la superficie de las aguas.”
Génesis 1:1-2
Este pasaje describe, sin duda, un cataclismo de proporciones universales que dejó al planeta en una absoluta desolación y devastación por un gran juicio de Dios. Millones de años antes de que Adán pecara, el pecado ya existía en un ser espiritual muy poderoso, hermoso y lleno de sabiduría llamado Lucifer. Esta criatura, llena de fascinación, se presentó ante Eva en forma de “serpiente” (heb., nakjásh, “ser resplandeciente, el que brilla”) para tentarla y hacerla caer.
“La serpiente era más astuta que todos los animales del campo que Dios el Señor había hecho, así que le preguntó a la mujer:
—¿Es verdad que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín?
—Podemos comer del fruto de todos los árboles —respondió la mujer—. Pero, en cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: “No coman de ese árbol, ni lo toquen; de lo contrario, morirán.”
Pero la serpiente le dijo a la mujer:
—¡No es cierto, no van a morir!”
Génesis 3:1-4
El final de esta historia es bien conocido, pues todos los días el ser humano experimenta la corrupción que se desató en el mundo entero por esta infección contagiosa que la Biblia llama pecado (Romanos 5:12).
Este capítulo analizará la caída de Lucifer y la conexión entre su pasado y la historia del mundo pre-adámico. Las circunstancias que rodearon la rebelión de Lucifer están estrechamente conectadas con las condiciones de la tierra en Génesis 1:2.
El Reino de Lucifer
Varios pasajes del Antiguo Testamento se refieren a la caída de Lucifer. También, algunos pasajes proféticos que, como piezas de un rompecabezas, al ser puestos juntos, revelan una muy clara imagen de la Tierra antes de que la humanidad fuera creada.
Lucifer (heb., heylel, “portador de la luz”), también conocido como el “hijo de la mañana,” protagonizó una gran rebelión en el cielo cuyo inicio se narra en el siguiente pasaje:
“¡Cómo has caído del cielo, lucero de la mañana! Tú, que sometías a las naciones, has caído por tierra. Decías en tu corazón: «Subiré hasta los cielos. ¡Levantaré mi trono por encima de las estrellas de Dios! Gobernaré desde el extremo norte, en el monte de los dioses. Subiré a la cresta de las más altas nubes, seré semejante al Altísimo.»”
Isaías 14:12-14
En el contexto de este pasaje, se habla de Lucifer como “el rey de Babilonia” (v.4). Este recurso de la literatura bíblica es conocido en teología como la “ley de la doble referencia,” la cual consiste en que un personaje invisible opera a través de un personaje visible; en la mayoría de los casos, el ser invisible usa al personaje visible como un instrumento para obstaculizar o entorpecer el plan de Dios. Tal fue el caso cuando Pedro reconvino a Jesús ante el anuncio que Él hizo de su muerte:
“Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo:
—¡De ninguna manera, Señor! ¡Esto no te sucederá jamás!
Jesús se volvió y le dijo a Pedro:
—¡Aléjate de mí, Satanás! Quieres hacerme tropezar; no piensas en las cosas de Dios sino en las de los hombres.”
Mateo 16:22-23
En el pasaje, Jesús no se dirigió a Pedro ni quiso decir que él fuera el diablo. Él vio a Satanás que estaba usando a Pedro para obstaculizar el plan de Dios.
Naciones Pre-Adámicas
La profecía de Isaías 14:12-14 debe referirse, sin duda, a una época anterior a Adán. Este pasaje retrata a Lucifer exaltado antes de su caída por orgullo y rebeldía. Ya “las estrellas y las nubes” habían sido creadas y sobre ellas Lucifer tenía su trono, lo que indica que se le había dado autoridad y gobierno. A él se le acusa de haber “debilitado a las naciones” (v.12), así que estas debieron haber existido ya en ese entonces.
Cuando Adán fue creado, Lucifer ya no tenía un gobierno personal y visible en la Tierra ni lo ha vuelto a tener desde entonces, así que la caída de Lucifer debió haber tenido lugar antes de que Adán fuera tentado en el Jardín del Edén, es decir, el Paraíso. Pero, aunque ya no tenga ese gobierno personal y visible, la Escritura menciona que Lucifer aún continúa engañando a las naciones.
“Así fue expulsado el gran dragón, aquella serpiente antigua que se llama Diablo y Satanás, y que engaña al mundo entero. Junto con sus ángeles, fue arrojado a la tierra.”
Apocalipsis 12:9
La Rebelión Terrenal
Al anunciar que Lucifer intentó subir por encima de las nubes y las estrellas (Isaías 14:14), la Escritura misma da evidencia de que su reino estaba en la Tierra y no en el cielo. Su reino debió localizarse debajo de las nubes y las estrellas para haber deseado exaltarse por encima de ellas. Al enfatizar de esta manera la posición terrenal de Lucifer, es lógico pensar entonces que su rebelión contra Dios no inició en el cielo, sino en la Tierra. De otra manera, ¡no habría determinado “subir”!
La Biblia menciona que “por medio de él [Cristo] fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, poderes, principados o autoridades” universales (Colosenses 1:15-16); entre esos reinos, estaban los de la Tierra, creada para ser habitada por criaturas terrenales (Isaías 45:18). Así que Lucifer debió recibir autoridad sobre la Tierra y sus habitantes.
El profeta Ezequiel proporciona mucha información adicional acerca del gobierno de Lucifer durante el período pre-adámico y expande la descripción de su posición y la causa de su rebelión:
“«Hijo de hombre, entona una elegía al rey de Tiro y adviértele que así dice el Señor omnipotente: “Eras un modelo de perfección, lleno de sabiduría y de hermosura perfecta. Estabas en Edén, en el jardín de Dios, adornado con toda clase de piedras preciosas: rubí, crisólito, jade, topacio, cornalina, jaspe, zafiro, granate y esmeralda. Tus joyas y encajes estaban cubiertos de oro, y especialmente preparados para ti desde el día en que fuiste creado. Fuiste elegido querubín protector, porque yo así lo dispuse. Estabas en el santo monte de Dios, y caminabas sobre piedras de fuego. Desde el día en que fuiste creado tu conducta fue irreprochable, hasta que la maldad halló cabida en ti. Por la abundancia de tu comercio, te llenaste de violencia, y pecaste. Por eso te expulsé del monte de Dios, como a un objeto profano. A ti, querubín protector, te borré de entre las piedras de fuego. A causa de tu hermosura te llenaste de orgullo. A causa de tu esplendor, corrompiste tu sabiduría. Por eso te arrojé por tierra, y delante de los reyes te expuse al ridículo. Has profanado tus santuarios, por la gran cantidad de tus pecados, ¡por tu comercio corrupto!
Por eso hice salir de ti un fuego que te devorara. A la vista de todos los que te admiran te eché por tierra y te reduje a cenizas. Al verte, han quedado espantadas todas las naciones que te conocen. Has llegado a un final terrible, y ya no volverás a existir.”»”
Ezequiel 28:12-19
Dios había dispuesto para Lucifer que fuera el protector de su jardín y lo había revestido no sólo de sabiduría, hermosura y perfección, sino que lo había distinguido de todos los demás incluso con vestimentas especiales. No siempre Lucifer fue un modelo de maldad, pues su “conducta fue irreprochable, hasta que la maldad halló cabida” en él, llenándolo de orgullo, violencia y pecado. Por eso, Dios lo expulsó de su presencia “como a un objeto profano.”
Es interesante que este drama sucedió antes de la creación de Adán, pero la Escritura menciona que el juicio de Dios sobre Lucifer se ejecutó “a la vista de todos los que te admiran… todas las naciones que te conocen.” Sin duda, hubo un mundo pre-adámico que fue corrompido por la acción de Lucifer y sus ángeles caídos.
La Serpiente en el Edén
Antes de que nuestro tiempo-espacio existiera, ya había multitud de seres espirituales llamados “los hijos de Dios.” Lucifer era la estrella más brillante de esta congregación angelical, poseedor de gran hermosura, sabiduría y conocimiento (Ezequiel 28:12-17). Este hermoso querubín se convirtió en un ángel caído cuando permitió que en su corazón se albergaran estos pensamientos: “Subiré hasta los cielos. ¡Levantaré mi trono por encima de las estrellas de Dios! Gobernaré desde el extremo norte, en el monte de los dioses. Subiré a la cresta de las más altas nubes, seré semejante al Altísimo” (Isaías 14:13-14).
En la Biblia, muchos pasajes se refieren a los ángeles como “estrellas” y sus nombres se relacionan con los de algunos astros en el firmamento (Job 38:6-7; Jueces 5:20; Daniel 8:10; Apocalipsis 9:1, 12:4). Tal parece ser el caso de Venus, llamado también “la estrella de la mañana,” nombrado así por Lucifer.
Cuando Satanás apareció en el Huerto del Edén, después de la creación del hombre y la mujer, lo hizo como una “serpiente;” sin embargo, ese no es el sentido original dado en hebreo (Génesis 3:1). La palabra hebrea usada es nakjásh, que significa “brillante, silbar, murmurar, encantar.” Es necesario entender esta figura del lenguaje bíblico, usada principalmente para atraer nuestra atención. Por ejemplo, Cristo se refiere a Herodes como una “zorra” y a Jesús se le llama “el León de la tribu de Judá” y en otras ocasiones “el Cordero de Dios.”
Así que, cuando a Satanás se le llama “serpiente,” el propósito es expresar la verdad de una manera más descriptiva. Por tanto, se puede deducir que Satanás, por supuesto, no es una serpiente en un sentido literal, pues las Escrituras lo describen como un querubín hermoso, lleno de sabiduría y conocimiento. Observe esta Escritura:
“Pero me temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, los pensamientos de ustedes sean desviados de un compromiso puro y sincero con Cristo… Y no es de extrañar, ya que Satanás mismo se disfraza de ángel de luz.”
2 Corintios 11:3, 14
Todo esto es evidencia de que la palabra “serpiente” (nakjásh) se refiere a un ser espiritual glorioso de aspecto superior y poseedor de gran hermosura, sabiduría y conocimiento, y hábil para engañar, encantar o fascinar. Fue a esta criatura brillante y fascinante, a este “ángel de luz,” al que Eva le dio toda su atención y con el que tuvo conversación.
“Se inclinarán hacia ti los que te ven, te contemplarán, diciendo: «¿Es éste aquel varón que hacía temblar la tierra, que trastornaba los reinos; que puso el mundo como un desierto, que asoló sus ciudades, que a sus presos nunca abrió la cárcel?»”
Isaías 14:16-17 RV60
Es interesante que, al describir la caída de Lucifer, el texto se refiera a él como “aquel varón,” tal como lo hace también para referirse a Gabriel, el mensajero de Dios, y a Miguel, el jefe de los ángeles. También, una vez más la Escritura menciona no sólo la acción pecaminosa de Lucifer sobre la Tierra y las nefastas consecuencias que esto tuvo, sino la presencia de reinos y ciudades, confirmando así la existencia de un mundo pre-adámico, sobre el cual Lucifer y sus ángeles caídos tuvieron influencia y poder.
Como resultado de la caída debido a su enaltecimiento de sí mismo, su sabiduría fue corrompida y se convirtió en diabólica, por lo cual fue arrojado a la Tierra (Ezequiel 28:17). Las Escrituras describen a la serpiente como “astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho” (Génesis 3:1 RV60). La palabra hebrea que traduce “animal,” es chay, que quiere decir “ser viviente.” También, llama la atención que la palabra nakjásh, traducida como “serpiente,” en otras partes del Antiguo Testamento se traduzca como “encantar, seducir, fascinar o embrujar.” Eva no conversó literalmente con una serpiente, sino con un ser esplendoroso, brillante, atractivo y poseedor de gran sabiduría y conocimiento que se presentó como un “ángel de luz.” Esto tuvo interesantes y astronómicas implicaciones relacionadas con la primera profecía de Dios acerca del Mesías:
“Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón.»”
Génesis 3:15 RV60
La “simiente de la mujer” se refiere a la virgen que concebiría al Mesías. Este drama cósmico se observa incluso en los signos del zodíaco: la virgen es Virgo; su semilla, que sería lastimada en el talón por la serpiente, es el Mesías, el León de Judá, es Leo; y la serpiente que le heriría es Escorpión.
El Otro Edén
La morada de Satanás en este planeta era el Edén, el Jardín de Dios, como lo describe el Antiguo Testamento.
El Edén de Lucifer
La palabra hebrea que traduce “paraíso,” es Edén, y la que traduce “huerto” o “jardín” es gan. Ezequiel muestra a Lucifer en el Edén original:
“«Hijo de hombre, dile al faraón y a toda su gente: “¿Quién se puede comparar con tu grandeza? Fíjate en Asiria, que alguna vez fue cedro del Líbano, con bello y frondoso ramaje; su copa llegaba hasta las nubes. Las aguas lo hicieron crecer; las corrientes profundas lo nutrieron. Sus ríos corrían en torno a sus raíces; sus acequias regaban todos los árboles del campo. Así el cedro creció más alto que todos los árboles. Gracias a las abundantes aguas, se extendió su frondoso ramaje. Todas las aves del cielo anidaban en sus ramas. Todas las bestias del campo parían bajo su follaje. Todas las naciones vivían bajo su sombra.
Era un árbol imponente y majestuoso, de ramas extendidas; sus raíces se hundían hasta las aguas caudalosas. Ningún cedro en el jardín de Dios se le podía comparar; ningún pino ostentaba un follaje parecido, ni tenían su fronda los castaños. Ningún árbol del jardín de Dios se le comparaba en hermosura. Yo lo hice bello y con un ramaje majestuoso. En el Edén, jardín de Dios, era la envidia de todos los árboles. Por eso, así dice el Señor omnipotente: ‘Por cuanto el árbol creció tan alto, y ufano de su altura irguió su copa hasta las nubes, yo lo he desechado; lo he dejado en manos de un déspota invasor, para que lo trate según su maldad…
Cuando lo hice bajar al abismo, junto con los que descienden a la fosa, con el estruendo de su caída hice temblar a las naciones. Todos los árboles del Edén, los más selectos y hermosos del Líbano, los que estaban mejor regados, se consolaron en las regiones subterráneas. Sus aliados entre las naciones que buscaban protección bajo su sombra también descendieron con él al abismo, junto con los que habían muerto a filo de espada. Ningún árbol del Edén se le podía comparar en grandeza y majestad. No obstante, también él descendió con los árboles del Edén a las regiones subterráneas. Allí quedó tendido en medio de los paganos, junto con los que murieron a filo de espada. ¡Y así será la muerte del faraón y de todos sus súbditos! Lo afirma el Señor omnipotente.’”»”
Ezequiel 31: 2-11, 16-18
Es muy posible que este haya sido el Jardín del Edén pre-adámico que Dios diseñó para el reino terrenal de Lucifer, mucho antes de que Adán fuera creado y caminara en esta tierra; en el Jardín donde Dios puso a Adán, la vestimenta de Satanás no era “de toda piedra preciosa” ni tampoco él era el “querubín protector” (Ezequiel 28:13-15). Al parecer, Lucifer era el gobernante de este Edén pre-adámico, pues según las descripciones de Isaías y Ezequiel, él tenía autoridad y dominio sobre naciones (Isaías 14:12; Ezequiel 28:14-16, 31:6 y 16).
El Querubín Protector
“Fuiste elegido querubín protector, porque yo así lo dispuse. Estabas en el santo monte de Dios, y caminabas sobre piedras de fuego.”
Ezequiel 28:14
La palabra hebrea que traduce “protector” es sakak, que significa “proteger, cuidar, defender, poner un cerco alrededor.” Esta misma palabra se usa para los querubines que “cubren” o “protegen” con sus alas el propiciatorio (Éxodo 37:9).
El término tiene varias aplicaciones en otros textos de la Biblia: en el Salmo 5:11, su uso va referido a Dios “defendiendo” a los que confían en Él; en el Salmo 91:4, su mención está dirigida a aquellos a los que Dios “cubre” (protege o defiende) bajo sus alas; y, finalmente, en el Salmo 140:7, su referencia es a David, cuando es puesto a salvo (cubierto o protegido) por Dios en el campo de batalla.
Lucifer era responsable de “cubrir, proteger y defender” el Edén, el Jardín de Dios, pero la libertad de las criaturas hacía posible que surgiera o se incitara a la rebelión en cualquier momento.
Lucifer en el Monte de Dios
La referencia al “monte de Dios” provee más evidencia de que el gobierno de Lucifer estaba en la Tierra. Siempre que se menciona la frase “monte de Dios” (heb. Har Elohim), se refiere literalmente a una montaña específica: el Monte Horeb (Éxodo 3:1), aquel donde se reunieron Aarón y Moisés (Éxodo 4:27) y donde este último acampó y luego subió para encontrarse con Dios (Éxodo 18:5, 24:13).
La Rebelión de Lucifer
La Biblia no menciona de manera precisa el momento en el que tuvo lugar esta rebelión, pero sí revela varios indicios de que la caída de Lucifer fue antes de la creación de Adán y Eva.
El Pecado de Lucifer
No se sabe el tiempo que tardó en crecer la semilla de la rebelión en el corazón de Lucifer; sin embargo, las Escrituras afirman que “a causa de la multitud de tus contrataciones, fuiste lleno de iniquidad” (Ezequiel 28:16 RV60).
La raíz hebrea de la palabra “contratación” es kullah, que significa “tráfico de mercancía;” la palabra traducida por “iniquidad” es chamas, que significa “violencia.” Uniendo estos dos conceptos, es posible concluir que Lucifer “se llenó de violencia por el tráfico deshonesto de mercancía.” Al parecer, él empezó a acusar y a calumniar a Dios y logró convencer a otros ángeles para que creyeran sus engaños. Actualmente, su ministerio principal es ser “el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios” (Apocalipsis 12:10), el que calumnia, acusa y miente.
“Ustedes son de su padre, el diablo, cuyos deseos quieren cumplir. Desde el principio éste ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira!”
Juan 8:44
Habiendo sido la creación más hermosa y preciosa de Dios, el corazón de Lucifer se enalteció y llegó a creerse similar a Dios por su hermosura y perfección. Así, “corrompió su sabiduría por causa de su esplendor” (Ezequiel 28:17). Esto dio origen a una “sabiduría diabólica” de la cual han hecho gala reyes, emperadores y césares, dictadores, criminales, etc.
“Pero si ustedes tienen envidias amargas y rivalidades en el corazón, dejen de presumir y de faltar a la verdad. Ésa no es la sabiduría que desciende del cielo, sino que es terrenal, puramente humana y diabólica.”
Santiago 3:14-15
Esta rebelión satánica involucró no sólo a los habitantes del mundo pre-adámico, sino también a una tercera parte de los ángeles que, dejándose persuadir por sus calumnias contra Dios, se le unieron en su intento de destronar al Creador (Apocalipsis 12:4, 7 y 10). Tanto Lucifer como los demás ángeles que lo siguieron, perdieron la reverencia por el trono de Dios, ignorando el mandato que luego fue transmitido a los hombres.
“Observen mis sábados, y tengan reverencia por mi santuario. Yo soy el Señor.”
Levítico 19:30
La palabra hebrea que traduce “santuario” es miqdash, que significa “lugar santo, apartado o consagrado,” y se refiere al Tabernáculo y al Lugar Santísimo descritos en el Antiguo Testamento y que no debían ser profanados. La corrupción del corazón de Lucifer, la persuasión de una parte de la armada angelical y el intento de usurpar y profanar el trono de Dios sugiere una larga y amarga disputa o contienda del ángel rebelde contra el Creador, a quien probablemente, en medio de su amargura, calumnió y acusó de ser un tirano injusto en su gobierno sobre la creación, hasta que fue removido de su posición y la tierra fue hecha maldición.
El Juicio de Lucifer
Lucifer es el único personaje de quien la Biblia menciona que “cayó del cielo,” arrojado a la Tierra como consecuencia de su frustrado intento de usurpar el trono de Dios y su gobierno sobre el universo. La referencia de Lucas acerca de Jesús viendo “a Satanás caer del cielo como un rayo” (Lucas 10:18), corresponde a la descripción de Ezequiel del “fuego saliendo de él” y reduciéndolo a “cenizas.”
Pero Lucifer no sólo fue arrojado a la Tierra derrotado y humillado, sino también despojado de su posición y su gloria, y removido del monte de Dios en el Edén donde tenía su trono. A él le espera en el futuro otro juicio por sus acciones, para ser finalmente arrojado al lago de fuego.
“El diablo, que los había engañado, será arrojado al lago de fuego y azufre, donde también habrán sido arrojados la bestia y el falso profeta. Allí serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.”
Apocalipsis 20:10
Reflexiones sobre la Caída de Lucifer
Lucifer fue el primer ser creado por Dios que, dominado por su orgullo, se autoexaltó y junto con los ángeles que le siguieron, intentó derrocar el gobierno de Dios. De haber permanecido fieles, habrían continuado viviendo sobre la Tierra cumpliendo el plan de Dios para su creación. Pero Lucifer cayó e hizo de este planeta un estado pecaminoso, desordenado, caótico y violento. Con la rebelión satánica, nuestro planeta experimentó, por primera vez, las consecuencias del pecado.
El plan de Dios es liberar a la Tierra de toda rebelión y restaurar su reino a través de su Hijo Jesucristo. Todo el mensaje bíblico está centrado en la plena redención del ser humano. En el plan de Dios, actualmente nos encontramos muy cerca del final de la rebelión de Adán y muy pronto Dios enviará a su Hijo a derrotar a sus enemigos para establecer su reino prometido desde el tiempo de los profetas del Antiguo Testamento.
“Entonces vendrá el fin, cuando él entregue el reino a Dios el Padre, luego de destruir todo dominio, autoridad y poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será destruido es la muerte, pues Dios «ha sometido todo a su dominio». Al decir que «todo» ha quedado sometido a su dominio, es claro que no se incluye a Dios mismo, quien todo lo sometió a Cristo. Y cuando todo le sea sometido, entonces el Hijo mismo se someterá a aquel que le sometió todo, para que Dios sea todo en todos.”
1 Corintios 15:24-28