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LECCIÓN 1

Trabajar es vivir

Un buen economista callejero entiende que el problema fundamental de la existencia humana es el económico. Esta afirmación puede ser muy poco romántica, incluso materialista y resultar descabellada para quienes sostienen que la vida espiritual, los afectos o el intelecto son más importantes que la mera economía. Pero, cuando se dice que el aspecto económico es primordial para la existencia humana, se afirma que, para vivir, lo primero que debemos resolver es la escasez de recursos. Comer, por ejemplo, es un asunto económico ya que implica conseguir o crear recursos para subsistir. De eso depende todo lo demás, incluso la vida cultural y espiritual. Sin alimento pereceremos al poco tiempo. La comida es un recurso escaso, que no se encuentra de forma ilimitada como el aire que respiramos y obtenemos sin esfuerzo alguno. Por lo mismo, el aire no es un recurso económico, aunque sea igual o más importante incluso que la comida.

Las sociedades que han resuelto las necesidades básicas −alimento, ropa y vivienda− de, al menos, algunos sectores de la población, son aquellas que tienen recursos disponibles para producir arte, cultura, literatura y también ciencias avanzadas. Tal como la producción de comida, el desarrollo de todas esas áreas dependerá de recursos escasos y, por tanto, serán también parte del problema económico.

Del mismo modo que alimentarnos es un problema económico, poder ir a la ópera, viajar, acceder a un medicamento o tener un avión privado, resultan también ser parte del problema económico, pues todos implican recursos limitados para satisfacer necesidades o deseos individuales, aun cuando algunos de ellos sean más importantes que otros. En pocas palabras, bienes económicos serán todos aquellos que sean demandados y a la vez escasos. Y aunque comer es más urgente que ir a la ópera o tener un avión privado, todos ellos comparten el hecho de formar parte del problema económico. Ni la comida, ni la música, ni los aviones, están dados como el aire que respiramos.

Ahora bien, el solo hecho de que la comida sea un recurso limitado, es decir que debe ser producido para satisfacer una necesidad vital, nos obliga a trabajar para obtenerlo. Lo mismo ocurre con todos los demás recursos o bienes escasos que deben ser creados para satisfacer nuestras necesidades o deseos. En este sentido podemos decir que vivir y trabajar son tan inseparables como el aire y la respiración. Antiguamente, las tribus cazadoras y recolectoras salían a buscar frutos y a cazar sus alimentos, para lo cual debían fabricar armas, elaborar estrategias de cacería, recorrer campos y bosques, etcétera. Todo eso implicaba esfuerzo y trabajo. En el caso de los pueblos agrícolas, debían desarrollar tecnologías de riego, construir canales, sembrar, cosechar y así sucesivamente. Actualmente ocurre algo similar, salvo porque, gracias al libre mercado, jamás ha habido menos personas en la miseria, en el porcentaje de la población mundial, a pesar de su multiplicación sin precedentes. La industrialización e innovación han hecho posible que vivamos mejor trabajando menos horas, pero no se ha eliminado la necesidad de trabajar, porque los recursos para vivir deben ser producidos tal como hace miles de años. Si en el futuro la inteligencia artificial permitiera producir cantidades suficientes de recursos, eventualmente se podría resolver el problema económico y nadie tendría que trabajar. Todos podrían dedicarse a actividades de recreación, porque los recursos para cubrir las necesidades materiales se encontrarían disponibles gracias a la producción que hacen las máquinas.

Pero mientras ello no ocurra, un buen economista callejero debe tener claro que siempre se debe trabajar; y no en cualquier cosa, sino en labores productivas. Se trata de realizar trabajos que creen o sirvan para crear bienes o servicios que otros demanden, pues solo eso le permitirá, a quien produce, adquirir parte de lo que otros producen para poder vivir. Si una persona se dedica a contar las nubes del cielo, no tiene derecho a exigir que se le remunere por aquello, pues nadie demanda o requiere lo que está haciendo. Si en cambio se dedica a hacer música que otros pagan por escuchar o cazar aves cuya carne es demandada para comer, entonces podría obtener un ingreso, que le permitiría vivir de su esfuerzo o trabajo.

El economista callejero

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