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PRÓLOGO

Hoy en día nadie pone en tela de juicio que la Iglesia latinoamericana ha hecho un camino de “autoconciencia” en lo que respecta a la religiosidad del Pueblo de Dios y de los pueblos que habitan la tierra. Desde el inmediato postconcilio hasta la reunión del Episcopado latinoamericano en Aparecida, el camino –tal como se ve reflejado en los documentos del magisterio– ha sido una “peregrinación” en el mejor sentido de la palabra (como camino comunional de búsquedas y encuentros).

Pero los documentos del magisterio –que en sí mismos son también un reflejo de esta autoconciencia– no son lo único que se debe tomar en cuenta. El Pueblo de Dios en su conjunto también ha ido haciendo un proceso largo y a veces penoso (pienso aquí en las repercusiones de actitudes clericales como querer “limpiar” los templos de santos o de llamar “superstición” a muchas de las prácticas de la piedad popular). En algunos casos han sido caminos de “resistencia” y, en muchos otros, han sido procesos de adaptación e incorporaciones culturales. Para citar un ejemplo, no cabe duda de que la creciente urbanización que se produjo en América Latina desde los años sesenta y que hoy contemplamos en nuestras megápolis propició diversos rostros para las expresiones de la piedad o la mística popular.

Este nuevo libro que nos presenta Bernardo Olivera –monje trapense y actual abad del monasterio de Azul, en la provincia de Buenos Aires– vuelve a recorrer, en cierto sentido, la “peregrinación” a la que aludíamos más arriba. El padre Bernardo ya había escrito brevemente sobre el tema de la piedad católica en los años 1980 y 1989. (1) También lo había hecho, desde diversas perspectivas, sobre la Mística Cristiana. (2) Ahora en este libro nos invita a recorrer el camino de una nueva síntesis entre la espiritualidad cristiana, la piedad popular y la dimensión mística de la fe. Nos ayuda de esta manera a recibir y a agradecer como un don la dimensión mística y sapiencial de la espiritualidad de nuestro pueblo. Es por ello que el libro lleva por título Espiritualidad y mística popular católica.

El camino que vamos recorriendo a lo largo de las tres partes del libro, que se encuentran íntimamente relacionadas, nos presenta diversos testigos y escenarios históricos, distintos modos de aproximación al ser humano y a su sed de trascendencia. Nos salen al encuentro las etimologías griegas y latinas; la palabra de Dios comprendida, rumiada y saboreada; la historia de nuestra Patria Grande y de sus pueblos originarios; los santos latinoamericanos, en particular san Juan Diego; los Papas de estos últimos tiempos, el beato Pablo VI, san Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco; teólogos contemporáneos, Padres de la Iglesia y sus Doctores y Doctoras; particularmente presentes están los padres de la tradición cisterciense, en los que Bernardo Olivera ha bebido como en “el propio pozo”. En fin, los paisajes por los que vamos “peregrinando” poco a poco nos van conduciendo a la convicción de “la indiscutible presencia, en América Latina, de una espiritualidad y de una mística popular cristiana y católica, portadora de una Buena Noticia con innegable fuerza evangelizadora”.

El papa Francisco, también testigo ocular de estas realidades en el Pueblo de Dios, durante su reciente exhortación apostólica, Evangelii Gaudium, se hacía eco del magisterio episcopal latinoamericano en Aparecida y decía:

En ese amado continente, donde gran cantidad de cristianos expresan su fe a través de la piedad popular, los Obispos la llaman también “espiritualidad popular” o “mística popular”. (3)

De esta forma entran en el magisterio universal de la Iglesia la conjunción de los términos “piedad popular”, “espiritualidad popular” y “mística popular”. Es por ello que el mismo Francisco, en su reciente viaje por América Latina le decía al clero, a los religiosos y religiosas y seminaristas reunidos en el santuario mariano nacional de El Quinche:

“Volveremos ahora a nuestras tareas, interpelados por el Santo Pueblo que nos ha sido confiado. Entre ellas, no olvidemos cuidar, animar y educar la devoción popular que palpamos en este santuario y tan extendida en muchos países latinoamericanos. El pueblo fiel ha sabido expresar la fe con su propio lenguaje, manifestar sus más hondos sentimientos de dolor, duda, gozo, fracaso, agradecimiento con diversas formas de piedad: procesiones, velas, flores, cantos que se convierten en una bella expresión de confianza en el Señor y de amor a su Madre, que es también la nuestra.” (4)

Que la lectura de este libro del padre Bernardo nos ayude a todos a vivir agradecidos por el don que hemos recibido en la piedad sencilla de este Santo Pueblo de Dios.

FERNANDO M. GIL

Facultad de Teología, UCA

1. Cf. Olivera, Bernardo. “Carta sobre la Piedad Católica, 10 de noviembre, 1980”, en: En María. Catecismo mariano contemplativo, Buenos Aires, Claretiana, 1983, pp. 55-63; cf. también, “Ejercicio sobre la Piedad Católica”, en: En Soledad y Solidaridad. Ejercitatorio mariano contemplativo, Buenos Aires, Asociación Amigos de Soledad Mariana, 1989, pp. 269-313.

2. Cf. Olivera, Bernardo. Carta circular del Abad General sobre la Mística Cristiana, 26 de enero de 1999; íd., Sol en la Noche. Misterio y Mística Cristiana desde una experiencia monástica, Biblioteca Cisterciense, Vol. 1, Burgos, Monte Carmelo, 2001; íd. “Solus Deus Vacare Deo: hacia una Mística Cristiana renovada”, Nova et Vetera, 26, 53 (2002) 13-27; traducido al inglés: “Toward a Renewed Cistercian Mysticism”, Cistercian Studies Quarterly 38, 1 (2003) 91-120, retomado en: Evangelio, Formación, Mística: escritos de renovación monástica II, Zamora: Ediciones Monte Casino 2004, 155-174.

3. Francisco, Evangelii Gaudium, 124.

4. Francisco, Discurso en el Santuario Nacional Mariano El Quinche. Quito, miércoles 8 de julio de 2015.

Espiritualidad y Mística Popular

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