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CAPÍTULO OCHO

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La tarde siguiente, Kate estaba de pie junto a otros dolientes, congregados en el cementerio, detrás de la familia Meade y sus amigos más cercanos. Estaba de pie junto al pequeño personal que había preparado los desayunos —Clarissa y Jane vestidas de negro y luciendo genuinamente apesadumbradas —y que así, muy temprano en la mañana, se las habían arreglado para mostrar su amor por Debbie. Esta parecía conducirse mejor que el día en que le pidió a Kate que indagara sobre el asesinato. Lloraba abiertamente y dejó escapar un angustioso gemido lleno de tristeza, pero aún así no estaba ausente. Jim, por su parte, se veía como un hombre roto. Un hombre que iría a casa y pensaría largo y tendido sobre como a veces, la vida no era jodidamente justa.

Kate no pudo evitar pensar en su propia hija. Sabía que tendría que llamar a Melissa en cuanto concluyera el funeral. No había conocido mucho a Julie Meade, pero basándose en las conversaciones que había sostenido con Debbie, Kate supuso que tendría aproximadamente la misma edad que Melissa, poco más poco menos.

Escuchó al predicador mientras leía los familiares pasajes bíblicos. Aunque sus pensamientos estaban en buena medida con Debbie, también estaba ligeramente obsesionada sobre cómo pudo haber pasado esto. Desde que había llegado de Washington, mantenía los oídos a la escucha. Había notado que tanto Jane como Clarissa no habían mencionado algo al respecto. Y eso era extraño porque Clarissa de algún modo tenía un don para saberlo todo gracias a su olfato para las habladurías.

Miró a Debbie y Jim, advirtiendo que había un hombre alto parado junto a este. Era relativamente joven y gallardo gracias a su bien cuidada apariencia. Tocó ligeramente con los nudillos a Jane que estaba a su lado y le preguntó: —El hombre alto que está junto a Jim. ¿Es el marido de Julie?

—Sí. Tyler es su nombre. No llevaban mucho tiempo casados. Menos de un año, creo.

Kate pensó que quizás en su pequeña banda de desayunos ninguna conocía al resto muy bien después de todo. Por supuesto que lo sabían todo acerca de sus empleos anteriores, bebidas con cafeína favoritas, sueños y aspiraciones para sus días de retiro. Pero nunca habían profundizado mucho más. Había sido una suerte de mutuo silencio acordado. En raras ocasiones habían hablado de sus familias, manteniendo la conversación a un nivel superficial, para su diversión y entretenimiento.

No había nada malo en ello, por supuesto, pero dejaba a Kate sabiendo muy poco acerca de la familia Meade. Todo lo que sabía era que Julie había sido su única hija... de la misma forma que Melissa era su única hija. Y aunque ella y Melissa no eran tan íntimamente cercanas como alguna vez lo habían sido, de todas formas dolía el solo pensamiento de perderla.

Una vez que el servicio hubo concluido y la multitud comenzó a dispersarse en medio de una maraña de abrazos e incómodos apretones de mano, Kate y su pequeño grupo de café hicieron lo mismo. Kate, sin embargo, se quedó atrás cerca de unas personas que de alguna manera se habían ocultado para poder fumar un cigarrillo. Aunque ella no era una fumadora (pensaba que era un hábito desagradable), quería pasar un rato fuera de la vista de los demás. Recorrió con la mirada a la multitud y se topó con la figura de Tyler Hicks. Estaba hablando a una pareja de ancianos que sollozaban abiertamente. Tyler, sin embargo, parecía estar haciendo su mejor esfuerzo para conservar la calma.

Cuando la pareja de ancianos se hubo marchado, Kate fue hasta él. Tyler se dirigía hacia una mujer de mediana edad junto con sus dos hijos, pero Kate puso empeño en llegar hasta él primero.

—Perdona —dijo, cruzándose en su camino—, eres Tyler, ¿cierto?

—Lo soy —dijo. Al girar el rostro, ella pudo ver el dolor que se reflejaba en el mismo. Estaba agotado, y se veía como si nada le quedara en su interior—, ¿te conozco?

—En realidad, no —dijo—. Soy amiga de la madre de Julie. Mi nombre es Kate Wise.

En sus ojos apareció un destello de reconocimiento. Hizo que su rostro cobrara vida por un segundo. —Sí, escuché a Debbie mencionarte. Eres una agente del FBI o algo así, ¿correcto?

—Bueno, recientemente jubilada. Pero sí, eso soy en esencia.

—Siento que ella te haya puesto a averiguar lo que le pasó a Julie. Imagino que eso habrá dado pie a una situación incómoda.

—No necesitas disculparte —dijo Kate—. No puedo siquiera imaginar lo que ella ha pasado. Pero, mira... haré esto rápido. No quiero quitarte demasiado tiempo. Sé que Debbie quería que indagara acerca del ex-novio y aunque no he podido hablar con ella sobre eso, él está limpio.

—Sra. Wise, no tiene que hacer esto por ella.

—Lo sé —dijo—, pero me estaba preguntando si tú me podrías contestar unas preguntas muy sencillas.

Al principio pareció ofendido, pero luego se resignó. Una curiosa y triste mirada cruzó su rostro al preguntar: —¿Piensas que hay preguntas que vale la pena hacer?

—Quizás.

—Entonces, sí, contestaré unas pocas. Rápido, por favor.

—Por supuesto. Me preguntaba si habías visto algo alrededor de la casa, cuando regresaste, que pudiera haberte parecido extraño o fuera de lugar. Quizás algo que no pareciera gran cosa considerando lo sucedido a Julie. Quizás algo que pensaste que mirarías después, cuando las cosas se calmaran un poco.

Él meneó la cabeza lentamente, mirando atrás, hacia el lugar donde su esposa sería colocada en la.siguiente hora. —Nada me viene a la mente.

—¿Ninguna señal de una entrada forzosa?

Su atención volvió hacia ella y ahora se veía un poco asustado. —Sabes, comencé a preguntarme eso mismo —dijo—. Todas las puertas estaban cerradas con llave cuando llegué a casa al día siguiente. Toqué el timbre porque mis llaves estaban en uno de mis bolsos y no quería rebuscar allí. Pero Julie nunca contestó. No me molesté siquiera en pensar en eso hasta ayer, cuando estaba tratando de dormirme. Alguien entró fácilmente, sin forzar nada. Y luego cerraron con llave cuando se fueron. Así que sabían cómo entrar. Pero eso no tiene sentido.

—¿Y por qué no?

—Porque hay un código para el sistema de seguridad que solo Julie, yo, y la señora que hace la limpieza conocemos. La cambiamos cada dos meses.

—¿Alguna sospecha con respecto a la señora de la limpieza o su familia?

—Bueno, ella tiene casi sesenta y no conocemos a su familia. La policía indagó pero no encontró nada.

—Bueno, ¿qué hay de ti? —preguntó Kate— ¿Hay alguien que creas que pudo haber considerado hacer esto?

El sacudió su cabeza sin pensarlo mucho. —He pasado cada momento de vigilia desde que llegué a casa y encontré su cuerpo tratando de pensar en alguien que tuviera alguna razón para matarla, para siquiera estarfurioso con esa persona. Y no se me ocurre nada —hizo una pausa y la miró escéptico—. Dijiste que estás retirada. Entonces, ¿por qué estás tan interesada en este caso?

Ella dio la unica respuesta que sería aceptable. —Solo quería hacer todo lo que pudiera para apaciguar la mente de Debbie.

Ella sabía que había una verdad más profunda, sin embargo. Y era algo egoísta.

Porque tener una pequeña participación en este caso es lo más me ha dado sentido de propósito desde que me retiré hace un año.

—Bueno, aprecio tu ayuda —dijo Tyler—.Y si necesitas alguna otra cosa, házmelo saber.

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