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ОглавлениеPRÓLOGO |
Prologar un hermoso libro, escrito por un maestro de vida al que admiro, y que además se ha convertido en un amigo entrañable, no es labor sencilla. Por ello, para lograrlo, decidí llevar a la práctica una de las enseñanzas más importantes que como su discípulo me transmitió Armando Martí durante horas y horas de acompañamiento a mi proceso de sanación emocional y crecimiento espiritual: para vivir en paz, todo ser tiene la obligación de buscar su autenticidad, pues sólo esta verdad le otorga luz a sus palabras y al corazón.
Ciertamente, el momento en el que escribo estas líneas no podría ser más simbólico. Me encuentro cerrando un gran ciclo de vida, en el que además de estar concluyendo un importante cargo diplomático en Colombia, estoy también finalizando 25 años de trayectoria profesional en el servicio público, estoy terminando la relación sentimental más importante de mi vida, y estoy definiendo desde lo más profundo de mi alma los nuevos derroteros que habrá de tomar mi existencia.
Mucho de lo que está sucediendo dentro de este profundo proceso de cambio lo planeé yo mismo. Pero, tal y como Armando me lo anunció hace varios meses, varios temas han surgido de manera inesperada. A la fecha no sé cómo pudo preverlo con la precisión con la que lo hizo, pero justo por ello es que decidí que el mejor prólogo para entender el impacto que la mano prodigiosa de Armando Martí ha tenido en mi vida, es compartir con quienes hoy leen este, su libro “Viajero Interior”, la carta de despedida que le escribí hace algunos días. En ella sintetizo mi sentir, mi vivir, mi despertar. Exploro lo que fui y celebro lo que hoy soy.
Los invito a acompañarme hasta lo más hondo de la intimidad que me une con este gran guía de vida:
“Querido Armando,
No cabe duda de que, como dice el dicho, “uno pone y Dios dispone”. Hasta hace dos semanas mi plan de vida era quedarme a vivir en Colombia. De repente, convergen innumerables factores y me encuentro prácticamente residiendo ya en México. A Colombia sólo volveré por mi ropa y por mi amado perro, Paco.
En estos últimos días y a través de este súbito pero hermoso proceso de aceptación, he sentido y he pensado que cerrar un ciclo es pasar una página más del libro de mi vida. Por eso, lo quiero hacer sonriendo y con amor.
Pasar esta página, es saber que las condiciones de este ciclo de vida en particular, me ayudaron a resignificar emociones que hasta entonces me eran familiares (porque siempre las había sentido) pero desconocidas (porque no sabía desde dónde manejarlas). La belleza de mi crecimiento, al que tú contribuiste de manera única y divina, es que hoy, en vez de lamentarme por haber sentido, por haber reaccionado y por las consecuencias nocivas que esas acciones tuvieron en mi vida, agradezco al Creador, a mi Maestro Jesús, a mis Maestros elevados y a ti, por haberlas entendido y experimentado. Sólo a través de este proceso es que me he podido confrontar conmigo mismo, para por primera vez en mi vida conocerme. Hoy me enorgullece sentir con más consciencia que ayer.
Sigo teniendo muchas reacciones por emociones adversas que podría mejorar, pero soy un ser con más paz, porque al menos hoy sé de dónde provienen esas emociones y en consecuencia puedo proceder a sanarlas y a trascenderlas desde mi nueva actitud.
No soy infalible porque soy un ser humano. Si fuera infalible nada tendría qué hacer ya en este plano. Pero afortunadamente vivo mis pequeñas recaídas cotidianas y las más grandes que suceden de vez en cuando con más tranquilidad y con la certeza de que si sigo aquí es justo para continuar aprendiendo. Que hoy sea así, es algo de lo que te tienes que sentir orgulloso.
Lo hermoso de este momento, es también, identificar mis heridas esenciales y poder estar más alerta para no reaccionar todo el tiempo a partir de ellas. Cuando reacciono de alguna forma que me desequilibra, sé que no hay culpables: que para empezar no hay errores, que no es alguien más, que no soy yo, que no es mi Ser. Hoy sé que el responsable, en todo caso, es un personaje reactivo, que tuve que construir desde pequeño para sobrevivir a mi dolor, a mi vergüenza y a mi confusión, y que es precisamente el personaje al que estoy todos los días intentando desarmar, para poder vivir libre de máscaras, y volver a la autenticidad que sólo me puede dar la inocencia de mi Ser original. Y cuando llegue ahí, entonces me podré ir tranquilo de este plano.
Mientras tanto, lo sigo trabajando cada día con amor por mí mismo desde lo más profundo de mi corazón, con la esperanza y la certeza de que mi Dios me acompaña en un proceso que a veces es lento y a veces doloroso, pero que estoy haciendo lo mejor que puedo.
Ese mismo Dios hoy me lleva de Colombia y me trae de vuelta a México. Nuevos retos, nuevas circunstancias, un nuevo entorno. Es decir, un nuevo ciclo, una nueva página.
Por ser tú uno de mis grandes maestros, quiero honrar tu corazón y estar en paz frente a cualquier situación que nos haya unido o alejado. Quiero decirte que contigo y gracias a ti, sentí desde la más luminosa felicidad hasta la más feroz desolación.
Pero, también contigo y gracias a ti, logré superar esos extremos emocionales, para ir centrándome lenta pero progresivamente en una sobriedad emocional, que si bien no es aún permanente, es cada vez más constante y me hace un ser más feliz. Gracias de nuevo, desde mi corazón, por eso.
La distancia geográfica necesariamente nos alejará en lo físico, pero probablemente nos acerque más en lo espiritual. No te niego que extrañaré verte, hablarte, abrazarte, reír contigo y llorar contigo como tantas veces lo hicimos. Pero esa añoranza sólo me hará disfrutar aún más los momentos en los que en el futuro nos volvamos a encontrar.
No me queda más que bendecir cada segundo que me regalaste de tu sabiduría, de tu experiencia, de tu tiempo, de tu paciencia, de tu comprensión, de tu compasión, de tu amor incondicional, de tu MAESTRÍA. No soy sino un Ser en búsqueda de mí mismo y tu luz me ayudó a encontrar mejor mi camino. Cuando llegué a tu vida, era una hormiga negra, sobre una piedra negra, en una noche negra. Hoy soy un Ser que vive una mañana de sol con algunas nubes grises. Aspiro a volver a encontrarte pronto en un día exuberantemente soleado por mi consciencia, mi paz y mi centro espiritual. Quiero que la próxima vez que nos veamos abraces a una mejor versión de ese Arnulfo que ayudaste a construir.
Un Arnulfo que hoy, desde sus aún evidentes carencias y falencias, te ama limpia y profundamente, como el alumno debe amar, por básica gratitud, a su maestro.
Tu discípulo y amigo por siempre,
Arnulfo”
Y así sellé una despedida del ciclo de enseñanza que a través del Coaching Essencial, Armando Martí generó en mi vida. Hoy, sin embargo, cuando releo estas palabras, si algo me queda claro es que, al igual que en todos los aspectos de mi vida que logré resolver, hay algo que continúa. En lo laboral, emprendo nuevos proyectos. En lo sentimental, inicio nuevas relaciones. En lo geográfico, creo nuevos espacios de vida.
Con mi querido amigo Armando, empiezo una nueva etapa de vinculación en la que juntos habremos de crear nuevas posibilidades para mucha gente que, al igual que nosotros dos, en algún momento de nuestras respectivas vidas, están pasando por momentos de dolor, de vergüenza, de confusión y tristeza. Que Armando me haya invitado a escribir este prólogo de su libro “Viajero Interior” es ciertamente un privilegio, pero también lo quiero entender como una premonición como las que él tiene de manera tan acertada. Una premonición que ya anuncia que el camino de la colaboración mutua habrá de ser largo y fructífero y que no es otra cosa que un nuevo día, en un nuevo ciclo, de un nuevo futuro para mí. Un nuevo futuro que, gracias a Armando, puedo aspirar a vivir.
Espero que usted, querido lector, disfrute este viaje fantástico que está por iniciar de la mano de Armando Martí. No me cabe duda de que en pocos meses también tendrá su versión de esta misma carta que yo escribí. Y hay algo de lo que estoy seguro: su carta no será muy distinta de la mía, ni en sentir ni en saber, porque ese es el muy particular pero a la vez inefable don que Dios le ha entregado a Armando Martí: el rescatar almas confundidas y desesperanzadas que, como la mía, pronto encuentran en su luz y su guía, ese espacio de paz interior que nunca pensaron podrían lograr. Y que hoy, simplemente es.
Arnulfo Valdivia Machuca Embajador de México en Colombia, 2013-2017. Ciudad de México, julio de 2017.