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Agradecimientos

Para esta segunda edición, debo empezar agradeciendo a mis lectores. Cuando escribí la primera edición de Caminar con los pobres, estaba muy seguro de que mi esposa y mi madre podrían leer el libro, pero no tenía certezas en cuanto a una aceptación más amplia; ustedes me sorprendieron. He sido bendecido con cartas y correos electrónicos de profesionales de todo el mundo que han señalado que este libro de alguna manera les ha sido útil. Estoy muy agradecido también con quienes dieron su tiempo de forma voluntaria y tradujeron la primera edición de Caminar con los pobres a coreano, chino antiguo (Taiwán), español, portugués y árabe. En Filipinas se produjeron versiones de bajo costo para ayudar a su distribución en el sur. Estoy profundamente agradecido y honrado por los muchos profesores de universidades seglares y cristianas, seminarios y escuelas bíblicas que utilizaron el libro en sus clases. Sin dicho apoyo, una segunda edición no hubiera sido una opción atractiva.

Antecedentes

Ningún libro como este es obra de un solo autor. Una vida de relaciones y una gran cantidad de experiencia vivida forman la materia prima a partir de la cual un autor trata de reunir y articular lo que ha aprendido y espera que otros consideren que vale la pena leer el resultado. Para mí, este el caso, dado que soy una persona que crea sintetizando, juntando las cosas y colocándolas en marcos más grandes. Aprendo en comunidad, escuchando a otros, leyendo bastante, haciendo lluvia de ideas con entusiasmo, sabiendo que con el tiempo caeré en un marco que se adapta a las muchas y dispares piezas. Sin embargo, pocas de las piezas son mías: ellas son el leal y precioso trabajo de otros. Puedo refinarlo o incluso ampliarlo, pero siempre comienzo con la oferta de otros. Esto es lo que hace que agradecer a los demás sea un lugar importante para iniciar.

Ideas productivas

El presente libro se basa en dos potentes grupos de ideas y las potencia: en primer lugar, la descripción de Paul Hiebert de la cosmovisión occidental y su medio excluido; y en segundo lugar, la reflexión de Jayakumar Christian sobre la naturaleza de la pobreza como relaciones que no funcionan para el bienestar y la causa de la pobreza como fundamentalmente espiritual. Estoy profundamente agradecido por el trabajo creativo de estos dos hombres y por su amistad y consejo a lo largo de los años.

Aprovechando su experiencia en la India, Paul Hiebert ha tenido dos importantes ideas que han demostrado ser muy útiles para mí y para otros en la misión cristiana. La primera es su formulación de la cosmovisión occidental en términos de dos reinos separados —material y espiritual— con un vacío entre los dos, el “centro excluido”. Vincular esto con el pensamiento de Lesslie Newbigin1 proporciona la explicación para muchas de las dicotomías con las que los cristianos occidentales luchan: fe y razón, evangelismo y desarrollo, iglesia y estado, valores y hechos. Estas dicotomías son los principales obstáculos para encontrar un enfoque cristiano genuinamente holístico para la transformación humana.

La segunda idea importante de Hiebert es que la cosmovisión occidental, con sus reinos —espiritual y material— separados, tiene una clase particular de impacto cuando se encuentra con la cosmovisión holística-espiritista de las culturas tradicionales. Aquellos de nosotros que portamos una cosmovisión occidental damos por sentado que la ubicación de causa y efecto es en el mundo material. En contraste, las culturas tradicionales creen que la causa de las cosas se encuentra en el mundo oculto de espíritus y dioses. La ausencia de un “medio” en la cosmovisión occidental significa que no tenemos forma de dar sentido o de responder al “medio” tan activo e importante de las culturas tradicionales. Esta premisa ha demostrado tener un gran poder explicativo cuando uno se acerca al trabajo de los promotores del desarrollo y su conjunto de herramientas de intervenciones tecnológicas, al igual que nuestro pensamiento sobre cómo se intersectan el testimonio cristiano y el desarrollo.

Jayakumar Christian es un compañero de trabajo de Visión Mundial y un amigo personal desde hace casi veinte años. Ha elaborado una familia de ideas sobre la naturaleza y las causas de la pobreza que nos libera del lenguaje material y las definiciones que tienden a dominar las conversaciones acerca de este tema. En su trabajo de doctorado, ofreció la idea de que la pobreza se experimenta fundamentalmente por parte de los pobres como un deterioro de su identidad y que esto es ocasionado tanto por la condición (o rutina) de ser pobres como por ser cautivos de los complejos mesiánicos de los que no son pobres. Encontré estas ideas liberadoras y altamente provocativas. Proporcionan la plataforma sobre la cual enmarco mi reflexión del desarrollo transformador realizado por los cristianos.

Empleo las ideas de Jayakumar liberalmente en este libro y, más adelante, las tomaré como punto de partida. A la idea de que jugar a ser un dios en la vida de los pobres resulta en un deterioro de la identidad de los pobres, yo le agrego que también daña la identidad de los no pobres. Ellos no pueden jugar a ser Dios y ser quienes son ante los ojos de Dios. A la propuesta de Jayakumar de que la transformación es el trabajo de ayudar a los pobres a recuperar su verdadera identidad hecha a imagen de Dios, yo agrego la idea de que la vocación o llamado también forma parte de la verdadera identidad. Propiedad que en términos bíblicos es tanto quiénes somos como qué hacemos. Los pobres y los no pobres necesitan de la ayuda redentora de Dios para recuperar su verdadera identidad como hijos de Dios hechos a imagen y semejanza suya y su verdadera vocación como mayordomos productivos, dones otorgados por Dios para contribuir al bienestar de la humanidad.

Formación

Como profesional, estoy en deuda con muchas personas. Inicié mi viaje en el desarrollo transformador con Hal Barber y su innovación de ayuda y desarrollo en Visión Mundial en 1976. Nuestro viaje empezó con unas estimulantes tres semanas con James Yen y Juna Javier en el Instituto Internacional de Reconstrucción Rural, en Filipinas. Con los años, me he visto influenciado y he sido enriquecido por una familia de profesionales del desarrollo que han asistido a conferencias, me han patrocinado para visitas de campo y han escrito artículos que me han influenciado. Esta familia incluye a Mulegeta Abebe, Mulatu Belachew, Bruce Bradshaw, Rebecca Cherono, Ben Chitambar, Frank Cookingham, Helen Eversole, Judy Hutchinson, Bob Linthicum, Ken Luscombe, Eric Ram, Paul Peterson, Christina Lee Showalter, John Stewart, Morris Stuart, Bryan Truman, y Corina Villacorta.

En particular, estoy profundamente en deuda con Ravi Jayakaran, Nora Avarientos, Sarone Ole Sena, y Jayakumar Christian; todos ellos estuvieron dispuestos a invertir muchas horas en entrevistas telefónicas como una forma de contribuir con este libro. Ravi Jayakaran es un experto en Evaluaciones Rurales Participativas (PARA, por sus siglas en inglés) y ha realizado un trabajo pionero al hacer posible que este método permita escuchar el lado espiritual de la cosmovisión tradicional. Nora Avarientos, junto con Malcolm Bradshaw, desarrolló la metodología de Búsqueda de las Escrituras para utilizar la Biblia en el contexto de desarrollo comunitario en las Filipinas. Sarone Ole Sena, un antropólogo masai, junto con Dirk Booy, un canadiense, fueron los pioneros de Visión Mundial en aplicar la consulta apreciativa para planificación de desarrollo en Tanzania.

Como teólogo laico, estoy particularmente agradecido con aquellos que compartieron mi formación teológica, tan ad hoc como pudo haber sido. Mi introducción a la reflexión teológica sobre desarrollo empezó con Vinay Samuel y Chris Sugden y sus talleres con Visión Mundial en Asia a principios de 1980. También estoy en deuda con Sam Kamaleson, quien me guió pacientemente durante sus años en Visión Mundial. También recuerdo, con cierta desazón, una noche desafiante y estimulante en Wheaton 1983, cuando un hombre culto y amable pasó cuatro horas respondiendo pacientemente mis simples preguntas sobre misiología: se llamaba David Bosch. De Tom Houston, cuando fue presidente internacional de Visión Mundial, aprendí a pensar bíblicamente y a confiar en que la Palabra de Dios siempre tiene algo que decir al mundo.

Además, la comunidad internacional de teólogos de misión evangélica (INFEMIT, por sus siglas en inglés) ha brindado una familia de amigos que han nutrido mi comprensión de la teología y el desarrollo desde las perspectivas de culturas a parte de la mía. Esos amigos incluyen a Valdir Steuernagel, Tito Paredes, René Padilla, Kwame Bediako, y Miraslav Volf. De los Estados Unidos estoy en deuda con Ron Sider y mis compañeros en MARC, Saphir Athyal y Tom McAlpine.

Frank Cookingham —director de evaluación de Visión Mundial Internacional—y yo hemos llevado a cabo un diálogo continuo sobre cómo el marco para desarrollo transformador de este libro, incluyendo testimonio cristiano, puede ser monitoreado y evaluado en el mundo real de programación de desarrollo. Frank se ha dedicado a una exploración de largo plazo acerca de cómo la espiritualidad y el discernimiento deberían formar parte de cualquier intento cristiano por monitorear y evaluar la programación holística. Estoy en deuda con Frank por ayudarme a reelaborar y finalmente escribir el capítulo nueve.

Para este libro tengo que dar un agradecimiento especial a mi amigo Bil Dyrness por su disponibilidad para revisar varias veces mi capítulo sobre la historia bíblica tanto en la edición original como en la segunda. Bil y yo también dimos juntos un curso de Teología de Pobreza y Desarrollo durante el cual aprendí mucho. Para la segunda edición, Howard Loewen y Doug McConnell del Seminario Teológico Fuller y Bil Burrows, mi editor de Orbis Books, hicieron una revisión detallada del capítulo de teología. Por supuesto, toda la teología mala que queda en el capítulo es mi responsabilidad.

Steve Commins, un amigo de mucho tiempo e instructor de Desarrollo Internacional en UCLA, fue lo suficientemente amable para leer el nuevo capítulo sobre la evolución de la idea de desarrollo. También estoy en deuda con dos estudiantes de maestría, cuyos trabajos finales para mi clase de Pobreza y Desarrollo me presentaron material nuevo para mí y que fue muy relevante para la segunda edición. Monica Felix, de la Escuela de Psicología Fuller, escribió un fascinante artículo que relaciona descripciones de pobreza crónica expresadas en el estudio del Banco Mundial “Voces de los Pobres” con una construcción teórica utilizada en psicología en estudios de estrés postraumático. Gareth Mayhew me introdujo al enfoque de desviación positiva de salud pública ya que fue adaptado a una variedad de escenarios de pobreza por Save the Children. Finalmente, debo felicitar a mis estudiantes de doctorado quienes sufrieron mi inexperiencia académica, tuvieron que escuchar y reaccionar a la mayoría del nuevo material de este libro y me dieron su opinión sobre algunos de los capítulos: Nathan Penner, Josh Smith, Bobby Lynch, e Isaac Voss.

Medios

El capítulo de testimonio cristiano se basa en la investigación realizada gracias a la Iniciativa Dellenback, de Visión Mundial Estados Unidos, a fines de 1990. La investigación de campo de testimonio cristiano en el contexto de ayuda y desarrollo en África occidental y en otras partes del mundo y varias pequeñas consultas realizadas con profesionales y teólogos fueron posibles gracias a esta iniciativa. Estoy muy agradecido con el liderazgo y compromiso de Bob Seiple y de Ron Vander Pol, cuya visión hizo posible esto.

Esta segunda edición no hubiera sido posible sin el cambio ocasional desde Visión Mundial Internacional a la Escuela de Estudios Interculturales del Seminario Teológico Fuller. Aunque nunca había anticipado dejar un ministerio activo por un escenario académico, y todavía me pregunto por qué un “chico de agencia” podría ser atractivo como posible miembro de la facultad, me he sentido bienvenido, respetado y apoyado aquí. Estoy particularmente agradecido con el decano de la Escuela de Estudios Interculturales (ahora rector) Doug McConnell, quien me acompañó, nutrió y motivó mi transición y quien fuera una gran fuente de estímulo para escribir esta nueva edición. Howard Loewen, decano de la Escuela de Teología, ha sido una fuente continua de apoyo personal y teológico, convenciéndome de alguna forma de que hay suficiente teología en mi pensamiento para no ser una vergüenza para una antigua tradición profesional. Mis compañeros de facultad han sido cordiales, motivadores y desafiantes.

El ritmo de vida del seminario me permitió ampliar mi lectura más allá de lo que se podía haber hecho en largos vuelos en avión. El acceso a una biblioteca académica de primer nivel me permitió explorar áreas de la literatura en estudios e investigación de desarrollo e investigación que en gran medida eran inaccesibles y, por lo tanto, desconocidas para un administrador mayor ocupado y que siempre estaba viajando. En un entorno académico, a uno realmente se le da tiempo y se le recompensa por escribir y enseñar, ambas formas de ampliar el pensamiento y el aprendizaje.

Agradecimiento personal

En la Biblia se nos enseña que lo último es realmente lo primero. Y así es con estos reconocimientos. Estoy en deuda con mi madre, Patricia Myers, por dejar a un lado su loft, por soportar mi pila de papeles y libros, y por hacerme el almuerzo durante los meses en que escribí la primera edición de este libro en su casa. Ella oró por un hijo perdido y sin esperanza por muchos años antes de que Dios finalmente se ablandara y me arrastra a su reino a los treinta y un años de edad. Estoy profundamente agradecido de que ella esté viva para ver el libro que resume por qué ella y Dios pasaron por tanto problema.

También estoy profundamente agradecido con Tom y Hazle Houston, que prestaron su casa de Oxford al clan Myers por cinco semanas en el verano de 1997. El primer manuscrito de este libro nació en el estudio de Tom, y nuestra familia se hizo más cercana entre sí y con Dios en su sala de estar.

También debo agradecer a Dean Hirsch, Presidente Internacional de Visión Mundial y a la Junta Directiva Internacional de Visión Mundial por otorgarme tiempo para completar la investigación y redactar la primera edición de este libro.

Bil Burrows, de Orbis Books, tuvo la visión del potencial de la primera edición y del espíritu ecuménico que se necesitaba para luchar por un acuerdo de publicación conjunto entre Orbis y Visión Mundial, una colaboración inusual en ese momento. Con gracia y paciencia, Bil me empujó a hacer esta revisión incluso cuando se estaba retirando y trataba de aminorar su marcha. Estoy agradecido con Bil por su amistad y por ver algo de valor que yo no podía ver.

Finalmente, y lo más importante, debo agradecer la impagable deuda que tengo con mi familia. Mis hijos, Brooke y James, de quienes estoy sumamente orgulloso, me han enseñado más de lo que alguna vez les enseñé yo. No hay un correctivo mejor o más severo para el pensamiento sobre la transformación y el desarrollo humanos que los propios hijos.

No hay suficientes palabras para transmitir mi agradecimiento, cariño y amor a mi esposa, mi mentora de toda la vida, mi amiga y mi más profundo amor, Lisa. Con un gran sacrificio de sus propias aspiraciones, ella me motivó, nutrió y apoyó. Solo puedo orar para que todo esto sea digno de todo su esfuerzo.

Como Lisa leyó la primera edición, ella sigue exclamando: “Esta es mi posición en dirección espiritual. Así es como ayudo a las personas a escuchar y ver a Dios en sus vidas”. Solo entonces descubrimos que caminar con los pobres y caminar con quienes buscan una espiritualidad personal y más profunda emplean marcos y herramientas similares. Trasformación es transformación; debimos haberlo sabido. Como resultado de este descubrimiento y su experiencia de un cuarto de siglo de dirección espiritual y las innovaciones en dirección de grupo, Lisa ayudó a redactar dos importantes contribuciones de esta segunda edición.

1. En la página 26 se amplía el pensamiento de Newbigin.

Fe, pobreza y desarrollo

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