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TRAZANDO EL RUMBO

EN EL PRINCIPIO

El propósito de este libro es describir una propuesta para entender los principios y la práctica del desarrollo transformador (cambio espiritual social y material positivo) desde una perspectiva cristiana. Mi intención es tratar de reunir tres corrientes básicas de pensamiento y experiencia. Lo mejor de los principios y prácticas de la comunidad de desarrollo internacional tiene que integrarse con el pensamiento y la experiencia de las organizaciones no gubernamentales (ONG) de desarrollo y ayuda cristianas. Estas corrientes de experiencia necesitan ser informadas y moldeadas por un marco teológico para el desarrollo transformador.

A lo largo de este libro lucharé por superar los problemas presentados por la creencia persistente que existe en occidente de que los ámbitos espirituales y físicos de la vida están separados y no se relacionan. Este supuesto ha invadido y controlado casi todas las áreas de consulta intelectual, incluyendo la práctica y teoría de desarrollo así como mucho de la teología cristiana. Buscaré un entendimiento de desarrollo en el que las dimensiones físicas, sociales y espirituales de la vida estén interrelacionadas de un modo perfecto.

Orígenes

El peregrinaje que este libro representa tuvo su origen en 1975, el año en que Visión Mundial recibió una subvención del programa de Desarrollo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) para ayudar a iniciar su ministerio de desarrollo y asistencia. Yo formé parte del equipo original. Fuimos a Washington D.C., tomamos un curso de tres días sobre planificación de desarrollo, luego fuimos liberados para ayudar a las siete oficinas de Visión Mundial en Asia para que empezaran a planificar sus primeros programas de desarrollo. Dios nos perdone por nuestros pecados.

La década de 1970 y principios de 1981 fueron tiempos interesantes para las agencias de desarrollo y ayuda cristianas. Fue un tiempo lleno de discusiones a veces divisivas entre los evangélicos sobre si los cristianos creyentes en la Biblia debían hacer desarrollo o no. Algunos estaban profundamente preocupados por considerar que incluir la acción social en la agenda cristiana podría mitigar el compromiso de la iglesia con el evangelismo. “El evangelismo debe ser lo primordial”, fue el argumento. La presunción moderna de que lo espiritual y lo material eran áreas de la vida no relacionadas ha infectado el pensamiento de la misión cristiana.

A través de este peregrinaje, muchos de nosotros en la familia de Visión Mundial compartimos una preocupación profundamente arraigada de que, para que una agencia cristiana fuera cristiana, la programación de desarrollo debía ser holística, es decir que el desarrollo y el testimonio cristiano debían mantenerse unidos en una tensión creativa. En esos primeros días, entendimos de manera simplista e incorrecta que esto significaba que el testimonio cristiano era algo que alguien agregó a la mezcla de programa de desarrollo para completarlo: solamente era otro sector, un pedazo del pastel del desarrollo.

Al tiempo nos dimos cuenta de que esta conceptualización era errónea. Implicaba que todos los demás sectores del desarrollo no tenían nada que hacer con cosas espirituales y que estábamos tratando el trabajo espiritual como un sector separado de la vida. Eso significaba que, en las mismas comunidades en donde queríamos ser buenos modelos de la fe cristiana, estábamos presenciando el hecho de que los ámbitos material y espiritual de la vida estaban separados y no se relacionaban. Nuestra lucha para escapar de este supuesto moderno nos condujo a una gran cantidad de consultas relativas tanto a la teología como a la cosmovisión del desarrollo.

La década de 1990 fue de búsqueda de profesionalismo. Las buenas intenciones ya no eran suficientes. Los pobres merecían algo mejor que aficionados dotados con sus corazones en el lugar correcto. El mundo ha aprendido mucho sobre el desarrollo, y las organizaciones cristianas deben tomar esto en cuenta. Se estudiaron las ciencias sociales y nuestros empleados fueron enviados a Inglaterra, Canadá y Estados Unidos, a aprender de centros de aprendizaje de desarrollo en el occidente.

La primera edición de Caminar con los Pobres se escribió en 1998. Mucho ha sucedido en los últimos veintitrés años desde que nos propusimos “hacer desarrollo”. Mucho se ha aprendido. Desde hace mucho tiempo, como grupo de amigos compartimos nuestros éxitos y lloramos por nuestros fracasos; se han llevado a cabo cientos de talleres; se han estudiado cientos de documentos y se han leído muchos libros; miles de horas de discusión, angustia y descubrimiento han ocurrido en largos viajes por caminos polvorientos y en las mesas de hoteles poco interesantes. El resultado de todo esto es la fuente del pensamiento de la primera edición de este libro.

En 2006 salí de Visión Mundial para convertirme en profesor de Desarrollo Internacional en la Escuela de Estudios Interculturales en el Seminario Teológico Fuller. Aún sigo en contacto con colegas y amigos de Visión Mundial, continúo viendo un flujo constante de artículos de posición, evaluaciones, y artículos oficiales. Doy algo de consultoría de vez en cuando.

Pero mi mayor fuente de ideas y material nuevo proviene del mundo de estudios de Desarrollo e Investigación de Desarrollo, un producto de la profesionalización de la comunidad de desarrollo internacional que empezó en la década de 1990. Hoy día existe una gran variedad de vistas académicas, una serie de escuelas de estudios de desarrollo y miles de “documentos fugitivos” —investigaciones, evaluaciones, estudios empíricos— que se encuentran en los sitios web de la mayoría de las agencias de desarrollo, una serie de centros de estudio de desarrollo en Europa y los Estados Unidos y en el Banco Mundial. Al haber cambiado la agitada vida de un ejecutivo de agencia por la vida de un académico, finalmente tengo el tiempo para leer y graduar estudiantes. Gran parte del material nuevo en este libro es un resultado de ello.

Definiciones

Utilizaré dos frases una y otra vez en este libro: desarrollo transformador y testimonio cristiano. Puede ayudar al lector si los defino aquí al principio.

Desarrollo transformador es el término que utilizo como una alternativa al desarrollo más tradicional. Existen dos razones para ello. Primero, el término desarrollo está fuertemente cargado con un significado pasado, no todo lo cual es positivo. Cuando la mayoría de las personas piensan en desarrollo, piensan en un cambio material o un cambio social en el mundo material. Segundo, desarrollo es un término que muchos entienden como sinónimo de modernización u occidentalización (Escobar, 1995). Para algunos, el desarrollo se entiende simplemente como tener más cosas. Muchos en el negocio del desarrollo, incluídos muchos de nosotros en occidente, no estamos seguros de que este tipo de desarrollo sea bueno para las personas o para este planeta.

Utilizo el término desarrollo transformador para reflejar mi preocupación por buscar un cambio positivo para toda la vida humana materialmente, socialmente, sicológicamente y espiritualmente. El adjetivo transformador se usa para recordarnos que el progreso humano no es inevitable; requiere duro trabajo. Existe un adversario que trabaja en contra de nuestro deseo de mejorar la vida. El verdadero desarrollo humano incluye hacer elecciones dejando de lado aquellas que no son para nuestra vida ni la de nuestra comunidad, mientras buscamos y apoyamos activamente todo lo que sí lo sea. Esto requiere que digamos no a algunas cosas con el objeto de decir sí a lo que realmente importa. La transformación implica cambiar nuestras opciones.

El desarrollo transformador es un viaje de toda la vida. Nunca termina. Siempre hay más ante nosotros. Todos están en este viaje: los pobres, los que no son pobres y el personal de la agencia de desarrollo. El viaje transformador es acerca de tratar de encontrar y gozar la vida como debe de ser, como pretende ser. En este libro sugiero que las metas para este viaje de transformación sean recuperar nuestra verdadera identidad como seres humanos creados a imagen y semejanza de Dios y descubrir nuestra verdadera vocación como mayordomos productivos cuidando fielmente del mundo y de todas las personas que están en él.

Testimonio cristiano es la segunda frase que uso frecuentemente. Entender lo que significa requiere una breve introducción. Todos creen en algo y eso en lo que creemos moldea lo que hacemos y cómo lo hacemos. Esto no es menos cierto para quienes están preocupados por los pobres y desean ayudarles en su viaje de desarrollo. Este centro ideológico es un asunto de fe, ya sea que seamos cristianos, musulmanes, budistas, agnósticos o ateos. Nuestros valores y creencias centrales son de donde obtenemos nuestro entendimiento de quiénes somos y para qué estamos aquí. Estos principios guía moldean nuestro entendimiento de lo que es un mejor futuro humano y cómo debemos llegar ahí.

Soy cristiano y he estado trabajando entre cristianos en el negocio del desarrollo por más de treinta años. Mi identidad cristiana y mi entendimiento de la fe moldean mi opinión de para qué es el desarrollo y cómo se debe realizar. Parte de ese entendimiento es mi convicción de que las mejores noticias que tengo son el conocimiento de que Dios, por medio de su Hijo, ha hecho posible que cada ser humano esté en una relación de pacto con él. Todo lo que necesitamos hacer es decir que sí a esta oferta. No compartir estas noticias, no anhelar que todos compartan lo que se me dio sin ningún mérito propio, sería erróneo en el más profundo sentido. Testimonio cristiano es el término que uso para describir que el amor me obliga a compartir esta noticia.

Deliberadamente escojo esta frase por sobre la palabra evangelismo por varias razones. Primero, al igual que el término desarrollo, evangelismo es una frase cargada. Imágenes de evangelistas de la calle gritando con megáfonos y de evangelistas de cruzada exhortando estadios llenos de personas vienen a la mente, y ninguna de ellas se ajusta muy bien a la idea del desarrollo transformador. Segundo, y más importante, el evangelismo tiende a usarse en el sentido limitado de referirse a la proclamación verbal de la verdad del evangelio de Jesucristo. Necesito una frase que incluya proclamación, pero que no se limite solo a ello.

Entiendo el testimonio cristiano para incluir la declaración del evangelio según la vida, palabra y obra. Por vida me refiero al hecho de que los cristianos son el mensaje. Somos el libro sesenta y siete de la Biblia. Las personas leen nuestras vidas y nuestras acciones y escuchan nuestras palabras como una forma de determinar lo que significa ser un cristiano. Ahora por palabra me refiero a la necesidad de decir lo que es la historia del evangelio e invitar a otros a hacer la suya. Por obra me refiero al hecho de que la fe cristiana, en el mejor de los casos, es una fe activa, comprometida con el mundo y que busca hacerlo más para la vida y el disfrute de la misma.

Hay un importante matiz aquí: no existe tal cosa como no dar testimonio. Los promotores de desarrollo cristiano están dando testimonio todo el tiempo. La única pregunta es “¿A quién o a qué?” Sus actos, tanto lo que hacen y cómo lo hacen, en quién declaran o en qué colocan su fe también demuestran el contenido moral de esa fe. La manera en que viven sus vidas declara a quién aman y de quién dependen. Y, si de veras demuestran su amor a Dios y a su prójimo con sus vidas, entonces llegarán preguntas para las cuales el evangelio es la respuesta y darán testimonio con las palabras adecuadas.

El problema de la cosmovisión moderna

Ya he mencionado que una de las principales características en la historia ha sido la creencia occidental de que los ámbitos espiritual y material de la vida están separados y no se relacionan. Esta suposición dominante controla casi todas las áreas de la consulta intelectual, incluidas la práctica y teoría del desarrollo. El resultado es un trágico par de reducciones. Primero, la pobreza se reduce a una simple condición material que tiene que ver con la ausencia de cosas como dinero, agua, alimento, vivienda, y la falta de sistemas sociales justos, también definidos y entendidos materialmente. Segundo, el desarrollo se reduce convenientemente a una serie material de respuestas diseñadas para superar estas necesidades.

Como el enfoque de este libro es la búsqueda de una comprensión genuinamente bíblica y holística de la pobreza y el desarrollo transformador, creo que puede ser útil explorar más a fondo la naturaleza de este punto ciego moderno antes de continuar. ¿Por qué necesito la palabra holística en primer lugar? ¿Cuál es la naturaleza del problema que estamos tratando de resolver utilizando dicho término? Debe de haber algo que no es holístico.

El gran divorcio: separación de los ámbitos espiritual y material

El lugar para empezar es la manera en que entendemos e interpretamos el mundo en que vivimos, algo que los antropólogos llaman “nuestra cosmovisión”. Nuestra cosmovisión moderna es como un par de anteojos a través de los cuales vemos y damos sentido al mundo. Sin embargo, a diferencia de los anteojos, también incluye nuestras conjeturas acerca de cómo funciona el mundo. Nuestra necesidad de holismo tiene sus raíces en nuestra cosmovisión moderna.

Como el cambio de paradigma fundamental de la Iluminación Espiritual ha funcionado en la cultura occidental, una de sus características más perdurables ha sido la suposición de que podemos considerar los ámbitos espiritual y físico como separados y distintos entre sí. Por un lado, está el mundo espiritual o súper natural en donde Dios vive y actúa junto con otros dioses cósmicos como Alá. Este es el mundo de la religión. Por otro lado, existe el mundo real: el mundo material en donde escuchamos, vemos, sentimos, tocamos y olemos; este es el mundo de la ciencia, la tecnología y el desarrollo.

Tristemente esto no es solo un problema para la gente del mundo occidental. Esta dicotomía o separación absoluta entre lo espiritual y lo físico es un principio central de lo que algunos llaman modernidad, y la modernidad rápidamente se está convirtiendo en una súper posición dominante en las culturas del mundo. La modernidad está profundamente arraigada en el sistema económico moderno y en la tecnología de la información contemporánea, ambos se extienden hasta allí donde se venda Coca Cola. Esta misma cultura de dicotomías se enseña en cada salón de clase, en donde el plan de estudios está basado en modelos educativos occidentales. Por lo tanto, todo profesional que no es occidental ha asimilado esta cosmovisión como una parte no expresada de su formación profesional.

Este marco de áreas de vida separadas también está profundamente arraigado en la parte occidental de la iglesia cristiana, en su teología y en el diario vivir de su gente. El domingo por la mañana o durante nuestro devocional o vida de oración, operamos en el área espiritual. El resto de la semana y en nuestras vidas profesionales, operamos en el área física y, por ende, conscientemente actuamos como ateos funcionales. Simplemente, ser cristianos no cura nuestra compresión dicotómica del mundo.

Las dicotomías de la cosmovisión moderna

Lesslie Newbigin (1989) ha mostrado cómo la separación moderna de los ámbitos físico y espiritual explica un amplio rango de las dicotomías modernas que prevalecen en la cosmovisión moderna. Por ejemplo, el mundo espiritual es la arena de la revelación sagrada, en la cual sabemos por creer. El mundo real en donde escuchamos, vemos, sentimos y tocamos es donde la observación científica nos permite conocer cosas con certeza. Fe y religión forman parte del mundo espiritual, mientras que la razón y la ciencia brindan las explicaciones en el mundo real. El mundo espiritual es un lugar interior, privado; el mundo real es un lugar exterior, público. Esto significa que los valores son un asunto privado de elección personal, que no tiene relevancia en la plaza pública en donde los políticos y los economistas reinan solos. Públicamente, solo tenemos que aceptar los hechos. Tristemente, la iglesia también ha sucumbido a esta cosmovisión moderna y se ha permitido a sí misma ser relegada al mundo espiritual, mientras que el Estado y otras instituciones humanas asumen la responsabilidad por lo que sucede en la vida cotidiana.

EspiritualMaterial
Revelación y creenciaObservación y conocimiento
FeRazón
ReligiónCiencia
Privado y personalPúblico
ValoresHechos
IglesiaEstado

Figura 1-1: Las dicotomías de la cosmovisión moderna

Separación de testimonio cristiano y acción social

La separación que hace la modernidad de los ámbitos físico y espiritual es parte de la explicación de cómo hemos llegado a entender el testimonio cristiano, y específicamente el evangelismo, como algo que no está relacionado con el desarrollo comunitario. Amar a Dios es trabajo espiritual y amar a los vecinos ocurre en el mundo material. Por lo tanto, el evangelismo (restauración de la relación de las personas con Dios) es trabajo espiritual, mientras que la acción social (restaurar relaciones políticas, sociales y económicas justas entre las personas) no lo es. En el análisis final, esta falsa dicotomía lleva a los cristianos a creer que un trabajo redentor de Dios ocurre únicamente en el ámbito espiritual, mientras que el mundo, aparentemente, se le deja al demonio.

Este entendimiento de dos niveles del mundo explica otro fenómeno curioso. Como portadores de modernidad, los gobiernos y la mayoría de las instituciones seglares de desarrollo occidentales separan la religión del desarrollo. Ellos aceptan la aserción de modernidad de que la Iglesia y el Estado deben estar separados porque tratan con ámbitos separados. Dado que la Iglesia entiende el evangelismo como una actividad apropiada para el mundo espiritual, mientras que la acción social —si es del todo una actividad apropiada para la Iglesia— es la respuesta apropiada en el mundo físico. La Iglesia acepta esta separación impuesta de lo que el evangelio sugiere que es inseparable.

La agencia de desarrollo cristiano no es inmune al fenómeno. Expresamos nuestro cautiverio a una cosmovisión moderna cuando decimos que ministerio holístico significa combinar evangelismo (satisfacer la necesidad espiritual) con ayuda y desarrollo (satisfacer las necesidad físicas) como si se tratara de actividades y ámbitos divisibles. Así que lo hacemos peor insistiendo en que la Iglesia o la parte de evangelismo de nuestra organización hacen lo primero, mientras que la acción de desarrollo hace lo segundo. Un número de grupos cristianos serios y cuidadosos están organizados de esta forma. Al hacerlo así declaramos el desarrollo independiente de la religión, algo que la mayoría de nosotros realmente no cree.

Separación de palabra, acto y signo

Paul Hiebert desarrolló un marco muy útil que compara las cosmovisiones de las culturas tradicionales y modernas. Él retrata la cosmovisión moderna como de dos niveles, con los mundos físico y espiritual completamente separados. La cosmovisión tradicional es holística, con los dos ámbitos interrelacionados en un todo transparente. El mundo de la religión alta está ocupado por los grandes dioses que no deberían de ser molestados o perturbados. La interrelación entre el mundo visible y el mundo invisible está mediada por chamanes, libros sagrados, espíritus y otros que tienen acceso a ambos mundos. Este es el mundo de maldiciones, amuletos y hechizos y otros intentos de negociar o “manejar el mundo invisible”.

Si bien el mundo moderno tiene algo que decir sobre la alta religión y sobre el mundo físico, nosotros no tenemos nada que decir al mundo de la religión popular. Sufrimos de lo que Hiebert llama “el centro excluido”.


Figura 12: Cosmovisiones Moderna y Tradicional (Adaptado de Hiebert, 1982)

Nosotros, en Occidente, ya no creemos en ancestros, espíritus, demonios ni actores invisibles. Después de todo, eso es pura superstición e ignorancia. Sin embargo, la mayoría de las culturas tradicionales pasan mucho tiempo preocupadas por este mundo invisible y ubican la causa y el efecto allí. El impacto de este centro excluido desde una perspectiva de desarrollo es un punto ciego. Fallamos al escuchar la historia de la comunidad sobre el mundo invisible y fallamos en tener respuestas que, en sus mentes, tomen adecuadamente este mundo en cuenta.

Para los cristianos, debería ser humillante notar que, aunque en modo alguno es lo mismo, la cosmovisión de la Biblia está más cerca de la cosmovisión de las culturas tradicionales que de la moderna. La cosmovisión bíblica es holística en el sentido de que el mundo físico nunca se ha entendido como desconectado o separado del mundo espiritual y la regla de Dios que lo creó. Además, Cristo —el creador, sustentador y redentor de la creación— está tanto en nosotros como intercediendo por nosotros a la diestra de Dios Padre. El hecho de que la Palabra se hiciera carne explota la afirmación de que lo espiritual y lo físico se pueden separar de manera significativa.

Es necesario hacer una aclaración: haber señalado el holismo en la cosmovisión bíblica y el hecho de que la mayoría de las cosmovisiones tradicionales son holísticas no es para decir que la cosmovisión bíblica es animista. Las cosmovisiones bíblicas y animistas son bastante diferentes, tal y como deja claro la comparación de la figura 1-2 y la figura 1-3. Existe un solo Dios en la cosmovisión bíblica; todos los demás seres espirituales son parte del orden creado y caído, al igual que los seres humanos.


Figura 13: Contraste de las cosmovisiones modernas y bíblicas

Esta comparación de las cosmovisiones también llama la atención al hecho de que las preguntas críticas cambian dependiendo del nivel en el cual se esté funcionando. El evangelio aborda la cuestión de la verdad con el evangelio como palabra: la verdad acerca de Dios. El evangelio aborda cuestiones de poder con el evangelio como signo: el poder del Espíritu Santo. En el nivel material del empirismo, la cosmovisión bíblica responde a la pregunta “¿Qué funciona?” con buenas obras que expresan el amor de Dios.

Esto revela otro nivel del problema que la modernidad causa a la misión cristiana. Cuando separamos lo espiritual de lo físico, no solamente separamos el evangelismo del desarrollo, sino que separamos el evangelio como palabra del evangelio como obra y no proporcionamos nada para el evangelio como signo. En el ámbito espiritual, la pregunta crítica es “¿Cuál Dios es el verdadero Dios?”, y la respuesta es una idea. Este marco nos habilita a reducir el mensaje del evangelio a la verdad en forma de propuestas, inclusive a un conjunto de “leyes espirituales”. Así, el testimonio cristiano se reduce a palabras y a hablar.

Al nivel del mundo físico, la pregunta es “¿Qué funciona?”. La respuesta viene en forma de métodos efectivos y buena tecnología. Las obras son lo real. Entonces, así reducimos el mensaje del evangelio y el evangelismo a trabajar por la justicia o a salvar la creación de Dios.

Separar el evangelio como palabra, el evangelio como obra, y el evangelio como signo tiene serias consecuencias. En culturas en las que las palabras han perdido su significado, como es por lo general el caso en Occidente, las obras son necesarias para verificar lo que las palabras realmente significan. Decir que somos cristianos es ambiguo, dado que casi todos en Occidente afirman ser cristianos. Si queremos saber lo que las personas quieren decir cuando dicen que son cristianas, miremos la calidad de sus vidas. La forma en que vivimos y actuamos declara a otros lo que queremos decir cuando decimos que somos cristianos.

En otras culturas las obras pueden ser ambiguas. Ya sea que hablemos o no, las personas reciben un mensaje. Descubrir agua en el desierto es un milagro, y las culturas animistas a menudo interpretan la tecnología que la encuentra como magia y brujería. La investigación realizada por Bruce Bradshaw (1993) descubrió esto repetidamente en un trabajo de desarrollo de Visión Mundial. En opinión de los lugareños, Visión Mundial tiene destacados adivinos y poderosos chamanes entre su personal. La tecnología del desarrollo, sin las palabras que lo acompañan para interpretar sus buenas obras, puede dar como resultado que se otorgue la gloria a los científicos e hidrólogos del suelo inteligentes o “mágicos” en lugar de a Dios.

También debemos señalar la forma inadecuada en que la cosmovisión moderna aborda los signos. Debido a que no hay lugar para la aparición de lo sobrenatural en el mundo físico, no existe espacio para signos y milagros. Para la mayoría de los animistas, la pregunta existencial tiene poco que ver con la verdad; tiene que ver con el poder. Como la causa se ubica en el mundo invisible o espiritual, la pregunta vital es “¿Cuál dios es más poderoso?”. El hecho de que los carismáticos y los pentecostales tengan una respuesta para esta pregunta es una parte importante de la razón por la que, hoy día, son la expresión de mayor crecimiento de la iglesia. La incapacidad de lo moderno para tratar con signos y milagros dificulta mucho a los portadores de modernidad, como profesionales de desarrollo, poder llevar a cabo conversaciones importantes con personas que tienen una cosmovisión tradicional o animista. El profesional de desarrollo piensa que las personas están enfermas a causa de gérmenes y agua sucia, mientras que las personas creen que están enfermas a causa de maldiciones y brujería.

Por lo tanto, al abordar el mensaje del evangelio, nosotros no podemos separar palabra, obra y signo sin truncar nuestro mensaje. Las palabras aclaran el significado de las obras. Las obras verifican el significado de las palabras. Desde un punto de vista más crítico, los signos anuncian la presencia y el poder de Uno que es radicalmente otro y que es tanto la verdadera fuente de todas las buenas obras como el autor de las únicas palabras que traen vida en plenitud.

Limitación del alcance del pecado y el evangelio

Como hemos tendido a aceptar la dicotomía entre lo espiritual y lo físico, a veces inadvertidamente limitamos el alcance tanto del pecado como del evangelio. Si la preocupación de Dios es solo por lo espiritual, entonces reducimos nuestra comprensión del pecado a algo personal que separa a las personas de Dios. Esto, a su vez, nos tienta a reducir únicamente el alcance de la redención al ámbito espiritual o personal. Esto hace difícil entender el impacto del pecado en el mundo material de la economía, política, cultura y la Iglesia como una institución e incluso hace más difícil creer que el trabajo de redención y salvífico de Dios se extiende a este confuso mundo de pecado. Sin embargo, este es el mundo en el que trabaja la acción de desarrollo cristiano.

Al limitar el ámbito del pecado al alma de una persona, de forma inadvertida también limitamos el alcance del evangelio. Necesitamos transformar esta forma de pensar. La regla de Dios se extiende tanto a lo espiritual como a lo material; el trabajo redentor de Jesucristo es necesario en donde haya penetrado el pecado. Esto significa que debemos redefinir nuestro conocimiento de la salvación para ser más inclusivos u holísticos sin perder su significado en términos de restauración de nuestra relación con Dios.

Revelación y observación

La dicotomía en la cosmovisión moderna crea problemas en términos de cómo conocemos las cosas. La revelación es la forma en que conocemos cosas en el ámbito espiritual, mientras que la observación y la razón son las formas aceptadas de conocimiento en el ámbito físico. La dicotomía moderna entre revelación y observación oculta algunas cosas interesantes.

Primero, la fuente de conocimiento es diferente. La revelación proviene de Dios hacia nosotros. La observación y la razón la hacemos por nuestra propia cuenta y, si no somos cristianos, sin ninguna preferencia hacia Dios. Los cristianos que separan el ámbito físico y el ámbito espiritual tienden a estar centrados en Dios en sus vidas espirituales, y en lo humano cuando piensan y actúan en el mundo físico. Para nuestro trabajo espiritual nos dirigimos a la iglesia y a nuestras Biblias; para el trabajo de desarrollo, pasamos a las ciencias sociales. Esto explica en gran medida por qué las prácticas de desarrollo de las agencias de desarrollo cristiano a menudo se sienten “seglares”.

En segundo lugar, la oración, ayuno, meditación y otras formas de espiritualidad son actividades relegadas a conocer cosas del mundo espiritual. Fallamos entonces en ver la espiritualidad como una herramienta para conocer o trabajar en el mundo real. Unos cuantos trabajadores de desarrollo cristiano entienden que el discernimiento espiritual es un elemento clave de la planificación de programa y de monitoreo y evaluación. Algunos trabajadores de desarrollo entienden que la oración y el ayuno son herramientas para la transformación humana o para trabajar por la justicia. En el mejor de los casos, la oración es una comunión personal e interna con Dios o una solicitud a Dios para una intervención extracurricular de “entrar y salir” del mundo real. Por otro lado, Dios y la revelación de Dios no se consideran pertinentes a nuestro análisis social y lo que nos queda es interpretar nuestro mundo por cuenta propia.

Habiendo explorado el problema que la modernidad presenta para el profesional cristiano que busca promover el desarrollo transformador, debería ser más fácil entender por qué este libro sigue la trayectoria que sigue. En cada capítulo, desde el relato bíblico hasta los principios y la práctica, he intentado superar este punto ciego y sugerir respuestas o señalar el trabajo adicional que debe realizarse.

La trayectoria de este libro

La evolución de la idea de desarrollo

El capítulo dos inicia trazando el surgimiento de la idea de que nuestro mundo es algo que podemos mejorar. Hay muy pocos cambios en el mundo en términos de población, riqueza y salud hasta principios del siglo XIX. La vida era dura. El mundo era un lugar inseguro donde la sobrevivencia era una tarea diaria. Casi todos eran tan pobres como los de las partes más pobres del sur de hoy día. La idea de mejorar la parte material de la condición humana no existía.

Con un cambio radical en la trayectoria de la historia económica, alrededor del 1800 surgió un amplio rango de ideas nuevas: creación de riqueza, mercados como sistemas, personas comunes como contribuyentes creativos, y la idea de que el mundo de Dios se podría mejorar con la creatividad humana. La ciencia y la tecnología surgieron como formas de crear riqueza y aumentar el bienestar humano. En Occidente, las mejoras materiales en la condición humana fueron rápidas; más recientemente, China, India, Brasil e Indonesia han asumido esta misma trayectoria. Tristemente, esto es menor en el caso en África y Asia Central. Si bien este proceso fue muy desigual y algunos se beneficiaron mucho más que otros, el cambio histórico fundamental que tuvo lugar a principios del siglo XIX es un hecho histórico que dio lugar a la creación de la idea que ahora llamamos desarrollo o erradicación de la pobreza.

La idea de desarrollo como erradicación de la pobreza dirigida a las naciones pobres surgió después de la Segunda Guerra Mundial, en gran medida como un producto de las naciones occidentales que estaban enfrentando un mundo de Guerra Fría. Por décadas, el desarrollo significó convertirse en algo como el “moderno” Occidente y se medía en términos de crecimiento económico. Para la década de 1990, se estaba ampliando este modelo económico de desarrollo con el objeto de incluir también el desarrollo social.

El capítulo dos resume entonces las voces actuales más importantes en la conversación de desarrollo que se está llevando a cabo dentro de las Naciones Unidas y entre gobiernos y ONG internacionales. Actualmente el escenario está dominado por el marco predominantemente moderno de Jeffrey Sachs y su End of Poverty (Fin de la pobreza, 2005), el marco más posmoderno de William Easterly y su White Man’s Burden (La carga del hombre blanco, 2006), y el paquete de soluciones más ecléctico y pragmático ofrecido por Paul Collier en The Bottom Billion (El billón del fondo, 2007). También presento tres importantes voces del sur. Amartya Sen, un economista de desarrollo ganador del Premio Nobel, es responsable del cambio de la conversación de desarrollo global de crecimiento económico solo con su libro Development as Freedom (Desarrollo como libertad, 1999). Hernando de Soto es un influyente economista peruano que escribió dos libros seminales: The Other Path (La otra ruta, 1989) y The Mystery of Capital (El misterio del capital, 2000). Muhammad Yunus es un ganador del Premio Nobel por su trabajo pionero en microcrédito, y autor de Creating a World without Poverty (Creando un mundo sin pobreza, 2009). Estas ofertas brindan enfoques para la erradicación de la pobreza que son seglares y materialistas, basados en la premisa de que los seres humanos pueden salvarse a sí mismos. Sin embargo, están moldeando la conversación de desarrollo hoy día e influyendo en las prioridades del donante, y por eso tenemos que estar al tanto de ellos.

El relato bíblico

Antes de entrar en una conversación sobre pobreza y desarrollo, nos detendremos para ver un capítulo sobre teología. Si el desarrollo transformador tiene que ser bíblico, entonces necesitamos desarrollar un marco bíblico que informe las siguientes discusiones sobre teoría y práctica del desarrollo.

El capítulo tres comienza con una repetición de la conversación relacionada con pobreza, desarrollo y justicia social en dos tradiciones cristianas —evangélica y católica romana—. La conversación evangélica —en su mayoría, estadounidense— sobre justicia social y los pobres se ve empañada por un silencio de casi cincuenta años entre la controversia modernista de la década de 1920 y el resurgimiento de las preocupaciones históricas del evangelicalismo para los pobres en la década de 1970. Por otro lado, la tradición de educación social católica de la Iglesia católica romana empezó en 1891 con la Rerum novarum (Nuevas Cosas), de León XIII. Más de veinte documentos, principalmente encíclicas papales, se escribieron durante los últimos ciento veinte años, dado que los teólogos católicos han actualizado y ampliado sus ideas en un mundo que cambia rápidamente. Existe una riqueza de sabiduría que nosotros los evangélicos necesitamos conocer y apropiarnos.

El capítulo luego cambia de marcha en busca de una teología evangélica de la pobreza y el desarrollo. Los enfoques tradicionales de la teología del desarrollo han tendido a ser de naturaleza proposicional, recurriendo al relato del Éxodo para comprender la opresión y la liberación, los salmos y los profetas como evidencia de la preocupación de Dios por los pobres, y los evangelios como ejemplos de cómo Jesús respondió a los pobres y enseñó a sus discípulos. Todo esto es muy útil y sigue siendo importante. No obstante, en este libro trato de cambiar la perspectiva hacia un relato narrativo de la historia bíblica. Hice esto porque esta perspectiva se ajusta mejor y respalda lo que creo que es un marco muy útil para establecer el contexto en el que tiene lugar el desarrollo: la convergencia de historias.

Los pobres ya tienen una historia antes de la llegada de la agencia de desarrollo, tanto para su historia inmediata como para la de su gente. Además, Dios ha estado activo en su historia desde el principio, ya sea que las personas reconozcan la participación divina o no. Cuando llegan los promotores de desarrollo, ellos traen su historia propia, tanto la personal como la de su agencia de desarrollo. Entonces, para la vida del programa, la comunidad y los promotores comparten una historia.

Ver el proceso de desarrollo transformador como una historia compartida nos invita a preguntarnos para qué son nuestras historias, a dónde van y cuál es la verdadera. La historia bíblica nos proporciona un marco muy útil para buscar respuestas a estas preguntas. El relato bíblico explica cómo empezó la historia de cada comunidad y por qué están llenas de dolor, injusticia y lucha al mismo tiempo que están llenas de gozo, relaciones amorosas y esperanza. El relato bíblico proporciona la respuesta de cómo las historias de la comunidad y del promotor de desarrollo necesitan reorientarse hacia la que su creador pretende y describe, en la metáfora del reino de Dios como la mejor historia humana. El relato bíblico también nos dice cómo terminarán todas nuestras historias. Aún más importante, podemos aprender para qué son nuestras historias: culto del Dios verdadero.

¿Qué es pobreza?

La forma en que entendemos la naturaleza de la pobreza y qué la causa es muy importante, porque tiende a determinar cómo respondemos al fenómeno. Estructurar esto nos ayuda a determinar la fuente de gran parte de nuestro entendimiento acerca de qué es el desarrollo transformador y cómo se debe practicar. El propósito del capítulo cuatro es tratar e integrar lo mejor de lo que las personas han estado pensando sobre la naturaleza de la pobreza y su causa.

Debemos empezar con nosotros mismos. Necesitamos trabajar duro para descubrir nuestros supuestos y nuestro precondicionamiento con respecto a la pobreza y los pobres. Esto es particularmente cierto para los cristianos, porque ha habido una variedad de puntos de vista de los pobres, dependiendo de la tradición cristiana.

El capítulo cuatro revisa entonces los cambiantes puntos de vista de pobreza como una forma de mostrar que entender la pobreza es una tarea sin fin. En los primeros días del desarrollo muchos asumieron que pobreza podría explicarse como la ausencia de cosas. Después, a la mezcla se agregó la ausencia de ideas o conocimiento y luego, cuando la naturaleza sistémica de la pobreza se aclaró, la privación de acceso al poder, recursos y opciones formó parte de nuestro conocimiento de pobreza. En la década de 1980 surgió una visión sistémica de la pobreza con la propuesta de Robert Chambers, quien señaló que la pobreza es un sistema de enredos. A inicios de la década de 1990 John Friedmann agregó a la discusión describiéndola como la privación de acceso al poder social. Posteriormente, en 1990, Amartya Sen argumentó que era más el resultado de una falta de libertad que falta de dinero. Más recientemente, los sicólogos comunitarios Isaac Prilleltensky y Geoffrey Nelson argumentaron que es el resultado de la opresión que disminuye el bienestar personal y relacional.

Sopesando desde una perspectiva cristiana, Jayakumar Christian, con base en Chambers y Friedmann, describe la pobreza como un sistema de desempoderamiento que crea relaciones opresivas y cuyas causas fundamentales son espirituales. Finalmente, introduzco el marco holístico de pobreza de Ravi Jayakaran como una falta de libertad para crecer.

El capítulo diez explora las causas de la pobreza. Analizo la interacción entre las causas físicas y sociales como causas mayormente externas a los pobres. Luego exploro la gran contribución interna a la pobreza como resultado de las causas mentales y espirituales. Inspirándome en Jayakumar Christian, propongo que la naturaleza de la pobreza es fundamentalmente relacional y que su causa es fundamentalmente espiritual.

Los pobres son pobres, en gran medida, porque viven en redes de relaciones que no trabajan para su bienestar. Por lo general, sus relaciones con otros son opresivas y desempoderantes como resultado de los no pobres que “juegan a dios” en las vidas de los pobres. Su relación dentro de ellos mismos está disminuida y debilitada como resultado de la rutina de la pobreza y del sentimiento de impotencia permanente. Su relación con los que ellos llaman “otros” se experimenta como exclusión. Su relación con su entorno es cada vez menos productiva porque la pobreza no deja espacio para cuidar del medioambiente. Su relación con el Dios que los creó y sustenta su vida está distorsionada por un conocimiento inadecuado de quién es Dios y qué desea para toda la humanidad. La pobreza es toda familia de nuestras relaciones que no son todo lo que pueden ser.

Las relaciones de los pobres no trabajan por su bienestar debido a los valores espirituales que tienen los “otros” y los pobres, que no mejoran ni apoyan la vida. El egoísmo, amor por el poder y sentimientos de privilegio ordenado se expresan en complejos divinos. La pérdida de esperanza, oportunidad y reconocimiento deterioran la identidad de los pobres. El racismo, eternocentrismo y ostracismo erosionan la bendición pretendida de tener muchas culturas. El temor a los espíritus y creencias en dioses que no pueden salvar ensombrece la oferta del Dios que desea salvar. A fin de cuentas, las causas de la pobreza son espirituales.

La sección final del capítulo cuatro se centra en la pobreza de los no pobres. Ellos también sufren de un sentido de identidad y vocación deterioradas, de forma diferente a la experiencia de los pobres.

Perspectivas de desarrollo

Al haber desarrollado un marco holístico para pensar en la pobreza, el capítulo cinco estudia una serie de formas de pensar acerca de lo que es desarrollo y cómo debería funcionar.

Empiezo explorando de donde vienen nuestras ideas de desarrollo. La pregunta central es “¿Quién nos salvará?”. Esto es importante porque existen historias que compiten en este siglo, y todas ofrecen salvación. Algunos creen que seremos salvados por la ciencia y la tecnología. Otros descansan su fe en los mercados libres y la globalización. Otros ponen su fe en el ingenio humano y la idea del inevitable progreso humano. La visión cristiana de la salvación apunta a la cruz y a la resurrección como el único marco que puede verdaderamente traernos a casa.

Exploro un rango de propuestas para pensar en desarrollo. Para los evangélicos, la conversación empezó en una consulta en Lausanne, Wheaton 1983, en la cual teólogos y profesionales fueron más allá del debate en cuanto a si el evangelismo y la acción social eran actividades cristianas legítimas y comenzaron la búsqueda de un marco bíblico para entender el desarrollo. De particular interés fue un documento de Wayne Bragg, entonces del Wheaton Hunger Center, en el que propuso la frase desarrollo transformador como una alternativa bíblica holística a la modernización occidental.

Describo la propuesta de desarrollo centrado en las personas de David Korten, en la que él cuestiona el crecimiento económico como un motor del desarrollo sostenible e insiste en que el ambiente y las limitaciones del “planeta azul” se vuelven más centrales para las conversaciones de desarrollo. Exploro el punto de vista de John Friedmann de un “desarrollo alternativo” que se enfoca en expandir el poder político y social de las familias pobres apoyando las prácticas democráticas populares y construyendo la sociedad civil. Describo la propuesta de Isaac Prilleltensky y Geoffrey Nelson, dos psicólogos comunitarios que ven el desarrollo como mejoramiento personal, poder colectivo y relacional. Resumo la propuesta de Robert Chambers de desarrollo como bienestar responsable, aprovechando los principios de equidad y sostenibilidad perseguidos mediante el aumento de los medios de vida, seguridad y capacidades de los pobres. Finalmente, introduzco la propuesta de Amartya Sen de que la libertad humana es tanto la meta como el medio para el desarrollo.

Luego paso un buen tiempo explorando el trabajo de Jayakumar Christian y su idea de desarrollo como una respuesta del reino a la impotencia de los pobres, que expone la red de mentiras sobre la identidad y el valor de los pobres y las redes de Dios de los no pobres a la verdad transformadora y las demandas del reino de Dios.

Hacia un entendimiento cristiano del desarrollo transformador

Con estas tres piezas establecidas —un marco bíblico, un entendimiento holístico de pobreza y una encuesta de pensamiento de desarrollo— el capítulo seis intenta hacer una síntesis que reúne muchas de las piezas en una propuesta para un entendimiento cristiano del desarrollo transformador. Mi propuesta empieza estipulando lo obvio: el viaje de desarrollo transformador pertenece a Dios y a aquellos que están en él; no a los expertos, agencias de donantes o facilitadores de desarrollo. Cualquiera que sea nuestro marco o nuestros métodos, debemos estar dispuestos a dejarlos de lado y permitir que los pobres descubran su propio camino tal y como nosotros hemos hecho.

La primera pregunta que un programa de desarrollo debe responder es“¿Cuál es el mejor futuro hacia el que apunta?”. Esto supone que hemos respondido la pregunta más fundamental de lo que es el bienestar humano. El relato bíblico y nuestra teología suministran la respuesta. El mejor de los futuros humanos yace en la dirección del reino de Dios y hacia Jesucristo como la persona que ofrece el camino para formar parte del reino de Dios. Como la pobreza es fundamentalmente relacional, luego articulo las metas dobles de desarrollo transformador como personas cambiadas y relaciones justas y pacíficas. Por personas cambiadas me refiero a aquellos que han descubierto su verdadera identidad como hijos de Dios y que han recuperado su verdadera vocación como mayordomos leales y productivos de los dones de Dios para el bienestar de todos.

Estas metas dobles de desarrollo transformador aplican a los pobres, a los no pobres y a los facilitadores de desarrollo por igual. La búsqueda humana de significado y propósito es una búsqueda universal e interminable. Lo que es diferente es únicamente la naturaleza de la lucha. Los pobres sufren por identidades deterioradas y la creencia no tiene vocación significativa a parte de servir a los poderosos. Los no pobres, y a veces los facilitadores de desarrollo, sufren de la tentación de jugar a ser dios en las vidas de los pobres y creen que lo que tienen en términos de dinero, conocimiento y posición es el resultado de su propia astucia o el derecho de su grupo. Tanto los pobres como los no pobres tienen que recuperar su verdadera identidad y su verdadera vocación. Todos son pobres en el mundo de Dios y todos necesitan transformación.

Luego exploro las implicaciones de estas metas dobles del desarrollo transformador en términos de enmarcar un proceso de cambio. Ninguna revolución, ni evolución, ni resginación al statu quo es aceptable. Describo un proceso de cambio que afirma los roles conjuntos de Dios y los seres humanos, la necesidad de concentrarse en restaurar relaciones en todas las dimensiones, y la necesidad de mantener el fin en mente y reconocer que existe un adversario que trabaja activamente para vencer toda transformación genuina. Señalo la importancia de buscar la verdad, la justicia, la rectitud y también la belleza, el arte y la celebración. Finalmente, me refiero a la importancia de abordar las causas de la pobreza, de expresar un sesgo hacia la paz y de afirmar a la iglesia local o iglesias como críticas y socios indispensables en el proceso de búsqueda del cambio sostenible.

El capítulo concluye con una breve exploración de las cuatro dimensiones de sostenibilidad —física, mental, social y espiritual— y algunas reflexiones sobre las diferentes formas en que necesitamos pensar holísticamente en materia de desarrollo transformador. En particular, la sección de sostenibilidad social explora las dinámicas de opresión proponiendo una nueva síntesis de la idea de Jayakumar Christian de desempoderar sistemas, y la propuesta de Ann Cudd para entender las dinámicas de opresión.

Principios y profesionales

El capítulo siete pasa a la práctica de desarrollo transformador con un enfoque en los tipos de principios y las características de personas que serán necesarias para buscar el entendimiento de Jayakumar Christian en cuanto a desarrollo transformador propuesto en el capítulo.

Empiezo reiterando la afirmación básica de que la pertenencia del proceso de desarrollo está en las personas mismas. Ellas tienen una historia que necesitamos escuchar y respetar, mientras afirmamos que Dios también nos ha dado algo que ofrecerles. Necesitamos superar nuestros modernos puntos ciegos en términos del mundo espiritual de manera que podamos escuchar toda su historia, incluyendo el hecho de que crean que muchas de las causas de su situación actual y la influencia dominante en términos de su futuro están en el mundo invisible de los espíritus, dioses y ancestros. También recuerdo que ya saben mucho y que se debe dejar salir y respetar este conocimiento autóctono. Los pobres ya saben cómo sobrevivir. Ningún viaje de desarrollo transformador tiene que empezar con este hecho importante.

El capítulo continúa con una discusión sobre moverse desde la participación al empoderamiento. La participación no es un fin en sí y por ende la calidad de la participación importa. Cuando las personas cambian volviéndose menos pasivas y más actores principales en su propio desarrollo, la participación se convierte en empoderamiento. Son las personas cambiadas quienes cambian a otras. Finalmente, la participación que no logra construir un sentido más fuerte de comunidad también es defectuosa.

Después, el capítulo pasa de los principios a los profesionales de desarrollo transformador. El desarrollo es mediado a través de las personas y las relaciones. La actitud, conocimiento y comportamiento del profesional holístico son vitales para cualquier posibilidad de ver alguna transformación genuina. La calidad del profesional debe ser holística para que el programa también lo sea. Si el profesional holístico trata a las personas como si estuvieran hechas a imagen y semejanza de Dios, entonces las personas pueden llegar a creer que son verdaderamente hijos de Dios y que no son los olvidados de Dios. Si el profesional holístico cree que las personas tienen dones y una contribución que hacer, entonces las personas también harán este descubrimiento.

Se ofrece un perfil para profesionales holísticos. Los profesionales holísticos deben ser cristianos con una verdadera cosmovisión bíblica. Deben tener carácter cristiano: actuar, pensar y trabajar como discípulos holísticos. Deben ser profesionales del desarrollo, capaces de aprovechar lo mejor que la profesión tiene que ofrecer. Los profesionales holísticos deben conocer toda la Biblia y ser teólogos laicos que entienden que existe una fina línea entre hacer desarrollo y hacer teología. Finalmente, deben ellos mismos formar parte de un proceso continuo de formación profesional y espiritual.

Diseño de programas para transformación

El capítulo ocho empieza con una discusión acerca de cómo está diseñado un programa de desarrollo. Se describe el rol tradicional de las herramientas de diseño, monitoreo y evaluación para completar un plan de programa lineal y lógico empacado nítidamente en un marco lógico. Luego explico por qué este enfoque de gestión por objetivos tradicional para planificación del programa de desarrollo no está bien adaptado para planificar el cambio en sistemas sociales. Los sistemas sociales son contra intuitivos y dinámicos (un término técnico que significa que no son lineales ni repetitivos). Los sistemas sociales se auto organizan, pero no son particularmente asequibles a gestión y control. Concluyo argumentando que, en vez “planificar nuestro camino hacia la transformación”, nosotros y las personas con quienes trabajamos estaremos mejor servidos “aprendiendo nuestro camino hacia la transformación”. Por lo tanto el énfasis está menos en la metas e hitos (excepto a corto plazo) y más en la visión, valores y monitoreo, y evaluación regulares. El rol de las disciplinas espirituales en este proceso se explora brevemente con la ayuda de mi esposa Lisa Myers, que ha estado haciendo dirección espiritual de grupos por más de veinticinco años.

Luego paso a algunas reflexiones sobre lo que le sucede a nuestra respuesta de desarrollo cuando pasamos del análisis de necesidades al análisis social. Se describe la forma en se hace esto usando el análisis de vulnerabilidades y capacidades de Mary Anderson y de Peter Woodrow. El enfoque de seguridad de medios de vida se introduce como un marco de diseño de programa seguido por una breve introducción a la organización comunitaria. El capítulo se enfoca luego en una de las más importantes herramientas de planificación e investigación de desarrollo de las décadas de 1980 y 1990. Las herramientas de Acción y Aprendizaje Participativo (PLA, por sus siglas en inglés) “ponen la estafeta en las manos de la comunidad” para que el método de investigación, análisis y planificación en sí sea potencialmente transformador. El capítulo continúa para introducir la Consulta Apreciativa, un desarrollo más reciente en investigación participativa y planificación que se basa en el trabajo de David Cooperrider de Case Western Reserve University. El supuesto de la consulta apreciativa de salud, vitalidad y organización social que da la vida incluso en las comunidades más pobres mantiene una promesa particular de ayudar a los pobres a recuperar su identidad y a descubrir su verdadera vocación.

El capítulo luego informa sobre algunas investigaciones que tratan de investigar cómo los programas de desarrollo podrían terminar en una transición hacia la sostenibilidad e introduce un marco para transiciones de programa, así como una propuesta de factores críticos de éxito para transiciones exitosas. Uno de los cambios que ocurre conforme los programas maduran es que los temas de abogacía, política, ciudadanía empoderada y buena gobernanza tienden a surgir como preocupaciones centrales de la comunidad. Esto se explora brevemente.

Concluyo con una breve exploración de una serie de preocupaciones de otros programas de diseño. ¿Qué significa cuando hablamos de la comunidad y quién está hablando por ella? ¿Cómo garantizamos que estamos escuchando a mujeres, niños y niñas? ¿Cuál es el ritmo apropiado para un programa y quién decide? ¿Dejamos que la cosmovisión espiritual de los pobres surja?

Aprendizaje hacia la transformación

Este capítulo, redactado con la ayuda experta del Dr. Frank Cookingham, jefe de evaluación de Visión Mundial Internacional, empieza definiendo monitoreo, evaluación y reflexión. Observamos que en el mundo del desarrollo actual el monitoreo se malbarata, la evaluación se sobrevende y la reflexión se ignora.

Empezamos con el hecho de que, si los programas de desarrollo aspiran a cambiar los sistemas sociales dinámicos de los pobres, se prestan a planes y acciones claros, lineales y lógicos, entonces lo inesperado, y posiblemente lo más importante, es la norma. Las comunidades que realizan programas hacen cosas inesperadas y cambian su mentalidad. Los mosquiteros que se dan gratuitamente para prevenir la malaria terminan siendo usados como protectores de ventana o un nuevo sistema de suministro de agua no se usa por temor a los espíritus del antiguo sistema. Así que el monitoreo y la evaluación, que tratan de evaluar la fidelidad del diseño del programa original incorporado en su Marco Lógico, costarán dinero y perderán mucho de lo que es importante. Si debemos aprender nuestro camino al futuro en un programa de desarrollo, entonces las evaluaciones de impacto se vuelven significativamente menos importantes, mientras que el monitoreo consistente y la reflexión en lo esperado y lo inesperado se convierten en la clave para este aprendizaje social.

El capítulo nueve examina otras preguntas cruciales relativas al monitoreo y evaluación: ¿Para qué es? ¿Para quién es? ¿Qué cambió? ¿Quién cambió? ¿Qué observamos y medimos?

La pregunta “¿Durará?”, habla de la preocupación por la sostenibilidad. La sostenibilidad social y mental se explora brevemente. Como este libro busca una perspectiva cristiana de pobreza y desarrollo, pasé más tiempo en el tema de sostenibilidades espiritual y exploro lo que se puede observar y medir, que habla de la calidad de nuestro testimonio cristiano.

Nuevamente con la ayuda de Lisa Myers, el capítulo termina con una breve reflexión acerca de cómo la espiritualidad y la disciplina espiritual deben moldear la evaluación de los programas de desarrollo.

Testimonio cristiano

El libro concluye con un capítulo sobre testimonio cristiano, ya que se expresa a la perfección en el contexto de hacer desarrollo transformador. Empieza explorando tanto la necesidad como el problema de testimonio cristiano para la agencia de desarrollo y ayuda cristiana. Debemos dar testimonio porque el testimoniar es una característica central de nuestro compromiso de fe; no es una opción. Sin embargo, la forma en que damos testimonio plantea una dificultad y un reto. La dificultad es que todos —cristianos o no cristianos— están siempre siendo testigos de todos modos. La única pregunta es “¿A qué o a quién están testimoniando?”. No existen facilitadores de desarrollo “sin valores”. El reto es descubrir un marco para pensar en el testimonio cristiano de forma que sea consistente con los principios del desarrollo transformador.

El capítulo presenta un marco derivado del trabajo de Lesslie Newbigin. Hacer desarrollo y vivir nuestras vidas en formas que resulten en preguntas sobre nosotros planteadas por la comunidad o por algunos de sus miembros, preguntas para las que el evangelio es la respuesta, une el evangelio como vida y el evangelio como obra con el evangelio como palabra. Este enfoque coloca la iniciativa para invitar a las personas a dar testimonio y la responsabilidad de dar un testimonio efectivo en el lugar al que pertenece: en el cristiano. Nuestro testimonio depende de nuestra vida para que el Espíritu Santo pueda evocar preguntas para las cuales nuestra fe es la respuesta.

Con este marco de provocar la pregunta, el capítulo discute posteriormente temas relativos a testimonio holístico, incluyendo la necesidad de contar todo el relato bíblico; la interrelación de vida, palabra, obra y signo; y la necesidad de evitar hacer una dicotomía entre evangelismo y discipulado.

Continúa explorando temas relativos a garantizar que nuestro entendimiento de testimonio cristiano sea consistente con nuestro marco para el desarrollo transformador. Empieza señalando que las metas de testimonio cristiano son las mismas que las metas de desarrollo transformador: personas cambiadas y relaciones cambiadas. La única diferencia es que el énfasis principal de testimonio cristiano está en la relación de las personas con Dios. Esta convergencia de metas es evidencia de que hemos superado la dicotomía entre lo físico y lo espiritual.

La sección continúa presentando un conocimiento orgánico o integrado del evangelio como estando con Jesús de manera que podamos “dar testimonio por obra, palabra y signo”. El mensaje cristiano es un mensaje encarnado, realizado por testimonios vivos. La claridad y lo atractivo de este mensaje dependen de la calidad de nuestra vida con Jesús y de nuestra disponibilidad para dar expresión a esa vida por medio de la palabra, obra y signo. Luego se presenta una alerta indicando que debemos evitar separar el evangelismo y el discipulado. Esta es una falsa dicotomía, y superarla es vital para resolver nuestra preocupación por la clase de cristianos que van a resultar de nuestro testimonio. La sección concluye con un llamado a estar seguros de que, cuando damos testimonio, lo hagamos de manera que tarde o temprano comparta el relato bíblico completo. Es todo el relato bíblico el que lleva la cuenta de quiénes somos y para qué estamos, que declara el señorío de Cristo sobre toda la creación y sobre todas nuestras relaciones.

Luego pasa al tema de cómo debemos dar testimonio. Empieza con un llamado para que los cristianos vivan vidas elocuentes, la clave para provocar preguntas para las cuales el evangelio es la respuesta. Continúa recordándonos la importancia de llevar a cabo nuestro testimonio cristiano con una mente crucificada, una mente cruzada. Tomo nota de la importancia de ayudar a la comunidad —y a nosotros mismos— a descubrir las huellas de Dios en nuestra historia, en la creación y en las intervenciones de desarrollo. Señalo que las preguntas sobre sentido y propósito contienen la mayor promesa para cambiar la cosmovisión y cambiar la opinión que los pobres tienen de sí mismos y de su futuro. Esta sección incluye una breve discusión acerca de cómo podemos interpretar la tecnología de manera que no señale su propia eficiencia sino la actividad y la figura del Dios que la hizo posible, y concluye con un recordatorio de que necesitamos evitar ser apologéticos para ser cristianos y, por tanto, estar dispuestos a decir lo que creemos.

En este punto, el capítulo cambia a la importancia de la Biblia para el proceso de desarrollo transformador. Argumenta que la Biblia, como la palabra viva de Dios, debe ser liberada de su cautiverio espiritual del domingo por la mañana y de la devoción personal y debe permitirse estar activa en el proceso de desarrollo. El capítulo nos reta a encontrar maneras de permitir que la Biblia hable por sí misma. Se introduce el marco católico romano del círculo pastoral. Y luego comparto los ejemplos de la Búsqueda de las Escrituras y los Siete pasos en los cuales se utiliza la Biblia en programación de desarrollo. También describo brevemente la innovación de Misión Nuevas Tribus de Storying the Bible (Narración de la Biblia) y hago una sugerencia sobre cómo puede hacerse más holístico y, por lo tanto, más aplicable para usarlo en el proceso de desarrollo.

El capítulo “Testimonio Cristiano” concluye con una discusión del enfoque del testimonio cristiano. El enfoque central del testimonio cristiano debe estar en las metas dobles de transformación: gente cambiada y relaciones cambiadas. Los pobres, los no pobres y el profesional de desarrollo (y su agencia) deben de trabajar juntos en la búsqueda de su verdadera identidad y la recuperación de su verdadera vocación dentro del contexto de relaciones justas y pacíficas. La sección discute luego cómo esto puede darse como resultado del testimonio cristiano y el cambio de cosmovisión. Finalmente, cierra con la pregunta “¿Quién cambia?”. La respuesta es que todos deben cambiar. El desarrollo transformador es un viaje en el que todos están y que todos deben buscar.

Fe, pobreza y desarrollo

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