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TEXTEANDO

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Texteaba, texteaba, texteaba. Ella texteaba por la mañana, por la tarde, por la noche. Idealmente textearía 24 horas al día, todos los días. Lamentablemente, por razones biológicas, a veces necesitaba dormir. También necesitaba alimento, pero eso no era un obstáculo pues seguía texteando mientras comía. A veces salía para hacer algunas diligencias inevitables, pero en esos casos continuaba texteando mientras caminaba, conducía, o compraba.

Texteaba a todo el mundo: amigos (de carne y hueso o virtuales), conocidos (o desconocidos), compañías (grandes o pequeñas), e instituciones (de cualquier índole).

Esa tarde estaba en su cuarto texteando con especial brío. Estaba tan concentrada en su actividad que no prestó atención a los ruidos de afuera, ni siquiera a las sirenas. No notó que la temperatura subía. Ignoró el humo que viciaba el aire del lugar.

No reaccionó, seguía texteando. Después de un rato, sofocada por el humo, se desvaneció..

A pesar de sus esfuerzos, lo único que pudieron hacer los bomberos fue evitar que el incendio se propagara a otras viviendas. El edificio fue pasto de las llamas. Las pérdidas materiales y humanas fueron totales.

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