Читать книгу Monjes mártires de Argelia - Bernardo Olivera - Страница 6
ОглавлениеIntroducción
Han transcurrido ya 23 años desde la pascua de nuestros hermanos monjes del Atlas. Y, no solo de ellos, sino también de otros religiosos y religiosas que ofrecieron sus vidas en la Iglesia contemporánea que vive y peregrina en Argelia. Además, han sido tantos los argelinos asesinados y desaparecidos, que la historia nunca se acabaría de contar, pero mi propósito en este libro es mucho más modesto.
No se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino para que alumbre con su luz, y esto es lo que deseo hacer con una nueva edición de este libro que surgió al ritmo de los acontecimientos. Creo que el valor del testimonio de nuestros hermanos monjes no puede agotarse en el ámbito familiar monástico y menos aún, en el de la Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia, conocida comúnmente con el nombre de Trapense.
Podemos pensar que la muerte de un puñado de hombres no significa gran cosa en el violento y bélico mundo de hoy, pero no toda muerte es una mera desaparición, sino que, por el contrario, hay quienes muriendo comienzan a vivir. Este es el caso de nuestros hermanos trapenses asesinados en Argelia en mayo de 1996; ellos no están solos, sino que representan a muchísimos otros que, por su forma de confrontar lo último, nacieron muriendo.
Para comprender cómo vivimos los monjes y monjas cistercienses lo sucedido en Tibhirine en 1996, hay que ubicar el hecho en el contexto mayor de la Orden. Ese mismo año, otras dos comunidades vivían una situación similar: la comunidad de Mokoto en la República Democrática del Congo y la de Marija Zvijezda en Bosnia-Herzegovina.
Poco antes de lo acontecido en el Monasterio de Tibhirine en Argelia, la comunidad de Marija Zvijezda se encontró en medio de lo que se llamó “Guerra de Bosnia”. Me refiero al conflicto internacional que se desarrolló en la actual Bosnia y Herzegovina entre el 6 de abril de 1992 y el 14 de diciembre de 1995, se trató de una guerra causada por una combinación de factores políticos y religiosos que siguieron a la caída del comunismo en la antigua Yugoslavia. La comunidad monástica de Marija Zvijezda a pesar de que ya se les había preparado un lugar de acogida en Austria decidió sin vacilación alguna permanecer en su monasterio.
Diferente fue la suerte corrida por los hermanos de Mokoto en el Congo, que debieron huir a la ciudad de Gomá, para salvar sus vidas, justo antes de que el monasterio fuera atacado y destruido totalmente por haber acogido y prestado ayuda a refugiados de la etnia Tutsi. Los monjes pudieron volver a su monasterio, ya restaurado, muchos años más tarde.
En mi corazón y oración, las tres comunidades estaban unidas por una vivencia similar, aunque en circunstancias diferentes. No obstante, la documentación que poseemos sobre los hermanos de Tibhirine nos ofrece una visión única que no encontramos en los casos anteriores.
Tuvo que pasar un poco de tiempo para llegar a comprenderlo en toda su hondura. La resonancia del acontecimiento Tibhirine, tanto en la Orden cuánto en el mundo, ha sido y sigue siendo proporcional a la profundidad de la experiencia vivida por los hermanos en la donación de sus vidas.
La investigación judicial, iniciada en diciembre del 2003, continúa trabajosamente su curso. El poco interés inicial de la política francesa y las resistencias por parte del gobierno argelino, obstaculizaron el excelente trabajo hecho por el Juez de la causa, Marc Trévidic.
Entre los años 2007 y 2010, Trévidic se reunió con cada uno de los “actores” franceses del acontecimiento (embajador, ministro...), y fueron apareciendo asimismo otros “testigos” de lo sucedido.
En junio del 2009 y a raíz de las declaraciones de un importante jefe militar francés, Nicolás Sarkozy (Presidente de Francia) prometió liberar del “secreto de defensa” numerosos documentos oficiales y en noviembre de ese mismo año lo lleva a cabo con 105 documentos.
En septiembre del 2010, la película De dioses y de hombres, aunque evita entrar hondamente en el tema de los autores de la muerte de los monjes, sensibiliza la opinión pública sobre la trascendencia de estos sucesos.
En el mes de octubre del año 2011, el Juez Trévidic se encontró con la parte civil de la petición de investigación judicial, entre ellos los representantes de las familias de los monjes, y pidió su consentimiento para hacer un reconocimiento de los restos mortales en el cementerio del monasterio. A pesar de contar con la autorización del Gobierno argelino, en el marco de relaciones judiciales bilaterales, la fecha del reconocimiento fue postergada un par de veces dilatando así el momento de tomar las muestras.
Finalmente, el 14 de octubre de 2014, el Juez francés, acompañado de algunos peritos y bajo la supervisión de un magistrado argelino, procedió a la extracción de las muestras necesarias para establecer la identidad de los restos, además de la fecha y causa de la muerte. Pero, 10 días más tarde, el 24 de octubre, el abogado de las familias de las víctimas, Patrick Beaudoin, en una conferencia de prensa en París, denunciaba que el gobierno argelino había confiscado las pruebas.
Luego de casi dos años de forcejeo, idas y venidas, las autoridades argelinas decidieron consignar a su homólogo Francés las “muestras” obtenidas en el otoño del 2014 de los restos mortales de los monjes de Tibhirine. El minucioso estudio efectuado confirmó algunos datos importantes: 1) Los monjes no murieron degollados, la decapitación tuvo lugar post-mortem; 2) El hecho de que los cuerpos nunca hayan aparecido permite sospechar el ocultamiento de datos; 3) Con toda posibilidad los despojos fueron enterrados previamente a su aparición pública; 4) Es muy probable que la muerte hubiera tenido lugar entre el 25 y 27 de Abril, es decir, unas cinco semanas antes de ser descubiertos.
Al momento presente, la falta de cooperación del gobierno de Argelia no ha permitido escuchar la voz de los testigos residentes en ese país. Sólo así se podrán tener todos los elementos para esclarecer las circunstancias del rapto, desaparición y muerte de los monjes.
Por otro lado, la causa de beatificación, introducida en el 2005, y entregada a Roma en el 2013, llegó finalmente a su conclusión. El anuncio oficial fue hecho el 27 de enero del pasado año 2018. Y se estableció el 8 de diciembre de ese mismo año como fecha para la solemne beatificación.
No fue fácil “demostrar” el martirio de nuestros hermanos, según la normativa canónica vigente, pues sea que el autor de la muerte haya sido el fundamentalismo islámico o, como parece más probable, los servicios de inteligencia del ejército, no resulta evidente que el motivo predominante haya sido el “odio a la fe”. Pero, el odium fidei puede también entenderse como el odio al comportamiento inspirado por la fe cristiana vivida en toda coherencia.
Por lo mismo nada impidió que fueran reconocidos como autén-ticos “mártires del amor”: amor por el pueblo argelino y la Iglesia en Argelia. Así lo creía sin vacilación el Papa Juan Pablo II cuando años atrás nos había dicho: sono martiri, sono martiri!
En la edición de este libro he reunido algunas cartas y conferencias que se refieren a los siete monjes y, por lo mismo, a tantas otras personas consagradas en la vida religiosa. Los textos, que alternan relato y reflexión, pretenden ser textos teológicos y por eso he preferido presentarlos tal cual fueron escritos, consciente de que incurro en algunas repeticiones.
Teología, sí, es decir: la fe que busca luz para arder e incendiar. No se trata de refinar conceptos para definir la realidad conociéndola delimitada y unívocamente, sino que se trata de tocar la vida en su crudeza y gloria para encontrar huellas del paso de Dios en nuestra historia.
Un día viernes, más infame que santo, moría en la cruz, como uno más, desfigurado y ultrajado, Jesús de Nazaret. Ante esa ignominia, alguien, un centurión pagano, pudo describir la dignidad de ese hombre y exclamó: “¡Verdaderamente era Hijo de Dios!” Estas páginas han sido escritas con este fin: mostrar que la dignidad y trascendencia humana es capaz de vencer a la muerte y de revelar el tierno amor de Aquel que nos creó.
Ex Abad General de la OCSO
6 de agosto de 2019