Читать книгу Proceso a la leyenda de las Brontë - Aurora Astor Guardiola - Страница 6

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INTRODUCCIÓN

Este libro parte de la hipótesis de que la leyenda de las hermanas Charlotte y Emily Brontë no sólo se ha apropiado de sus vidas, sino también de los entornos físicos en los que éstas transcurrieron, afectando a la vez a buena parte de los lugares literarios de su obra. Aunque al hablar de las Brontë en general también debe incluirse a Anne, la hermana pequeña y también escritora, mi investigación no la recoge porque creo que apenas ha sido afectada por la leyenda, probablemente porque Jane Eyre y Wuthering Heights alcanzaron un éxito y difusión superiores a los de su obra. Por otra parte y desde el principio, tanto la crítica literaria como los trabajos de divulgación han prestado más atención a la vida y obra de sus hermanas, lo que ha repercutido a su vez en la transmisión de la leyenda.

Entre otras muchas cosas, la leyenda cuenta que Charlotte y Emily tuvieron una infancia y adolescencia infelices porque vivieron prácticamente recluidas en la fría y siniestra casa parroquial de un remoto pueblo de Yorkshire. También cuenta que su temprana muerte se debió a la austeridad de su existencia y a la proximidad de un cementerio que no sólo contaminó su cuerpo sino también su espíritu. A lo largo del tiempo, esta leyenda ha transmitido la idea de que los entornos físicos que las rodearon eran lugares de muerte y desolación que determinaron su creación literaria. Estos entornos son, sobre todo, la pequeña población de Haworth, al noroeste de Yorkshire, la casa parroquial conocida como Haworth Parsonage, en donde crecieron y vivieron durante casi toda su vida, y los páramos próximos a ella. Creo que estos entornos han sido robados, asfixiados o sutilmente sometidos en interés de la leyenda, obviando su naturalidad y su derecho a existir por el simple hecho de pertenecer a una tierra y un momento histórico concretos. Mi objetivo es por tanto la búsqueda y recuperación de estos lugares con el fin de devolverles su dignidad, liberándolos con ello del férreo yugo estético y cultural de la leyenda. Por otra parte, al confundir la biografía con la ficción, la leyenda ha afectado también a la crítica literaria, que ha incidido, especial y casi exclusivamente, en el valor simbólico de los lugares literarios, cuyo arraigo y pertenencia a una época y región concretas raramente han sido analizados con profundidad como recurso literario evocador del espíritu de la tierra de donde surgen.

Esta investigación trata de los entornos físicos de las Brontë, incluyendo por tanto el paisaje, término que en este ámbito requiere una breve aclaración introductoria. Al hablar del paisaje, tendemos a pensar en lo que, culturalmente, se entiende por naturaleza, es decir, en ese mundo externo formado por los cielos que con su luz u oscuridad nos acogen cada día, en las montañas cuyos nombres aprendimos a reconocer sobre un atlas escolar, en los espacios verdes o desérticos, amados u olvidados dependiendo de cuál ha sido nuestra relación con ellos. Pero el paisaje de las personas, el verdadero paisaje humano, va más allá de esta naturaleza sin la que no podría existir. Aunque pertenecen a la tierra y forman parte de ella, su paisaje no sólo consta de lo que el término naturaleza abarca: montañas, árboles, ríos, lluvia, desiertos o praderas. Biológicamente, el ser humano es naturaleza, pero su paisaje también viene conformado por elementos muy diversos relacionados con su devenir: su propia historia como hombre, que es lo que, precisamente, establece la diferencia entre él y el resto de seres vivos que habitan la tierra. Por eso, al hablar del ser humano, hemos de considerar no sólo la naturaleza que le rodea sino también el entorno artificial creado por él mismo a través de su voluntad y su intervención. Esta combinación de espacios que lo envuelven es lo que, genéricamente, se conoce como entorno, término al que me referiré frecuentemente y con más atención al hablar de los lugares físicos que rodearon a Charlotte y Emily Brontë y de las relaciones que con ellos establecieron.

Tanto las hermanas Brontë como su obra han sido abordadas por la crítica desde todas las perspectivas posibles y en momentos históricos muy diferentes. Ante semejante legado parece difícil, y hasta temerario, intentar aportar nada nuevo al inmenso caudal de información que sobre ellas existe. Sin embargo, quizá se ha hablado demasiado, aunque sin profundizar realmente, acerca de los espacios físicos anteriormente mencionados. A pesar de la abundancia de referencias a estos lugares, llama la atención la falta de aproximaciones específicas que los recojan como un todo, incluyendo, por ejemplo, las características geológicas de la región o las técnicas constructivas de su arquitectura, pues sólo ellas pueden dar cuenta de la escasez de masa boscosa de los páramos o del gris acerado de la piedra del Parsonage, características en las que tanto se han explayado la leyenda y la crítica, casi siempre peyorativamente y sin aportar nada nuevo. De aquí que haya sido la leyenda, antes que las circunstancias geográficas o históricas, el factor determinante de tópicos tan manidos como, por ejemplo: «las Brontë se criaron en una horrible casa gris, murieron jóvenes debido a la proximidad de un cementerio que infectaba el agua que bebían o, creciendo en semejante entorno, ¿cómo hubiera podido escribir Emily algo distinto a la macabra novela Wuthering Heights?». A pesar de la incuestionable seducción de la leyenda, cuando se respeta la breve estancia en la tierra de las Brontë, que fructificó en una producción literaria ya clásica, y cuando se ha aprendido a apreciar e interpretar la arquitectura y los paisajes, resulta inevitable no cuestionar la leyenda o analizar sus efectos. Y es que, desde sus inicios, la leyenda de las Brontë ha penetrado, subrepticia y sutilmente, buena parte de las investigaciones en torno a sus circunstancias personales, al tomar como datos fiables afirmaciones que no siempre corresponden a la realidad y que, a lo largo de los siglos, han ido saltando de unos textos a otros de forma inexplicable, quedando atrapadas para siempre en el inconsciente colectivo. Pero quizá lo más inquietante es que la obra literaria ha recibido también el impacto de una leyenda que se originó en torno a la familia Brontë, confundiéndose con ello a las personas reales con los personajes de ficción. Tampoco los entornos físicos se han librado de los efectos negativos de este entramado: desde la publicación en 1857 de la biografía de Mrs. Gaskell, The Life of Charlotte Brontë, indudable impulsora original de la leyenda, la pequeña población de Haworth, la casa parroquial y los páramos se han convertido en lugares de peregrinación, tanto para el visitante interesado por la literatura como para el turista convencional. Los efectos de semejante fenómeno son difíciles de evaluar, sobre todo cuando tantos otros lugares han sido objeto de la misma explotación interesada.

Dado el alcance de los efectos de la leyenda sobre los entornos físicos, a lo largo de las páginas de este estudio se hace un seguimiento de su dispersión, observando su inercia a lo largo del tiempo, tanto en el tratamiento de la crítica literaria más académica como en la percepción de observadores más casuales o fortuitos. De la superposición, contraste y análisis de los múltiples puntos de vista considerados se espera concluir que, a pesar de su popularidad, la leyenda ha influido injusta y negativamente en los entornos físicos relacionados con estas escritoras. La aproximación a estos entornos naturales y humanos se sustenta en una perspectiva ecocrítica que requiere la utilización no sólo de fuentes específicas relacionadas directamente con las Brontë, sino de textos de disciplinas tan diferentes como, por ejemplo, la filosofía, la geografía, la geología, la psicología o la arquitectura. Su intercalación entre las voces de la crítica y la leyenda trata de orientar la mirada en busca de perspectivas más serenas y coherentes que recuperen la identidad de los entornos.

Proceso a la leyenda de las Brontë

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