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Capítulo
Una Mirada Bíblica al Discipulado
El pasaje clave para que podamos entender el discipulado descansa en la misma Gran Comisión. Antes de ascender al Padre, Jesús le dijo a sus discípulos:
“Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”
(Mateo 28:18-20).
A pesar del claro mandamiento de Jesús de “hacer discípulos”, muchos, como el hombre que afirmó que hacer discípulos no era para todos, han tratado de invalidar ese llamado argumentando que la palabra griega mathetes, traducida como “discípulo”, no aparece en la Biblia después de Hechos 21 y que por lo tanto, la iglesia no necesita enfocarse en el discipulado.
Qué significa Hacer Discípulos?
Aunque yo no soy un lingüista, no creo que eso invalide el llamado de Jesús. Permítame hacerle algunas observaciones:
1. Hechos 21:16, la última mención de la palabra discípulo en el Nuevo Testamento, tiene lugar casi veintisiete años después de la conversión de Pablo. Lucas emplea de manera intercambiable los términos hermanos, discípulos, y, pueblo, para describir a los cristianos y no sólo para describir a los Doce. Creo que esta palabra sólo fue una manera de identificar a un seguidor de Jesucristo. Aunque han pasado más de treinta años desde la ascensión de Cristo, la palabra discípulo no ha dejado de ser usada para describir al creyente común. De hecho, Lucas usa las palabras hermanos, cristianos, discípulos, y, creyentes, para describir a la misma gente.1
2. Lo anterior apunta un tanto a disipar la creencia de que la palabra discípulo era algo sagrado en la iglesia y empleada exclusivamente para describir a los Doce. Sin embargo, algo de crédito debe dársele a la idea de que la palabra tenía un especial significado relacionado al modelo de discipulado cristocéntrico, caracterizado por la relación uno a uno entre el maestro y el discípulo. Rengstorf escribe que “Mathetes siempre implica la existencia de un afecto personal que moldea toda la vida del que es descrito como mathetes y que en su particularidad, no deja dudas acerca de quién está desplegando el poder formativo.”2
El cambio a un discipulado eclesiocéntrico requiró una relación de comunidad, un discipulado compartido entre varias personas. Ya que la palabra discípulo llevaba algo del trasfondo cristocéntrico, Pablo intentó explicar en sus escritos el proceso de discipulado en una manera diferente. Aunque Pablo no usó la palabra mathetes, él usó dieciocho veces la palabra manthano.3 Este último significa “aprender”, la forma verbal de mathetes. Aunque Pablo no llamó discípulos a los individuos, a la función de su desarrollo él la llamó, discipulado.
3. El tema no es esencialmente de léxico, pues la desaparición de la palabra discípulo en las Epístolas tiene varias explicaciones posibles. Los Evangelios y Hechos son narrativas históricas que están contando una historia, mientras que las Epístolas son pedagógicas, doctrinales, que transmiten principios y conceptos.4 Otro factor a considerar es la diferencia en el trasfondo y entrenamiento de los autores. Pablo, producto de un hogar hebreo y una cultura griega, había estudiado con Gamaliel y también en escuelas griegas. Un hombre de letras cosmopolita, cuya educación y trasfondo lo habían equipado para el ministerio transcultural e influenciado en la elección de sus palabras.
Pablo pudo haber tenido alguna reverencia por los discípulos históricos o dejado que sus lectores transculturales se confundieran por un término como ese. Rengstorf creía que la palabra discípulo era algo vergonzoso entre los filósofos Socráticos, Platónicos y Aristotélicos y que esta actitud afectaba permanentemente su uso en griego.5 Además, entre más se expandía la iglesia y se alejaba de la cultura judía, el uso cada vez menor de los conceptos y la historia judíos ayudaba a comunicar el mensaje. Pablo pudo haber simplemente sustituido las palabras que él pensó que comunicarían mejor.
4. Los autores de las Epístolas reemplazaron palabras o frases para el término discípulo. Los ejemplos incluyen creyente, hermano, cristiano, fiel, imitador, santo, y, los llamados. Las palabras usadas para describir la función incluyen modelo, practicar, entrenar, madurar, y, ejemplo. Para describir la relación con el mundo, ellos usaron embajador, extranjero, y, peregrino.6
5. Las razones anteriores por la que la palabra discípulo desapareció en las Epístolas representan algunas educadas conjeturas. Pero la razón que está por encima de estas no obedece del todo al léxico. Creo que el cambio vino debido a que la iglesia se movió de un modelo cristocéntrico a uno eclesiocéntrico. Por el curso de treinta años, tomando los principios que Jesús usó para liderar a un grupo unidimensional de doce y hacerlos obrar en una masa multidimensional de miles requirió transición. Aunque la palabra puede haber cambiado, el principio del discipulado nunca fue abolido.
A qué se parece un Discípulo?
Para entender a los discípulos y el discipulado, démosle una mirada a la Gran Comisión, la cual nos da especificaciones o metodología para alcanzar a las naciones con el evangelio. Responderemos cuatro preguntas de Mateo 28:18–20:
1. Quiénes serán discípulos?
2. Quiénes harán discípulos?
3. Cuánto durará el proceso?
4. Qué incluye el discipulado?
Quiénes Podrán ser Discípulos?
Técnicamente, desde el momento del nacimiento espiritual, cada cristiano es un discípulo. Los discípulos nacen del Espíritu para madurar como reproductores, como lo describe Juan 15:7-17. Ellos serán formados en cada nación; por lo tanto, cada persona en la iglesia es un discípulo y tiene la divina capacidad de ser lo que Cristo desea.
La idea de que solo personas maduras son discípulos y todos los demás cristianos son conversos inmaduros no aparece en ninguna parte en el Nuevo Testamento. Dios espera que cada creyente sea un discípulo maduro y que se reproduzca. Por tanto, cualquier líder puede levantarse confiadamente delante de la iglesia y llamar a cada creyente a ser discipulado. De hecho, nada menos que eso complacería al Señor. No hay prueba más grande de ser un discípulo que ser discipulado para Cristo en la vida diaria. Seguir a Cristo es la expresión natural de la nueva vida que obra en un discípulo converso. Cada creyente debería permanecer en Cristo por medio de la Palabra y la oración, trayendo fruto, lo cual incluye el evangelismo y caminar en obediencia. Entonces, él o ella traerán gloria a Dios, experimentarán el gozo y amarán a otros. Cada cristiano está llamado a ser un discípulo.
Quiénes Podrán Hacer Discípulos?
Cada discípulo está llamado a hacer discípulos. Jesús dio el mandamiento a los apóstoles, que representaban a lo mejor y a lo peor de la humanidad (usted podría llamarlos “humanidad en microcosmos”). Debido a que tenemos la misma capacidad y responsabilidad que los discípulos originales, cada discípulo contemporáneo no está menos capacitado para este llamado que los Doce.
Hacer discípulos incluía presentarle a otros a Cristo, edificarlos en la fe y enviarlos al campo de cosecha. Este proceso puede ser resumido en tres puntos: proclamar, transformar y enviar. A través del poder de Cristo, somos liberados del pecado; por el proceso de discipulado, somos transformados en creyentes maduros; y, finalmente, Dios nos envía al campo de cosecha para ganar a otros. Algunos discípulos tendrán dones de liderazgo, y Dios los llamará a encabezar la actividad de hacer discípulos. Sólo unos pocos son llamados al liderazgo en la institución, pero cada discípulo debería participar en el proceso de hacer discípulos en algún nivel.
Cuánto durará el Proceso?
Jesús dijo a sus discípulos que hicieran tantos discípulos en tantos lugares como pudieran y prometió que Él estaría con ellos “hasta el fin del mundo”. Cristo sabía que la misión sobreviviría en el tiempo a aquellos hombres, y nosotros aún no hemos llegado al final. Por lo tanto, las instrucciones de Jesús permanecen hoy tan vigentes como en el día en que Él las dio. La tarea de hacer discípulos continuará hasta que Cristo venga de nuevo. La Iglesia de Jesucristo está bajo la orden de mantenerse haciendo discípulos mientras respiremos. Esta es la fuerza conductora y el fundamento de todo lo que la iglesia es y hace.
Qué incluye el Discipulado?
Con dos palabras, bautizar y enseñar, Jesús dejó claro el proceso del discipulado. Bautizar nuevos discípulos significa llevarlos a manifestar públicamente su fe. A través de este único momento de testimonio público, ellos hacen su declaración de lealtad a Cristo.
En el primer siglo, el bautismo era una declaración valiente y costosa. Hoy, ha perdido su impacto público. Culturalmente es algo esperado y una ocasión para estrenar vestido, fiestas y videos caseros. El desafío hoy es enseñar el evangelio como una invitación a seguir a Cristo y entregar el control de la vida de uno para hacerlo. Cuando una iglesia ha sido edificada sobre una profesión de fe en lugar de que la fe esté cimentada en la obediencia, ser bautizado no implica mucho cambio.
Enseñar, sin embargo, es un proceso de toda la vida. La instrucción exacta es: “enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes” (Mateo 28:20).
Dónde establecemos la línea que separa una actividad de discipulado de una que no lo es? Qué podemos incluir legítimamente en el discipulado? Cristo establece el límite: “todo lo que les he mandado a ustedes”. Todo lo que cae dentro de los mandamientos y directrices de Cristo podemos considerarlo discipulado. El Sermón del Monte, el mensaje del Aposento Alto, los mandamientos de orar y amarse unos a otros, todo cae dentro del plan del discipulado.
Muchos tienen la falsa idea de que el discipulado involucra una estrecha enseñanza de las habilidades del ministerio y una acumulación de conocimientos bíblicos, pero el discipulado es de hecho de un alcance tan amplio como las enseñanzas de Jesús. Al incluir todo lo que Él enseñó, ampliamos nuestra comprensión del discipulado. Sin embargo, aunque nuestro alcance sea más amplio, no debemos permitir que se convierta en una excusa para una falta de intención. Ni debemos perder la noción de la necesidad de una obediencia constante: “enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes”. Si a usted no se le ha enseñado a obedecer ni animado a ello a través del seguimiento, no tenemos discipulado.
Jesús: el Modelo del Hacedor de Discípulos.
Cuando Jesús dijo a los discípulos que fueran e hicieran discípulos de todas las naciones, ellos sabían lo que Él quería decir: Él les había enseñado a través de su ejemplo y ellos entendieron los principios y las prioridades que habían visto en su comportamiento. Ellos fueron a ganar a otros para la fe y hacer que fueran como ellos.7
Jesús les dio el ejemplo tanto de una estrategia como de un estilo de vida. Jesús dijo que cuando un discípulo “haya completado su aprendizaje,... será como su maestro” (Lucas 6:40). Así que cuando alguien pregunta, si los discípulos discipularon, podemos responder: “Por supuesto que sí. Cómo podían ellos hacer algo diferente a lo que Jesús les había enseñado? Ellos hicieron exactamente lo que sabían hacer.”
Algunos han tratado de argumentar que Jesús no tenía una estrategia intencional. “Deben estar leyendo una Biblia diferente a la mía,” les replico yo. Si una cosa se muestra claramente en los evangelios, es que Jesús fue un hombre con un plan, unas prioridades y una meta.
Jesús tuvo un plan de desarrollo en cuatro fases fundamentado en cuatro puntos claves, cada uno de los cuales inauguraba una nueva fase de entrenamiento (vea el Cuadro No.1):
“Vengan y Vean.” En esta etapa formativa, Jesús extendió una invitación para que la gente lo conociera a Él y su obra.
“Vengan y Síganme.” Esta es la etapa de desarrollo en la cual Jesús entrenó y afirmó a creyentes maduros. Él les mostró cómo y lo hizo con ellos.
“Vengan y Quédense Conmigo.” Al unir la corrección a la etapa de desarrollo, Jesús desafió a quienes tenían habilidades de liderazgo a ser como Él. Fuera de esto estuvieron los Doce, que recibieron una posición y autoridad especiales.
“Permanezcan en Mí.” En la fase final, Cristo esperaba que los discípulos se reprodujeran. Él los envió al mundo a obedecer su mandamiento y hacer discípulos.
Podemos ver la estrategia intencional de Jesús en su resistencia al maligno en el desierto (Mateo 4:1-11), en su negativa a satisfacer una sentida necesidad inmediata a expensas de un objetivo mayor (Marcos 1:38), y en su declaración de que Él hace “solamente lo que ve que su Padre hace” (Juan 5:19). Jesús recibió sus instrucciones desde el cielo y no se apartaría nunca de la agenda de su Padre.
Ninguno de nosotros puede dudar que Jesús siempre tuvo presente su objetivo. En al menos cinco ocasiones Él dio a los discípulos las instrucciones de la Gran Comisión (Mateo 28:18-20; Marcos 16:15-18; Lucas 24:44-49; Juan 20:21; Hechos 1:8). La idea de esparcir el evangelio llenó sus pensamientos incluso desde su encuentro con la mujer en el pozo (Juan 4), cuando Él llamó la atención de sus discípulos sobre los campos maduros para la cosecha.
Consciente de la necesidad, Jesús lamentaba: “La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros. Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo” (Mateo 9:37-38). Su respuesta inmediata fue ampliar la base de trabajadores: “Subió Jesús a una montaña y llamó a los que quiso, los cuales se reunieron con Él. Designó a doce, a quienes nombró apóstoles, para que lo acompañaran y para enviarlos a predicar” (Marcos 3:13-14). Al preparar a otros para la responsabilidad más grande, Jesús podía multiplicar su influencia. Cinco meses después de su llamado, los Doce salieron de dos en dos, sin su presencia física (Mateo 10). Más tarde ellos liderarían a los setenta en los viajes de ministerio. Pero en cada caso, ellos se reportaron de nuevo con Él para su evaluación y recomendación.
Él inculcó en ellos un sentido de responsabilidad fundamentada en la relación mientras el proceso de aprendizaje continuaba.
Jesús no podía enfocar todos sus esfuerzos en los setenta, pues era un grupo demasiado grande para lidiar con ellos exitosamente. En su lugar, Él estableció relaciones cercanas con los Doce. Los discípulos proporcionaron una variedad de personalidades, dones y peculiaridades, y al enfocarse en un grupo de ese tamaño, Jesús podía enseñarles a trabajar juntos y a través de las diferencias; pero los números nunca llegarían a ser inmanejables. Los discípulos de hoy han descubierto que un grupo pequeño sigue siendo la mejor herramienta de discipulado.
Lentamente Jesús llevó a los discípulos a asumir su ministerio, dándoles gradualmente cada vez más responsabilidad mientras ello pasaban de una etapa a la siguiente. Él había seleccionado a estos hombres sobre la base del carácter y los dones. Ya ellos habían puesto a Cristo antes que a sí mismos, que sus posesiones e incluso que a su familia (Lucas 14:25-33); ellos se sacrificarían voluntariamente y comenzarían su misión (Lucas 9:23-25). A través de estos pocos dedicados, Él podría obrar, expandiendo el ministerio en una manera que ningún hombre podría. Esta descentralización llegaría a ser más relevante después de su ascensión y la venida del Espíritu Santo.
El Modelo de los Primeros Discípulos.
Por las clases de iglesias que formaron los apóstoles, sabemos que ellos hicieron discípulos. Miremos los tres ejemplos dominantes en Hechos y en las Cartas: La primera iglesia, en Jerusalén; la iglesia misionera, un conglomerado de congregaciones que Pablo plantó en sus primeros dos viajes misioneros; y la iglesia discipuladora, fundada en Éfeso (vea el Cuadro No.2). Los principios de los apóstoles fueron establecidos en la primera iglesia, expandidos en la iglesia misionera y madurados en la iglesia discipuladora.
La Primera Iglesia.
En Hechos 2-7, vemos los primeros cinco a siete años del discipulado en la primera iglesia. Como se ve en Hechos 2:42-47, las principales diferencias entre el liderazgo de los apóstoles y la manera en que Cristo dirigió a los Doce llegaron a ser manifiestas en la congregación.
“Ellos perseveraron en la doctrina de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración. Todos estaban asombrados por los muchos prodigios y señales que realizaban los apóstoles. Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno. No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos.”
En lugar de seguir un modelo cristocéntrico, ellos empezaron a establecer un enfoque eclesiocéntrico en la congregación. Al expandir el discipulado, los Doce podían alcanzar su objetivo: ganar a todo el mundo para Cristo.
La Iglesia Misionera.
De un puesto de avanzada llamado Antioquía, emergió el primer gran impulso evangelizador del cristianismo. Dos hombres que no habían seguido a Cristo durante su ministerio en la tierra lideraron el camino, estableciendo las mismas prioridades y prácticas que Él había enseñado y los apóstoles habían aplicado en la primera iglesia.
Aunque gobernada por los mismos principios y prioridades de la primera iglesia, la iglesia misionera era diferente. Estaba compuesta por toda una familia de pequeñas iglesias, dirigidas por ancianos desconocidos para la iglesia madre. La iglesia misionera nos proporciona un ejemplo de cómo las iglesias crecen y se multiplican, revela las etapas de madurez que las iglesias atraviesan y lo que ellas necesitan mientras se desarrollan.
De hecho, las iglesias deben pasar por cada etapa que los apóstoles experimentaron bajo el liderazgo de Cristo. Cualquier iglesia que se estanca morirá. Miles de iglesias americanas han probado la verdad de esto mientras la vida empieza a alejarse de ellas.
La Iglesia Discipuladora.
Pablo pasó más de tres años en Éfeso y aquí aprendemos más acerca de la naturaleza de una iglesia discipuladora madura. Tenemos más información acerca de Éfeso que de cualquier otra iglesia en el Nuevo Testamento, y en ella vemos un agresivo ministerio que ganó toda Asia con el evangelio.
La Carta de Pablo a los Efesios detalla las prioridades de la gente y sus Cartas a Timoteo, el pastor de Éfeso, detalla las prioridades pastorales. El relato de Lucas en Hechos proporciona otro punto de vista del trabajo de Pablo. De estos escritos tenemos una rica información para entender una moderna versión de la iglesia discipuladora.
notas
1. Esto se aclara en G. W. Bromily, The Theological Dictionary of the New Testament (Grand Rapids: Eerdmans, 1967), 457–59.
2. Ibid., 441.
3. Michael Wilkins, The Concept of Disciple in Matthew’s Gospel as Reflected in the Use of the Term Mathetes (Boston: E. J. Brill, 1988), 160.
4. Robert Coleman, El Plan Supremo del Discipulado (Bogotá D.C., Colombia: Ediciones Berea, 2004), 99.
5. Parafraseado de Wilkins, Concept of Disciple. Debo anotar que Wilkins no está de acuerdo con esta tesis y argumenta muy eficazmente en contra de ella.
6. Recomiento grandemente la lectura de los artículos del Dr. Michael J. Wilkins, publicados en el apéndice de The Anchor Bible Dictionary (Garden City, NY: Doubleday, 1992).
7. Mi libro, Jesucristo, el Hacedor de Discípulos (Bogotá D.C., Colombia: Ediciones Berea, 2015) está dedicado a la creencia de que Jesús puso el ejemplo de hacer discípulos.