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3. La Guerra del Pacífico.

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Durante el desarrollo de la Guerra del Pacífico, llamada por algunos la Guerra del Salitre, Pisagua fue escenario de uno de los hechos destacados de las armas chilenas.

El puerto de Pisagua fue bombardeado en más de una oportunidad por unidades de la Armada chilena. En la primera, el 18 de abril de 1879, se presentaron en la bahía de Pisagua el blindado “Blanco” y la “O”Higgins”:

“(…) Los cañones de los buques hicieron fuego sobre la población, que en pocos momentos quedó destruida en parte, por las bombas y por el incendio que éstas produjeron”.

“(…) Aquel espectáculo era aterrador; los ancianos, los niños y las mujeres pudieron huir a tiempo, se refugiaron en los cerros vecinos”3.

El 23 de julio de 1879, el “Cochrane” y la “Magallanes” bombardearon por segunda vez el puerto de Pisagua. Es conveniente destacar que el mando chileno comunicó –previo al bombardeo- a las autoridades de Pisagua el objetivo de la acción: destruir las lanchas e instalaciones portuarias.

El 2 de Noviembre la Escuadra chilena bombardeó por tercera vez la Caleta, acción previa al Asalto y Toma definitiva de Pisagua.

Después de la Campaña Marítima y de obtener el control del Mar, Chile se abocó a los planes de invasión de la Provincia. Así, la Campaña de Tarapacá se convertía en el segundo paso de la estrategia militar chilena.

La pérdida del poder naval produjo una profunda impresión en Perú, aunque también en Bolivia. Sin embargo, “(…) en el Perú la impresión fue mucho mayor: Grau era su orgullo y el Huáscar su gloria… las costas quedaban a merced del enemigo, podía desembarcar donde quisiera”4. El dominio del mar determinó la Campaña Terrestre de Tarapacá.

El ejército expedicionario se embarcó en Antofagasta a mediados de Octubre de 1879, bajo las órdenes del Coronel Emilio Sotomayor. El 28 de Octubre, los preparativos estaban listos.

El Perú estaba en una situación difícil, podía perder Tarapacá. Además, la Guerra se desarrollaría en adelante en territorio peruano.

Según Gonzalo Bulnes, el Presidente de Chile, Aníbal Pinto, pensaba que el objetivo militar debía ser la Provincia peruana de Tarapacá. Ahora bien, “(…) para llevar a efecto la idea esencial de la operación, había que tomar una posición del interior con agua y llegar rápidamente a ella por ferrocarril. Había en Tarapacá tres lugares apropiados con estos requisitos: Patillos, que comunicaba la costa con el Pozo de San Lorenzo: Iquique, unido con la Noria y con Pozo Almonte, y Pisagua, con Dolores”5.

El 28 se embarcó el Ejército Expedicionario en Antofagasta. Aunque existen diferencias en las cifras dadas por historiadores chilenos y peruanos, las tropas ascendían aproximadamente a 10.000 hombres. El ejército chileno se componía de “(…) una división de 4.890 hombres de Infantería y Artillería para bajar en Pisagua; una de 2.175 para hacer lo mismo en Junín y otra de 2.500 plazas quedó en reserva”6. Según Barros Arana, las tropas alcanzaban” (…) en número de cerca de diez mil hombres de las tres armas, y el 26 de Octubre se procedió a su embarque en la escuadra (…)”7. El historiador peruano Mariano Felipe Paz Soldán, expresa que “(…) el Ejército de desembarco constaba… de 10.000 hombres apoyados por una escuadra para combatir con una Plaza no fortificada y defendida por sólo 1.135 hombres”8. Por otro lado, el entonces Embajador de Italia en el Callao, Tomás Caivano, expresa que la Escuadra chilena se componía de 19 buques… sobre cuyos puentes viajaba un ejército de más de 10.000 hombres (…)”9.

Pisagua, pequeña caleta de unos mil habitantes, se encuentra a los pies de cerros de 150 a 200 metros de elevación, que configura una especie de anfiteatro a orillas del mar. Se desplaza entre faldas de cerros y superficies relativamente planas a orillas del mar, rodeada por alturas áridas y peladas10.

El Estado Mayor del Ejército chileno, al mando de Emilio Sotomayor, eligió Pisagua para el desembarco por razones estratégicas, pues ofrecía la posibilidad de cortar de dos partes a los ejércitos de la Alianza en la Provincia de Tarapacá, acantonados principalmente en Arica e Iquique. Además ofrecía la ventaja de contar con el Ferrocarril, medio de transporte de vital importancia en el desarrollo de la Campaña. El plan era perfectamente estratégico, además de su ejecución dependía el éxito de la Campaña de Tarapacá. Por otro lado, se requería de tropas disciplinadas, de excelente preparación y de un espíritu resuelto, dispuestas a no retroceder ante ningún peligro, condiciones que el Ejército chileno lució con gallardía y patriotismo a toda prueba, en las batallas de la Campaña de Tarapacá.

El Plan del Estado Mayor del Ejército chileno contenía como objetivos fundamentales: desembarcar e invadir la Provincia de Tarapacá por un lugar estratégico, de cuya ejecución dependía el éxito de la Campaña; contar con un medio de transporte, el ferrocarril, que comunicara la costa con el interior; y asegurar el abastecimiento de agua, elemento vital en una zona desértica.

El Jefe del Estado Mayor era el Coronel Emilio Sotomayor y de la Caballería el General Manuel Baquedano. El Comandante en Jefe del Ejército Chileno era el General Erasmo Escala.

El 2 de Noviembre de 1879, la Escuadra Chilena inició el Bombardeo de Pisagua:

“(…) A las 7 A.M. los Buques entraron al bahía y mientras el Cochrane y la O”Higgins (con Latorre y Montt) atacaban el fuerte sur, la Magallanes y la Covadonga (con Condell y Orella) disparaban sobre el fuerte norte, cuyo cañón quedó fuera de combate rápidamente. En el fuerte sur la resistencia se hizo más obstinada y sólo se rindió a las 8 A.M. el Convoy de botes se atrasó y el bombardeo debió reanudarse. Finalmente, a las 10 A.M. se dirigió a la playa una flotilla de botes y lanchas guiadas por Simpson, llevando 400 hombres (…)”11.

Las primeras tropas que desembarcaron e iniciaron el ataque sobre Pisagua, estaban al mando del Coronel Ricardo Santa Cruz. Constituían estas tropas “(…) hombres tomados de un batallón de Zapadores y de un batallón denominado Atacama, compuesto por los vigorosos y ájiles mineros de Copiapó… (que) a pesar del nutrido fuego de rifle que se les dirijía desde las rocas vecinas, esos soldados pisaron tierra, plantaron en una pequeña altura el pabellón de Chile y emprendieron la persecución de las guerrillas enemigas que estaban allí cerca”12.

Protegidos por el fuego de la Escuadra, desembarcaron dos contingentes más tropas, las cuales iniciaron el ataque definitivo a Pisagua.

“(…) Con la presencia del tercer convoy en tierra, comenzó el Asalto por los caminos en espiral hasta las alturas de Hospicio. La gran dificultad de los chilenos no era tanto vencer, sino trepar en un día caluroso posiciones escalonadas con mucha gradiente. Esa admirable empresa fue ejecutada en menos de dos horas… distinguiéndose entre esos audaces escaladores de cerros, los mineros del Atacama, que llevaban la delantera.

“(…) A las tres de la tarde se divisó desde los buques una bandera chilena clavada en Hospicio, según se aseguró por el Subteniente del Atacama Rafael Torrealba”13.

El Asalto y Toma de Pisagua fue un completo éxito, en donde se cubrieron de gloria las armas chilenas. La parte del Ejército aliado que defendía Pisagua quedó totalmente aniquilada. Por otro lado, parte de las tropas peruanas y bolivianas ante el empuje y valentía de los chilenos, huyeron al interior en completa desorganización.

“(…) Los soldados chilenos treparon, sin embargo, por aquellas escabrosas laderas, recibiendo el fuego que se les hacía desde las alturas; pero cuando llegaron arriba, arrollaron toda resistencia, saltando sobre los parapetos, plantando en ellos el pabellón chileno para que la escuadra suspendiese sus fuegos, y poniendo al enemigo en la más completa dispersión. El combate había durado en tierra cerca de cinco horas. El general Villamil, el coronel Granier, ambos bolivianos, jefes de la guarnición de Pisagua, y el general peruano Buendía, general en jefe de todo el ejército aliado de Tarapacá, que se hallaba ese día en esa plaza, huyeron al interior con los dispersos, dejando el campo sembrado de cadáveres, y en poder de los chilenos, unos setenta prisioneros entre oficiales y soldados (…)”14.

Según Gonzalo Bulnes, “(…) es justo reconocer que la guarnición de Pisagua resistió con entereza”. Este mismo autor expresa que “(…) la operación militar tuvo un éxito completo a costa de poca sangre: 59 muertos y 173 heridos”15. Respecto a las bajas chilenas, Diego Barros Arana, expresa que “(…) habían tenido una pérdida de 350 soldados entre muertos y heridos”16. Sin embargo, independiente de las diferencias en las cifras proporcionales, el hecho significativo es el éxito del plan, la Toma de Pisagua. El éxito en el Asalto y Toma de Pisagua tuvo implicancias de vital importancia: se abrió la puerta para la campaña de Tarapacá; se controló el ferrocarril, medio de transporte para movilizar las tropas al interior y se logró una eficiente comunicación con las aguadas del interior, de vital importancia en el desarrollo de la Campaña. Por otro lado, desde el punto de vista táctico militar, significó cortar las tropas aliadas acantonadas en Tacna y Arica de Iquique, a Daza de Buendía.

El Asalto y Toma de Pisagua fue un hecho heroico para las armas chilenas, una acción donde quedarían de manifiesto las cualidades del soldado chileno y que en las posteriores acciones de la Guerra del Pacífico darían honor y gloria a nuestro país. Fue el inicio de las gloriosas gestas del Ejército chileno, que culminarían con la victoria sobre la Alianza.

Vida, pasión y muerte en Pisagua

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