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Capítulo
El Enfoque de la Iglesia Hacedora de Discípulos
En sus palabras en el Aposento Alto, Jesús dio a sus discípulos simultáneamente un seminario y una advertencia de que su relación nunca sería la misma. Pronto ellos se relacionarían con Él a través del Espíritu Santo, en lugar de disfrutar su presencia física.
Cuando Él dijo, “les conviene que me vaya” (Juan 16:7), los discípulos no lo creían. Lo haríamos nosotros? Si tuviéramos que elegir entre la presencia física del Señor Jesucristo y la presencia del Espíritu Santo, no tomaríamos a Cristo? Es difícil imaginar que realmente pudiéramos ser mejores con el Espíritu Santo.
Cuando Cristo ascendió, los discípulos pasaron de la etapa de “Vengan y Quédense Conmigo” a la fase de entrenamiento de “Permanezcan en Mí” (Juan 15:7). Ellos usarían el mismo proceso de entrenamiento de cuatro puntos que Jesús les había enseñado. (Ellos no sabían que estaban usando un proceso de cuatro puntos; ellos sólo estaban haciendo lo que Jesús les enseñó). Su nuevo contexto requería alteraciones en quiénes y cuántos harían la obra, en cómo el grupo conocería la voluntad de Dios, cómo serían entrenadas las personas, cómo extenderían el mensaje y cómo satisfacer las necesidades de la gente. Aunque los discípulos no querían que Jesús se fuera, ellos adaptaron sus enseñanzas para acoplarse a las nuevas circunstancias.
La Iglesia necesita un cambio?
Gran parte de la iglesia contemporánea ha estado tan ocupada enfocándose en lo que Jesús hizo que ha ignorado los cambios que los apóstoles instituyeron. El enemigo ha usado este descuido para su conveniencia al retener a la mayoría de la iglesia fuera del proceso de discipulado.
En el modelo cristocéntrico, Jesús era el Maestro y los discípulos los aprendices. Debido a que Él era Dios, Jesús era suficiente para los Doce: Él podía dirigirlos, satisfacer cada necesidad y llevar a la madurez a cada seguidor. Ninguno tenía que hacer conjeturas acerca de la voluntad de Dios o decidir dónde anunciar. Sólo debían preguntarle a Jesús.
El uso efectivo de este modelo aún permanece en uno o dos ministerios de grupos pequeños que se mantienen en los límites de la iglesia y en organizaciones paraeclesiales. Este atrae a gente que piensa de una misma manera, talentosa y orientada a labores, y, enfatiza la acumulación de conocimiento y desarrollo de habilidades ministeriales.
El modelo cristocéntrico obra en un grupo plenamente comprometido con una meta clara y precisa, como la misión de una organización. La naturaleza orientada a labores y de una visión común de tal grupo permite al modelo obrar exitosamente; el evangelismo se enfoca en una estrecha parte de la Gran Comisión, sin comprometerse con la multiplicidad de agendas y la complejidad de la iglesia local. Donde todos los miembros pueden adquirir las mismas habilidades, tomar el mismo entrenamiento filosófico y encajar en un claro objetivo de misión, el modelo se vuelve efectivo.
A la luz del total deterioro de la iglesia evangélica, Dios en su gracia ha levantado muchas misiones para ocuparse de lo que necesita ser hecho. Pero eso no significa que convendría intentar poner la filosofía paraeclesial a la iglesia local. Sería como poner una clavija cuadrada en un agujero redondo.
La organización paraeclesial atrae a una persona orientada a la Palabra, agresiva en evangelismo y comprometida con la labor (una iglesia promedio probablemente tiene cerca de un 20 ó 30% de este tipo de personas). El modelo estrechamente cristocéntrico no ha obrado mucho en la iglesia porque no se ajusta a su variedad. Mucha gente en la congregación local es talentosa en otras áreas, miran la vida a través de diferentes lentes y tienen una multiplicidad de creencias respecto a las prioridades de la iglesia. El modelo cristocéntrico simplemente no puede alcanzar o interesar lo suficiente a la gente para llegar a ser el corazón de la iglesia.
La Necesidad de un Nuevo Modelo
Dado que el modelo cristocéntrico no satisface las necesidades de la iglesia, no podemos concluir que los miembros de la iglesia no necesitan tomar parte en el discipulado. El fracaso en la contextualización de lo que significa hacer discípulos en nuestra sociedad y nuestro tiempo ha conducido a la iglesia débil y desobediente de hoy. El discipulado debería permanecer en el corazón de la iglesia, pero necesita un enfoque multidimensional, uno con aplicaciones más amplias que la iglesia acepta por lo general.
Donde nosotros hemos fracasado, los apóstoles actuaron exitosamente: ellos tomaron el modelo de discipulado cristocéntrico paraeclesial y adaptaron sus principios para la iglesia. Nosotros podemos seguir esa transición pasando a través de la primera iglesia, la iglesia misionera y la iglesia discipuladora. Por el tiempo en que Pablo dejó Éfeso, él había forjado el modelo eclesiocéntrico, lo cual hizo de la iglesia discipuladora una realidad.
Qué es el Modelo Eclesiocéntrico?
En el discipulado eclesiocéntrico, existe un equipo de trabajo entre el cuerpo de Cristo. El evangelismo tiene lugar a través de los diferentes dones de toda la iglesia y no sólo de una pequeña porción de la congregación. Aunque algunas personas son fuertes en la oratoria, otras juegan un papel de apoyo, pero todas obran juntas en pos de un objetivo común. Por ejemplo, el cuidado pastoral juega un papel vital en atraer a la gente a la iglesia y afirmarlos en Cristo. A menos que haya una comunidad amorosa y cariñosa que ayude a los bebés recién nacidos y sane a los heridos, la gente no vendrá a Cristo ni permanecerá lo suficiente para ser entrenada. El amor dentro de la comunidad de Cristo es la más poderosa de todas las herramientas evangelísticas de la iglesia.
El modelo eclesiocéntrico reconoce la riqueza en diversidad y talentos del cuerpo de Cristo y la manera en que obran juntos como un equipo para crear un ambiente de discipulado. Cuando los estrechos pasillos del modelo cristocéntrico son derribados y reemplazados por los grandes salones del modelo eclesiocéntrico, muchos de los que han rechazado el discipulado como la prioridad para una iglesia viable, querrán darle una segunda mirada.
El Discipulado y el Modelo Eclesiocéntrico
Para definir el discipulado, yo he propuesto quitar las barreras y abrir las puertas ampliamente, conservando el distintivo del discipulado. Por lo tanto, he desarrollado esta definición: el discipulado es el entrenamiento intencional de discípulos, con seguimiento y sobre la base de relaciones cariñosas.
Observe los componentes de esta definición:
Intencional. Al igual que Jesús, debemos tener una estrategia planeada. Jesús sabía qué clase de personas estaba formando y su propósito para ellos. El equipo de liderazgo de una iglesia discipuladora tiene un propósito definido y ha pensado en cómo hacer discípulos. El liderazgo debe definir lo que significa ser un discípulo, desarrollar un método para hacer discípulos y dar el ejemplo ante la congregación de lo que es un discípulo y cómo hacer un discípulo. Transmitir la visión y el conocimiento de cómo hacerlo es importante.
Entrenamiento. Discipular significa más que desarrollar habilidades, aunque debe incluir eso también. El entrenamiento implica un curso prescrito de estudio y un proceso al que la gente se someta para alcanzar ciertas metas. Los pequeños grupos y otros medios pueden proveer un camino en el que la gente pueda hacer progresos. Cada persona en la congregación debería recibir una invitación para aprender acera de las Escrituras, descubrir sus dones y usarlos en su servicio a Cristo.
Con rendición de cuentas: Dado que la gente necesita ayuda para mantener sus compromisos con Dios, la iglesia debería proveer una variedad de medios para que la gente rinda cuentas. De hecho, sin este elemento no se puede hacer discípulos. Se pueden hacer una serie de acuerdos dentro del programa de discipulado de la iglesia y deberían proporcionarse medios tanto formales como informales de rendición de cuentas, todos desde el sistema de compañerismo hasta los pactos relacionales.
Sobre la base de relaciones amorosas. Todo ministerio exitoso está basado en relaciones. La iglesia discipuladora debe hacer de la edificación de la comunidad una muy alta prioridad, y todo el grupo principal de la iglesia debe animar a la gente a compartir sus necesidades. Un ambiente amoroso y de apoyo edifica la equidad emocional que actúa como un cojín cuando el ministerio enfrente golpes y turbulencias. Esta ancla emocional necesita ser liberada para formar la base relacional de la iglesia.
Para mantener un discipulado efectivo, recuerde que el discipulado no es un evento, sino un proceso. Ningún sistema puede hacer un discípulo, porque el discipulado requiere que la voluntad de una persona sea activada por el Espíritu Santo. La iglesia tiene la responsabilidad de proporcionar la clara visión y los medios que traigan a los cristianos a un discipulado maduro. El crecimiento y la rendición de cuentas deben ser parte de la vida de cada cristiano, por todo el resto de su existencia; la necesidad de ambos no termina hasta que uno sea transferido al cielo.
La clave para el discipulado eclesiocéntrico es trabajar en equipo en un ambiente amoroso que mantiene los distintivos de la misión, la rendición de cuentas y que forma en habilidades ministeriales. La verdadera evidencia de éxito será la producción constante de discípulos que se reproducen y de líderes que se convierten en multiplicadores.
Usando Efectivamente el Modelo Eclesiocéntrico en la Iglesia
La disertación doctoral de Bonhoeffer, “Una Comunidad Santa”, fue considerada por Karl Barth un milagro teológico. Su idea central fue que Cristo está presente en el mundo a través de su iglesia. La existencia de Cristo como comunidad a través de los miembros es un concepto revolucionario. Es absolutamente aterrador darse cuenta de que Dios piensa así de muchos de nosotros que daría esta vital misión a su pueblo. Esto está en el centro del modelo eclesiocéntrico, el cual llama a una descentralización del poder y del proceso.1
Cinco importantes cambios serán necesarios para cualquier iglesia que desee pasarse del modelo cristocéntrico al eclesiocéntrico. Enfocado en estos cambios, un grupo de liderazgo puede empezar a formar un grupo de discipulado efectivo.
1. En Liderazgo: Pasar del Modelo donde Cristo Lidera a los Apóstoles al de Líderes Nombrados que Dirigen una Congregación.
Si Jesús hubiera enfrentado a los miles en Pentecostés, cómo los habría organizado? Cuando llegó el momento de expandir el ministerio más allá de Jerusalén, cómo habría llevado a cabo Jesús la misión? Sin duda, para cumplir estas tareas, Él habría hecho algunos cambios en la manera en que trabajaba. Si Él hubiera tenido tres mil discípulos bautizados, estoy convencido que Jesús habría hecho exactamente lo mismo que hicieron los apóstoles. Él habría expandido el ministerio a los gentiles de la misma manera que Pablo lo hizo. Pero en tanto Jesús permaneciera, los discípulos no podrían desarrollarse plenamente y la gente se habría resistido a su autoridad mientras ellos tuvieran a Jesús para consultarle.
La partida de Jesús da origen a la pregunta: Quién estaba a cargo aquí? Mientras Él estuvo en la tierra, los discípulos discutieron sobre quién se quedaría con los mejores palcos celestiales y quién era el más grande, pero ninguno de los evangelios registra su pregunta sobre quién estaba a cargo. Después de su ascensión, cuando los apóstoles se encontraban en una habitación mal ventilada con otros 110, con una decisión que necesitaba ser tomada, ellos se miraron entre sí y empezaron a hablar. Ellos pasaron de una autoridad basada en una persona a una autoridad compartida.
Cristo es la cabeza del cuerpo, pero qué hacemos nosotros ahora? Pablo escribió que Cristo es la cabeza del cuerpo y esa es una buena teología, pero cuando debe tomarse una decisión, Jesús generalmente no da instrucciones con voz audible. Mientras Cristo estaba en la tierra, la autoridad residía en una persona; después de su ascensión, los líderes la compartieron. El modelo cristocéntrico establece una relación maestro-alumno; el modelo eclesiocéntrico, por su parte, establece una de líderes-congregación. Mientras el modelo cristocéntrico desarrolla un grupo élite de trabajadores dedicados, el eclesiocéntrico incluye una gran cantidad de discípulos en varias etapas de su desarrollo: algunos trabajadores dedicados, pero también un grupo incluso más grande de gente sin estudios, apática, resistente y ambiciosa. En un grupo así, el discipulado se convierte en una tarea multidimensional.
Podríamos comparar la distribución de la autoridad de la iglesia a un árbol: Cristo es el tronco, los apóstoles son las ramas principales, los líderes locales son las ramas secundarias y los miembros son las ramitas. Hoy, Cristo ya ha ascendido y los apóstoles están con Él; al equipo de líderes se le ha dado autoridad para dirigir la iglesia. Para un grupo de líderes regenerados, llenos del Espíritu de Dios pero aún con pies de barro, liderar a un grupo de discípulos es muy diferente al liderazgo de Cristo sobre los Doce. Funcionalmente, eso requiere cambios en la manera como la iglesia opera.
Uno a uno no es apropiado. Ningún individuo puede discipular plenamente a otro, porque nadie tiene el arsenal completo de dones espirituales y sabiduría para traer a otro a la plena madurez en Cristo. Eso no significa que el discipulado uno a uno no sea válido, sino que el modelo de maestro-alumno no es suficiente para la iglesia. El ministerio que piensa del discipulado en términos de uno a uno, no encaja dentro de lo que Dios quería para su pueblo.
Yo necesito varios mentores para desarrollarme plenamente en Cristo: uno en habilidades ministeriales, otro en carácter y varios que me ayudarán a enfocarme en otros diferentes asuntos. Sólo el cuerpo de Cristo puede proporcionar un entorno que da el rango completo de experiencias y desafíos que necesito. Uno a uno puede proporcionar una buena afinación en temas personales mientras camino con Cristo, pero no puede hacer todo el trabajo.
Si una iglesia se enfoca sólo en habilidades ministeriales y en el discipulado uno a uno, la mayoría de la gente queda sin discipulado. Muchas de las necesidades ministeriales de la iglesia se encontrarán latentes y la gente sin discipulado quedará por fuera de todo. Al sentir que no tienen un estatus favorable con el pastor o los líderes, ellos se polarizarán y se volverán antagonistas. Dado que el modelo cristocéntrico sólo puede alcanzar a unos pocos, es demasiado estrecho para la iglesia, exige muy poco de la iglesia y hace pequeño lo que Dios quiere que sea grande. El objetivo de Dios es que todo el cuerpo desarrolle plenamente la iglesia discipuladora y evangelice el mundo.
Cristo era para los discípulos lo que el equipo de liderazgo es para la congregación. Los apóstoles guiaron las oraciones en el Aposento Alto. Ellos llevaron a los 120 del Aposento Alto a las calles, a predicar el evangelio y establecer el rumbo de la primera iglesia. Después de discutir y orar por la disputa sobre la distribución de comida, los retorcidos hábitos de dar y el espinoso tema de qué se le debería pedir a los gentiles convertidos, ellos dieron respuestas. En breve, ellos formaron el equipo de liderazgo para la primera iglesia y para Pablo, y guiaron la expansión de la misión.
Estos hombres podían dirigir en armonía porque ellos habían estado de acuerdo en la misión de la iglesia. Ellos habían sido entrenados por la misma persona, poseían una visión común y creían en una metodología básica. Su pureza filosófica hizo posible un liderazgo eficaz. En la iglesia de hoy, un buen equipo de liderazgo se ha vuelto algo raro porque los líderes generalmente no tienen antes un buen entrenamiento.
Jesús había entrenado a sus discípulos para que fueran una cierta clase de personas, que pensaran de una misma manera y realizaran su labor de una forma similar. Sí, ellos tuvieron opiniones diferentes y experimentaron desacuerdos, pero cuando ponían la tarea delante de ellos, podían ponerse de acuerdo y darle unidad a la iglesia.
Los discípulos dirigieron un grupo mucho más diverso que Jesús y debieron unir su gran variedad de intereses, personalidades, dones, problemas y puntos de vista. Después del rápido crecimiento inicial de la iglesia, doce hombres tenían más de diez mil miembros para delegarles autoridad y poder.
Discipular significa dirigir un sistema en el que la enseñanza, el entrenamiento, el evangelismo y el cuidado pastoral tienen lugar. Esto involucra el trabajo multidimensional del equipo de liderazgo mientras preparan a la congregación en una variedad de caminos y medios. Asegurarse de que la gente vaya a la iglesia y tenga una comida caliente en épocas de crisis, es discipulado, porque eso ayuda a desarrollar una persona para Cristo. Cualquier cosa que ayude a alguien a acercarse a Él, es considerada discipulado.
Debemos dejar de pensar que sólo enseñar la Biblia, compartir su fe, memorizar versículos y enseñar habilidades ministeriales hacen parte del discipulado. Muchas iglesias descuidan en gran manera las habilidades ministeriales y estas deben ser enseñadas, pero si usted sólo ha hecho eso, usted no ha discipulado. El primer cambio de un cuerpo cristocéntrico a uno eclesiocéntrico, es que una persona ya no lidera más un grupo pequeño de dedicados soldados de la cruz; en lugar de eso, un equipo de liderazgo prepara a una congregación diversa y de múltiples niveles, hacia la madurez en Cristo.
2. En Dirección: Pasar de la Presencia Personal de Cristo a la del Espíritu Santo y al Ministerio de la Palabra, la Oración, etc.
Cuando Jesús subió a la barca y dijo, “crucemos al otro lado del lago” (Lucas 8:22), ninguno de sus seguidores dudaron acerca de lo que Él quería. La presencia física de Jesús eliminó la necesidad de discernir su voluntad. Pero ahora que Él se estaba yendo, descubrir su voluntad específica se volvió una experiencia compartida. Jesús tenía la palabra final y la completa verdad, pero los apóstoles no tenían ninguna de las dos. En lugar de eso, ellos tenían su Palabra y la verdad suficiente para discernir su voluntad, así como nosotros también.
Cuando Jesús les habló en el Aposento Alto, Él animó a los discípulos con estas palabras: “permanezcan en mí” (Juan 13-16). Él les dijo que tendrían un nuevo maestro, el Espíritu Santo, que era como Él y los guiaría a toda la verdad (Juan 14:26; 16:13). Aunque ellos no tuvieran toda la verdad, sabrían dónde encontrarla y los medios para hacerlo: ellos orarían al Padre, en el nombre de Jesús, por medio del Espíritu Santo (Juan 14:10-17).
A diferencia de los primeros discípulos, nunca hemos ido a Jesús físicamente para encontrar respuestas a nuestros interrogantes. En lugar de Cristo, siempre hemos tenido al Espíritu Santo; en lugar de escuchar sus palabras, consultamos la Palabra escrita; en lugar de un contacto cara a cara, le hablamos a Él en oración. Siglos de historia, barreras culturales, idiomas y costumbres también se levantan entre nosotros y la verdad de Dios. Agregue estas diferencias a las variadas interpretaciones y opiniones de otros, y vea cómo la Palabra de Dios podría volverse difícil.
De manera práctica, cómo recibimos dirección?
Estando de acuerdo con Dios en las cosas básicas. Aún tenemos las claras palabras de Jesús sobre las cosas básicas; conocemos que nuestro propósito es servir a Dios a través de un estilo de vida obediente. Podemos dividir ese estilo de vida en la clase de personas que estamos llamados a ser y la clase de tareas que tenemos por realizar. En su sermón, Jesús definió la clase de personas que estamos llamados a ser: quienes permanecen en Él (Juan 15:7-17). La tarea que Él nos ha puesto es ir y hacer discípulos (Mateo 28:18-20) Las Escrituras eliminan nuestras dudas acerca de lo que significa tener un estilo de vida obediente: ser discípulos y hacer discípulos.
Utilizando lo que Dios ha dado para el resto. Cuando el equipo de liderazgo de una iglesia se convierte en discípulos y pone el hacer discípulos en la mente del ministerio de la congregación, sólo necesita imaginar cómo crear discípulos. Aunque muchos consideran la primera parte fácil y la última difícil, creo que en verdad es todo lo contrario. Una vez que el equipo de liderazgo está de acuerdo en las cosas básicas y motiva a la gente, el método, siendo tan importante, se vuelve menos crítico que la creencia.
Pero para la iglesia común, decidir sobre la metodología es muy difícil. Tales personas se reúnen alrededor de la doctrina pero no de la estrategia, generando unos valores opcionales. Las prioridades y la práctica están en juego y las largas y difíciles sesiones en las que los líderes tratan de formar una política en bloque comienzan. Generalmente los líderes eligen objetivos con el mínimo común denominador, porque cuando alguien lidera en un área en la que no se han podido poner de acuerdo, otros se le oponen tan rigurosamente que se da por vencido. Las reuniones de la Junta Directiva degeneran en luchas sobre frivolidades territoriales, el fruto de la iglesia ecléctica y genérica
Todo esto puede ser evitado cuando la iglesia gira en torno tanto de la doctrina como de la estrategia. Una vez que esto se haya hecho, la metodología se vuelve menos difícil. Como buenos modelos a seguir, los líderes proporcionan el ejemplo necesario para la imitación y que conduce a la reproducción. Como los líderes son el ejemplo de la visión y los valores de la iglesia, ellos dirigen a los miembros a la obediencia.
Los líderes son discípulos que están en contacto con Dios. Ellos practican lo que Cristo predicaba, comunicándose con Dios a través de las herramientas de orientación: ellos buscan la Palabra de Dios para estrategia, oran por dirección y se hablan entre sí para buscar opiniones de sus pares. Encontrar la dirección de Dios para un ministerio específico es una experiencia compartida; puede ser hermoso cuando los espiritualmente maduros son guiados por los claros mandamientos de Dios y juntos buscan obedecerlo.
En el modelo cristocéntrico, una persona que posee visión y valores comunica a una membrecía o equipo de trabajo con ideas afines, quién puede ejecutarla. Cristo no tenía la intención de que su iglesia trabajara de esa manera. Créanme, no funciona, al menos no por mucho tiempo.
Cristo decretó la visión y la estrategia, y el presidente de una organización paraeclesial puede hacer lo mismo. Cuando un pastor intenta esta táctica, tarde o temprano fracasará. Por algunos años, el pastor puede ser capaza de decir: “Dios me llamó y me dio la visión. Usted puede cuestionarme, pero hay un punto donde si no está de acuerdo, no debe tocar al ungido del Señor.” Él puede incluso tratar de señalar que criticar u oponerse al pastor habría sido como si David se hubiera opuesto al Rey Saúl.
Pero un pastor local no es el Rey Saúl de Israel ni tiene la misma autoridad que Jesús, o incluso que los apóstoles. El liderazgo en la iglesia es una experiencia compartida y eso lo vemos claramente en el modelo eclesiocéntrico.
Algunos movimientos que practican el discipulado han abusado de sus principios al tratar de controlar las vidas de otros. Nadie debiera estar obligado a pedir permiso para faltar a la iglesia, hacer compras domésticas importantes, salir con alguien, casarse, salir de vacaciones, etc. Aunque el seguimiento es vital para el discipulado, el enfoque autocrático que tales acciones describen es una errónea aplicación del modelo cristocéntrico y nunca fue la intención de que fuera así en la comunidad de Cristo. La iglesia discipuladora es una comunidad de discípulos en la que sus líderes buscan conocer a Dios y hacer su voluntad. Sólo cuando ellos están conectados por una información básica común y utilizan sus herramientas de orientación, las cuales son el vértice de “Permanezcan en Mí”, esa comunidad puede discipular de manera eficaz.
3. En Entrenamiento: Pasando de un Liderazgo Preparado a una Comunidad de Liderazgo Comprometida en la Formación Multinivel.
El entrenamiento de la iglesia discipuladora empieza la primera vez que uno de sus miembros hace contacto con una persona. Hacer discípulos comienza con presentar a Cristo a hombres y mujeres. Esa sola declaración hace pedazos los parámetros del discipulado tradicional. Recuerda la definición de discipulado con la que empezamos? “Es el entrenamiento intencional de discípulos, con rendición de cuentas, sobre la base de relaciones amorosas.” Esto va mucho más allá de los grupos pequeños o de los encuentros uno a uno. Hay que decir que para la mayoría de la gente, el discipulado es algo que se hace dentro de la iglesia o al interior del hogar. En primer lugar, el discipulado no es para la iglesia, sino para el mundo. Su resultado final es transformar a la gente dondequiera que vivan, cualquiera que sea su posición, incluso si ellos no van a la iglesia y nunca lo hagan.
La ampliación del modelo de discipulado no es una idea nueva, pero la manera en que ha sido practicado por muchas congregaciones es aún demasiado estrecha para la iglesia. Como el genetista que reproduce el mismo ADN una y otra vez fuera del método reproductivo normal, muchas iglesias han intentado crear clones espirituales.
Tradicionalmente, el movimiento de discipulado ha atraído una cierta clase de persona: una hábil verbalmente y orientada a la comunicación, que ve una visión y la sigue. Tal principio y valor conducen a la gente a querer hacer una diferencia y anhelar un desafío. No hay nada de malo con ser así y gustarle estas cosas, pero los problemas surgen cuando empezamos a proyectar nuestros dones y rasgos de personalidad sobre otros como un asunto de espiritualidad. Gente como esta, y yo me incluyo, tiende a atraer gente parecida y a considerar a otros como no espirituales o apáticos.
Yo baso mi afirmación de que ampliar la comunidad de discipulado no es nueva en Efesios 4:11-16:
“Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo. Así ya no seremos niños, zarandeados por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza y por la astucia y los artificios de quienes emplean artimañas engañosas. Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo. Por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro.”2
Este pasaje muestra que el liderazgo de la iglesia local debería preparar gente para ser ministros eficientes de Jesucristo. Eso incluye ayudarlos a crecer en su madurez espiritual, y el resultado final es el pleno empleo de los dones de Dios a través de su pueblo. Cuando cada miembro hace la parte que le corresponde, la iglesia se edifica en amor.
Para hacer esta labor, el entrenamiento o desarrollo debe realizarse en varios niveles. La palabra traducida por “capacitar” en Efesios 4:12, significa “entrenar a un atleta, reparar un hueso roto, o restaurar algo en mal estado”. El trabajo es más que entrenar en habilidades espirituales a los que se encuentran espiritualmente bien. Cualquier iglesia involucra gente en varias etapas de su caminar con Dios: algunos están en crisis, varios se sienten derrotados, otros están listos para ser entrenados o para liderar. La iglesia discipuladora es al menos tres cosas: un hospital para los enfermos espiritualmente, un invernadero para el crecimiento de nuevos creyentes y un centro de entrenamiento para el que está firme y ansía servir.
Debido a que la tarea pastoral es multidimensional y en varios niveles, la labor del pastor hacedor de discípulos es manejar varios niveles de desarrollo de la gente. El liderazgo de la iglesia debería estar ocupado en tres áreas primarias del discipulado:
La ruta de la predicación y la enseñanza. Predicar es el primer y más importante paso en el proceso de discipulado en la iglesia local. Sin la predicación, un pastor hacedor de discípulos está sin su mejor herramienta. El ministerio del púlpito establece la agenda de la iglesia, la inspira, la motiva y prepara el camino para su aplicación. Sin embargo, he sido sorprendido ante la cantidad de personas que consideran la filosofía del discipulado como el enemigo de una buena predicación. Guiados por conceptos errados, muchos han decidido que una persona no puede al mismo tiempo un pastor predicador y discipulador.
“Vengan y vean”, “vengan y síganme”, “vengan y quédense conmigo” y “permanezcan en Mí”, son etapas del discipulado. Tan pronto como una persona llega a la puerta y escucha un sermón, está participando activamente de ello. Aunque sólo asista a la iglesia y juegue en el equipo de softbol, el discipulado ha empezado. Ella se encuentra en la etapa de “vengan y vean”. La meta es lograr que pase a la siguiente etapa y se una a un pequeño grupo o a alguna otra parte de la obra. Si eso pasa, habrá hecho la transición a la etapa de “vengan y síganme”. Y si es un líder en potencia y toma un entrenamiento especializado, habrá entrado a la etapa de “vengan y quédense conmigo”.
La ruta del liderazgo. Muchas iglesias pierden su fortaleza y mueren cuando dejan de producir nuevos líderes. Para entrenarse y ser una iglesia discipuladora, una comunidad de legalistas (o de celotes, si usted prefiere), debe ser producida. Un selecto grupo de talentosos estudiantes dispuestos a aprender la filosofía y la práctica del discipulado debe ser formado. Ellos se unen al grupo de liderazgo y se reproducen a sí mismos mediante el desarrollo de sus propios aprendices cada año.
El desarrollo de un grupo de liderazgo en constante crecimiento asegura el futuro de la iglesia. Si un pastor llama a discipular por la ruta de la predicación, si no puede formar un grupo de liderazgo, él ha decidido quedarse. Para implementar y comunicar profundamente el discipulado, él debe también desarrollar líderes. Sin esto, la reproducción no existe y la multiplicación no puede darse.
En la iglesia discipuladora, el pastor y el equipo de liderazgo reúnen a aquellos talentosos con el liderazgo de la congregación y los pone en un ambiente en el que puedan volverse reproductores y multiplicadores.
La ruta de los grupos pequeños. Si el discipulado eclesiocéntrico proporciona un entrenamiento en varios niveles, este debe ser aplicado a la iglesia a través del ministerio de grupos pequeños. Jesús dio el ejemplo de esto cuando expuso los grupos de personas a la verdad, haciéndoles en seguida una invitación, y trabajó con los que respondieron a ella. Hoy, los grupos pequeños aún le brindan a la iglesia el mejor medio para el desarrollo de la gente.
Una vez que la predicación ha motivado a las personas a seguir a Cristo, ellas necesitan un medio en el que puedan canalizar su deseo. Cuando las invitaciones de “vengan y vean” y “vengan y síganme” han sido extendidas, la iglesia canaliza ese deseo a aceptar ser parte de la membrecía de los grupos pequeños. Esto empieza con un fuerte énfasis en el apoyo, pero el grupo pequeño lentamente se dirige a un mayor énfasis en la Biblia y las tareas (Vea la Gráfica No.3).
El grupo puede seguir por esa ruta porque el líder del grupo pequeño lo dirige. Él y su aprendiz o líder asistente hacen parte del grupo de liderazgo, que se reúne con el pastor y con otros líderes de la iglesia. Esta red de grupos pequeños cuida de las necesidades de los miembros de la iglesia, identifica líderes para el grupo de liderazgo y lleva a cabo el entrenamiento y ministra las habilidades cristianas tan vitalmente necesarias.
4. En Alcance: Pasando de un Evangelismo Individual a un Equipo Evangelístico.
Vemos el evangelismo cristocéntrico en el encuentro de Jesús con Nicodemo, la mujer en el pozo y el joven dirigente rico. La iglesia moderna lo ha mantenido al entrenar a sus miembros para compartir su fe tan a menudo como sea posible.
Creo que a cada cristiano se le ha dado la responsabilidad de dar testimonio (2 Corintios 5:18-20). Por lo tanto, creo que cada cristiano debería ser entrenado en cómo compartir el evangelio (1 Pedro 3:15). Pero no creo que los cristianos más capacitados compartan su fe en muchas situaciones. Por qué? Eso violaría su variedad de dones y pondría en peligro su capacidad de alcanzar a otros para Cristo.
No es eso raro? Cómo podría una persona sabotear su capacidad de alcanzar a una persona para Cristo al compartir su fe? Déjeme explicarlo. Dios ha dotado a cada miembro del cuerpo con una herramienta para ser usada en el servicio de su reino (1 Pedro 4:10). Algunas de estas herramientas son para ser empleadas como apoyo en la comunidad de fe; otras se manifiestan en las primeras líneas de la comunicación y enseñanza de la fe. Una persona talentosa en alcanzar a otros sobre una base relacional, al ayudarlas en tiempos de crisis, puede lastimar el proceso al compartir su fe demasiado rápido.
Sí, debemos compartir, pero cuándo? El modelo cristocéntrico es agresivo, personal y verbal. Las personas con tales dones deben ser parte del modelo eclesiocéntrico, pues ninguno puede venir a Cristo sin oír el evangelio. Pero Jesús mismo explicó una manera aún más poderosa para que la iglesia de testimonio:
“Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.”
Juan 13:34-35
“No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos.”
Hechos 2:46-47
En el modelo eclesiocéntrico, la palabra clave es “compartían”. El liderazgo, la autoridad, la dirección de Dios y el entrenamiento de la gente, son compartidos. Ahora podemos aprender que el evangelismo es compartido. El testimonio colectivo del amor de los unos a los otros en la iglesia, crea un poder y una atracción que hace que compartir la fe sea un resultado natural. Qué poder más grande podría haber que el amor que Jesús prometió que haría que toda la gente supiera que somos sus discípulos? Vemos que esto funcionó en la primera iglesia, donde el compromiso de amar incrementaba su número diariamente. Le gustaría pertenecer a una iglesia que experimente tan maravillosa cosecha?
Funcionalmente, cómo puede el evangelismo ser parte de la iglesia discipuladora?
Penetrando el mundo naturalmente. Los que entre nosotros comparten su fe, siempre se sentirán cómodos yendo por el oro cada vez. Este tipo de persona es necesaria en la iglesia y si la iglesia discipulara fielmente a la gente, habría más de ellos. Pero no importa cuántos en la iglesia compartan su fe, ellos siempre serán superados por quienes no lo hacen.
Generalmente, quienes comparten su fe son maestros, y ellos tienden a enseñar lo que funciona para ellos. Esta es la razón por la que la mentalidad de un evangelismo agresivo domina la iglesia. Pero aún si cada cristiano compartiera consistentemente su fe, seríamos menos eficaces que cuando la gente desempeña su función en el cuerpo de la iglesia. Si la iglesia sólo proclamara el evangelio, sería como un boxeador con un solo brazo. No importa cuán impresionante sea su gancho de izquierda, si usted no tiene un buen cruce de derecha, no ganará muchas peleas. La iglesia necesita la eficaz combinación de ser afirmada en amor y de un evangelismo estratégicamente establecido.
Dios ha ubicado estratégicamente a los miembros del cuerpo en el campo de cosecha del mundo. El desafío de la iglesia es transformarlos de residentes a trabajadores del campo. Podemos hacerlo al comunicar un enfoque más holístico del evangelismo. La gente necesita ser desafiada a emplear el don de ayudar a ministrar a los que se encuentran en necesidad y luego trabajar en red con los que comparten su fe en la congregación. Por ejemplo, si yo quiero compartir con mi socio que tiene un interés en la evolución y la creación. Si yo soy una persona visualmente orientada, que lee un libro cada década, no puedo hablar acerca de tales temas con él. Yo puedo llevarlo a uno o dos juegos de pelota y regar su césped durante sus vacaciones, pues él confía en mí, pero no puedo satisfacer su necesidad en ese tema. La iglesia hacedora de discípulos me ayuda a hacer eso.
Un entrenamiento artificial no se traduce en redes de trabajo normales. Gran parte del entrenamiento en evangelismo no se enfoca en el uso de los dones espirituales y de las redes de trabajo naturales, sino en medios artificiales como llevar equipos evangelísticos a centros comerciales a hablar con extraños o llamar a las puertas de casas de gente que no conocen. Incluso la visitación en la iglesia no es una forma natural de conocer gente.
El problema es que incluso un buen entrenamiento, hecho en redes de trabajo artificial no se traduce en una vida normal. En muchos casos, el entrenamiento se va al traste porque los cristianos han sido entrenados para hablar directamente a extraños o hacer una presentación específica. Esas tácticas no funcionan bien con la gente a su alrededor, con quienes convive, trabaja y juega.
La iglesia debe convertirse en un equipo, uno que coordine sus dones y recursos para ganar el mundo. Eso requiere la creatividad del Espíritu Santo obrando a través de miembros discipulados, la suavidad de los dones de amor, la corrección de los dones de palabra y la determinación de los dones de liderazgo. Trabajar juntos es la clave.
5. En el Cuidado Pastoral: Pasando de Cristo Satisfaciendo Él solo Todas las Necesidades a Cristo Satisfaciendo Necesidades a través de los Dones del Cuerpo.
Qué tiene que ver un buen cuidado pastoral con el discipulado y cuál es su relación con el entrenamiento? Sin un buen cuidado pastoral, no puede haber una iglesia discipuladora. Jesús es el Buen Pastor, el Pastor Principal, el que podría y puede satisfacer cada necesidad. Mientras Él estuvo en la Tierra, los discípulos no tuvieron que acudir a nadie más que a Él, a ningún otro ser humano, para tener satisfechas sus necesidades. Como hemos visto, el modelo de discipulado cristocéntrico pone un fuerte énfasis en una persona que vierte su vida en otra.
En el modelo eclesiocéntrico, lo que Jesús era para los discípulos, ahora los miembros del cuerpo lo son unos con otros. Eso no implica que los miembros del cuerpo sean sobrenaturales, sino que Cristo escoge satisfacer muchas de las necesidades del cuerpo a través de otras partes del cuerpo. Por ejemplo, yo puedo orar a Cristo por ánimo, y un amigo puede llamarme por teléfono y orar conmigo. Si yo estoy enfermo, dos miembros de mi Grupo de Estudio Bíblico, pueden traerme una comida caliente. A través de su Espíritu, Dios motiva a los miembros a ministrarse unos a otros.
Descentralizando el cuidado pastoral. Históricamente, el cuidado pastoral ha sido asignado al clero, cuando por derecho le pertenece a toda la iglesia. Dentro del llamado a la descentralización del ministerio se encuentra la descentralización del cuidado pastoral. Muchos tipos de anclaje emocional y de personas dotadas para mostrar misericordia, ayudar, dar y exhortar o animar pueden ser desarrollados dentro de la iglesia como ministros efectivos.
Efesios 4:16 señala que la iglesia alcanza su punto más alto cuando cada miembro está haciendo su parte. Como la iglesia discipuladora descentraliza el ministerio pastoral, esta permite a los miembros ministrar y de hecho, pueden hacerlo mejor que el clero.
“Todos los creyentes eran de un solo sentir y pensar. Nadie consideraba suya ninguna de sus posesiones, sino que las compartían. Los apóstoles, a su vez, con gran poder seguían dando testimonio de la resurrección del Señor Jesús. La gracia de Dios se derramaba abundantemente sobre todos ellos, pues no había ningún necesitado en la comunidad.”
Hechos 4:32-34
Estos versículos muestran el obvio beneficio de la descentralización en la iglesia del primer siglo. Debido a que las necesidades de la gente habían sido satisfechas, un poderoso ministerio fue posible.
Cuidado pastoral es discipular. Tal declaración puede parecer escandalosa, pero no estoy afirmando que el cuidado pastoral es todo lo que hay para discipular; cualquier enfoque adicional a entrenar habilidades ministeriales o de evangelismo, sólo llena esa necesidad, pero cuando ponemos juntos el desarrollo de liderazgo, el entrenamiento y el evangelismo, tenemos discipulado.
El cuidado pastoral proporciona un fundamento de vida en la comunidad de Cristo que hace posible el entrenamiento y el evangelismo (1 Tesalonicenses 2:7-12). Quienes no han sido cuidados tienden a volverse antagonistas y proyectan sus heridas sobre el liderazgo. Como resultado, una relación de adversarios se desarrolla entre los líderes de la iglesia y la congregación. Por otra parte, cuando los líderes crean un ambiente amable y de aceptación, la gente puede abandonar voluntariamente muchas diferencias menores y trabajar juntos.
El cuidado pastoral es parte de desarrollar personas hacia la madurez en Cristo, así que debemos considerarlo como discipulado. La gente tiene ventanas especiales de oportunidad en sus vidas cuando se abren a Dios más de lo normal. Durante esos períodos transicionales o de crisis, si la comunidad de Cristo se encuentra en ellos, la gente misma se abrirá a Él. Cuando alguien se siente amado, bajará sus defensas y permitirá que la Palabra de Dios y otras personas entren a sus vidas.
Entrenamiento pastoral. Si usted desea descentralizar el cuidado pastoral en la iglesia, no lo podrá hacer sin entrenamiento. Esto requerirá varias etapas:
1. La gente debe saber que ellos son ministros y que tienen contribuciones por hacer. Hasta que ellos sientan esta confianza, no serán capaces de actuar.
2. Los cristianos necesitan descubrir y desarrollar sus dones específicos.
3. Ellos necesitan poder experimentar con sus dones en su área de interés.
4. Una y otra vez, ellos necesitan tener esa oportunidad y ser respaldados en ello. Frente al fracaso, ellos necesitan tener la oportunidad de intentarlo de nuevo, en una nueva manera, para descubrir cuál fue el error y cómo puede ser corregido. En procura del éxito, ellos necesitan tener la oportunidad de intentar nuevas cosas.
5. Los miembros con dones pastorales necesitan reclutar gente para reclutar y enseñar a otros, para multiplicar sus esfuerzos.
Con este concepto de cinco puntos, una iglesia puede dar un discipulado que obre dentro de la congregación y gane al mundo con el evangelio. Como resultado, la gente es mejor cuidada y los miembros del cuerpo encuentran satisfacción al ejercitar sus dones.
Nuestro modelo para el proceso de discipulado está basado en las experiencias de la iglesia del primer siglo. Cómo desarrollaron ellos un programa de discipulado en multinivel como este? Veamos cómo empezó el discipulado en la primera iglesia, en Jerusalén.
Reflexión
Qué significa hacer discípulos? Responder la pregunta requiere un ejercicio con claridad. El estado de las cosas desde 1990 hasta 2010 no ha cambiado mucho respecto a la salud del corazón de la iglesia norteamericana. Después de todo, veinte años no es más que un bache en la historia de la experiencia norteamericana. En la década de los 90’s se estimaba que la asistencia alcanzaba el 43% de la población. Parece innegable que más personas asistían a la iglesia en aquellos días. Sin embargo, esa información ahora ha sido cuestionada por David T. Olson en su excelente obra, La Iglesia Americana en Crisis. Olson presenta una descripción más detallada y precisa en su libro. Su investigación demuestra que en el 2005 alrededor del 17,5% de los americanos asistían a una iglesia: 9,1% evangélicos, 3% protestantes y 5,3% católicos.3 Se podría decir con confianza que la asistencia a la iglesia está decreciendo y si la tendencia continúa, la iglesia en América lucirá más como en Europa que como en África o Asia, donde la asistencia a la iglesia está creciendo.
Un decrecimiento en la asistencia de la iglesia puede que no nos diga todo lo que necesitamos saber. La asistencia a la iglesia podría estar creciendo, pero al mismo tiempo, su capacidad de transformar a la gente y a la sociedad podría estar disminuyendo. Un compromiso de hacer discípulos no asegura el crecimiento de la iglesia, al menos de la manera que se anuncia. Hay otras razones por las que las organizaciones religiosas crecen o decrecen; todas, desde malas condiciones económicas que conducen a grandes cantidades de personas de una comunidad a un cambio pastoral que no haga lo mismo. En ambos casos, la iglesia puede estar muy enfocada en todas las cosas correctas y de hecho, puede estar practicándolas. La teología correcta y las prácticas correctas no salvan a la iglesia de condiciones económicas de pobreza o de un ajuste equivocado, incluso si el pastor tiene un espíritu correcto.
Podría decirse también que el crecimiento numérico de la iglesia creado por un exitoso mercadeo, una comunidad en crecimiento o un líder pastoral cautivante, están altamente sobrevalorados. Lo que realmente importa es la calidad de vida espiritual de los miembros de la iglesia y el efecto de la enseñanza de la iglesia en su vida diaria.
Es fácil para la gente llevar una singular vida religiosa; muchas personas pueden mantener un comportamiento aceptable por cortos períodos de tiempo, cuando se reúnen para adorar o participar en un estudio bíblico. La verdadera prueba es la reputación que ellos tienen en sus familias, en sus lugares de trabajo y en su vecindario. Los compañeros de trabajo y los vecinos son los más confiables jueces de la validez de un cristiano. Estén siempre alertas de un cristiano cuyos familiares se disculpan con demasiada frecuencia por su mal comportamiento. Esto es lo que normalmente se llama encubrir su doble vida.
Después de todos estos años, yo continúo buscando la respuesta a la pregunta: “Qué clase de gente estamos produciendo?” Un escritor ha afirmado que estamos alcanzando los resultados exactos que nuestras prioridades organizacionales han diseñado que se produzcan. Yo creo que lo que él quiere decir es que nuestro evangelio no exige mucho para entrar y permanecer en la fe y que por tanto, producimos miembros superficiales. En otras palabras, respecto a la cultura, la iglesia tiene la capacidad de penetración de una gelatina: sólo golpeamos el recipiente, la dejamos caer, la despedazamos y la mezclamos. Así mismo, la superficialidad genera miembros religiosos, La religión está presente para salvar nuestro pellejo, revelar nuestra culpa y gritar en tiempos de angustia. Esta es la razón por la que la gente deja de ir a la iglesia. No es desafiante ni crítica para la vida misma ni parece estar yendo para alguna parte. Hay muchas felices excepciones, pero la tendencia continúa cada vez más en descenso.
Cómo cambiaría esta tendencia un enfoque en ser y hacer discípulos, o son las fuerzas de la cultura demasiado poderosas? La iglesia es una isla de lógica tradicional y absolutos rodeados por un mar de relatividad, donde la verdad se ha vuelto una construcción social. Lo que es diferente de los siglos anteriores es que la verdad ha colapsado como una categoría; no tiene un apoyo público. Lo que es igual es que muchas religiones ahora están mezcladas en una misma ciudad o región. La globalización ha integrado al cristiano promedio con hindúes, musulmanes y budistas. Ahora es más difícil que antes decirle a una persona que irá al infierno por ser parte de una religión diferente.
Recuerdo un viaje en tren en Tokio, en el que los pasajeros estaban hacinados en cada vagón, muy lejos de lo legal. Con una estatura de más de 1,90 m., mi cabeza y hombros sobresalían por encima de la muchedumbre, de manera que podía ver a través de las ventanas que había al final de cada vagón, y empecé a pensar en cómo muchos conocían a Cristo. Yo estaba seguro de que muy pocos lo conocían y que la mayoría sólo sabrían que Él era el líder del cristianismo. Entre un 1 y 3% pueden haber oído alguna clase de evangelio convincente. Yo pensé: “Qué le pasará a nueve de cada diez personas en este tren?” Mi teología cristiana dice que sin Cristo, ellos irán al infierno. Subí a ese tren con mi teología intacta y salgo de él confundido.
Esta “aldea global” que es ahora nuestro hogar, hace más difícil mantener las doctrinas ortodoxas y esta es otra razón por la que la gente ha dejado de ir a la iglesia. Lo que ellos están aprendiendo en la aldea global está en contradicción con la enseñanza cristiana. La aldea global enseña la tolerancia como un valor moral absoluto y no como la gracia para estar de acuerdo o no. El relativismo enseña que Verdad, con V mayúscula, está más allá de la lógica y la razón humanas. Es casi lo mismo que la posición cristiana que afirma que la revelación de Dios pone todos los fragmentos de la verdad juntos, en la Verdad con V mayúscula. La posición cristiana es que usted puede conocer la Verdad. La posición secular es que usted no puede conocerla, pero si pudiera ser conocida, sería por encima y más allá de la lógica o la razón. Se hallaría en la mente de Dios (siendo Dios una fuerza que desafía la definición). Así que al final, la Verdad es revelada a medida que evolucionamos como pueblo. Nosotros subiremos la escalera del conocimiento y mientras lo hacemos, descartaremos tales nociones anacrónicas como la de que una religión es la verdad.
Esta deconstrucción de la verdad y la ortodoxia ha hecho que ahora sea más difícil que le interese a una persona más joven. Oí a un inteligente y joven cristiano decir que “las respuestas del cristianismo ortodoxo no son lo suficientemente más grandes y radicales para confrontar las perplejas preguntas que confrontan ahora a la raza humana". Los cristianos más jóvenes y los que buscan a Dios, están a la espera de algo que suene lo suficientemente grande y robusto intelectualmente para coincidir con su deseo de hacer que sus vidas importen. Hace treinta años, los cristianos no se decidían a evangelizar porque no conocían los suficientes fundamentos para convencer a un incrédulo. Hoy, los cristianos evaden el evangelismo porque temen ser acusados de ser unos arrogantes “sabelotodo”. Entonces, qué significa ahora hacer discípulos? Cómo le enseñamos a la gente a vivir en un mundo pluralista?
Yo mantengo mis pensamientos iniciales en esta sección escrita hace más de veinte años. Aún creo que hacer discípulos está en el corazón de la misión de la iglesia. Esta es la razón por la que sólo discípulos maduros reproducen y crean movimientos que pueden ser sostenidos para la evangelización mundial. Predicar el evangelio a toda la raza humana está en el corazón de Jesús y de nuestra comisión. Jesús dejó esas instrucciones; por lo tanto, este es el plan para cada discípulo y cada iglesia. Todo lo demás es una pérdida de tiempo.
Nuestro carácter es nuestra influencia. Eso es lo que significaba hacer discípulos en el primer siglo y lo que significa aún hoy. La iglesia parece insistir en tratar de ganar el mundo sin hacer discípulos. Esta omisión ha dañado seriamente nuestra reputación y nuestra capacidad de interesar a otros en Cristo y descuidado la instrucción de “enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes”. Ya que muchos líderes de iglesias en Occidente se han entregado al enfoque de la importancia y la conformación de congregaciones más grandes, el compromiso de un ejemplo personal y de una transformación del carácter individual a semejanza de Cristo ha sido disminuido.
Dallas Willard afirmó enfáticamente a finales de los 80’s, lo que aún hoy es radical: “Los ministros prestan demasiada atención a gente que no viene a los servicios. En términos generales, esas personas deberían recibir del pastor exactamente el trato que ellos le dieron a Cristo. El líder cristiano tiene algo mucho más importante que hacer que perseguir a los impíos. La tarea del líder es equipar a los santos hasta que sean como Cristo (Efesios 4:12), y la historia y el Dios de la historia esperan que él lo haga.”4
Cuando uno investiga la escena de la iglesia en el mundo, la iglesia norteamericana es la que está ahora en el campo misionero. La iglesia en Asia y África (e incluso en China), están haciendo ahora los esfuerzos más serios por hacer discípulos. La energía de los líderes de la iglesia debe dirigirse a conseguir que hombres y mujeres más jóvenes se vuelvan aprendices (discípulos) de Cristo. Esto supone que los líderes actuales vivan de tal manera que sean buenos ejemplos para el rebaño.
He concluido que las prioridades de los líderes de la iglesia deben cambiar del éxito corporativo hacia uno personal, pues ahí, en la vida común y personal más que en la vida pública, radica el verdadero poder espiritual. Esa es la razón por la que es mucho más importante ser un discípulo que tener un plan para hacer discípulos. Cuando los individuos son discípulos, encontrarán una manera de hacer otros discípulos. De hecho, no podrán parar de hacerlo.
notas
1. Eberhard Bethge, Dietrich Bonhoeffer: A Biography (Minneapolis: Fortress Press, 2000), 83.
2. Yo he cubierto este texto desde el punto de vista del pastor en algunos detalles en mi libro El Pastor Hacedor de Discípulos (Bogotá D.C., Colombia: Ediciones Berea, 2008).
3. David T. Olson, The American Church in Crisis (Grand Rapids: Zondervan, 2008), 29.
4. Dallas Willard, The Spirit of the Disciplines (San Francisco: Harper and Row, 1989), 246.