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INSTITUCIONES ITALIANAS EN BARCELONA

LA CASA DEGLI ITALIANI [1]

A lo largo de las últimas décadas del siglo xix y las primeras del xx, la comunidad italiana de Barcelona fundaría una serie de instituciones al margen del Consulado aunque muy vinculadas a la legación. Estas entidades de carácter privado irían evolucionando y relacionándose con la legación consular italiana para constituir, en los momentos inmediatamente anteriores a la Guerra Civil española, un entramado educativo-asistencial-cultural de cierta entidad. Así, en los meses previos al estallido de la guerra, la larga lista de entidades italianas estaba formada por diferentes instituciones cuya decana sería la Società Italiana di Beneficenza e Mutuo Soccorso fundada en 1865 por iniciativa del Vicecónsul Angelo Comello.[2]Esta entidad de ayuda a los italianos de Barcelona sería la primera empresa surgida de la generación primitiva de inmigrantes transalpinos llegados a Cataluña. En 1882, se dividía en dos entidades, una dedicada al Socorro Mutuo y otra, a la beneficencia. Ese mismo año la entidad dedicada a la beneficencia ampliaba sus funciones y añadía la enseñanza italiana a sus cometidos.[3]Se pretendía instalar una escuela italiana elemental en Barcelona que permitiera a los hijos de los ciudadanos italianos, y a los catalanes que lo quisieran, estudiar con el sistema educativo de Roma. Inauguradas en 1882, las escuelas italianas irían cambiando de dirección hasta instalarse definitivamente hasta hoy en el pasaje Méndez Vigo, donde se acabarían instalando el grueso de las entidades italianas de la ciudad. Del mismo modo, progresivamente el arraigo de las escuelas iría asentándose con el crecimiento de las cifras de alumnos. Así, en el gráfico siguiente se puede apreciar la evolución del número de socios y alumnos en el período 1899-1910 antes de la fundación de la Casa degli Italiani y su incorporación a la nueva entidad:[4]


Además, en el año 1910 se producirían las primeras donaciones de las empresas italianas establecidas en Cataluña para el mantenimiento de las escuelas. En ese curso, se recibían donativos de Cinzano y de Pirelli al margen de otras pequeñas empresas.[5] También en ese año, se fundaba la delegación barcelonesa de la Società Dante Alighieri, entidad fundada en 1889 que sería la encargada de intentar difundir la cultura y la lengua italianas entre los italianos emigrados fuera de su país, del mismo modo que de atraer a los ciudadanos extranjeros hacia la cultura italiana.

Al margen de estas entidades, en 1911 se fundaba la Casa degli Italiani, que sería, hasta la fundación del Fascio de Barcelona en 1923, la principal institución italiana de la ciudad. Es decir, la que ejercería de institución madre del resto de entes italianos de la capital catalana. Esta nueva entidad, que en 1912 tenía 169 socios, vendría a sustituir a la Società di Beneficenza e instalaría su sede en el Pasaje Méndez Vigo, número 8. Se trataba del resultado de la acción de la tercera generación de italianos de Barcelona. Así, como decía, a partir de su fundación la casa de los italianos centralizaría todas las actividades de la colonia de Barcelona. Y lo haría con un constante aumento del número de socios ordinarios y socios mantenedores que llegaría a su cifra máxima en 1934:[6]


Dicha entidad tendría una íntima relación con las grandes empresas italianas establecidas en Cataluña, especialmente con Pirelli. En este sentido, muchos fueron los altos directivos de la empresa que regentarían cargos en la Casa degli Italiani. Por ejemplo, el secretario del Consejo de Administración de Pirelli, hispanista y agente consular italiano en Vilanova i la Geltrú, Carlo Bosselli, que ocuparía diferentes cargos hasta su marcha a Madrid en 1918 (posteriormente volvería a Barcelona) o Gaetano La Villa, director general de Pirelli, vicepresidente de la Casa en 1927, consejero de la Sociedad Dante Alighieri y presidente de la Camera di Commercio Italiana di Barcellona entre 1929 y 1933. Precisamente, gracias a la insistencia de La Villa, Pirelli donó a la Casa el dinero para adquirir el número 5 del Pasaje Méndez Vigo, hoy sede del Istituto Italiano di Cultura.[7]

Al margen de estas cuestiones, fueron varios los nombres destacados posteriormente en el Fascio de Barcelona, en la vida económica local o en las relaciones con la sociedad catalana, que presidieron u ocuparon cargos directivos en la Casa. Por ejemplo, Emilio Carandini, que fue socio entre 1922 y 1944, consejero entre 1925 y 1926, presidente en 1935 y tesorero de la Cámara de Comercio en 1930. También su hermano, Carlo Carandini (agente marítimo de la empresa Adria di Fiume), ocuparía una larga lista de cargos: consejero entre 1914 y 1917, 1924-1926 y 1930-1931, vicepresidente entre 1932 y 1933 y presidente en 1934, presidente de la Cámara de Comercio en 1921 y 1925-1926, y secretario de la Dante Alighieri en 1919.

Otro personaje destacado posteriormente en el Fascio fue el romano y director financiero de Pirelli, Giulio Berni (Roma, 1890-1953). Éste, llegado a Barcelona en 1929, sería cajero de la Casa en 1932-1933, vicepresidente de 1933 a 1935 y presidente durante la Guerra Civil española y hasta 1943.[8]

Esta relación entre el Fascio local, fundado entre 1923 y 1926, y al cual dedico el siguiente capítulo, y la Casa degli Italiani se iría haciendo más tensa a partir de 1925. El motivo de tensión no sería otro que la supeditación de la Casa al fascismo y el trasvase de la dirección de la comunidad italiana de Barcelona y Cataluña y de sus instituciones al Fascio en construcción. Y es que la instauración del régimen de Mussolini en Italia hacía necesario definir quién regentaba un liderazgo de la colonia que hasta ese momento había tenido la Casa.

Con este contexto, desde 1923 los elementos adheridos al fascismo imperante en Roma empezaron a filtrar a los italianos que debían trabajar en las entidades de la colonia a través de sus simpatías políticas. Así, si seguimos el estudio de Santagati, podemos encontrar, por ejemplo, el caso del profesor Ettore De zuani, que se ofreció en 1923 como enseñante para la escuela italiana de Barcelona y provocó una discusión entre Bosselli y Amerigo Fadini acerca de su adhesión al fascismo. Esta cuestión, al parecer De zuani era apolítico, retrasaría su llegada a Barcelona dos años hasta que no se pudo garantizar que simpatizaba con el fascismo.[9]

Esta situación de tensión y de asentamiento del fascismo entre la colonia italiana provocaría un período de inestabilidad y constantes cambios de directivas en la Casa. En 1925, tomaban la dirección de la institución los fascistas que también dirigían la Cámara de Comercio italiana. De este modo, el Consejo central escogido en 1925 estaba formado por: el coronel de la marina militar, Giuseppe Rapelli, como presidente y el secretario del Fascio, y Pietro Lupi, como vicepresidente. Entre los consejeros, otros hombres de la Cámara de Comercio como Carlo Carandini, del Fascio como Buzzanca, del Mutuo Soccorso como Maragliano. Los otros consejeros eran: Giuseppe Avversari, Carmine De Filippo, el periodista y corresponal de la Agencia Stefani en España Cesare Alessandro Gullino, Humberto Donisi, Mario Acquarone (futuro líder del Fascio) y Camillo Tovani. También se escogieron consejeros en representación del resto de instituciones: Lorenzo Cantieri (Mutuo Soccorso), Pietro Ferla (Dante Alighieri), Antonio Calcagno (Reduci e Smobilitati), Carlo Carandini (Camera di Commercio) y como revisor de las cuentas Arturo De Luciano y Nicola Lambruschini.[10]

Una dirección que no duraría mucho ya que aquel mismo año dimitía y se ponía bajo la dirección del Cónsul Ferdinando Mazzini. Pocos meses después, en enero de 1926 se convocaba una asamblea extraordinaria que elegía un triunvirato provisional para dirigir la Casa: Colli, Ferla y Tovani. Durante aquel año, la entidad, que contaba ya con 284 socios, continuó en una situación de inestabilidad constante. No sería hasta 1927 con la llegada del nuevo Cónsul, el coronel Guido Romanelli, cuando se recuperaría la tranquilidad en el conjunto de la colonia y se nombraría un nuevo Consejo central formado por: Arturo De Paolini como presidente y Gaetano La Villa como vicepresidente. En el cargo de consejeros: Amerigo Fadini, Mario Aquarone, Giuseppe Avversari, Ernesto Belloli, Giulio Filete, Amleto Luise, Pietro Lupi, Adolfo Piazzi y Severino zanfa. Como consejeros de las entidades: Lorenzo Cantieri (Mutuo Soccorso), Pietro Ferla (Dante Alighieri), Gaetano Barocci (Camera di Commercio), Carlo Alberto De Santis (Reduci e Smobilitati). Además, se añadían dos nuevos consejeros: Antonio «Nino» Buzzanca como Secretario del Fascio Italiano y Antonio Campiani como Presidente de la Società Fede e Patria. Los revisores de las cuentas fueron Humberto Giudici y G. Gino Pasqualis.[11]

No obstante, no sería hasta la asamblea del 28 de mayo de 1928 cuando se encontraría la solución definitiva para normalizar las relaciones institucionales entre el Fascio y la Casa. Los problemas que llevaban cuatro años arrastrándose se solucionarían con un cambio de rol absoluto. Si con su creación en 1911 la Casa degli Italiani se había convertido en la institución que albergaba en su seno al resto de entidades italianas de la ciudad, a partir de 1928 el Fascio tomaba el relevo para esta función. A partir de aquel momento, la Casa se transformaba en una entidad más bajo el paraguas del Fascio. Con este hecho se cerraba la fascistización de todas las entidades de la colonia italiana y se instauraba el predominio fascista en el conjunto de la comunidad.

Esta situación de estabilidad se mantendría en los años siguientes. Con esta obligación en 1930, el Consejo de administración estaba presidido por Fadini, con Antonio Calcaterra y Carlo Terzi de vicepresidentes y los consejeros Giuseppe Avversari, Carlo Carandini, Ernesto Carpi, Carmine De Filippo, Francesco Falleti, G. Filete y E. Sternfeld. Como revisores de cuentas, M. Giretti y G. Monti.

Mientras la tranquilidad se asentaba dentro de la entidad y los progresos de las escuelas italianas eran remarcables, la situación política catalana y española cambiaba. De unas extraordinarias relaciones entre las dictaduras de Mussolini y Primo de Rivera, en el mes de abril de 1931 la proclamación de la II República Española y la instauración de la Generalitat de Cataluña (después de la renuncia de Francesc Macià a la República Catalana) dejaban a la colonia italiana en una situación incómoda. El control ejercido por la sección fascista local no iba en consonancia con el nuevo régimen republicano español y con el autonómico catalán. Esto, una vez se había fascistizado el conjunto de las entidades, provocaba un necesario cambio de rumbo para no alejar a los catalanes que participaban de las actividades italianas. Además, y esto valía especialmente para la Cámara de Comercio, una cosa era la política y otra, la economía y los negocios.

Aun con la posible dificultad de la aparente incompatibilidad ideológica entre la Italia fascista y la España y Cataluña demócrata-parlamentarias y, en el primer bienio de izquierdas, las relaciones no se resintieron por los cambios políticos. En este sentido, se continuaron con las amistosas relaciones y hasta se establecieron nuevos lazos con la naciente clase política republicana de la Cataluña autónoma. En el curso 1932-1933, las escuelas italianas introducían clases de catalán en sus programas docentes.[12]Por aquel entonces, en enero de 1933, el Presidente de la Generalitat de Cataluña, Macià, participaba en el tradicional «Baile de los italianos» para recoger fondos para las escuelas.[13]

Mientras tanto, en 1932 se había formado una nueva dirección de la Casa con Pietro Lupi de presidente y Carlo Carandini y Ettore Sacchetto de vicepresidentes. Con los consejeros Luigi Bettonica, Benito Boccato, Antonio Calcaterra, Orfeo Gallo, Leonardo Durio, Italo Pizzati y Emilio Sternfeld, con Giulio Berni como cajero. En el año siguiente, la dirección volvería a cambiar con Carlo Carandini en la presidencia y Giulio Berni como vicepresidente y tesorero y los consejeros Bocatto, Calcaterra, Sternfeld, Gallo Durio y Mario Giretti. Además, durante 1933 la Dirección General de los Italianos en el extranjero financió la compra del número 5 del pasaje Méndez Vigo para establecer la sede de la Casa degli Italiani.

En 1934, Carandini, uno de los principales líderes de la comunidad, de la Casa y del Fascio realizaba un discurso en el que pedía la fusión de los dos cargos de dirección de las entidades:

Disciplinados y convencidos colaboradores de la obra del fascismo, que es el portavoz directo del Régimen y expresión más inmediata de las nuevas orientaciones en la organización y en la asistencia de los italianos en el extranjero, hemos intentado prestar a esto en cada ocasión nuestra más amplia y franca colaboración. Podemos además añadir que esta colaboración siempre se ha realizado con plena fe fascista, sin la mínima colisión y con el común entendimiento de llevar a cabo, entre todos, la más decidida y concreta obra de italianidad y de interpretar con la mayor fidelidad las directivas que nos llegan de Roma. Por este motivo y porque estamos sinceramente animados por el deseo de que esta nuestra Casa pueda ser llamada a realizar deberes siempre más altos, confirmamos nuestra aspiración de poder ver en un próximo avenir fusionados en una sola persona los dos mandatos hoy llevados a cabo por el Secretario del Fascio y el Presidente de la Casa.[14]

Un deseo, el de unificar los dos principales cargos de la comunidad italiana al margen del de Cónsul, que se vería cumplido en 1935 con la reforma de los estatutos de la Casa. A partir de esa fecha, el secretario del Fascio sería automáticamente el presidente de la Casa degli Italiani y daría así solución a una de las principales polémicas de la colonia.

En este sentido, en una carta enviada desde Roma por el Ministerio de Asuntos Exteriores con fecha del 21 de febrero de 1935 ya se anunciaba una inminente circular que obligaría a ceder a los Fascios la dirección de las Casas de Italia en el extranjero. Una circular que era enviada el 22 de marzo de 1935 por la dirección general de los italianos en el exterior del Ministerio de Asuntos Exteriores y en la que se oficializaba esta duplicidad de cargos. La carta decía: «En las nuevas organizaciones de nuestras colectividades en el Exterior, (...) las Casas de Italia representan centros de vida, puntos de orientación seguros. Por eso el carácter fascista de éstas debe ser cada vez más evidente, también en la parte formal». Con ese objetivo, se establecían las siguientes directrices: «1. que el Fascio tenga, sin equívocos ni discusiones de ninguna clase, el puesto preeminente [en la colonia]. 2. que el Secretario del Fascio tenga la posibilidad, legalmente reconocida, de poner al servicio de este delicado organismo colectivo todo el peso de su autoridad y de su prestigio (...)».[15]Por si estos dos puntos no habían quedado suficientemente claros, en un documento adjunto se especificaba cuál debería ser la configuración de la directiva de la Casa degli Italiani en el caso de no existir, como no era el caso, autoridad consular: «Presidente: el Secretario del Fascio; Secretario: el Presidente de la sección local de combatientes; Administrador: el Consejero administrador del Dopolavoro o, si éste no existiese, el Secretario administrador del Fascio».[16]De este modo, en el caso de la Casa de Barcelona, la dirección de la misma quedaría formada por los siguientes cargos: Presidente honorario: Real Cónsul General; Presidente efectivo: Secretario del Fascio; Consejeros: los directivos de las asociaciones de la colonia (combatientes, o la Società Dante Alighieri para la difusión y enseñamiento de la lengua italiana);[17]Consejero administrador: el Consejero administrador del Fascio y/o del Dopolavoro.[18]En síntesis, se desplazaba el peso de la sociedad civil italiana al nuevo sistema estatalista.

Después de este cambio en la dirección del principal organismo de la colonia, en el período anterior al estallido de la Guerra Civil, cabe destacar la supresión de las clases de lengua catalana en 1935, justamente cuando la autonomía catalana restaba suspendida después de los sucesos del 6 de octubre de 1934. Y también el cambio de consejo de administración con Emilio Carandini como presidente, Berni vicepresidente, Mauricio Moro cajero, y los consejeros Paolo Ruffini, Mario Giretti, Gino Giannoni y un consejero secretario, Giuseppe Confalonieri. Por su parte, ya en 1936, las escuelas italianas cerrarían su curso el 18 de julio y no volverían a reemprender sus actividades hasta el 4 de noviembre de 1939, una vez finalizada la contienda civil española con la victoria franquista. Por su parte, la Casa degli Italiani aún se mantendría abierta durante los primeros meses de la Guerra Civil, como más adelante comprobaremos.

Entidades italianas existentes en Barcelona en 1935

– Regio Consolado Generale (calle Mallorca, 270)[19]

– Fascio Italiano di Barcellona «Luigi Avversi» (Passatge Méndez Vigo, 8)

– Fascio Femminile (Passatge Méndez Vigo, 8)

– Casa degli Italiani (Passatge Méndez Vigo, 8)

– Associazione Nazionali di Combattenti-sezione Barcellona (Passatge Méndez Vigo, 8)

– Camera di Commercio Italiana per la Spagna (Via Laietana, 47)[20]

– Organización Giovanili Italiane all’Estero-gruppo di Barcellona (Passatge Méndez Vigo, 8)

– Unione Nazionale Ufficiali in Congedo d’Italia-sezione Barcellona (calle Mallorca, 270)

– Assistenza (Passatge Méndez Vigo, 8)

– Società Operaia di Mutuo Soccorso (Passatge Méndez Vigo, 8)

– Opera Nazionale Dopolavoro-sezione Barcellona (calle Mallorca, 270)

– Istituto Italiano di Cultura (Passeig de Gràcia, 132)[21]

– Scuole Elementari Italiane e Casa dei Bambini (Passatge Méndez Vigo, 8)

– Lega Navale Italiana (calle Mallorca, 270)

– Società Nazionale Dante Alighieri-Comitato di Barcellona (Passeig de Gràcia, 132)[22]

– Croce Rossa Italiana-Delegazione di Barcellona (calle Descartes, 6)

– Opera Maternità e Infanzia-Comitato di Barcellona (Passatge Méndez Vigo, 8)

– Touring Club Italiano-Comitato di Barcellona (Ronda Universitat, 31)[23]

EL FASCIO TENENTE LUIGI AVVERSI DE BARCELONA (1923-1936): DE LAS CRISIS Y LAS TENSIONES CON EL CONSULADO

Después del final de la I Guerra Mundial, en una Italia que aunque vencedora no salió satisfecha del conflicto europeo, la tensión social interna llegó al extremo. Con un movimiento obrero y campesino, socialista y anarquista, de una extraordinaria fuerza, con una amplia ocupación de fábricas y propiedades agrícolas entre 1918 y 1919, el caldo de cultivo para el nacimiento de una ideología que se erigiera en su contrapeso político-social era posible. A partir de la creación de los Fasci di Combatimento en 1919, como primera estructura del fascismo liderada por el ex socialista Benito Mussolini, como reacción a la fuerza de la extrema izquierda italiana pero también de la «decadencia» del modelo liberal, Italia y Europa veían aparecer una nueva opción ideológica que suponía una auténtica novedad. Y es que el fascismo se erigía en una vía autoritaria que se situaba en medio del comunismo y del liberalismo, criticando los defectos de ambas ideologías y reivindicándose como la «necesaria» regeneración de la Italia de la posguerra. El gusto por la violencia, la encuadración de la sociedad y especialmente de la juventud como elemento principal o el culto al liderazgo carismático del Duce serían características básicas del fascismo italiano.[24]De este modo, una vez Mussolini conquistara el poder en 1922, se irían creando entidades fascistas en todas las partes del mundo en el seno de las múltiples colonias italianas generadas por las grandes corrientes de emigración transalpina hacia Europa, América (norte y sur) o Australia. Una creación que cabía relacionar, en gran medida, con el retorno de muchos italianos emigrados a su tierra de acogida después de servir en el Ejército italiano durante la I Guerra Mundial y de vivir el clima prefascista de conquista del poder. En muchos lugares, la creación de dichas organizaciones no sería fácil y tendría grandes dificultades con las autoridades del país de acogida o los partidos políticos y sindicatos propios de aquél. Una situación que, como veremos, no se produciría en el caso de Barcelona, donde, desde septiembre de 1923, regentaba el poder el general Miguel Primo de Rivera como dictador en el marco de la Monarquía de Alfonso XIII.

Así, ante la creación de diferentes Fasci, primero en 1921 en algunas capitales europeas y americanas como Londres, París, Berlín o Nueva York, y después progresivamente en muchas otras, el partido único italiano, el Partido Nacional Fascista (pnf), se vería obligado a establecer un reglamento para encuadrar y controlar dichos núcleos.[25]Con este objetivo, en el convegno de Milán de 1922 ya se daba cuenta de la importancia de los italianos emigrados (entre 8 y 11 millones por aquel entonces) y de su agrupación creciente en Fasci. Un año después, en la V Reunión del Gran Consejo del fascismo celebrada en febrero de 1923, se nombraba a Giuseppe Bastianini como jefe de la Oficina central para los Fasci en el exterior (en aquellos momentos unos 150). Unas entidades que Bastianini resaltaba importantes por diferentes aspectos: para cohesionar las colonias de italianos emigrados, para difundir la propaganda fascista y para mantener la italianidad de estos ciudadanos residentes en otros países.[26]Pero que al mismo tiempo tenían que afrontar diversos problemas y objetivos básicos, como la hostilidad de las entidades italianas existentes previamente y la tarea de convencer a los inmigrantes italianos de su adhesión al fascismo.[27]

Según los planteamientos de Roma, los Fasci existentes en los diferentes países deberían identificarse totalmente con la política del gobierno de Benito Mussolini, al mismo tiempo que no deberían provocar ningún problema con las autoridades de los países donde se organizasen. Como se podía leer en un folleto de propaganda con citas de Mussolini recibido por los Fasci, entre ellos el de Barcelona, estas entidades tenían que obedecer las leyes del país que los acogía y deberían dar «ejemplo cotidiano de esta observancia hacia las leyes (...)». Por otro lado: «No debían participar en la política interna de los países donde los fascistas están acogidos. No suscitar disensiones en la colonia (...)». Además, tenían que propagar y defender la italianidad y hacer obra de asistencia entre los italianos y, en último lugar, y este no era un mensaje menor: «Respetar a los representantes de Italia en el extranjero».[28]

Por otro lado, y éste era un elemento clave para entender la posición de los Fasci en el extranjero y en especial los problemas de la delegación de Barcelona, dichas entidades no constituían una sección del pnf en el exterior.[29]Una posición importante, ya que oficialmente el fascismo italiano no tendría estructuras externas, a diferencia, por ejemplo, de lo que haría el nazismo con la formación de delegaciones del partido único nacionalsocialista (nsdap) en todo el mundo,[30]sino que solamente se podían considerar entidades privadas que apoyaban y seguían los postulados del fascismo sin constituir agrupación política alguna. Aunque ésta era la teoría, como veremos la realidad era otra. En este sentido, ya en 1923 Bastianini enviaba una circular secreta en la que afirmaba que, aunque oficialmente no, clandestinamente los Fasci all’estero eran delegaciones del pnf.[31]

A partir de mediados de la década de los años veinte, la importancia de las delegaciones fascistas «no oficiales» en todo el mundo iría aumentando junto con el número de sus integrantes. Italia, país tradicionalmente exportador de inmigración hacia todo el planeta, pero especialmente al norte y sur del continente americano y, entre otros a Australia, verá en el uso de la italianidad y el sentimiento de pertenencia de los emigrados una manera de aumentar el control sobre ellos y de conducirlos al fascismo.[32]De este modo, la tradicional protección diplomática de los Consulados o Embajadas para con los súbditos italianos se transformará a través de los Fasci en un férreo control político e ideológico. Ya no se tratará sólo de ayudar, sino que ahora deberá fascistizarse a todo aquel italiano o descendiente de italianos que formara parte de una u otra manera de la colectividad.[33]

EL FASCIO ITALIANO DE BARCELONA (1925-1928): DE LA TENSIÓN A LA RECONSTITUCIÓN

Si existe una manera con la cual no puede definirse la trayectoria del Fascio italiano de Barcelona a lo largo de sus trece años de existencia ésta es: la de tranquila.[34]Y es que durante el período que se iniciaría poco después de la Marcha sobre Roma en 1922 y que llegaría a los primeros días de la Guerra Civil española, las polémicas, disensiones, expulsiones y tensiones internas y externas del Fascio fueron su pan de cada día. Ciertamente, estas tensiones se manifestarían de manera mucho más activa en su período fundacional, pero no desaparecerían hasta su disolución «no oficial» a causa de las circunstancias políticas españolas en julio de 1936. Como ya hemos visto al hablar de la Casa, el asentamiento del Fascio y del fascismo en la colonia italiana de Barcelona, y Cataluña en su conjunto, no tuvo un camino plácido. Y no lo tuvo por la equívoca posición que tendría que ocupar ante el resto de entidades italianas ya existentes en la ciudad y, especialmente, ante la autoridad política y administrativa del Consulado. Será precisamente este difícil encaje entre la representación diplomática, las entidades privadas y las estructuras fascistas italianas en España, lo que mantendrá la extrema debilidad del Fascio de Barcelona hasta mediados de la década de los años treinta del siglo xx.

Así, una vez situado brevemente el contexto de la organización exterior del fascismo italiano, adentrémonos en el caso particular del Fascio de Barcelona y de sus difíciles y confusos orígenes.[35]En este sentido, el 25 de marzo de 1936, un veterano fascista de Barcelona, Cesare Pavesio, escribía al Consulado italiano de dicha ciudad reclamando el reconocimiento de su adhesión al Fascio de la capital catalana constituido, según él, en 1923. Según Pavesio, aquel año, y bajo la dirección del delegado para España (y también Portugal) de los Fasci Italiani all’Estero, Ernesto Marchiandi, se fundaba el Fascio Italiano de Barcelona.[36]La respuesta del secretario del Fascio, Carlo Carandini, daba aún más pistas de los orígenes de la sección barcelonesa. Así, según éste, Marchiandi delegó sus atribuciones para Barcelona y su zona de influencia en Giuseppe Bonavia a principios de marzo de 1924, que a su vez «constituía una Delegación el 10 de abril (...), la cual preparó precisamente la constitución oficial del Fascio, acaecida en diciembre de 1925. Esta Delegación ha constituido el primer tentativo colectivo de organización del Fascio».[37]Esta segunda fecha de fundación será la que aparecerá en el portavoz de la Secretaría central de los Fasci en el extranjero, que en mayo de 1924 daba cuenta de la noticia de la reunión de la delegación barcelonesa. Según aquella nota, sólo se contaba con diez adheridos, hecho que quizá impulsó a la Secretaría General a no dotarlo de la categoría de Fascio y sí de comisión organizativa. Aunque ello fuera así, no cabe duda de la existencia de un grupo fascista activo en Barcelona ya en 1924, como lo demuestra su entrada en la dirección de la Casa de los Italianos, hecho constatado antes como hemos visto.

Aun tomando como certeras estas fechas, no sería hasta el mes de mayo de 1925 cuando se haría oficial la fundación del Fascio Italiano de Barcelona. El día 10 de aquel mes, Ernesto Marchiandi comunicaba al Cónsul italiano en esta ciudad, Ferdinando Mazzini, «que se ha constituido un Fascio Italiano en Barcelona, conforme a los principios que guían la organización nacional de los Fasci Italianos en el Extranjero». En la misma misiva, además de comunicarle la dirección de la entidad bajo su supervisión, formada por Alfredo Santarini, Amleto Luise y Enrico Carandini, le pedía que prestara todo su apoyo y que, desde ese momento, no reconociese a ningún fascista no acreditado con el carné firmado por Marchiandi.[38]Dando respuesta a esta petición, el 14 de mayo, Mazzini afirmaba que daría todo su apoyo «moral a este nuevo núcleo de italianismo» siguiendo las circulares enviadas desde Roma en aquella dirección.[39]Según estas circulares enviadas por el Ministerio de Asuntos Exteriores a las delegaciones diplomáticas en el extranjero, y ante algunas diferencias entre las legaciones italianas y los Fasci, la relación entre aquellas dos entidades debería basarse en el principio de: «que las Reales Representaciones en el extranjero deben sabiamente aconsejar y en el caso que sea necesario defender los Fasci all’Estero (...)». Una defensa, sin embargo, que iría vinculada al respeto hacía las legaciones diplomáticas por parte de los fascistas que siendo «buenos ciudadanos y representando un partido que entre sus finalidades más esenciales tiene la defensa de la autoridad del Estado, han de respetar (...) las funciones de las personas que representan al Estado».[40]No se trataba, por lo tanto, de una relación de igualdad. El Consulado representaba al Estado Italiano y los Fasci eran sólo entidades privadas, eso sí, vinculadas al Estado. Y es que era muy fácil decir lo contrario en circulares oficiales, pero a la postre, el jefe del gobierno italiano y durante muchos años Ministro de Asuntos Exteriores, Mussolini, era el mismo que comandaba el pnf. Será precisamente en esta contradicción teórica donde residía el núcleo de los conflictos.

De todos modos, la colaboración entre ambas instituciones parecía que empezaba con buen pie, cuando el 22 de mayo el Fascio de Barcelona tenía la delicadeza de comunicar al Cónsul el orden del día de la reunión que se celebraría al día siguiente en el Hotel Cuatro Naciones. No obstante, aquellos pacíficos inicios rápidamente se torcerían.

Al margen de estas consideraciones, que a continuación retomaré, la creación oficial del Fascio Italiano de Barcelona no sería efectiva, por lo menos ante las autoridades españolas, hasta el 9 de septiembre en primera instancia, cuando se había dado cuenta al Gobierno Civil de Barcelona de su fundación, y hasta el 19 de diciembre de 1925, fecha en que celebraba su reunión constitutiva. De esta reunión salía un documento que certificaba la creación de la «Asociación “Fascio Italiano”» de Barcelona, que, conforme a las leyes sobre asociaciones de ciudadanos extranjeros, se comunicaba al Cónsul general de Italia en la capital catalana, como hemos visto ya anteriormente enterado.[41]Al margen de la fundación oficiosa, también por aquellas fechas se redactaban los estatutos de la organización.

Estos estatutos en su artículo primero exponían los objetivos del Fascio: «El Fascio Italiano, constituido conforme al regulamiento de las leyes españolas, tiene como objetivo reunir a los italianos residentes en España, mantener siempre vivo en ellos el sentimiento de la Patria, ayudarlos, protegerlos, valorarlos, informar a los extranjeros sobre la realidad de Italia, difundir el arte, la ciencia y la cultura italiana y armonizar las relaciones entre España e Italia». Unos objetivos que se harían desde una delegación barcelonesa que no era otra cosa que una sección del Fascio de Madrid, como explicaba en su tercer artículo.

Para la entrada como miembro en el Fascio se debería presentar una solicitud con el aval de dos socios y con la confirmación de no pertenecer a «ninguna logia masónica» o «sociedad secreta». Por otro lado, y esto ya fuera de la normativa estatutaria oficial (como veremos más adelante), cada vez que algún ciudadano italiano residente en Cataluña solicitase su adhesión al Fascio de Barcelona se pediría, muchas ocasiones vía Consulado, sus antecedentes policiales (si los hubiera) y políticos a las autoridades del lugar de procedencia en Italia. De este modo, la documentación interna del Consulado y del Fascio testimoniará verdaderas investigaciones de una exhaustividad inusitada, alargando el proceso de aceptación o denegación de la solicitud durante meses.

Mientras tanto, la concordia inicial entre el Cónsul y el Fascio se mantenía en pleno proceso de dominio fascista de las instituciones italianas de Barcelona. A principios de julio de 1925, el Cónsul Mazzini enviaba una carta a Marchiandi en la que aseguraba el éxito de la actuación de los miembros del Fascio al intentar conquistar la dirección de la Casa degli Italiani de Barcelona, que había quedado en manos del fascista moderado Rapelli: «Hemos trabajado conjuntamente y también la Casa de los Italianos está en manos de una administración fascista, pero no intransigente».[42] No obstante, el Cónsul señalaba la necesaria calma para proceder y conseguir el apoyo de la inmensa mayoría de la colonia italiana local. Por otro lado, Mazzini señalaba los avances fascistas en otras entidades de la colonia como eran la Cámara de Comercio italiana y la Società Reduci e Smobilitati, que agrupaba a los ex combatientes del Ejército italiano residentes en Barcelona.

Precisamente en esta última entidad, el Cónsul criticaba la actuación de su presidente y supuestamente antifascista, el Coronel Aldo zenaro, al acusarlo de desobedecer sus directrices y actuar en contra de la autoridad consular.[43] Y es que se trataba de acabar con una de las entidades que más se estaba oponiendo al proceso de dominio fascista de la colonia. Con este objetivo, el Cónsul propiciaría la crisis y posterior disolución de la entidad de los ex combatientes neutralizando así uno de los últimos puntos de resistencia. Esta sucesión de los hechos se iría produciendo durante el mes de octubre de 1925 y culminaría con la dimisión en bloque de la dirección de la Reduci e Smobilitati.[44]

De todos modos, y aunque la acción del Cónsul se situaba decididamente al lado del núcleo fascista de Barcelona, éste no conseguía agrupar en su interior al conjunto de la colonia o a un número suficientemente significativo de ella. En este sentido, y contestando diversas cartas del Cónsul, Marchiandi criticaba la acumulación de cargos de algunos fascistas en Barcelona: «no sé por qué Luise y Della Rosa deben, como usted dice, administrar tantas instituciones, cuando cada una de éstas tiene sus elementos dirigentes». Además, y ahora ya entraba en el análisis de la falta de éxito de los intentos de aumentar la simpatía de la colonia italiana hacia el Fascio de Barcelona: «no ha dado resultado satisfactorio (...)». De todos modos, aunque este fracaso fuera cierto, si para una cosa había servido la aparición del Fascio de Barcelona, por lo menos a juicio de Marchiandi, era para reforzar la figura y autoridad del Cónsul ante el conjunto de la colonia italiana: «El Fascio ha servido para afirmar la soberanía del representante del R. Gobierno, y es solamente por el Fascio no en sí mismo, pero en cuanto representante del fascismo Italiano, que el Real Cónsul ha podido sostener su Autoridad en la Colonia, que él sabe cómo ha tratado y cómo buscaba tratar todo cuanto quería significar intervención y control».[45]

Este punto de vista, junto al intento de sobrepasar ya la figura consular por parte del Fascio de Barcelona, empezaría a socavar las buenas relaciones entre Mazzini y los elementos fascistas. En esta dirección, el 22 de abril de 1926 el Cónsul escribía a la Embajada italiana en Madrid criticando la actuación de los dirigentes fascistas e iniciando la polémica que acabaría con la disolución y refundación del Fascio Italiano de Barcelona: «Creo oportuno reservadamente añadir que (...), a pesar de mis consejos, este Fascio no realiza sus iniciativas dentro de sus posibilidades y, por lo tanto, puede dar lugar a confusiones e interferencias, que tenemos común interés en evitar».[46] Unas interferencias que, al parecer, procedían de la demanda del Fascio al Consulado de un censo completo de los italianos residentes en Barcelona, Cataluña y en el conjunto del territorio bajo su jurisdicción consular para poder enviarles propaganda fascista.[47] Una demanda supuestamente realizada en términos imperativos si leemos la respuesta que Mazzini daba al dirigente del Fascio Italiano de Barcelona, Amleto Luise: «creo mi deber repetir por ello que (...) la actividad del Fascio debe mantenerse dentro de los limites de sus posibilidades, porque si sobrepasa éstas, provoca agravios a esta Representación y a otras instituciones y puede ser fuente de confusiones y desórdenes que el Fascio debe evitar».[48] Para a continuación volver sobre las circulares emanadas del Ministerio de Asuntos Exteriores en el sentido de no «admitir interferencia alguna» en las funciones consulares y diplomáticas.

La propaganda objeto indirecto de la polémica entre el Fascio y el Consulado consistía en dos hojas en las que la dirección de la sección barcelonesa del pnf afirmaba, en primer lugar, el papel revitalizador que el fascismo estaba teniendo en Italia: «Los advenimientos de los últimos meses han demostrado con la elocuencia de los hechos que, a pesar de las obstinadas prevenciones, y de las interesadas calumnias, el fascismo ha dado a Italia el régimen idóneo a su carácter y la guía con segura fe hacia los destinos más lejanos». Una supuesta realidad que impelía a todos los italianos a enrolarse en la filas del movimiento liderado por Mussolini: «Cualquiera que entienda toda la grandiosidad de la obra realizada por el fascismo y (...) de los horizontes que éste abre para el avenir de Italia, no puede permanecer indiferente y siente imperioso deber de secundar este profundo y prometedor [movimiento] renovador de la Patria con cordial simpatía (...)». Una acción unitaria de todos los italianos que el Fascio de Barcelona pretendía realizar «reconociendo en el movimiento fascista la expresión más pura de la italianidad renovada, del sacrificio y de la Victoria (...)». Tarea para la cual «exige una absoluta fe en la misión del fascismo como potenciador de la nación y, por lo tanto, la disciplinada subordinación a la jerarquía, pide a cada uno de los socios inscritos los sacrificios morales y materiales proporcionados a sus fuerzas y ofrece la íntima satisfacción de un deber moral libremente cumplido». Un sacrificio y una actuación que se pretendía realizar desde el presente de aquel instante, sin buscar en rencillas pasadas y contando con las entidades y colectivos de la colonia italiana de Barcelona para conseguir un objetivo que debería ser común.

El folleto ponía especial énfasis en la necesidad de crear un centro de información (o dicho de manera más clara, de propaganda) para informar a la prensa española y al conjunto de la sociedad de los logros del fascismo y de «defensa de la italianidad en todas sus manifestaciones». Por último, y en un tono más o menos autoritario, el Fascio se dirigía a todos los «italianos de Barcelona, cuyo espíritu altamente patriótico ha tenido repetidas ocasiones de manifestarse, acogerán ciertamente con simpatía este nuevo órgano adecuado a las nuevas exigencias; también aquellos que por motivos personales no podrán adherirse deberán reconocer la honesta pasión patriótica que inspira la constitución de este núcleo de milicia voluntaria de la Patria que sabrá hacerse digno de la alta misión que ha asumido».[49]

Entre estas consignas, si hay una que nos interesa en tanto que directa referencia a los posibles conflictos entre Consulado y Fascio, era la apelación a la defensa de la jerarquía. Una línea de poder que, como ya he señalado repetidamente, situaba al Cónsul por encima de un núcleo fascista de Barcelona que empezaba a cuestionar dicha autoridad. Ante esta situación, y respondiendo a las críticas expresadas por Marchiandi, el Cónsul le escribía en enero de 1926 en un tono ya decididamente marcado por la tensión afirmando no haberse aprovechado nunca del fascismo: «Usted piensa que yo me he servido del fascismo para establecer la autoridad consular (...). [Su carta muestra] que olvida que quien más ha hecho por el fascismo en Barcelona soy yo con escasos medios, aconsejando directamente la acción del Fascio, poniendo en sus manos la administración de las instituciones de la Colonia (...)». Unas entidades que Mazzini había puesto bajo el control de unos fascistas que, a diferencia de sus antecesores tenían: «escasa competencia y medios. Por lo tanto, mi acción fue toda realizada a favor del Fascio con la consecuencia para mí del aumento del trabajo, de las responsabilidades y de los rencores». Una actuación de la cual no renegaba, pero de la que esperaba un cierto reconocimiento por parte, por lo menos, de los fascistas. Y es que según Mazzini ya era de por sí suficientemente difícil la tarea de pacificar una colonia y un Consulado abandonados durante años por los anteriores gobiernos italianos, generando una manera de ser y unas actitudes «de independencia (self-governement [sic] dicen y escriben estos colonos)». Una situación en la que la llegada del fascismo al poder en Italia en 1922 había obligado a escoger entre: «concordia sin Fascio o Fascio con discordia. Se escogió esta segunda vía contra mi parecer (...)».[50] Una elección que había desencadenado una «guerra interna» dentro de la colonia italiana de Barcelona y de sus instituciones entre 1924 y 1926 para dilucidar si se mantenían fuera del control fascista o caían bajo el poder del Littorio.

La polémica coincidía, además, con una supuesta debilidad y falta de vitalidad del Fascio de Barcelona, que no conseguía un apoyo de los italianos allí residentes. Según explicaba el Cónsul a Carlo Barduzzi después de su visita a Barcelona, había indagado sobre los socios de la entidad y había descubierto la presencia de muchos «indiferentes» y hasta «hostiles». Al margen de esto, según señalaba Mazzini, el principal problema residía en la falta de medios económicos que acusaba al Fascio y en las constantes apelaciones que tenía que realizar a sus socios para sustentar sus actividades. Un hecho que no se entendía en un momento en que muchas grandes empresas italianas estaban desembarcando, o ya lo habían hecho años antes, en Cataluña. Unas empresas que, según el Cónsul, «deben ser obligadas a contribuir a la Sociedad, a las iniciativas patrióticas, a las ceremonias fascistas, etc.».[51] Evidentemente, ésta no era una tarea que pudiera hacer un Cónsul que se sentía atacado injustamente.

Ante todos estos problemas, la posición de la Embajada italiana en Madrid debería ser determinante para dar la razón a una u otra parte. En este sentido, el 12 de mayo, el Embajador daba toda la razón al Cónsul en sus quejas acerca de la actuación del Fascio de Barcelona.[52] No obstante, el apoyo recibido por Mazzini de parte de la Embajada no parecía suficientemente fuerte a los dirigentes del Fascio barcelonés, que enviaban una agresiva carta al Cónsul en la que le acusaban de no ser fascista y de actuar en contra del gobierno del Duce. La carta, firmada por el directorio del Fascio, acusaba al Cónsul de ser el principal causante de los conflictos internos de la colonia italiana y de no explicitar suficientemente su adhesión al fascismo mussoliniano: «no creemos que las manifestaciones platónicas con los telegramas ocasionales al Duce y al Regio Embajador constituyan una confirmación suficiente (...)». Además, se acusaba al Cónsul de realizar una tarea de boicot en el proceso de fundación del Fascio: «tenazmente opuesto, y ha suscitado artificiosamente prevenciones y aversiones contra la constitución del Fascio y sólo aparentemente se ha rendido a la ineluctabilidad de su creación, aunque Usted mismo haya tenido que reconocer que el Fascio ha mejorado en gran medida el funcionamiento de las instituciones de la Colonia, como el servicio de beneficencia, las escuelas y la Cámara de Comercio». El ataque continuaba afirmando que el Cónsul había

«pretendido combatir sistemáticamente cada iniciativa modesta y justificada del Fascio, presentándola como una ilícita injerencia y un atentado a las prerrogativas consulares, también cuando se refería a la libre actividad de la Colonia, mientras en realidad (...) condenaba el Fascio a una degradante inacción para minusvalorarlo y justificar así las prevenciones adoptadas (...) cerca de la utilidad o la conveniencia de su constitución». La carta seguía enumerando diferentes incidentes en los que supuestamente el Cónsul habría manipulado las demandas o peticiones del Fascio, acabando por definir la posición de Mazzini como de «despótico dominio».[53]

Ante la dureza de la carta, el Cónsul acudía directamente al Ministerio de Asuntos Exteriores para pedir una solución inmediata para las desavenencias con el Fascio.[54] Pocos días después, y con posterioridad a recibir carta de Marchiandi en la que mostraba su apoyo al Fascio, Mazzini volvía a escribir a Roma esta vez ya pidiendo el cambio de dirección de la sección barcelonesa fascista:

Para salir de este estado de cosas pienso que sería aconsejable el nombramiento de una comisión extraordinaria para este Fascio en sustitución del actual Directorio, el cual, cediendo a las inspiraciones de un miembro suyo, ha faltado a sus deberes, restableciendo así una situación que asegure el respeto a la autoridad [consular], la concordia de los ánimos, la buena dirección de las instituciones que facilitará consenso y adhesiones al fascio.[55]

Un día después, Manzini daba respuesta a la carta del Fascio, calificándola de ofensiva y delictiva y buena muestra de la «voluntad de discordia, indisciplina, prepotencia» de los dirigentes fascistas barceloneses ante la «jerarquía» superior que suponía el Cónsul.[56]

Por su parte, el delegado de los Fasci en el exterior, Marchiandi, se situaría del lado de la agrupación fascista barcelonesa entrando de lleno en la polémica. Ante este hecho, el Cónsul informaba a Madrid y Roma del papel parcial de Marchiandi que le decía: «de algún tiempo para aquí se ha hecho extremadamente susceptible en cuanto se refiere al respeto debido al representante (...)». Añadiendo que se solidarizaba con «el Directorio del Fascio de Barcelona no encontrando que la carta del 17 de junio sea hipócrita y conminatoria; no encontrando en ella los extremos del delito».[57]

Ante la gravedad, la falta de soluciones y que otras tantas entidades italianas de Barcelona fueran escenario de discusiones y enfrentamientos, el Embajador en Madrid decidía reunirse en la capital de España con Mazzini y Marchiandi.[58] Producto de esta reunión, el 20 de octubre de 1926 el Cónsul italiano en Barcelona podía informar al Ministro de Asuntos Exteriores del acuerdo de renovar la dirección del Fascio de la capital catalana. Según dicho informe, el delegado Marchiandi no estaba en conocimiento de todos los hechos acaecidos en Barcelona, que, una vez explicados, desembocaron en el acuerdo de renovar la dirección y el conjunto del Fascio de Barcelona. En este documento, el Cónsul se comprometía a procurar «sostener y reconstruir» todo aquello que la acción del Fascio había sembrado de discordia interna dentro de la Colonia.[59]

Pocos días después, los efectos de la reunión en Madrid y de la decisión tomada se hacían públicos por parte del delegado del fascismo italiano en España, Ernesto Marchiandi, quien con fecha 1 de noviembre de 1926 remitía una carta a la comunidad italiana. El documento decía: «Camaradas, El Fascio de Barcelona ha cesado en todas sus actividades por disposición que me he visto en la necesidad de tomar y que la Secretaría General ha aprobado». Una refundación propiamente dicha, ya que se obligaba a los militantes a entregar sus carnés y a presentar una nueva demanda de adhesión que se volvería a examinar de nuevo por la nueva dirección formada por Mario Aquarone, Antonio Clementi y Mazinio Paretti. Además, la carta de Marchiandi dejaba del todo claro cuál era la pirámide de poder de la Colonia y con ella el lugar a ocupar por el Fascio: «significa que cada uno que entre en sus filas, acepta con la más rígida disciplina, con ánimo abierto, cómo se aviene al fascista en el exterior, el respeto absoluto de las jerarquías, de los representantes de la Autoridad del Gobierno Fascista y del país que los hospeda».[60]

Poco después, era la nueva dirección del Fascio quien firmaba un manifiesto enviado a los integrantes de la Colonia. El manifiesto decía: «Llamados por la confianza de nuestras superiores autoridades jerárquicas, hemos asumido el encargo honorífico (...) de reconstituir el Fascio de Barcelona». Una tarea que se planteaba haciendo un llamamiento al origen del fascismo:

Todos los que en la guerra fueron la expresión genuina de la Patria en armas y que por ella dieron la sangre, sustancia y lágrimas, encontrarán en nosotros toda aquella generosa simpatía y aquel apoyo que son el origen de la vieja camaradería. Hombres de fe verdaderamente fascista, con espíritu de sacrificio y de disciplina, pero sobre todo honestos en los actos (...), serán admitidos entre nosotros.

Pero que también recuperaba una actitud más tolerante con el resto de la Colonia italiana de Barcelona al subrayar que no era imprescindible tener el carné para realizar tarea patriótica italiana: «Pero también fuera de nuestras filas se puede servir dignamente a la Patria». Además, también se hacía explícita referencia al necesario final de las rencillas internas en pro de los «nuevos destinos del País».[61]

Con este cambio en el Fascio, el conjunto de las instituciones italianas en Barcelona retomaron una cierta calma. En la Casa de los Italianos se aprobaba el nombramiento de una dirección extraordinaria, mientras que en la Cámara de Comercio se daba la confianza al presidente expulsado Carlo Carandini.[62] Por otro lado, también las relaciones entre la legación consular y el Fascio mejoraron con el nombramiento de la nueva dirección.[63]

Aunque aparentemente el conflicto entre Consulado y Fascio había quedado zanjado durante los últimos meses de 1926, en 1927 todavía se arrastraban sus consecuencias y algunas cuestiones no resueltas. En primer lugar, a principios de aquel año, el Cónsul en Barcelona escribía al Ministerio para confirmar las buenas relaciones con el triunvirato fascista, pero también para informar que las discusiones se habían trasladado ahora al interior del Fascio. Según explicaba en su informe después de valorar como tranquila y normal la vida de la Colonia italiana, el delegado para España de los Fasci había dotado a Aquarone de un poder superior al de los dos restantes miembros de la dirección: «el cual ha procedido con una cierta independencia de sus colegas y de una manera muy calmada (...), mientras Clementi tenía intenciones enérgicas e intransigentes y el Cav. Peretti es un hombre que sobre todo no quiere ni problemas ni sacrificios».[64]

A partir de este momento y hasta junio de aquel año, cuando se produciría un relevo en la dirección del Fascio de Barcelona, no tendremos más noticias. Por aquel entonces, el día 21 de junio Marchiandi comunicaba al nuevo Cónsul italiano en Barcelona, Guido Romanelli, la configuración del nuevo directorio del Fascio que había pactado con él días antes: «he reunido ayer por la tarde a los camaradas fascistas en una sala del Hotel Majestic presentándoles el nuevo directorio».[65] Un directorio que mantenía a Mario Aquarone en el cargo preeminente de presidente, al Doctor Nino Buzzanca como vicepresidente y a Emilio Carandini en el cargo de secretario. Incluso con la aparente normalidad del hecho, este cambio de dirección no era un simple relevo de personas en los cargos de dirección, sino que se fijaba como una nueva reconstitución del Fascio. En este sentido, el Cónsul Romanelli daba respuesta positiva a los nombres propuestos, y se escribía a la Casa de los Italianos comunicando oficialmente la reconstitución del Fascio, que, desde ese momento, sería «el más activo colaborador de todas las Instituciones de la Colonia», además de escribir al Ministro de Asuntos Exteriores para darle la noticia. Según explicaba Romanelli al Ministerio, desde su nombramiento como Cónsul en Barcelona había emprendido conversaciones con Marchiandi para remediar la mala situación del Fascio local, conversaciones que meses después conducirían a aquella reconstitución.[66]

Por otro lado, durante aquellos meses también se produjeron otros hechos alrededor del Fascio y la Colonia italiana. En primer lugar, se reconstituiría la Società Reducci i Smobilitati, para la cual el Consulado propondría una nueva dirección encabezada por A. De Sanctus y E. De zuanzi. Meses después desde la Secretaría general de los Fasci en el extranjero se mostraba interés por el proceso de fascistización que se estaba desarrollando en la colonia italiana de Barcelona y, en tercer lugar, en septiembre se nombraba a Emilio Carandini delegado de la Federación fascista autónoma de los trabajadores del transporte marítimo y aéreo para el puerto de Barcelona.

Toda esta cordialidad se volvería a torcer a finales de ese año cuando el Cónsul Romanelli criticó la actitud de Marchiandi, que según éste volvía a dividir la Colonia, en una visita efectuada a Barcelona del dirigente fascista y por aquel entonces subsecretario del Ministerio de las Corporaciones, Giuseppe Bottai.[67]

DEL CONTROL EXHAUSTIVO DE LAS ADHESIONES AL FASCIO AL FIN DEL MISMO (1928-1936)

Durante los nueve años transcurridos entre 1928 y 1936, entre su refundación y su extinción, la documentación del Fascio de Barcelona a la cual podemos acceder nos da una mínima crónica de la vida de la entidad. Ciertamente, si de algo nos hablan dichos documentos era del celo con el que el Fascio y el Consulado valoraban las demandas de inscripciones en la entidad. Para esta labor de control de quién entraba a formar parte del Fascio y quién no, teniendo en cuenta que sólo podían ser ciudadanos italianos, se procedía con extrema diligencia. Así, una vez la solicitud de la persona interesada en ingresar en el Fascio de Barcelona llegaba a la secretaría del mismo, se daba inicio a una serie de indagaciones y peticiones de información en diversas instancias y administraciones. Por ejemplo, el 30 de mayo de 1928 la secretaría del Fascio pedía al Consulado que le informara sobre «la moralidad privada y política de los siguientes nombres que han presentado petición de ser inscritos en el Fascio (...)».[68] Esta petición, en ocasiones ya facilitada con datos personales del solicitante, derivaba en otra petición del Consulado a las autoridades italianas de la ciudad de procedencia del interesado. Con esta intención, por ejemplo, el 15 de febrero de 1929 el Consulado escribía a la prefectura de Milán pidiendo datos para la posible inscripción en el Fascio de Barcelona: «Se ruega cortésmente que se facilite información sea moral o política sobre el señor Scotto Pasquale di Agostino e di Pozzoli Clotile, nacido el 23 de marzo de 1883, mecánico, residente aquí desde 1914».[69] La respuesta de la prefectura, clave para el proseguimiento de los trámites, afirmaba que «Scotto Pasquale di Agostino, durante la permanencia en esta ciudad, tuvo una conducta moral y política correcta».[70] Esta información era trasladada por el Consulado al Fascio de Barcelona el 5 de abril de 1929.

Por aquel entonces sólo quedaban dos trámites para aceptar o denegar la petición de entrada en el Fascio, en primer lugar, como ocurriría el 8 de abril de 1929 con otros nombres, el ente fascista escribía al Consulado: «La Secretaría de los Fasci en el exterior me comunica las informaciones precedentes de la R. Questura sobre los nombrados más abajo [en el documento] y me concede el visto bueno para la admisión de los mismos en el Fascio de Barcelona, siempre que nada desfavorable resulte sobre su relación con este Real Consulado».[71] Una circunstancia que en ocasiones permitía a las autoridades italianas conocer el paradero de supuestos criminales. Así, por ejemplo, el 2 de julio de 1929 el Fascio escribía al Consulado para conocer la conducta de Enrico Russo en España, una vez desde Italia se calificaba de «peligroso (...) por delitos contra la persona y la propiedad y venta de billetes falsos; expatriado clandestinamente en fecha imprecisa».[72] Ante estos supuestos delitos, el Consulado indagaba las actividades de Russo en Barcelona pidiendo información al Gobierno Civil de Barcelona, de la cual se extraía que: «Ha obtenido un carné de intérprete, profesión que ejercería a la llegada de barcos transatlánticos italianos. (...) Pero parece que esta profesión declarada no es más que un velo para esconder su verdadera vida». Y es que según el Consulado, Russo obligaba a su mujer a ejercer la prostitución como medio de subsistencia.[73] Por lo tanto, una vez que desde Italia se autorizara la admisión en el Fascio, fuera por parte de las autoridades civiles a petición del Consulado o del Fascio barcelonés directamente, era la legación diplomática la que tenía la última palabra. La respuesta favorable o negativa del Consulado iría vinculada en muchas ocasiones a otro trámite ante unas nuevas autoridades, en este caso las españolas. Una demanda realizada con la intención de conocer si el demandante había cometido alguna actividad delictiva o «subversiva» durante su estancia en España.

Otra tarea de control de los ciudadanos italianos residentes en Barcelona encargada al Consulado y al Fascio era la de mantener bajo vigilancia a los supuestos subversivos. Por ejemplo, el 8 de marzo de 1930, la Prefectura de Livorno pedía información de un ciudadano que «en diciembre de 1918 emigró a Barcelona (...), el cual profesaba abiertamente ideas comunistas» para aceptar o denegar su entrada de nuevo en Italia.[74] Por otro lado, la voluntad de conocer las actitudes pasadas de los italianos que querían incorporarse a las estructuras exteriores del fascismo también vinculaba Fascios y Consulados de diversas ciudades. Por ejemplo, el 8 de abril de 1932, la Secretaría general de los Fasci pedía información sobre el ciudadano residente en Barcelona, Maggi Natale, para reenviarla al Fascio de Marsella, donde había pedido su inscripción.[75]

Al margen de la vigilancia de italianos residentes en Barcelona y del exhaustivo control de los que pedían su incorporación al Fascio de Barcelona, la entidad fascista mantuvo una actuación de la cual nos han quedado pocos documentos. Así, podemos señalar que el 12 de marzo de 1930, la secretaría general de los Fasci en el exterior ordenaba al Fascio de Barcelona convocar una asamblea general para el día 23 de aquel mes. Según esta orden, la reunión tenía que seguir un guión predefinido ya desde Roma. En primer lugar, el secretario tendría que exponer la memoria de la actuación del período anterior y plantear cuál era el programa de trabajo para el siguiente curso. Seguidamente, se debería abrir un turno de discusión sobre la tarea realizada para pasar, a continuación, a recordar con «palabras apropiadas» la fundación de los Fascio di Combattimento.[76] Para el año 1931, la documentación existente nos permite conocer unos datos muy significativos: conocer quiénes eran los principales benefactores del Fascio de Barcelona con sus donaciones. Así podremos descubrir, como era de suponer, que básicamente se trataba del conjunto de las entidades italianas de Barcelona y de las empresas allí presentes. Estas donaciones supuestamente resultarían voluntarias, pero con toda seguridad respondían a las presiones de las autoridades consulares fascistas y del gobierno de Mussolini en Roma.

Dos años después, concretamente el 2 de abril de 1932, se celebraba una nueva asamblea del Fascio de Barcelona. De aquella reunión, de la cual no contamos con la documentación, sólo podemos extraer el conocimiento de la existencia de un Fascio Femenino en Barcelona.[77] Tres años después, ya en la navidad de 1935, podemos ver que empresas y particulares colaboraban con el Fascio en hacer donaciones para la festividad italiana de la Befana Fascista, en forma de dinero, juguetes, ropa o alimentos (ver anexo). Esta popular celebración navideña, celebrada el día de la Epifanía, sería rápidamente apropiada por el fascismo.[78]

Después de esta documentación, y hasta el inicio de la Guerra Civil, sólo encontramos diferentes solicitudes de adhesión y los trámites correspondientes.

Donaciones económicas recibidas por el Fascio Italiano de Barcelona (del 1 de marzo al 28 de octubre de 1931)[79]


LA POLÉMICA SOBRE LA COLONIA ITALIANA DE GIRONA Y LA SECCIÓN LOCAL DEL FASCIO (1934-1936)

Si la constitución del Fascio de Barcelona fue complicada por cuestiones políticas y de competencias, el caso de Girona se adentraría en el ámbito de lo personal y de la lucha entre las familias de la colonia italiana local, una comunidad que en 1927 estaba formada por siete u ocho familias y cuarenta cabezas de familia, entre los cuales, diecinueve eran de la del Agente Consular, Giuseppe Magaldi.[80]

Dos años después, y a raíz de la petición de una fotografía de Mussolini por parte de Maria Magaldi, el Cónsul en Barcelona preguntaba al Agente Consular si existía en Girona un núcleo femenino fascista o si había suficiente número de fascistas para formar uno.[81] La respuesta del Agente Magaldi negaba la existencia de tal núcleo al mismo tiempo que explicaba la renuncia a formar uno masculino debido a la migración de la colonia italiana local.[82]

Pero este argumento no convencía al Cónsul Romanelli, quien insistía el 15 de marzo de 1929 en la posibilidad de formar un núcleo fascista, masculino y femenino y bajo la supervisión del Fascio de Barcelona, partiendo del aparente entusiasmo de los italianos residentes en Girona.[83] Esta propuesta del Cónsul se debió llevar a cabo, ya que la siguiente noticia que la documentación nos aporta sobre dicha sección fascista está fechada en febrero de 1934, la demanda del secretario del Fascio de Barcelona de refundar o eliminar la sección de Girona «a causa de discordias de carácter personal que dividen aquella colectividad y en consideración del escaso numero de inscritos [diez hombres y cuatro mujeres]».[84] Ante esta demanda, el Ministerio de Asuntos Exteriores italiano preguntaba al Consulado en Barcelona cuál era su opinión y cuál era la tra- yectoria del jefe de dicha sección, Carlo Baratto. Pero la respuesta la escribiría directamente el Fascio de Barcelona, que en carta enviada al Consulado explicaba el origen de los problemas del colectivo italiano de Girona: «La Colonia italiana de Girona está dividida desde una fecha muy lejana, esta desarmonía fue inicialmente provocada por discordias aparecidas en las [diversas ramas de las] familias Magaldi, y todavía alimentada de esta aversión familiar».[85]Según especificaría días después el Consulado en Barcelona, las discordias habrían sido producidas por culpa de algunos negocios familiares de los Magaldi y del conjunto de las otras familias de la colonia a aquélla vinculada. Ante esta realidad y las constantes demandas de la colonia de formar una sección fascista, y creyendo apaciguadas las luchas familiares, en 1932 se nombraba a un «neutral» en las luchas entre Magaldis, Carlo Baratto, como fiduciario de la Sección de Girona del Fascio de Barcelona: «la única persona que estuvo durante un tiempo por encima de tales luchas mezquinas (...) que, efectivamente, consiguió, si bien con dificultad, mantener con vida la sección del Fascio».[86]

Poco después, en 1933, la figura de Baratto caería en desgracia debido a cuestiones profesionales cuando abandonó la empresa para la cual trabajaba (Industrias químicas Tartáricas) y constituyó una nueva que le haría competencia, al mismo tiempo que se descubría la falsedad del título de Ingeniero Químico que afirmaba poseer. Este hecho motivaría una serie de ataques personales contra Baratto que llevarían al secretario del Fascio de Barcelona a buscar un sustituto que pudiera conseguir el consenso de la mayoría de la colonia. Ante esta situación, el informe del Consulado afirmaba que el «Agente Consular, jefe de una de las facciones Magaldi en lucha sorda contra la otra, no tiene autoridad y es apenas tolerado» y, por lo tanto, no podía ser él quien recondujera la situación. De este modo se afirmaba que no había en Girona ninguna «persona idónea para cubrir el cargo de fiduciario del Fascio» y que quizá debería ser el secretario del Fascio de Barcelona, Carandini, quien intentara «repacificar los ánimos y preparar en tiempos mejores una eventual reconstitución de la Sección de Girona».[87]

Finalmente, el 9 de mayo de 1934, el Fascio Luigi Avversi comunicaba al Consulado en Barcelona la disolución de la sección de Girona.[88] Justo la misma fecha en que el Fascio de Barcelona pedía información sobre una amplia lista de italianos residentes en Girona que habían presentado solicitud de adhesión al ente fascista.[89]

LA MILITANCIA FASCISTA JUVENIL «BALILLA» Y EL «DOPOLAVORO»

La naturaleza de control social y de encuadramiento del conjunto de la población italiana que desarrolló el fascismo italiano también lo trasladó, como hemos visto, a las colonias italianas en el exterior. Si era importante encuadrar a los adultos, hombres y mujeres, de la colonia, también lo sería hacer lo mismo con los hijos de éstos. Con esta finalidad, en 1926 se había creado la Opera Nazionale «Balilla» per l’assistenza e l’educazione fisica e morale della gioventú.[90] Esta organización sería el resultado de la voluntad de romper con la tradición liberal en un ámbito tan importante como el de la educación. Se trataba de inculcar unos nuevos valores basados en el fascismo, en la disciplina y la educación militar.[91] Era necesario, según Mussolini, y el director de la obra Balilla, Renato Ricci, reeducar desde el punto de vista moral y físico a los niños y niñas italianos. Y lo era porque serían los italianos y los fascistas del futuro. Por lo tanto, a partir de estos postulados se iniciaría la encuadración casi militarizada desde los 6 años hasta los 18 en diferentes organizaciones.

La primera etapa, de los 6 a los 8 años (ambos sexos conjuntamente), se integraría en los Figli della Luppa. Posteriormente, y ya divididos por sexos, entre los 8 y los 14 años, los niños entrarían en los Balilla y las niñas en las Piccole Italiane, de los 14 a los 18 años respectivamente lo harían en los Avantguardisti y en las Giovane Italiane. Superados los 18 años y hasta los 22, se pasaría a formar parte de una organización ya decididamente militarizada como eran los Fasci Giovanili di Comabttimento, en el caso masculino, y las Giovane Fasciste, en el femenino.[92] En último lugar, y solamente dentro de Italia, pero no en el exterior, los jóvenes que accedieran a cursar estudios universitarios militarían en los Gruppi Universitari Fascisti.[93]

En el caso que nos ocupa, esta sección del Fascio de Barcelona, agrupada bajo el nombre de Gruppo Giovanile Italiano y de la cual tenemos constancia documental desde 1928, estaba dividida en cuatro de los citados grupos: el de los niños Balilla, el de las niñas Piccole italiane y el de los adolescentes Avantguardisti y Giovane Italiane. La documentación existente sólo nos permite constatar las cifras de militantes y de participantes en las colonias estivales realizadas en Italia y a las cuales eran enviados. De este modo, en 1928 había 29 Balilla, 30 Piccole Italiane, 18 Avantguardisti y 5 militantes más, por lo tanto, un total de 82.[94] En las colonias estivales de 1929 participaban 39 niñas y niños italianos de Barcelona pertenecientes al Gruppo dirigido, por aquel entonces, por Orfeo Gallo.[95] En las del año siguiente, participaban en los diferentes campamentos en tierras italianas 30 hijos de italianos residentes en Barcelona y Cataluña, que eran trasladados a Italia con el barco Franca Fassio.[96]Mientras que en 1931, en las colonias del 3 de julio al 3 de agosto, desde Barcelona se enviaba a 14 Balilla, 13 Giovane Italiane y 4 Piccole Italiane, por lo tanto, 31 en total[97] y en 1932, se enviaba a 12 Balilla, 10 Piccole y 8 Avantguardisti, 30 en total.[98]

Por otro lado, en cuanto a las actividades de esta organización, al margen de las estancias en Italia, sólo podemos constatar que realizarían excursiones a entornos naturales como la que se convocó en marzo de 1933 en Barcelona. En aquella ocasión, la reunión de varias decenas de niños y adolescentes con el uniforme fascista italiano en la céntrica Plaça de Catalunya derivaría en un enfrentamiento entre los jóvenes fascistas y diversos transeúntes.[99]

Al margen de esta actuación cerca de los hijos de la comunidad italiana de Barcelona, también se organizó una guardería o Casa dei bambini, que para el curso 1930-1931 contaba con 23 alumnos.[100]

En cuanto a la sección barcelonesa del Dopolavoro fascista, la institución creada en 1925 que debía ocuparse del tiempo libre de los trabajadores italianos, sólo podemos constatar su existencia, por lo menos, desde 1929.[101]La documentación existente sólo nos aporta las demandas de admisión de algunos de sus miembros.[102]

[1] Para esta cuestión, es básica la obra de S. Santagati ya citada. Aunque sin la rigurosidad científica que pudiera pedirse, el compendio de informaciones que reproduce son de un gran interés.

[2] Para otra entidad italiana similar ver, por ejemplo, C. F. de Silberstein, «Mutualismo y educación en Rosario: las escuelas de la Unione e Benevolenza y de la Sociedad Garibaldi (1874-1911)», Estudios Migratorios Latinoamericanos, 1, 1985, pp. 77-97.

[3] Por su parte, la Societá Operaia de Mutuo Soccorso se dividía en 1893 en dos entidades.

[4] La división por sexos de los alumnos fue la siguiente: 1899 (30 niños y 18 niñas), 1900 (30-21), 1901 (33-23), 1903 (47-28), 1904 (30-30 y 39 en sección mixta), 1906 (26-31-25), 1907 (28-31, y 30 en la escuela de tarde), 1908 (41-31 y 40 tarde), 1909 (45-32 y 45 tarde), 1910 (64 y 61 tarde), 1911 (62 y 58 tarde). Desde 1910 se podían cursar los estudios elementales del primero al quinto curso.

[5] S. Santagati, p.209

[6] Extraigo estos datos de S. Santagati, La Casa degli Italiani. Las cifras concretas de socios y alumnos son las siguientes incorporando a los alumnos de los cursos de tarde y otros: 1912: 169 socios (20 mujeres y 17 mantenedores), 58 alumnos de las escuelas italianas y 76 en las clases de lengua y literatura italianas de la tarde; 1913: 178 s. (19 m. y 41 m.), 71 alumnos y 60 de tarde; 1914: 181 s. (16 m. y 41 m.), 91 alumnos, 50 tarde y 50 Escuelamagistral de trabajo manual; 1915: 171 s. (16 m. y 39 m.), 63 alumnos, 42 tarde; 1916: 155 s. (16 m. y 33 m.), 68 alumnos y 50 tarde; 1917: 155 s. (19 m. y 33 m.), sin datos de alumnos; 1918: 162 s. (19 m. y 26 m.), sin datos; 1919: 175 s. (18 m. y 28 m.), 51 alumnos. Este año se suspendieron las clases de tarde por falta de local; 1920: 203 s. (21 m. y 40 m.), 66 alumnos; 1921: 201 s. (25 m. y 40 m.), 68 alumnos y 52 tarde; 1922: 240 s. (69 m.), 72 alumnos; 1923: 213 s. (78 m.), 53 alumnos; 1924: 281 s. (89 m.), 76 alumnos; 1925: 284 s. (81 m.), 101 alumnos y 152 tarde; 1926: 246 s. (71 m.), 98 alumnos y 135 tarde, 1927: 279 s. (89 m.), 94 alumnos y 190 tarde, 1928: 274 s. (74 m.), 110 alumnos, 25 alumnos escuela de Sants y 150 tarde. Ese año se abrió una escuela italiana en el barrio barcelonés de Sants, 1929: 285 s. (80 m. destacan la pedagoga Maria Montessori y la Hispano-Olivetti), 87 alumnos, 23 alumnos escuela de Sants y 200 tarde; 1930: 275 s. (84 m.), sin datos, 21 alumnos Sants y 182 tarde; 1931: 284 (84 m.), 111 alumnos y 215 tarde; 1932: 285 s. (79 m.), sin datos; 1933: 298 s. (86 m.), sin datos; 1934: 309 s. (75 m.), sin datos, 1935: 304 s. (98 m.), sin datos; 1936: sin datos.

[7] S. Santagati, p. 264.

[8] S. Santagati, p. 273.

[9] Ver S. Santagati, pp. 325-328. De Zuani (Legnagno, 1897) llegaría finalmente en 1925 como director de la Escuela Media italiana. Era un hispanista traductor de obras españolas al italiano. Estaría en Barcelona hasta el año 1929.

[10] Sobre Cesare Alessandro Gullino, me comenta el profesor E. Ucelay-Da Cal que cabe señalar que el historiador Ricardo de la Cierva compraría su biblioteca y la depositaría en el Centro de Estudios de la Guerra Civil de España del Ministerio de Información y Turismo. Posteriormente, sería trasladada a la Biblioteca Nacional en Madrid, donde la consultaría Ucelay-Da Cal en 1968.

[11] Pocos meses después de su elección, De Paolini, que fue director de la empresa ya citada Metalgraf Española S. A. con delegación en Badalona, tuvo que dimitir por motivos personales y dejó el cargo al vicepresidente La Villa.

[12] En aquel período, las Scuole Italiane di Barcellona publicitaban sus actividades con folletos redactados en catalán y castellano en los que se podía leer: «Scuole Italiane de Barcellona para alumnos de ambos sexos y de cualquier nacionalidad. Los programas y métodos de enseñanza de las Escuelas Italianas constituyen lo más moderno que en esta materia pueda desearse y la educación que reciben los alumnos es igual, por no decir superior, a la que recibirían enviándoles a estudiar al extranjero en lejanos pensionados, sin el inconveniente de éstos, del elevado gasto y de la separación de sus familias» (IISH, Fondo CNT-FAI, p. 29, A1-A4).

[13] Francesc Macià i Llussà (Vilanova i la Geltrú, 1859-Barcelona, 1933). Militar y político catalán. De carrera castrense, llegaría al grado de teniente coronel. En 1905, como acto de protesta a los ataques militares a diferentes redacciones de publicaciones catalanistas abandonó el Ejército. A partir de 1907 y hasta 1923, obtendría repetidamente el escaño de las Borges Blanques en las Cortes españolas. Su evolución ideológica sería ciertamente destacada. De un españolismo militar a un creciente sentimiento nacionalista catalán para llegar a ser el líder del independentismo. Cercano a la Lliga Regionalista, posteriormente estaría próximo a la Unió Federal Nacionalista Republicana. En 1919, fundó la Federació Democràtica Nacionalista para tres años más tarde integrarla en la nueva organización del separatismo radical catalán, Estat Català. A partir de la instauración de la Dictadura de Primo de Rivera, en 1923, Macià se erigiría en el líder del nacionalismo catalán y en el máximo símbolo de la lucha contra la Monarquía de Alfonso XIII. En 1926, intentó la liberación de Cataluña desde Prats de Molló. En 1931, una vez de nuevo en Barcelona, sería uno de los fundadores de Esquerra Republicana de Catalunya. El 14 de abril de 1931 lideraría la proclamación de la República Catalana, poco después transformada en la Generalitat de Cataluña. Desde ese momento hasta su muerte el día de Navidad de 1933, sería el presidente del gobierno autónomo catalán. Figura de una extrema popularidad, durante sus dos años de gobierno sería un personaje idolatrado por el conjunto del pueblo catalán, dejando al margen sus diferentes contradicciones ideológicas y políticas.

[14] S. Santagati, pp. 357-358.

[15] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C1-C4.

[16] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C1-C4.

[17] Para una visión general de la Dante Alighieri en tanto que entidad y relacionada con la emigración italiana ver, P. Salvetti, Immagine nazionale ed emigrazione nella Società Dante Alighieri, Bonacci, Roma, 1995 y B. Pisa, Nazione e politica nella Società Dante Alighieri, Bonacci, Roma, 1995.

[18] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C1-C4. Según el informe de la aplicación de las ordenes enviadas por Roma redactado por el Consulado con fecha 10-IV-1935.

[19] El Consulado italiano en Barcelona sigue en la misma dirección que a lo largo de los últimos setenta años. Para más información, ver su página web: <www.consbarcellona. esteri.it/Consolato_Barcellona>.

[20] Durante las primeras décadas del siglo xx existían en Barcelona diferentes Cámaras de Comercio de diferentes nacionalidades, por ejemplo la alemana, la austríaca, la portuguesa (disuelta en 1933), la norteamericana, la belga o la mexicana. En el caso de la italiana, aún existente en la Avinguda Diagonal, 419, 1.º-2.ª de Barcelona, ver su página web: <www. camaraitaliana.com>.

[21] La sede actual del Istituto Italiano di Cultura de Barcelona se localiza junto al grueso de las instituciones transalpinas en el Passatge Méndez Vigo, 5, de Barcelona. Debe señalarse que erróneamente y según su página web oficial (<www.iicbarcellona.esteri.it/IIC_Barcellona>), el iicb se fundó en 1950.

[22] Para la Società Dante Alighieri actual, ver su página web: <www.ladante.it>.

[23] S. Santagati, pp. 360-361.

[24] Es imposible presentar una lista de la bibliografia sobre el fascismo italiano publicada desde 1922. Algunas obras básicas son, por ejemplo, las obras de R. De Felice, Mussolini il Duce, Einaudi, Turín, 1974, 2 vols.; Intervista sul fascismo, Laterza, Bari, 1975; Mussolini il mito, Laterza, Roma, 1983; Bibliografia orientativa del fascismo, Bonacci, Roma, 1991 o de I. Montanelli y M. Cervi, L’Italia Littoria, Rizzoli, Milán, 1979.

[25] Para el pnf, ver M. Missori, Gerarchie e statuti del P.N.F.: gran consiglio, direttorio nazionale, federazioni provinciali: quadri e biografie, Bonacci, Roma, 1986.

[26] R. Santinon, I Fasci italiani all’estero, Edizioni Settimo Sigillo, Roma, 1991, p. 16.

[27] Para algunos casos concretos del proceso de creación de un Fascio, ver –para la ciudad de Buenos Aires y Argentina– M. Victoria Grillo, «La proyección exterior del fascismo italiano (Argentina, 1930-1939)», Ayer, 62, 2006, pp. 231-256, y para México, F. Savarino, «Bajo el signo del Llittorio: la comunidad italiana en Méjico y el fascismo (1924-1941)», Revista Méjicana de Sociología, v. 64, 2, abril-junio del 2002, pp. 113-139.

[28] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, B1-B2, I comandamenti del Duce ai fascisti italiani all’Estero. Folleto enviado por la Delegación Italiana de los Fasci en España.

[29] Para la política del pnf en el exterior ver E. Gentile, «La política estera del P. N. F. Ideologia e organizzazione dei fasci italiani all’estero (1920-1930)», en Storia Contemporanea, xxvi, 6, diciembre 1995.

[30] Aunque ya en 1922 existían grupos nazis en algunas ciudades fuera de Alemania como en Nueva York o en diferentes capitales de Suramérica, no sería hasta 1930 cuando el partido nacionalsocialista alemán, el nsdap, crearía una estructura en Berlín responsable de la acción exterior de las comunidades alemanas. Como decía anteriormente, esta estructura pretendería encuadrar a los alemanes residentes en el extranjero en delegaciones del nsdap en cada país, y lo haría como tal grupo nazi, y no con subterfugios legales o nominales como los Fasci italianos. Por otro lado, del mismo modo que los fascistas italianos, a partir de 1930 se enviaría a militantes nazis alemanes a las diferentes colonias alemanas diseminadas por Europa y el mundo para organizar las secciones locales y nacionales del nsdap. Además, y manteniendo el paralelismo con el objetivo italiano, las grupos nazis (estructurados en múltiples categorías) recibirían órdenes de mantenerse al margen de la política del país de acogida, ignorando hasta a los nazis o fascistas locales. Se trataba de incorporar a todos los alemanes en el exterior en el movimiento nazi y evitar la propagación de falsedades referentes a Alemania y su política. Por otro lado, y también como los Fasci, los grupos del nsdap no permitían la afiliación de personas no alemanas. Para una visión en conjunto de la actuación exterior alemana en este sentido, ver Donald M. McKale, The Swastika outside Germany, Kent, Ohio, 1977. Para casos específicos de encuadración nazi de una comunidad alemana en el exterior, ver, por ejemplo, el completo estudio de Richard Schwarz, Os alemães em Portugal, 1933-1945, Antília Editora, Porto, 2006.

[31] En 1923 se contabilizaban 4.315 fascistas en el extranjero. Cuatro años después, en 1927, había 487 Fasci.

[32] Entre los diversos Fasci existentes en el mundo, algunos llegarían a tener publicaciones propias como las siguientes: L’Italie nouvelle (París), Il Galiardeto (Berlín), Squilla italica (Lugano, Suiza), Voce d’Italia (Sofía, Bulgaria), XXX Ottobre (Londres), La nuova Italia (Bucarest), Giovinezza (Estados Unidos), Il Grido della stirpe (Nueva York), Alalà (Perú), La Patria degli Italiani (Río de Janeiro), Il Littore (Buenos Aires), La Patria (Caracas), La vedetta cirenaica (Bengasi), Libia fascista (Tripoli) y Il Piave (Beirut).

[33] En 1928 se contabilizaban 583 Fasci en todo el mundo repartidos de la siguiente manera: 289, Europa; 210, América; 49, África; 28, Asia y 7 Australia y Nueva zelanda.

[34] Para la trayectoria general de los Fasci en el exterior, ver, por ejemplo las obras contemporáneas de G. Bastianini, Gli italiani all’estero, Mondadori, Milán, 1939 y C. Di Marzo, Fascisti all’estero, Civiltà Fascista, Ed. Torinese, 1928. Para un análisis historiográfico posterior ver B. Bezza, Gli italiani fuori d’Italia, Franco Angeli, Milán, 1983; vvaa, L’Italia e la politica di potenza in Europa, 1938-1940, v. I, Marzorati, Milán, 1988; E. Santarelli, I fasci italinani all’estero (Note ed appunti), «Studiurbinati di storia filosofia letteratura», xlv,1-2-Roma, 1971 o E. Franzina y M. Sanfilippo (a cargo de), Il fascismmo e gli emigrati. La parabola dei Fasci italiani all´estero (1920-1943), Laterza, Roma-Bari, 2003. Para una visión hispánica del fascismo, ver E. Ucelay-Da Cal, «Introducción histórica a una categoría imprecisa: unas reflexiones sobre el “fascismo antes del fascismo” en perspectiva hispana», en J. A. Mellón (coord.), Orden, jerarquía y comunidad. Fascismos, dictaduras y postfascismos en la Europa contemporánea, Tecnos, Madrid, 2002, pp. 17-76 y, también de Ucelay-Da Cal, «Los orígenes del fascismo en España [:el militarismo]», en B. de Riquer y

[35] F. Espinet (eds.), Josep Fontana. Història i projecte social. Reconeixement a una trajectòria, Crítica, Barcelona, 2004, 2 vols., vol. 2, pp. 1830-1410.

[36] Para la cuestión de la creación del Fascio de Barcelona, es útil el artículo de C. Venza, «El Consulado italiano de Barcelona y la comunidad italiana en los inicios del fascismo (1923-1925)», Investigaciones históricas, época moderna y contemporánea, Universidad de Valladolid, 17, 1997, pp. 273-276.

El delegado fascista para España y Portugal, Ernesto Marchiandi, residía en la localidad de Aranjuez. Para la carta de Pavesio ver IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C8. Posteriormente, Marchiandi sería Comisario Nacional de Trabajo durante la República de Saló entre 1943 y 1945. También en 1943, sería enviado como inspector de los Fascios de Francia, Bélgica y Luxemburgo.

[37] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C8, carta fechada el 22-IV-1936.

[38] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C1-C4, carta fechada el 10-V-1925. El Cónsul Mazzini informaba al Ministerio de Asuntos Exteriores de la fundación del Fascio con fecha 12-V1925, afirmando que los integrantes eran personas «patrióticas y serias» con las cuales no tenía ningún problema. Diez días después de la carta de Marchiandi, era el mismo Fascio el que comunicaba al Consulado su constitución.

[39] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, B1-B2.

[40] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C1-C4. Carta-circular fechada el 13-VI-1925. Las circulares a las que hacía referencia eran del 7-V-1923 y del 4-IV-1925. Según señala M. Victoria Grillo, durante la década de los años veinte, los periódicos italianos antifascistas del exilio hicieron constantes avisos del intento del régimen de Mussolini de enviar emisarios con la finalidad de «transformar las embajadas y consulados en agencias del partido fascista» (L’Italia del Popolo, editado en Buenos Aires, 12-I-1926, en La proyección exterior del fascismo italiano (1930-1939)).

[41] Los firmantes del acta de fundación eran los siguientes: Amleto Luise, Enrico Dalla Rosa, Camillo de Filippo, C. A. Gullino, Carlo Carandini, Nino Buzzanca, Gaetano Foico, Camillo Tovani, Giuseppe Rapelli, Giovanni zanon, Renzo Collo, Mario Maragliano, Pietro Ballarini, Alfredo Santarini, Carlo Pironti, G. Renzo Bonavia, Pietro Lupi y Ferruccio Verdelli (IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C1-C4).

[42] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C1-C4, carta fechada el 7-VII-1925.

[43] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C1-C4, carta fechada el 30-IX-1925.

[44] Para este proceso, ver las cartas de Mazzini a Marchiandi del 1, 7 y 15-X-1925 (IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C1-C4).

[45] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 28, C7-D4, carta fechada el 14-IV-1926. La documentación existente no nos permite el acceso a las cartas anteriores enviadas por el Cónsul al delegado para España de los Fasci Italiani all’estero a las que hacía referencia Marchiandi del 21 de enero, 24 de marzo y 12 de abril de 1926.

[46] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35 C4 (cont.) C7, carta enviada al encargado de asuntos de la Embajada en Madrid, Guido Viola di Campalto y fechada el 22-IV-1926. Durante el mes de abril de 1926, la Associazione Nazionale di Combattenti enviaba a Barcelona a Carlo Barduzzi como fiduciario «para la organización de una sección de ésta» en Barcelona. Además, por orden de la Secretaría de los Fasci all’estero, debería realizar una conferencia de propaganda fascista (IISH, Fondo CNT-FAI, p. 28, A1-B1, carta enviada por el Ministerio de Asuntos Exteriores al Consulado en Barcelona y fechada el 22-IV-1926).

[47] En este sentido, el 5-IV-1926 el Cónsul enviaba un ejemplar de la citada propaganda fascista que «La Asociación “Fascio Italiano di Barcellona” se propone enviar en estos días a todos los miembros de la Colonia Italiana de esta Capital», al Gobernador Civil de Barcelona afirmando no contener «nada en contra de la Patria y las Instituciones [españolas].» (IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, B1-B2).

[48] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35 C4 (cont.) C7, carta fechada el 22-IV-1926.

[49] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, B1-B2, Fascio Italiano di Barcellona, n.º 1, firmado por el Directorio y fechado en abril de 1926.

[50] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C1-C4, carta fechada el 22-IV-1926.

[51] La carta citaba entre otras empresas: Pirelli, Metalgraf, Martini & Rossi, Cinzano, Banco di Roma, Ravera & Ricci Assicurazioni de Trieste e Venezia, Marelli, Fiat, Alfa Romeo, etc. (IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C4 cont. C7, carta fechada el 23-IV-1926).

[52] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 28, C1-C6.

[53] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 28, C7-D4, carta fechada el 29-VI-1926.

[54] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C1-C4, carta fechada el 20-X-1926.

[55] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 28, A1-B1, carta fechada el 1-XI-1926. Según un documento interno del Consulado, la publicación Il Legionario daría la noticia de la refundación del Fascio de Barcelona.

[56] IISH, Fondo cnt-fai, p. 35, C1-C4, carta fechada el 3-vii -1926. En los días sucesivos, el Cónsul enviaría copias de todas estas cartas al Ministerio de Asuntos Exteriores en Roma.

[57] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 28, C7-D4, carta fechada el 29-VI-1926.

[58] Durante los meses anteriores, se había producido la expulsión del pnf y de la presidencia de la Cámara de Comercio Italiana de Carlo Carandini, hecho que provocó una nueva polémica entre el Consulado y el Fascio (IISH, Fondo CNT-FAI, p. 28, C7-D4). Carandini escribiría directamente a Marchiandi defendiendo su fe fascista.

[59] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C1-C4, carta fechada el 20-X-1926.

[60] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 28, A1-B1, carta fechada el 1-XI-1926. Según un documento interno del Consulado, la publicación Il Legionario daría la noticia de la refundación del Fascio de Barcelona.

[61] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C1-C4, manifiesto fechado en noviembre de 1926. La refundación del Fascio, como se recordaba en una nota adjunta al manifiesto, implicaba la necesaria formalización de una nueva adhesión al ente. Es decir, la solicitud de admisión y la expedición de un nuevo carné. Este tramite se debería realizar el día 19 de noviembre a las 20 h. en la Casa de los Italianos.

[62] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C1-C4, informe del Cónsul de Barcelona enviado al Ministro de Asuntos Exteriores con fecha 2-XI-1926.

[63] Durante noviembre y diciembre de 1926, la concordia entre el Consulado y el Fascio fue total, si hacemos caso de los documentos existentes. Con fecha 7-XII-1926 se confeccionaba una lista de los empleados de Pirelli que realizaron donaciones al «Prestito del Littorio» que llegaron a la cifra de 50.000 Liras italianas.

[64] En aquel mismo informe el Cónsul hacía referencia a la fundación del Fascio delle Isole Baleari, presidido por el Cavallero Cabrer y del cual formaban parte algunos italianos allí residentes como el Sr. zeroni director del Gran Hotel, el empleado de dicho hotel De Sanctis, el ingeniero Cortazi y el Sr. Facchi (IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C1-C4).

[65] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C4 (cont.) C7, carta fechada el 21-VI-1927.

[66] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 28, C7-D4, carta fechada el 6-VII-1927.

[67] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C4 (cont.) C7, informe fechado el 24-XII-1927.

[68] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 29, B4-B6, 30-V-1928.

[69] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 29, B4-B6, 15-II-1929.

[70] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 29, B4-B6, carta fechada el 20-III-1929.

[71] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C4 (cont.) C7, carta fechada el 8-IV-1929.

[72] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C1-C4, 2-VII-1929.

[73] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C1-C4, carta fechada el 20-VII-1929.

[74] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 28, A1-B1, 8-III-1930. La carta incluía un informe físico del citado ciudadano y dos fotografías.

[75] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 29, B4-B6, 8-IV-1932.

[76] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C4 (cont.)-C7, 12-III-1930. En la carta también se especificaba que el Cónsul tenía que estar invitado a la asamblea.

[77] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 28, C7-D4.

[78] T. H. Koon, Believe, Obey, Fight. Political Socialization of Youth in Fascist Italy, 1922-1943, The University North Carolina Press, Chapell Hill & Londres, 1985, p. 28.

[79] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 29, B4-B6.

[80] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 28, C1-C6, la lista fue enviada por la Agencia Consular al Consulado en Barcelona el día 13-V-1927. En 1932, la cifra de cabezas de familia se había reducido a 32 (p. 35, C4 Cont. C7). El Agente Consular, Giuseppe Magaldi, pedía su ingreso en el pnf en enero de 1928 (p. 29, B4-B6). Por otra parte, en junio de 1929 realizaba la petición de afiliación al Fascio de Barcelona, que se hacía efectiva al mes siguiente (p. 35, C1C4). Para tener una perspectiva amplia de la importancia de la familia Magaldi en la colonia italiana de Girona a lo largo del siglo xx y principios del xxi, es ilustrativo que hasta marzo del 2008 (lo era desde 1988) otro miembro de la misma saga, Giorgio Magaldi, regentara el cargo de Vicecónsul honorario.

[81] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 28, A1-B1, carta fechada el 7-III-1929.

[82] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 28, A1-B1, carta fechada el 14-III-1929. Al margen de los diferentes intentos de crear una sección fascista en Girona, debe señalarse que la Agencia Consular, con el apoyo del Consulado en Barcelona, organizaría diferentes cursos de lengua italiana en 1931 y 1932 (el anuncio de dichas lecciones aparacería en los periódicos Diario de Gerona y L’Autonomista entre el 10 y el 17-X-1932). El curso se desarrolló en el Ateneu de Girona.

[83] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 28, A1-B1, carta fechada el 15-III-1929.

[84] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C8, carta fechada el 2-II-1934.

[85] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C8, carta fechada el 14-III-1934.

[86] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C8, carta enviada por el Consulado en Barcelona al Ministerio de Asuntos Exteriores y fechada el 6-IV-1934. Carlo Baratto se adhirió al Fascio de Barcelona en junio de 1929 (p. 29, B4-B6).

[87] Ibíd.

[88] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C8. Después de este documento, sólo encontramos una sola referencia de la Agencia Consular de Girona en la ya lejana fecha del 8-X-1936 en plena Guerra Civil, en la que el Consulado en Barcelona acusaba recibo de una donación de la colonia italiana gerundense de 248 pesetas oro ofrecidas a la «Patria». (p. 35, C4 cont. C7)

[89] La lista estaba formada por los siguientes nombres: Giovanni di Giuseppe Magaldi, Giuseppe di Giovanni Magaladi, Salvatore di Antonio Magaldi, Maddalena Magaldi, Maria Magaldi, Maria Albeverio, Nelida Albeverio, Vincenzo Luigi Albeverio, Carlo Baratto, Giacomo Baratto, Francesco di Michele Cerbino, Emilio di Francesco Januzzi (IISH, Fondo cntfai, p. 29, B1-B3). En 1941, la Agencia Consular todavía estaba regentada por un miembro de la misma familia: P. Magaldi («Festival Pro Viudas y Huérfanos del Ejército», El Pirineo, 22-X-1941).

[90] Sobre la politización en el ámbito infantil y juvenil, ver la obra ya citada de T. H. Koon, Believe, Obey, Fight. Political Socialization of Youth in Fascist Italy, 1922-1943, The University of North Carolina Press, Chapell Hill & Londres, 1985; C. Galleoti, Saluto al Duce: i catechismi del Balilla e della piccola italiana, Gremese, Roma, 2001 o G. Vecchiato, Con romana volontà. Cuando eravamo una maschia gioventú, Marsilio Editori, Pádua, 2005. Para una visión comparada de la politización de la juventud en diferentes estados totalitarios, ver el libro producto de las jornadas «Nens i joves en les dictadures europees», celebrado en la Universitat de Lleida del 21 de febrero al 4 de marzo del 2006, Conxita Mir, (ed.), Jóvenes y dictaduras de entreguerras. Propaganda, doctrina y encuadramiento: Italia, Alemania, Japón, Portugal y España, Editorial Milenio, Lleida, 2007.

[91] En el movimiento juvenil catalán, y especialmente el catalanista fuera del marco de los partidos políticos, el referente de la Opera Balilla, aunque tenido en cuenta, sería descartado rápidamente por su vinculación a un partido único. En cambio, tendrían un seguimiento mucho más importante modelos como los Boy Scouts británicos o los Sokols checoslovacos. éste sería el caso de la destacada entidad juvenil nacionalista Palestra, habitualmente acusada de fascista por cultivar el deporte, la cultura física y la preparación militar. Para dicha entidad y los debates que se desarrollaron alrededor de la dirección que debía tomar en la formación de la juventud catalana, ver Ll. Duran, Intel·ligència i caràcter. Palestra i la formació dels joves (1928-1939), Afers, Catarroja-Barcelona, 2007, pp. 45-67.

[92] La importancia de la encuadración de los niños y niñas italianos hasta la edad adulta haría que las cifras de miembros de los diferentos grupos existentes fueran de gran envergadura. Así, si a poco del establecimiento del fascismo, en 1924, sólo había 60.941 miembros, el crecimiento posterior sería muy destacable. En 1927 ya eran 1.236.201; en 1930, en 1.687.478; en 1931, 2.126.166; en 1932, 3.141.325; en 1934, 4.327.231 y en 1936, 5.510.815. En Dante L. Germino, Il partito fascista italiano al potere. Uno studio sul governo totalitario, Il Mulino, Bolonia, 2007, p. 143.

[93] En 1929, y en el contexto de la Exposición Internacional de Barcelona, una delegación de Balilla visitaría la capital catalana.

[94] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 28, A1-B1, informe fechado el 1-x-1928. El 22-XI -1928 se comunicaba a la sección barcelonesa del Grupo Giovanile Fascista de la publicación de la obra L’opera Nazionale Balilla, traducida al castellano. Pocos días después, se pedían 300 copias.

[95] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 28, A1-B1, informe fechado el 24-vi -1929. Pocos días después, se producían diferentes donaciones para el Grupo Juvenil Italiano entre las que destacaban la de 2.000 pesetas de Ernesto Carpi (11-vii -1929). Otra lista de donaciones sin fechar sumaba una cifra de 4.254,8 pesetas y 21 nombres de donantes.

[96] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, C4 (cont.) C7, 8-VII -1930.

[97] IISH, Fondo cnt-fai, p. 28, A1-B1.

[98] IISH, Fondo cnt-fai, p. 29, B1-B3, informe fechado en junio de 1932.

[99] El portavoz de erc, «La Humanitat» (Una manifestació feixista?), recogía esta noticia el 23-III -1933. Según el artículo, el día anterior, un diputado de la usc en el Parlamento catalán dio a conocer un folleto en el cual se convocaba a las Juventudes Italianas de Barcelona a una excursión a la localidad cercana a Barcelona de Les Planes para realizar una jornada fascista. La convocatoria, por lo visto, se celebraría y produciría la aparición en el centro de la ciudad de una cantidad significativa de jóvenes uniformados fascistas que, según la crónica, proferirían gritos contra la República Española y a favor de Mussolini. Seguía afirmando el texto que la información fue puesta a disposición del Consejero de Gobernación, Joan Selvas, para evitar la realización de más actos similares. Por otro lado, el artículo criticaba el Consulado italiano afirmando que la legación ya conocía dicho acto.

[100] IISH, Fondo CNT-FAI, p. 35, B1-B2.

[101] La importancia del Dopolavoro en la Italia fascista puede verse en las cifras de miembros que tenía al inicio de la II Guerra Mundial. Así, si en 1926 eran 280.548 los afiliados y en 1932, 1.775.570, en 1940 eran 4.612.294 (Dante L. Germino, Il partito fascista italiano al potere. Uno studio sul governo totalitario, Il Mulino, Bolonia, 2007, p. 99).

[102] IISH, Fondo cnt-fai, p. 29, B4-B6.

Cataluña bajo vigilancia

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