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DANIEL 1

INTRODUCCIÓN AL LIBRO

Cuando Nabucodonosor asedió por primera vez a Jerusalén no solo se llevó los vasos sagrados del templo, sino que mandó también que llevaran a Babilonia a varios jóvenes israelitas, para servir en su corte, en la que ellos entrarían una vez que se completara su educación. Esta narración habla de jóvenes de noble linaje, entre los que se hallaba Daniel, que fueran llevados a Babilonia, siendo allí educados en la ciencia y sabiduría de los caldeos.

Esta narración pone de relieve la firme adhesión de Daniel y de sus tres amigos a la religión de sus padres y forma la introducción histórica del libro que sigue. Ella muestra la manera en que Daniel alcanzo el lugar de influencia que él obtuvo, un lugar que fue determinado para él de acuerdo con el consejo divino, durante el exilio de Babilonia para preservación y desarrollo del Reino de Dios del Antiguo Testamento. Este capítulo concluye (Dan 1, 21) con la observación de que Daniel ocupó este lugar hasta los días de Ciro.

1, 1-2

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1En el tercer año del reinado de Joaquim rey de Judá, Nabucodonosor rey de Babilonia fue a Jerusalén, y la sitió. 2 El Señor entregó en su mano a Joaquim rey de Judá y parte de los utensilios de la casa de Dios. Los trajo a la tierra de Senaar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en el tesoro de su dios.

De la expedición de Nabucodonosor contra Jerusalén trata el libro segundo de los Reyes (2 Rey 24,1): “En aquellos días subió Nabucodonosor, rey de Babilonia, y Joaquim fue su vasallo durante tres años. Luego cambió de parecer y se rebeló contra él”. Y también se dice en el segundo libro de las Crónicas (2 Cron 36, 6-7): Entonces Nabucodonosor, rey de Babilonia, subió contra él y lo ató con cadenas de bronce para llevarlo a Babilonia. Nabucodonosor también llevó a Babilonia algunos utensilios de la casa de Jehovah, y los puso en su palacio en Babilonia”.

Estos dos textos (de 2 Rey y de 2 Cron) se refieren a la misma expedición de Nabucodonosor contra Joaquim, aquí mencionada, no solo por la concordancia entre Crónicas y Dan 1, 2, es decir, que Nabucodonosor tomó una parte de los vasos sagrados del templo y los llevó a Babilonia, donde los puso en el templo (palacio) de su Dios, sino también por la circunstancia de que, fuera de toda duda, durante el reinado de Joaquim no hubo un segundo asedio de Jerusalén por Nabucodonosor.

Ciertamente, es verdad que cuando Joaquim rompió el yugo al final de una sujeción de tres años, Nabucodonosor envió partidas de caldeos, arameos, moabitas y amonitas, en contra de él, con la finalidad de someterle de nuevo, pero Jerusalén no fue asediada de nuevo por estas partidas hasta la muerte de Joaquim.

Solo cuando su hijo Joaquim subió al trono, los siervos de Nabucodonosor vinieron de nuevo contra Jerusalén y la sitiaron. Entonces, durante el asedio el mismo Nabucodonosor se presentó y Joaquín se rindió ante él, y fue entonces cuando los principales del reino, con el grueso de la población de Jerusalén y de Judá, con los tesoros del palacio real y del templo, fueron llevados a Babilonia (2 Rey 24, 2-16).

Sin embargo, en ningún lugar (ni en el libro de los Reyes ni en Crónicas) se fija el año en que Nabucodonosor, durante el reinado de Joaquim, tomó Jerusalén por primera vez y llevó parte de los tesoros del templo a Babilonia, pero esa fecha se puede determinar con certeza por las afirmaciones de Jeremías (Jer 46, 2; 25, 1; 36, 1). Según Jer 46.2, Nabucodonosor derrotó al rey-faraón de Egipto (Necao) con su ejército en Carquemish, el año cuarto del reinado de Joaquim.

Aquel mismo año aparece en Jer 25, 1 como el primer año de Nabucodonosor rey de Babilonia y está representado por Jeremías no solo por ser un período crítico para el Reino de Judá, sino también por el hecho de que Jeremías predice que el Señor enviaría de nuevo a su siervo Nabucodonosor contra Judá y contra sus habitantes, y contra todas las naciones del entorno, de manera que él convertiría a Judá en una desolación, añadiendo que esas naciones servirían al rey de Babilonia durante setenta años (Jer 25, 2-11).

De esa manera, Jeremías presenta ese año, sin duda, como el comienzo de los setenta años de exilio en Babilonia. En este mismo año cuarto de Joaquim, al profeta se le mandó que escribiera en un libro todas las palabras que el Señor le había dicho en contra de Israel y en contra de Judá, y en contra de todas las naciones, desde el día en que Dios le había hablado en el tiempo de Josías hasta entonces, para que la casa de Judá pudiera escuchar todo el mal que Dios se proponía, a fin de que cada hombre pudiera volverse del mal camino. Jeremías obedeció ese mandato, e hizo que esas predicciones, fueran escritas como libro en un rollo, a fin de que Baruc las leyera al pueblo en el templo, pues él mismo estaba prisionera y por lo tanto no podía ir al templo.

La primera toma de Jerusalén por Nabucodonosor no pudo haber tenido lugar por tanto en el año tercero, sino que debe haber sucedido en el año cuarto de Joaquim, es decir, en el 606 a.C. Sin embargo esto parece estar en oposición con la afirmación del primer verso de este capítulo: “En el tercer año del reinado de Joaquim rey de Judá, Nabucodonosor rey de Babilonia fue (con בּא ) a Jerusalén”. Según eso, los críticos modernos incluyen esta afirmación entre los errores que muestran la falta de autenticidad de este libro” (véase lo dicho en la introducción).

La aparente oposición entre la afirmación de Daniel en Dan 1, 1, donde se afirma que Nabucodonosor realizó la primera expedición contra Jerusalén en el año tres de Joaquim, y la afirmación de Jeremías, según la cual no solo el Faraón Necao fue vencido por Nabucodonosor junto al Eufrates en el año cuarto de Joaquim, sino que ese mismo año se realizó la primera invasión de Judea por Nabucodonosor, no puede resolverse ni por la hipótesis de un modo distinto de calcular los años del reinado de Joaquim y de Nabucodonosor, ni por la suposición de que Jerusalén había sido ya tomada por Nabucodonosor antes de la batalla de Carquemish, el año tres de Joaquim.

La primera suposición queda desmentida por la circunstancia de que no tenemos ninguna analogía segura para suponerlo16. La segunda suposición es irreconciliable con Jer 25 y 3617. Si Jeremías, en el año cuarto de Joaquim, anunció que a causa de que Judá no había escuchado las advertencias dirigidas a ellos “desde el año trece de Josías hasta este día”, es decir, por el espacio de veintitrés años, ni había escuchado tampoco las admoniciones de todos los otros profetas (Jer 25, 3-7) a los que el Señor había enviado, por eso, el Señor enviaría ahora a su siervo Nabucodonosor con todos los pueblos del norte, en contra de la tierra y de sus habitantes, y en contra de todas las naciones de alrededor, para destruir la tierra y desolarla…; en ese caso ha de afirmarse que él dio a conocer la invasión de Judá por parte de los caldeos como un acontecimiento que aún no había tenido lugar, y por eso queda excluida totalmente la suposición de que Jerusalén había sido ya tomada en el año precedente por Nabucodonosor y que Joaquim había sido puesto ya bajo su sujeción.

Es cierto que en Jer 25, Jeremías profetiza un juicio de “total desolación” en contra de Jerusalén y en contra de todas las naciones, pero esta profecía no se puede aplicar solamente, como hace Klief. a la “total destrucción de Jerusalén y de Judá, que tuvo lugar en el año once de Sedecías”, ni tampoco, como hacen intérpretes anteriores a la primera expedición de Nabucodonosor contra Joaquim, según 2 Rey 24, 1 y 2 Cron 36, 6.

Las palabras de amenaza proclamadas por el profeta incluyen todas las expediciones de Nabucodonosor contra Jerusalén y Judá, desde la primera en contra de Joaquim hasta la destrucción final de Jerusalén bajo Sedecías. Según eso, no podemos decir que esa palabra no es aplicable al primer asedio de Jerusalén bajo Joaquim, pero la destrucción final de Judá y Jerusalén, como toda esta profecía, constituye solo un sumario general intensificado de todas las palabras de Dios proclamadas hasta ahora por la boca del profeta.

Para fortalecer la impresión producida por esta palabra general de Dios, al profeta se le mandó en el mismo año (Jer 36, 1), como he mencionado ya, que escribiera en un rollo, que formaba un libro completo, todas las palabras que él había proclamado hasta ahora, a fin de que se pudiera ver si el conjunto de palabras reunidas en un libro podían ejercer sobre el pueblo una influencia que las palabras separadas no había logrado producir.

Por eso, no se puede pensar en una destrucción de Jerusalén por los caldeos antes de la derrota del poder de Egipto junto al Eufrates. Solo entonces el rey Joaquim fue sometido al poder del faraón Necao, convirtiéndose en rey vasallo suyo (2 Rey 23, 33) y toda la tierra, desde el río de Egipto hasta el Eufrates, fue sometida bajo su dominio. Por eso, Nabucodonosor no pudo desolar Judá ni Jerusalén antes de que el faraón Necao fuera derrotado.

Nabucodonosor no pudo pasar por delante del ejército de Egipto estacionado en el fuerte de Carquemish, junto al Eufrates, ni avanzar hacia Judá, dejando tras él la ciudad de Babilonia como presa a conquistar para un enemigo tan poderoso, ni Necao (suponiendo que Nabucodonosor había hecho ese) podría haberle dejado ir tranquilamente para luchar contra su vasallo Joaquim, sin perseguir por la retaguardia al poderoso enemigo que era Egipto18.

Ciertamente, tomada literalmente, la afirmación de Dan 1, 1 podría interpretarse con el significado de que Nabucodonosor vino en contra de Jerusalén y la tomó el año tercero del reinado de Joaquim, porque בּואּ significa frecuentemente venir (llegar) a un lugar. Pero no es necesario interpretar siempre de esa forma esa palabra, porque בּואּ significa no solo venir, sino ir, marchar hacia un lugar.

La afirmación de que en este verso בּואּ ha de interpretarse (cf. Häv. N. Kr. U. p. 61, Ewald y otros) en el sentido de venir a un lugar, y no de dirigirse hacia ese lugar es inadmisible o casi imposible, porque עלה se utiliza generalmente en referencia a la marcha de un ejército (Staeh., Zündel). Desde el primer libro del canon (cf. Gen 14, 5) hasta el último, sin exceptuar el libro de Daniel (cf. Dan 11, 13. 17. 29 etc.) se aplica a expediciones militares. En esa línea, oponiéndose a la opinión general, según la cual el sentido de בּואּ como marchar, ir a un lugar, es menos frecuente, Kran. (pag. 21) ha respondido justamente así:

Ese sentido aparece siempre, y de un modo natural, siempre que el movimiento tiene su punto partida en el lugar desde el que se observa o se piensa en él, o se hacer una referencia a él. Según eso, por ejemplo, se utiliza siempre “en un mandato personal de tipo personal, con referencia a un movimiento que aún no ha comenzado, en el que naturalmente el pensamiento sobre el comienzo o punto de partida se sitúa en el primer plano, como en Gen 45, 17; Ex 6,11; 7, 26; 9.1; 10,1; Num 32,6; 1 Sa 20,19; 2 Rey 5,5.

En Jonás 1, 3 se emplea para referirse a un barco que aún no ha comenzado a ir hacia Tarsis; y de nuevo, en las palabras לבוא עמּהם (ibid.), se utiliza cuando se habla de la conclusión del viaje”. “Por el contrario, si el que habla o el narrador es el terminus ad quem del movimiento del que se trata la palabra אובּ se utiliza en el otro sentido de venir, de aproximarse”.

Conforme a eso, estas palabras de Daniel (Nabucodonosor אובּ a Jerusalén), consideradas en sí mismas pueden ser interpretadas sin ninguna referencia al punto de partida o a la terminación del movimiento. Ellas pueden significar que “Nabucodonosor vino a Jerusalén” o que él “marchó hacia Jerusalén, según el escritor se sitúe en Judá, Jerusalén o Babilonia, para evocar el viaje de Nabucodonosor. Si el libro está compuesto por un judío macabeo en Palestina, la traducción más correcta será “él vino a Jerusalén”, pues ese escritor no estaría imaginando el movimiento militar que comienza o tiene su punto de partida en el oriente. Pero el caso es totalmente distinto si fue Daniel, que vivió en la corte de Babilonia desde su juventud a su vejez, el que escribió este relato.

Para él, un judío de edad avanzada, de un modo natural, lo más importante es el primer movimiento de la expedición amenazado que llevó la destrucción a su patria, sea que ella se realizara de un modo directo o a través de una ruta llena de desvíos hasta llegar a Jerusalén. Este Daniel pudo comprender el sentido de esa marcha mejor que sus compatriotas del lejano oeste (en Palestina) el sentido de esa expedición, pues ella fue la que llevó a la catástrofe del exilio al conjunto de los israelitas. Para un judío que escribía sobre la expedición desde Babilonia, el comienzo fatal de la marcha del ejército caldeo tenía un significado más triste que el que podía tener para un escritor viviendo en Jerusalén.

Kran ha justificado de esa manera, de un modo muy preciso, la traducción de אובּ (él marchó a Jerusalén) y también el sentido de la palabra, como refiriéndose a la puesta en marcha del ejército caldeo, cosa que Hitz., Hofm., Staeh., Zünd., y otros habían declarado que era opuesta al significado de la palabra e imposible. De esa manera él ha rechazado como carente de fundamento la observación posterior de Hitzig, que decía que la designación del tiempo se aplicaba también a rYcYe. Si בּוא ha de entenderse en referencia a una expedición desde su punto de partida, entonces la fijación de su tiempo no puede aplicarse también al tiempo de la llegada de la expedición, con el asedio que sigue.

Aquí no se define el tiempo de la llegada de la expedición a Jerusalén, ni su comienzo, duración ni fin, sino solo su resultado que es la toma de Jerusalén, conforme al objetivo del autor, cosa que se anuncia brevemente. El tiempo de la toma de la ciudad solo puede determinarse por datos tomados de otras fuentes.

De esa manera, por los pasajes de Jeremías a los que ya nos hemos referido, viene a deducirse que esa toma de la ciudad aconteció el año cuarto de Joaquim, después que Nabucodonosor venció al ejército de Necao, rey de Egipto, junto a Eufrates (Jer 46, 2), y tomó toda la tierra que el rey de Egipto había sometido, desde el río de Egipto hasta el Eufrates, de manera que el faraón Necao no salió ya más de su tierra (2 Rey 24, 7). Con esto concuerda Beroso en los fragmentos de la Historia caldea preservados por Josefo (Ant. x. 11. 1, y C. Ap. I. 19). Sus palabras, tal como se encuentran en último pasaje dicen así:

Informado Nabopalasar su padre (de Nabucodonosor) que lo había traicionado el sátrapa puesto al frente de Egipto y de la Celesiria y Fenicia, no encontrándose en condiciones a causa de la edad para las incomodidades de la guerra, entregó a su hijo Nabucodonosor, que estaba en edad, parte del ejército y lo envió a la guerra. Nabucodonosor, en lucha con el sátrapa traidor, lo venció y de inmediato redujo la región.

Por el mismo tiempo aconteció que su padre Nabopalasar, luego de caer enfermo, falleció, después de haber reinado durante veintinueve años. Nabucodonosor, informado poco después de la muerte de su padre, resolvió los asuntos en Egipto y las otras regiones, encargó a la fidelidad de algunos amigos los cautivos que hiciera en Judea, Fenicia, Siria y los pueblos de Egipto, con el ejército de armamento pesado y el bagaje, y él acompañado de unos pocos por el desierto se dirigió a toda prisa a Babilonia.

Encontró el gobierno en manos de los caldeos, cuyos personajes principales le habían reservado el trono. Retomó, por lo tanto, todo el imperio del padre. Ordenó que se asignaran a los cautivos colonias en los lugares más oportunos y adecuados.

Este fragmento ilustra de un modo excelente las afirmaciones que se hacen en la Biblia, en el caso de que uno esté dispuesto a valorar el relato de la revuelta del sátrapa colocado sobre Egipto y sobre los países del entorno de Celesiria y de Fenicia como expresión de la altanería del historiador babilonio, cuando pretende que todos los países de la tierra pertenecían por derecho al rey de Babilonia.

Este fragmento muestra también que el Sátrapa al que se refiere no podía ser otro que el faraón Necao. En esa línea, Beroso confirma no solo el hecho declarado en 2 Rey 24, 7, de que el faraón Necao, en el último año de Nabopolasar, tras la batalla de Megiddo, había sometido Judá, Fenicia y Celesiria, es decir toda la tierra desde el río de Egipto hasta el río Eufrates, sino que él nos ofrece también el testimonio de que, después de haber vencido al faraón Necao junto al Eufrates en Carquemish (Jer 46, 2), Nabucodonosor hizo que Celesiria, Fenicia y Judá fueran tributarias del imperio Caldeo, de manera que él tomó Jerusalén no antes, sino después de la batalla de Carquemis, después de la victoria que él había obtenido sobre los egipcios.

Ciertamente, se debe confesar que esto no prueba que Jerusalén cayera ya en el año cuarto de Joaquim en manos del dominio de Nabucodonosor. Por tanto, Hitz y otros concluyen a partir de Jer 36, 9 que el asalto de Nabucodonosor contra Jerusalén aconteció en el mes noveno del año quinto de Joaquim, como algo que estaba ya preparado, porque en aquel mes profetizó Jeremías la invasión de los caldeos, pero que el ayuno extraordinario que se proclamó entonces tuvo como efecto el arrepentimiento del pueblo, de manera que la ira de Dios pudo ser evitada.

Esto es lo que Kran. intenta probar a partir de 2 Rey (cf. Jer 52, 31). Pero en el mes noveno del quinto año de Joaquim, Jeremías hizo que se recordaran ante el pueblo reunido en el patio del templo sus profecías anteriores, que Baruc había escrito en un libro, según el mandamiento del Señor, y pronunció su amenaza contra Joaquim, a causa de que él había cortado en pieza su libro y lo había arrojado al fuego (Jer 36, 29).

Esta amenaza que Dios haría recaer sobre la descendencia y sobre los siervos de Joaquim, y sobre los habitantes de Jerusalén, todo el mal que él había pronunciado sobre ellos (Jer 36, 31) no excluye el hecho de que Nabucodonosor hubiera tomado ante Jerusalén, sino que anuncia solo el cumplimiento del juicio amenazador con la destrucción de Jerusalén y del reino de Judá, como algo inminente.

De un modo consecuente, el ayuno extraordinario del pueblo, que había sido proclamado para el mes noveno, no fue ordenado con el fin de impedir la destrucción de Judá y de Jerusalén bajo Nabucodonosor, que se esperaría entonces, tras la batalla de Carquemish. Ciertamente, a veces, se proclamaban o se cumplían ayunos con el propósito de evitar que se cumpliera la amenaza de juicios o castigos (cf. 2 Sa 12,15.; 1 Rey 21, 27; Est 4,1; cf. Est 3,1-16); sin embargo, en general, con más frecuencia los ayunos se proclamaban para conservar la memoria penitencial de condenas y castigos que habían sido ya sufridos (cf. Zac 7, 5; Esd 10, 6; Neh 1,4; 1 Sa 31,13; 2 Sa 1,12, etc.

Según eso, a fin de determinar el motivo de este ayuno que había sido proclamado, debemos tener en cuenta el carácter de Joaquim y su relación con el ayuno. El impío Joaquim, tal como aparece representado en 2 Rey 23, 37; 2 Cron 36, 5 y Jer 22, 13, no era un hombre propenso a ordenar un ayuno (o a permitirlo en cada de que los quisieran los sacerdotes), para humillarse a sí mismo y al pueblo ante Dios, y para evitar así, por el arrepentimiento y la oración, la amenaza del juicio.

Antes de ordenar un juicio de ese tipo, Joaquim debería oír y cumplir la palabra del profeta, y en ese caso él no se habría enfurecido tanto al escuchar la lectura de las profecías de Jeremías, cortando en piezas el rollo y echándolo al fuego. Si el ayuno tuvo lugar ante de la llegada de los caldeos a Jerusalén, entonces no se puede entender ni la intención del rey, ni su conducta en todo esto.

Por otra parte, tal como han mostrado Zünd, p. 21, Klief, p. 57, tanto el mandato de un ayuno general como la ira del rey ante la lectura de las profecías de Jeremías en presencia del pueblo en el atrio del templo se explican mejor en el caso de que el ayuno se vincule a la memoria del día de la toma de Jerusalén (un año después).

Cuando Joaquim rompió con dificultad el yugo de la opresión caldea, y empezó a planear desde el principio en una rebelión, que realizó de hecho tres años después, él instituyó el ayuno, “para encender los sentimientos del pueblo en contra del estado de vasallaje, al que habían sido sometidos” (Zündel). Pues bien, en contra de ese deseo, esta oposición solo pudo llevar a la destrucción del pueblo y del Reino.

Según eso, Jeremías hizo que sus profecías se leyeran al pueblo en el templo aquel día, por medio de Baruc, a fin de “contrabalancear el deseo del rey”, anunciando que Nabucodonosor volvería de nuevo para someter la tierra y destruir en ella de raíz a todo hombre y bestia. “Por eso, el rey se llenó de ira, y destruyó el libro, porque no podía soportar que el profeta fuera en contra de la excitación del pueblo, de manera que también los príncipes se airaron (Jer 36, 16), cuando oyeron que el libro de estas profecías se leyó públicamente” (Klief.).

Las palabras de 2 Rey 25, 27 (cf. Jer 52, 31) no van en contra de esta conclusión de Jer 36, 9, incluso si se acepta la visión de Kran. (pag. 18) sobre este pasaje, cuando dice que habían pasado casi treinta y siete años enteros desde el exilio de Joaquín hasta el fin de los cuarenta y tres años de reinado de Nabucodonosor, pues Joaquín reinó solo unos pocos meses, de manera que el comienzo del reinado de Nabucodonosor ha de datarse en el año sexto de los once años de reinado de Joaquim, el predecesor de Joaquín.

Según el testimonio de Beroso, Nabucodonosor dirigió la guerra en la Alta Mesopotamia, y en ella mato al rey Necao de Egipto en Carquemish, y a consecuencia de esa victoria él tomó después Jerusalén, antes de la muerte de su padre, siendo comandante en jefe, revestido de poderes reales antes de la muerte de su padre; y así solo después, cuando estaba como parece al otro lado de Mesopotamia y en los confines de Egipto, él recibió por primera vez la noticia de la muerte de su padre, y por tanto se apresuró a volver por la ruta más rápida a Babilonia para recibir la corona y para tomar el dominio sobre los territorios de su padre. Según eso, los cuarenta y tres años de su reinado comienzan con la batalla de Carquemish y la captura de Jerusalén bajo Joaquim, y posiblemente comenzaron en el año sexto de Joaquim, algunos meses después del mes noveno del quinto año de Joaquim (Jer 36, 9).

En contra de esta suposición no se puede tomar como válido el argumento de aquellos que, partiendo de Jer 46, 2; 25, 1 y Dan 1, 1, piensa que Nabucodonosor era ya rey de Babilonia antes de haber ascendido en realidad al trono, pues ese título de rey aparece aquí como una prolepsis, que podía ser fácilmente entendida por los judíos en Palestina. Nabopolasar no tuvo ningún contacto con Judá, de manera que los judíos apenas conocían algo de su reinado y de su muerte.

En esa línea, el año en que Nabucodonosor vino a Jerusalén se tomaría de un modo general (tanto en Jeremías como en sus contemporáneos) como el primer año de su reinado, de manera que el comandante del ejército caldeo aparece como rey de Babilonia, sea porque él actuaba como co-regente de su padre enfermo y anciano sea porque estaba vestido con la vestimenta del poder real, como comandante en jefe del ejército19.

Según eso, Daniel llama rey de Babilonia (Dan 1, 1) a aquel que aún no lo era, pero lo sería, en un tiempo en que él aún no había subido al trono, pues él era de hecho rey, en lo que concierne al reino de Judá, cuando él realizó la primera expedición en contra de Jerusalén. Pero el cálculo de Kran. no es sin embargo exacto.

El ascenso de Nabucodonosor al trono y el comienzo de su reinado no sucedió en el año sexto de Joaquim, tanto si han de contarse los tres meses de Joaquín como un año (37 años de prisión de Joaquín + 1 año de reinado + 5 años de Joaquim= 43 años de Nabucodonosor) o al menos los 11 años de Joaquim como once años enteros, de manera que los 5 años y ¾ del reinado de Joaquim han de unirse a los 37 años de prisión de Joaquín y los tres meses de su reinado, hasta completar los 43 años de reinado de Nabucodonosor.

Según eso, Joaquim debe haber reinado 5 más ¼ de año en el momento en que Nabucodonosor ascendió al trono. En el caso de que el reino de Joaquim se extendió solo 10 ½ años, que en el libro de los Reyes aparecen como 11 años, según el método general de recordar la duración del reinado de los reyes, entonces el ascenso de Nabucodonosor al trono tuvo lugar en el año cinco del reinado de Joaquim, o, a lo más, después que él había reinado 4 ¾ años.

Este último cómputo, según el cual el primer año del reinado de Nabucodonosor se hace coincidir con el año cinco de Joaquim, está demandado por aquellos pasajes en los cuales los años de reinado de los reyes de Judá se computan en paralelo con los años del reinado de Nabucodonosor, así por ejemplo en 2 Rey 24, 12, donde se dice que Joaquin fue tomado prisionero y llevado cautivo en el año octavo de Nabucodonosor y también en Jer 32, 1 donde se supone que el año 10 de Sedecías corresponde con el año 18 de Nabucodonosor, y finalmente en Jer 52, 5. 12 y 2 Rey 25, 2. 8, donde el año 11 de Sedecías corresponde al 19 de Nabucodonosor.

Conforme a todos esos pasajes, la muerte de Joaquim, o el final de su reinado corresponde al año 8 o, a lo más, al final del año 7 del reino de Nabucodonosor, pues Joaquín reinó solo tres meses. Eso significa que Nabucodonosor reinó seis años enteros, y quizá unos pocos meses más, como contemporáneo de Joaquim, y, de un modo consecuente, él debe haber subido al trono el año 5 de los once años del reinado de Joaquim20.

La discusión anterior nos ha ofrecido también los medios para explicar la contradicción aparente entre Dan 1, 1 y Dan 2, 1, una contradicción que debería tomarse como argumento contra la autenticidad del libro. Según Dan 1, 3, después de la captura de Jerusalén, Nabucodonosor mandó que algunos jóvenes israelitas de noble origen fueran llevados a Babilonia, para ser educados allí, durante tres años en la literatura y sabiduría de los caldeos.

Por su parte, según Dan 1, 18, después de cumplirse el tiempo indicado, ellos fueron llevados ante el rey, a fin de que ellos pudieran ser empleados en su servicio. Pero, según Dan 2, 1, estos tres años de instrucción expiraron en el año 2 del reinado de Nabucodonosor, cuando Daniel y sus compañeros fueron incluidos entre los sabios de Babilonia, y Daniel interpretó al rey su sueño, cosa que los magos caldeos habían sido incapaces de hacer (Dan 2, 13. 19 ss).

Si observamos que Nabucodonosor había tenido su sueño “en el año 2 de su reinado”, y que él empezó a reinar algún tiempo después de la destrucción de Jerusalén y de la cautividad de Joaquim, entonces podemos entender cómo los tres años dedicados a la educación de Daniel y de sus compañeros comenzaron al final del segundo año de su reinado; porque si Nabucodonosor comenzó a reinar en el año 5 de Joaquim, entonces, en el año 7 de Joaquim habían pasado tres años desde la destrucción de Jerusalén, que tuvo lugar en el año 4 de ese rey. La llevada de los jóvenes como cautivos se hizo sin duda inmediatamente después de la subyugación de Joaquim, de tal forma que había pasado ya más de un año de educación antes de que Nabucodonosor subiera al trono

Esta conclusión no queda invalidada por lo que afirma Beroso, diciendo que tras haber tenido noticia de la muerte de su padre, Nabucodonosor puso a los cautivos que había tomado de los judíos bajo el cargo de algunos de sus amigos, de manera que ellos pudieran ser llevados tras él, mientras él mismo se apresuraba a llegar a Babilonia a través del desierto, porque esta afirmación se refiere al gran transporte de prisioneros que habían sido tomados para la colonización de Asia central. Esa conclusión no queda tampoco invalidada diciendo que hay dos formas de computar el año de gobierno de Nabucodonosor en Daniel, pues no se puede hablar de dos formas de computar ese tiempo.

En Dan 1 no se indica el año de reinado de Nabucodonosor, sino que el texto se limita a llamarle rey21, mientras que en Dan 2, 1 no se menciona el segundo año de Nabucodonosor, sino que se habla solo del segundo año de su reino, con lo que se indica que el historiador está aludiendo aquí al segundo año de su reinado. Según eso, como Klief pág. 67 ha puesto bien de relieve, “uno puede descubrir fácilmente el fundamento por el cual, en Dan 1, 1, Daniel ha seguido un modo distinto de computar los años que en Dan 2,1.

Dan 1 él está evocando las circunstancias y personas israelitas, y por tanto, al referirse a Nabucodonosor, él ha seguido el modo israelita de computar el tiempo, de manera que computa sus años según los años de los reyes israelitas, viendo en Daniel ya al rey. Por el contrario, Dan 2 trata los años desde la perspectiva del poder del mundo y computa así de un modo preciso el año de Nabucodonosor, el portador del poder del mundo, desde el día en que él, habiendo obtenido de hecho la posesión del poder del mundo, se convirtió de hecho en rey de Babilonia”.

Pues bien, si, de un modo conclusivo, condensamos los resultados de la discusión anterior, queda claro el curso de los acontecimientos. Necao, rey de Egipto, después de haber convertido en rey vasallo, avanzó en su expedición contra el reino de Asiria, llegando así hasta el Eufrates. Pues bien, sin embargo, con la destrucción del reino asirio por la caída de Nínive, la parte del reino que quedaba de este lado (occidental) del Tigris había caído bajo el poder de los caldeos, y el anciano y debilitado rey Nabopolasar hizo que su hijo Nabucodonosor fuera el comandante en jefe de su ejército, con el encargo de oponerse al avance de los egipcios y de rescatar de manos egipcias los territorios que los egipcios habían ocupado, para ponerlos de nuevo bajo el gobierno de los caldeos.

A consecuencia de eso, Nabucodonosor se dirigió hacia Asía (=Mesopotamia) superior, en el año 3 del reinado de Joaquim, y en el mes 3 del año 4 de Joaquim mató al Faraón Necao en Carquemish, y persiguió a su ejército hasta los confines de Egipto, y en el mes 9 de ese mismo año tomó Jerusalén y sometió a Joaquim. Mientras Nabucodonosor estaba así ocupado en la parte occidental de Asia, subyugando los países que habían sido conquistados por el faraón Necao, él recibió las noticias de la muerte de su padre Nabopolasar en Babilonia, y se apresuró a dirigirse hacia allí con una pequeña guardia por el camino más corto, a través del desierto, para asumir el gobierno, ordenando que el grueso del ejército le siguiera de manera más lenta con todo el grupo de los prisioneros.

Pero, tan pronto como el ejército caldeo había dejado Jerusalén para volver a Babilonia, Joaquim buscó la manera de liberarse del yugo caldeo, y tres años después de haber sido sometido, se rebeló, probablemente en el tiempo en que Nabucodonosor se hallaba empeñado en establecer su dominio en el Este, de manera que él no pudo castigar inmediatamente esta rebelión, sino que se contentó mientras tanto con enviar en contra de Joaquim los ejércitos de los caldeos, sirios, moabitas y amonitas, que él había dejado detrás en los confines de Judea. Sin embargo, ellos fueron incapaces de vencerte, durante todo el tiempo en que él vivió. Fue solo después que su hijo Joaquín subió al trono cuando Nabucodonosor, como comandante del ejército, volvió con una tropa poderosa en contra de Jerusalén.

Mientras la ciudad estaba siendo asediada, Nabucodonosor vino en persona a supervisar la guerra. Joaquín, con su madre y los principales oficiales de la ciudad vinieron a rendirse al rey de Babilonia. Pero Nabucodonosor le tomó como prisionero, y mando que los vasos de oro del templo y los tesoros de la casa real fueran tomados y llevados (a Babilonia), y tomó al rey con los grandes del reino, los hombres de guerra, los herreros y artesanos, como prisioneros, llevándolos a Babilonia, poniendo a su vasallo Matanías, tío de Joaquín, como rey en Jerusalén, con el nombre de Sedecías (2 Rey 28,8-17).

Esto sucedió en el año 8 del reinado de Nabucodonosor (2 Rey 24, 12), y de esa manera, unos seis años después de que Daniel hubiera interpretado su sueño (Dan 2) y hubiera sido promovido por él como presidente de los sabios de Babilonia. El nombre rC:ôan<d>k;Wbn> se escribe en Dan 1, 1 con alef (a)), como sucede de un modo uniforme en Jeremías, cf. 27, 6.8. 20; 28, 3. 11. 12; 29, 1.3, y en los libros de los Reyes y de Crónicas, como en 2 Rey 24,1. 10-12; 25, 1; 2 Cron 26, 6. 10. 13. Por el contrario en Dan 1, 18 se escribe sin la a, como en Dan 2, 1. 28. 46; Dan 3, 1-3, y en Es 1, 7; 5, 12. 14; Est 2, 6.

Por esta circunstancia, Hitzig concluye que la afirmación de Daniel está derivada de 2 Rey 24, 1, porque la manera de escribir el nombre sin la a no es peculiar de este libro (y no es su forma final), sino la de 2 Rey 24, 1. Pues bien, ambas afirmaciones son incorrectas. Los casos en que la palabra está escrita sin a no pueden tomarse como la forma final, porque esta forma no aparece en Crónicas y la que lleva la a no es peculiar de 2 reyes, sino que es la forma más utilizada, al lado de la forma más nacional babilonia de rC:ôard>k;Wbn>, con (r), en Jer 21, 2. 7; 32, 1; 35, 11; 39, 11; Ez 26, 7; 29, 18; 30, 10, mientras que según Ménant (Grammaire Assyrienne, 1868, p. 327), el nombre se escribe en las inscripciones Babilonias como Nabukudurriusur (acr rdk wbn, es decir, Nebo coronam servat, Nebo lleva la corona), mientras que la inscripción de Behistan tiene la forma de Nabukudratschara.

Megastenes y Beroso, en Polyhistor, escriben el nombre como Ναβουκοδρόσορος. La forma Nebuchadnezar, con n y sin la a, parece ser la forma aramea, ya que ella resulta dominante en las porciones caldeas de Daniel y de Esdras, y parece estar en el fondo de la pronunciación masorética de la palabra (con la C con dagesch forte).

Sobre otras formas del nombre, cf. Niebuhr, Gesch. Assurs, p. 41s. La frase “el Señor entregó en su mano a Joaquim” corresponde a las palabras de 2 Rey 24, 1: “él se convirtió en su siervo” y a 2 Cron 36, 6: “y le puso cadenas”. Y parte de los vasos de la casa de Dios. תצקמ sin el Dag. Forte con el significado de “el fin de la extremidad” es una forma abreviada de #r<a'Þh' hceîq.mi, hcq d[ (cf. Jer 25, 33; Gen 47, 21; Es 26, 28), y muestra que “se tomó todo lo que había, de un extremo al otro, es decir, que se tomó una gran parte de la totalidad, aunque por sí mismo tcq no significa nunca una parte” (Kran.). Sobre la afirmación del texto, cf. 2 Cron 36, 7.

Él (Nabucodonosor) llevó estos vasos a la tierra de Senaar, es decir, a babilonia (Gen 10, 10), al templo de su Dios, es decir, a Bel, y, sin duda, a la casa del tesoro de su templo. De esa manera entendemos el sentido de las dos últimas frases de Dan 1, 2, mientras que Hitz. y Kran., con muchos oros intérpretes refieren el sufijo de ~ayby a Joaquim, y también a los vasos a causa del contraste expreso que hay en las palabras siguientes taw-~ylKh (Kran) y porque, a no ser que se diga aquí, en ningún otro lugar se dice que Nabucodonosor llevó también los hombres a Babilonia.

Pero eso último se dice también expresamente en Dan 1, 3, y no es algo que meramente se supone, como alega Hitz, y no era necesario que se expresara en Dan 1, 2. La aplicación del sufijo a Joaquim o a los jóvenes judíos que eran llevados cautivos queda excluido por la conexión de ~ayby con wyhla tyb, en la casa de su Dios.

Por otra parte, la afirmación de que tyB, casa, significa aquí país no está probada por Os 8, 1; 9, 15, ni exigida por pasajes como Ex 29, 45; Num 35, 34; Ex 37, 27 etc. donde se menciona el hecho de que Dios habita en la tierra. El hecho de que Dios habita en la tierra está fundado en el hecho de su presencia gratuita en el templo de la tierra, e incluso en estos pasajes la palabra tierra no significa sin más casa.

Carece igualmente de fundamento la observación posterior de que, si la expresión wyhla tyb ha de entenderse como referida al templo la palabra la debería estar delante de esa expresión, para lo que se apelaría al ejemplo de Zac 11,13; Is 37,23 y Gen 45, 25. Pero esos pasajes no pueden aducirse como ejemplo, pues la preposición la se pone solo delante de objetos inanimados, tales como tyb cuando el objeto especial del movimiento está indicado de un modo muy preciso por el acusativo.

Las palabras que siguen, twa-myllKh, no son de tipo adversativo sino explicativo: y (ciertamente) los vasos fueron llevados a la casa del tesoro de su dios –como botín. El hecho de llevar una parte de los vasos del templo y un número de jóvenes judíos de clase distinguida a Babilonia, para que allí pudieran ser educados para el servicio de la corte real, fue un signo y una garantía del sometimiento de Judá y de su Dios bajo el dominio de los reyes y de los dioses de Babilonia. Todo eso se nombre aquí con la finalidad de que se pueda conocer que Daniel y sus tres amigos de los que seguirá tratando este libro se hallaban entre esos jóvenes, y de que esos vasos sagrados serían después causa de ruina para el rey de Babilonia (Dan 5).

1, 3-7

`~ymi(T.r>P;h;(-!miW hk'ÞWlM.h; [r;Z<ïmiW lae²r"f.yI ynEôB.mi aybiúh'l. wys'_yrIs' br:ä zn:ßP.v.a;l. %l,M,êh; rm,aYOæw: 3

hm'ªk.x'-lk'B. ~yliäyKif.m;W ha,ør>m; ybe’Ajw> Ε~WmÐ ¿~Wam.À-lK' ~h,äB'-!yae( rv<åa] ~ydIäl'y> 4

`~yDI(f.K; !Avïl.W rp,seÞ ~d"îM.l;l]W¥ %l,M,_h; lk;äyheB. dmoß[]l; ~h,êB' x:Koå ‘rv,a]w: [D"êm; ynEåybim.W ‘t[;d:’ y[ed>yOÝw>

!yYEåmiW ‘%l,M,’h; gB;Û-tP;mi AmªAyB. ~Ayæ-rb;D> %l,M,øh; ~h,’l' •!m;y>w: 5

`%l,M,(h; ynEïp.li Wdßm.[;y:) ~t'êc'q.mi’W vAl+v' ~ynIåv' ~l'ÞD>g:l.W¥ wyT'êv.mi

`hy")r>z:[]w: laeÞv'ymi( hy"ën>n:x] laYEånID" hd"_Why> ynEåB.mi ~h,Þb' yhiîy>w: 6

rC;ªav;j.l.Beä laYE÷nId")l. ~f,Y"“w: tAm+ve ~ysiÞyrIS'h; rf:ï ~h,²l' ~f,Y"ôw: 7

`Ag*n> dbeî[] hy"ßr>z:[]l;w> %v;êyme laeäv'ymi(l.W %r:êd>v; ‘hy"n>n:x]l;(w>

3Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajera de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes, 4 muchachos en quienes no hubiera tacha alguna, de buen parecer, instruidos en toda sabiduría, sabios en ciencia, de buen entendimiento e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñara las letras y la lengua de los caldeos. 5 Y les señaló el rey una porción diaria de la comida del rey y del vino que él bebía; y que los educara durante tres años, para que al fin de ellos se presentaran delante del rey. 6 Entre ellos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá. 7 A estos el jefe de los eunucos puso nombres: a Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego.

1, 2-3. El nombre Aspenaz (zn:ßP.v.a;), que suena como el viejo persa Açp, un caballo, no ha recibido todavía ninguna explicación que haya sido aceptada de un modo general y satisfactorio. El hombre así nombrado era el jefe de campo de la corte de Nabucodonosor. wys'_yrIs' br:ä (la palabra br se emplea en vez de rv, cf. Dan 1, 7. 9, y pertenece al uso posterior del lenguaje, cf. 39,3) significa comandante o jefe de eunucos, es decir, vigilante del serrallo, el Kislar Aga, y en esa línea el ministro del palacio real, jefe de todos los oficiales. Por su parte, con frecuencia, la palabra syrIs', eunuco, deja de tener su sentido básico y se refiere solo a un cortesano, un chamberlán, un asistente del rey, como en Gen 37, 36.

El significado de aybiúh'l., determinado de un modo más preciso por el contexto, es dirigir, es decir, introducir en la tierra de Senaar, en Babilonia. En lae²r"f.yI ynEôB.mi,, Israel aparece como nombre teocrático del pueblo escogido, y no ha de excluirse, como hace Hitz, que aluda también a Benjamín y Leví y a muchos otros que pertenecían a otras tribus, y que en ese momento formaban parte del reino de Judá.

!miW [r;Z<ïmiW, y del linaje, y de… así como ~ymi(T.r>P;h es la palabra zend. frathema, sanscrito prathama, es decir, personas de distinción, magnates. ~ydIäl'y> es el objeto de aybiúh'l. y designa a jóvenes de quince a veinte años. Entre los persas, la educación de los muchachos por los παιδάγωγαι βασίλειοι comenzaba según Platón (Alcib. I. 37), a la edad de catorce años, y según Jenofonte (Ciropedia I. 2), los ἔφηβοι podían entrar ya a los diecisiete años al servicio del rey.

Al escoger a los jóvenes, el jefe de los eunucos debía fijarse en su perfección corporal y en su belleza, así como en sus dotes mentales. El estar libres de taras corporales y el estar dotados de belleza corporal eran signos característicos de nobleza moral e intelectual. Cf. Curcio, XVII. 5, 29. ~Wam., tacha, se escribe con a, como en Job 31, 7.

1, 4. lyKfm, bien dotado, inteligente en toda sabiduría, es decir, en los temas de la sabiduría de los caldeos (cf. Dan 1, 17), se aplica a la habilidad para dedicarse al estudio de la sabiduría. De igual manera han de entender los otros requisitos mentales aquí mencionados. ‘t[;d:’ y[ed>yOÝw>, teniendo conocimiento, mostrando inteligencia; [D"êm; ynEåybim.W, poseyendo facultad adecuada para el conocimiento, para el buen juicio; ~h,êB' x:Koå ‘rv,a]w:, y que hubiera en ellos fuerza, es decir, que tuvieran dotes corporales y mentales apropiadas para estar en el palacio del rey, como siervos, para responder a sus mandatos. ~d"îM.l;l]W¥ (para enseñarles) está en coordinación con aybhl (para llevar) de Dan 1,3 y depende de rmaYw (y él habló).Para este servicio, ellos deben ser instruidos y entrenados en el conocimiento y en el lenguaje de los caldeos. rp,seÞ se refiera a la literatura caldea, y en Dan 1, 17 rp,seÞ y !wvl se refieren a la conversación o a la capacidad de hablar en aquella lengua.

~yDI(f.K;, kashdim, caldeos, es el nombre que se da usualmente: (1) a los habitantes del reino de Babilonia fundado por Nabopolasar y Nabucodonosor; (2) y de un modo más restringido a la clase más alta de los sacerdotes caldeos, y de los hombres instruidos o magos, finalmente a todo el cuerpo de los sabios de Babilonia; cf. en Dan 2, 2. La palabra se utiliza aquí en ese segundo sentido.

El idioma de los caldeos ~yDI(f.K;, no es, como piensan Ros., Hitz. y Kran., la rama aramea oriental de la lengua semítica que se suela llamar lengua caldea, pues esta lengua, en la que los sabios respondieron a Nabucodonosor (Dan 2, 4) se llama allí, lo mismo que en Es 4, 7 y en Is 36, 11 tymra, es decir, arameo (siríaco). La cuestión de cuál era esta lengua utilizada por los caldeos depende de la forma en que se entienda la cuestión muy disputada del origen de los ~yDI(f.K;, Χαλδαίοι.

La referencia histórica más antigua de ~yDI(f.K; se encuentra en ~yDI(f.K; rWa (Ur de los Caldeos, LXX χώρα τῶν Χαλδαίων), el lugar del que Terah, padre de Abrahán salió con su familia para ir a Harrán, en el norte de Mesopotamia. El origen de Abrahán (de Ur de los Caleos), tomado en conexión con el hecho (cf. Gen 2, 22) de que uno de los hijos de Najor, hermano de Abraán, se llamara dfK (Kesed),cuyos descendientes se llamaban ~yDI(f.K;, parece suponer que los ~yDI(f.K; provenían de Sem.

Además de eso, en apoyo de esa misma opinión, se ha añadido también que uno de los hijos de Sem se llamaba dvkPra (Arfaxad). Pero la conexión de dvkPra con dfK no puede probarse, y el hecho de que Najor, hijo de dfK fuera el padre de una raza llamada ~yDI(f.K; es una suposición que no puede probarse tampoco. De todas formas, si hubiera una raza que descendiera de hecho de ese dfK no podría ser otra que la tribu beduina de los ~yDI(f.K;, que cayeron sobre los camellos de Job (Job 1, 17), pero no el pueblo de los caldeos, por lo que se denominaba a Ur, en tiempos de Teraj.

Por otra parte, el hecho de que el Patriarca Abrahán hubiera morado en Ur de los Caldeos no prueba en modo alguno que él fuera un caldeo, pues él podría haberse visto obligado a cambiar de residencia por el traslado de los caldeos hacia el Norte de Mesopotamia para realizar él también este viaje (sin ser él un caldeo).

Por otra parte, resulta incuestionable, y es ahora reconocido, que los habitantes originales de Babilonia era de origen semita, como muestra el relato del origen de las naciones en Gen 10. Conforme a Gen 10, ss, Sem tuvo cinco hijos: Elam, Asur, Arfaxal, Lud y Aram, cuyos descendientes poblaron y dieron origen a los pueblos que siguen.

Los descendientes de Elam ocuparon el país llamado Elymais (Elamítica), entre el bajo Tigris y las montañas de Irán; los hijos de Asur poblaron Asiria, que yace en el país de colinas, en el norte, entre el Tigris y la cordillera de Irán; los de Arfaxad habitaron en la zona llamada Arrapachitis, sobre el alto Tigris, en la ribera oriental de ese río, de donde comenzaron a descender los habitantes de Armenia. Lud, el padre de los Lidios, es el representante de los semitas que fueron hacia el occidente, hacia Asia Menor. Y Aram es el padre de los semitas que se extendieron a lo largo del curso medio del Eufrates, hacia el Tigris, en el este, y hacia siria en el oeste. A partir de aquí, M. Duncker (Gesch. des Alterth.) ha concluido lo siguiente:

Según este catálogo de naciones, que muestra la extensión de la raza semítica desde las montañas de Armenia, hacia el sur (hacia el Golfo Pérsico) hacia el este (hacia las montañas de Irán) y hacia el oeste (hacia Asia Menor), podemos seguir a los semitas a lo largo del curso de los dos grandes ríos, el Eufrates y el Tigris, hacia el sur. Hacia el norte de Arfaxad yacen las montañas de Cadim, a los que los griegos llaman Chaldaei, Carduchi, Gordiaei, cuya frontera hacia Armenia era el río Centrites.

Si encontramos el nombre de caldeos también en el bajo Eufrates y si, en particular, ese nombre designa una región en la ribera occidental del bajo Eufrates, hasta su desembocadura, como límite extremo de la tierra regada por el Eufrates, hacia el desierto arábigo, no podemos dudar de que ese nombre fue traído de las montañas de Armenia al bajo Eufrates.

Beroso utiliza de un modo intercambiable los dos nombres, Caldea y Babilonia, para referirse a toda la región entre el bajó Eufrates y el Trigris, hasta el mar. Pero es importante anotar que el nombre semítico original de la región es Senaar, y es distinto de Caldea; y es notable el hecho de que los sacerdotes de Senaar se llamaran especialmente caldeos, y también que en los fragmentos de Beroso se llame a los patriarcas caldeos de esta o aquella región y que también los dirigentes nativos de la región se llamaran caldeos.

Por todo eso, debemos concluir que hubo una doble migración desde el norte hasta las regiones del bajo Eufrates y del Tigris, que esas zonas fueron ocupadas primero por los elamitas que vinieron a lo largo del Tigris; y que después vino otro grupo desde las montañas de los caldeos, a lo largo de la ribera occidental del Tigris, y que ellos pastorearon primero sus rebaños por un tiempo en la región de Nísibe y que finalmente siguieron el curso de Eufrates, obteniendo la superioridad sobre los habitantes anteriores, que habían surgido del mismo trono (¿) y que se habían extendido hacia el oeste, desde la desembocadura del Eufrates. La supremacía que ellos alcanzaron de esa forma fue ejercida por los jefes de los caldeos; ellos fueron las familias dirigentes del reino, que ellos fundaron con su autoridad, adoptando así la forma antigua de civilización del lugar.

Si, de acuerdo con esta visión, los caldeos eran ciertamente no semitas, aún no se ha decidido si ellos pertenecían a la raza jafetita de los arios o si, como C. Sax22 ha intentado probar, ellos eran probablemente de la raza hamítica de los cusitas, una nación que pertenecía a la familia tártara (turámica) de naciones. Por lo que se refiere al origen ario de los caldeos, además de la relación de los caldeos con los gordianos y los carduchi con los modernos kurdos, cuyo lenguaje pertenece a la familia indo-germana, y ciertamente a la familia de lenguas arias, puede aducirse además esta circunstancia: Que desde tiempo muy antiguo pueden encontrarse elementos arios en el lenguaje de Asiria y Babilonia.

Pero este dato no ofrece una evidencia conclusiva del tema. Del hecho de que el idioma moderno de los kurdos esté relacionado con el lenguaje ario no puede deducirse nada seguro sobre el lenguaje de los antiguos caldeos, gordianos y carduchi. Por otra parte, la introducción de palabras y apelativos arios en el lenguaje semítico de los asirios y babilonios se explica plenamente, en parte por el intercambio que ambos pueblos mantenían sin duda con los medos y los persas, que colindaban con ellos, y en parte por el dominio ejercido por la raza irania sobre los babilonios, lo que está afirmado en los fragmentos de Beroso, según los cuales la segunda dinastía de Babilonia después del diluvio fue de origen medo.

De todas maneras, podríamos estar inclinados a aceptar el origen ario de los caldeos, si no tuviéramos en contra estos dos argumentos: (a) El relato bíblico del reino que fundó Nimrod el cusita en Babilonia, y que se extendió hacia asiria (Gen 10, 8-12). (b) Por otra parte, el resultado de las investigaciones de los expertos en los restos antiguos de Asiria, en relación con el desarrollo de la cultura y de los escritos de Babilonia, que hacen que esa hipótesis sea muy dudosa23.

Según eso, no es mucho lo que se puede asegurar con certeza sobre el origen de los caldeos y sobre la naturaleza de su lenguaje y escritura, sin embargo hay cosas que se puede tomar ya como ciertas: El lenguaje y escritura de los caldeos (~yDI(f.K;) no era semítico o arameo, pues los caldeos habían emigrado en remotos tiempos a Babilonia, obteniendo allí el predominio sobre los habitantes semitas de la tierra; según eso, de la raza dominante de los caldeos brotó la casta sacerdotal y letrada de los llamados “caldeos” en sentido estricto. Esta casta es mucho más antigua que la monarquía caldea fundada por Nabucodonosor. Daniel y sus compañeros debieron ser educados en la sabiduría de los sacerdotes y sabios, que enseñaban en las escuelas de Babilonia, en Borsippa (Babilonia) y en Hpparene (Mesopotamia; cf. Strab. XVI. 1 y Plin. Hist. Nat. VI. 26).

1, 5. Con ese fin, Nabucodonosor les asignó para su mantenimiento la provisión necesaria de la casa del rey, siguiendo la costumbre oriental, según la cual todos los oficiales de la corte recibían el alimento de la mesa del rey, como testifican Athen. IV. 10, p. 69 y Plut. Probl. VII. 4, refiriéndose a los persas. Esta parece haber sido también la costumbre de los babilonios. AmªAyB. ~Ayæ-rb;D>, la porción diaria, cf. Ex 5, 13; Ex 5, 19; Jer 52, 34 etc. gB;Û-tP viene de path, en zend. paiti, em sánscrito prati = προτί, πρός, y de bag, en Sanscrito bhâga, porcion, provisión, cf. Ez 25,7.

Por lo que toca a la composición, cf. el sánscrito pratibhâgha, una porción de frutos, flores que el Rajáh recibe cada día para el mantenimiento de su casa. Cf. Gildemeister, en Lassen, Zeits.f. d. Kunde des Morg. IV. 1, p. 214. Según eso, esta palabra (gB;Û-tP) no significa ambrosia, ni comidas delicadas, sino en general comida, vituallas, alimentos de carne y pan, en oposición a vino o bebida (wyT'êv.mi es singular) y verduras (Dan 1, 12).

En esa línea, el rey limita el período de su educación a tres años, conforme a la costumbre persa, igual que la caldea. ~l'ÞD>g:l.W¥ no depende de rmaYy (Dan 3), sino que va unido a AmªAyB. y es un infinitivo de finalidad con w explicativa, significando “y para que él les alimentara”, con sentido de finalidad. El verbo Wdßm.[;y:) significa estar delante (del rey). Aquí no se habla de obedecer el mandato del rey, pero se supone al referirse a “estar ante el rey” (cf. Dan 1,6 ss).

1, 6-7. Daniel y sus tres amigos se encontraban entre los jóvenes que habían sido llevados a Babilonia. Ellos eran “de los hijos de Judá”, es decir, de esa tribu. De aquí se deduce que otros jóvenes que habían sido llevados con ellos, pertenecían a otras tribus, pero no se recuerda el nombre de ninguno. Solo se mencionan los de Daniel y sus tres compañeros, pertenecientes a la misma tribu, porque la historia recogida en este libro ofrece en especial el recuerdo de ellos.

Como futuros siervos del rey caldeo, y como signo de su nueva relación con él, ellos reciben otros nombres, como Eliakim y Matanías, que recibieron nombres cambiados por Necao y Nabucodonosor cuando él les hizo sus vasallos (cf. 2 Rey 23, 34; 24, 17). Pero aquellos reyes recibieron de parte de los conquistadores unos nombres que eran también israelitas. Por el contrario, Daniel y sus amigos recibieron nombres paganos, en vez de sus propios hebreos, que estaban asociados al verdadero Dios. Los nombres que les dieron estaban se referían ídolos de Babilonia, a fin de que ellos pudieran ser plenamente integrados en la religión y cultura de los vencedores, y se volvieran extraños a la religión y país de sus antepasados24.

Daniel, es decir, “Dios juzgará”, recibió el nombre de Belteshazzar (Beltsasar, Baltasar), formado a partir de Bel, el Dios principal de los babilonios. El significado de ese nombre no ha sido aún determinado. Ananías, es decir, Dios tiene piedad, recibió el nombre de Shadrach (=Sidrac), cuyo origen es totalmente desconocido. Misael, es decir, “el que es como el Señor”, recibió el nombre de Meshach (=Mesac) también indescifrable. Y Azarías (el Señor ayuda) recibió el nombre de Abednego, es decir, esclavo o siervo de Nebo (Nego), el nombre del segundo Dios más importante de Babilonia (Is 46, 1), cambiando la b en g, por influencia de la b de db[ (dando así Nego en vez de Nebo).

1, 8-16

%l,M,Þh; gB;ît.p;B. la;²G"t.yI-al{) rv<ôa] ABêli-l[; ‘laYEnID" ~f,Y"Üw: 8

`la'(G"t.yI al{ï rv<ßa] ~ysiêyrIS'h; rF:åmi ‘vQeb;y>w: wyT'_v.mi !yyEåb.W

`~ysi(yrIS'h; rf:ï ynEßp.li ~ymi_x]r:l.W¥ ds,x,Þl. laYEënID"å-ta, ‘~yhil{a/h' (!TEÜYIw: 9

%l,M,êh; ynIådoa]-ta, ‘ynIa] arEÛy" laYEënId"ål. ‘~ysiyrIS'h; rf:Ü rm,aYO÷w: 10

ha,’r>yI •hM'l' rv,‡a] ~k,_yTev.mi-ta,w> ~k,Þl.k;a]m;-ta, hN"ëmi rv<åa]

`%l,M,(l; yviÞaro-ta, ~T,îb.Y:xiw> ~k,êl.ygI)K. rv<åa] ‘~ydIl'y>h;-!mi ~ypiª[]zO* ~k,øynEP.-ta,

~ysiêyrIS")h; rf:å ‘hN"mi rv<Üa] rc:+l.M,h;-la, laYEßnID" rm,aYOðw: 11

`hy")r>z:[]w: laeÞv'ymi( hy"ën>n:x] laYEånID"-l[;

~y[i²roZEh;-!mi Wnl'ø-WnT.yIw> hr"_f'[] ~ymiäy" ^yd<Þb'[]-ta, an"ï-sn: 12

`hT,(v.nIw> ~yIm:ïW hl'Þk.anOw>

taeÞ ~yliêk.aoåh' ~ydIêl'y>h; ‘haer>m;W Wnyaeêr>m; ‘^yn<’p'l. WaÜr"yEw> 13

`^yd<(b'[]-~[i hfeÞ[] haeêr>Ti rv<åa]k;w> %l,M,_h; gB;ät.P;

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rf"+B' yaeÞyrIb.W bAjê ‘~h,yaer>m; ha'Ûr>nI hr"êf'[] ~ymiäy" ‘tc'q.miW 15

`%l,M,(h; gB;ît.P; taeÞ ~yliêk.aoåh' ~ydIêl'y>h;-lK'-!mi

`~ynI)[or>zE ~h,Þl' !tEïnOw> ~h,_yTev.mi !yyEßw> ~g"ëB't.P;-ta, ‘afenO rc;ªl.M,h; yhiäy>w: 16

8 Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligara a contaminarse. 9 Puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos; 10 y el jefe de los eunucos dijo a Daniel: Temo a mi señor el rey, que asignó vuestra comida y vuestra bebida; pues luego que él vea vuestros rostros más pálidos que los de los muchachos que son semejantes a vosotros, haréis que el rey me condene a muerte. 11 Entonces dijo Daniel a Melsar, a quien el jefe de los eunucos había puesto sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías: 12 Te ruego que hagas la prueba con tus siervos durante diez días: que nos den legumbres para comer y agua para beber. 13 Compara luego nuestros rostros con los rostros de los muchachos que comen de la porción de la comida del rey, y haz después con tus siervos según veas. 14 Consintió, pues, con ellos en esto, y probó con ellos durante diez días. 15 Y al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más robusto que el de los otros muchachos que comían de la porción de la comida del rey. 16 Así, pues, Melsar se llevaba la porción de la comida de ellos y el vino que habían de beber, y les daba legumbres.

El mandato del rey, según el cual los jóvenes debían ser alimentados con la comida y el vino de la casa del rey, fue para Daniel y sus amigos una prueba de su fidelidad al Señor y a su ley, como había sido la prueba a la que fue sometido José en Egipto, correspondiendo a las circunstancias en que él había sido colocado (Gen 39, 7). La participación en la comida que les llevaban de la mesa del rey era para ellos causa de contaminación, porque estaba prohibida por ley, no tanto porque la comida no estaba preparada siguiendo el mandato de la ley levítica, o quizá porque contenía carne de animales que eran impuros para los israelitas (porque en ese caso los jóvenes no tenían necesidad de abstenerse del vino), sino porque en sus fiestas los paganos ofrecían una parte de la comida y bebida, en sacrificio a sus dioses de manera que ella se hallaba consagrada por un rito pagano, prohibido por la fe de Israel.

Según eso, no solo aquellos que participaban en esas comidas compartían así el culto a los ídolos, sino que la misma carne y el vino en conjunto eran comida y bebida de un sacrificio idolátrico, opuesto al verdadero Dios, conforme al dicho del apóstol (2 Cor 10, 20), cuando afirmaba que participar de esa comida era lo mismo que sacrificar a los ídolos.

El abstenerse de tal comida y bebida no era expresión de un rigorismo que iba más allá de la ley de Moisés, conforme a una tendencia que se muestra por vez primera en el tiempo de los macabeos. Por el contrario, lo que estos piadosos judíos hicieron en aquellos tiempos (cf. 1 Mac 1,62s; 2 Ma 5, 27), se encuentra es un elemento básico de la ley. En esa línea, la aversión a comer algo que esté impuro, y a mancharse a sí mismo en tierras paganas no apareció por vez primera en el tiempo de los macabeos, ni siquiera en el tiempo del exilio, sino que aparece ya en las amenazas de Os 9, 3 y Am 7, 17.

Según eso, la decisión de Daniel, de abstenerse de esos alimentos impuros brotaba de la fidelidad a la ley, y de la firme obediencia a la fe, según la cual “el hombre no solo vive de pan, sino de toda palabra que brota de la boca del Señor” (Dt 8, 3), y surgía también de la seguridad de que Dios bendeciría la comida más humilde que Daniel pide para sí mismo, y que por ese medio hará que él y sus amigos estén más fuertes y vigorosos que los otros jóvenes que comían alimentos caros de la mesa del rey. Estando firme en su convencimiento, Daniel pide al jefe del servicio del rey que le, libere, a él y a los tres amigos del uso de la comida y de la bebida de la mesa real. Y el Señor le fue favorable, de manera que su petición fue escuchada.

1, 9. dsxl !tn, procurar gracia o favor para alguno, cf. 1 Rey 8. 30; Sal 106,46; Neh 1,11. Esta afirmación por la que se dice que Dios hizo que Daniel alcanzara el favor del chambelán, mayordomo del rey, se refiere al hecho de que él no rechazó por principio su petición, como algo que no debía concederse o que era punible, sino que valorando la convicción religiosa de la que brotaba, se fijó solo en el peligro o perjuicio que podría traerle una desobediencia al mandato real, mostrando así que él quería cumplir la petición del rey, pero sin hacer daño a los jóvenes judíos en su religión. Esta disposición del jefe de los eunucos era un efecto de la gracia divina.

1, 10. Las palabras •hM'l' rv,‡a] (= hMLf, Cant 1, 7), ¿por qué, cómo debería él…? tienen el sentido de una negación enfática, como hMl en Gen 47, 15; Gen 47, 19; 2 Cron 32, 4, así como hml yD en Es 7, 23, y son equivalentes a “ciertamente, él no debe ver”. Por su parte, ~ypiª[]zO* es desagradable, de apariencia triste, aquí “teniendo una apariencia penosa, a consecuencia de una comida inferior”, correspondiente a σκυθρωπόςenMt 6.16.

~k,øynEP. ha de entenderse antes de ‘~ydIl'y>h; según el principio de la comparatio decurtata que aparece con frecuencia en hebreo, cf. Sal 4, 8; 18, 34 etc. ~T,îb.Y:xiw> con w de relación y depende de hMl, y pongas en peligro, de tal forma que tú pongas en peligro… yviÞaro-ta, ~T,îb.Y:xiw>, hacer que uno sea culpable, poner en peligro la cabeza, es decir, la vida de alguno.

1, 11-12. Cuando Daniel conoció la respuesta del jefe de la guardia, diciéndole que él concedería lo pedido, pero con la condición de que se viera libre de responsabilidad personal en el asunto, él se volvió al capitán que estaba bajo las órdenes del chambelán jefe, bajo cuya autoridad inmediata él estaba sometido, y le pidió que hiciera una prueba durante diez días, permitiéndoles comer solo verduras y agua, en vez de las costosas provisiones y vino de la mesa del rey, para actuar luego con ellos conforme a los resultados obtenidos.

rclMh, con el artículo ha de ser tomado como un apelativo que expresa el trabajo u oficio propio de un hombre. La traducción de camarero o jefe de cocina se funda solo en la explicación de la palabra tal como ha sido dada por Haug (en Ewald, Bibl. Jahrbb. V. p. 159s.), quien supone que la palabra viene del neo-persa mel (licores alcohólicos, vinos, que corresponde al zend madhu. μεθυ, bebida inebriante) y de la palabra רצ (çara, sánscrito çiras, cabeza). Según eso, rclM sería el supervisor de la comida, un sinónimo de הקׁשבר, Isa 36,2. נס-נא, prueba, “yo re ruego que examines a tus siervos”, es decir, que pruebes con nosotros durante diez días.

Diez días, que es en el sistema decimal número de plenitud, de acabamiento, según las circunstancias, puede significar un tiempo lago, o también un tiempo proporcionalmente corto pero suficiente. Aquí se utiliza en el último sentido, porque diez días son suficientes para mostrar el efecto que un tipo de comida tiene en la apariencia externa de las personas. זרעים, comida de verduras, vegetales de frutos leguminosos.

1,13. מראינוּ es singular y se utiliza con יראוּ en plural porque siguen dos sujetos. כּאשׁר תּראה, como tú veas, es decir, como encuentres nuestra apariencia. El significado es: Obra entonces conforme a lo que tú veas. Al plantear así su propuesta, Daniel actúa confiando en la ayuda de Dios, y Dios no defraudó su confianza25.

Los jóvenes aparecen tan visiblemente mejorados comiendo solo verduras y agua que el jefe de cocina les libera de la necesidad de comer y beber de la mesa real. 1,15. בּריאי בּשׂר, gordo, bien entrado en carnes, se une gramaticalmente con el sufijo de מראיהם, el pronombre del cual queda fácilmente suplido en pensamiento. 1,16. נשׂא, quitar, no dar más.

1, 17-21

[D"îm; ~yhi²l{a/h'( ~h,ól' !t;’n" ~T'ê[.B;r>a; ‘hL,ae’h' ~ydIÛl'y>h;w> 17

`tAm)l{x]w: !Azàx'-lk'B. !ybiêhe laYEånId"w> hm'_k.x'w> rp,seä-lk'B. lKeÞf.h;w>

~a'_ybih]l; %l,M,Þh; rm:ïa'-rv,a] ~ymiêY"h; ‘tc'q.mil.W 18

`rC:)n<d>k;bun> ynEßp.li ~ysiêyrIS'h; rf:å ‘~aeybiy>w:

hy"ën>n:x] laYEånId"K. ~L'êKumi ‘ac'm.nI al{Üw> è%l,M,h; é~T'ai rBEåd:y>w: 19

`%l,M,(h; ynEïp.li Wdßm.[;Y:)w: hy"+r>z:[]w: laeÞv'ymi(

~aeúc'm.YIw:) %l,M,_h; ~h,Þme vQEïBi-rv,a] hn"ëyBi tm;äk.x' ‘rb;D> lkoªw> 20

`At*Wkl.m;-lk'B. rv<ßa] ~ypiêV'a;h'( ‘~yMijur>x;h;(-lK' l[;Û tAdªy" rf,[,ä

p `%l,M,(h; vr<Akïl. tx;Þa; tn:ïv.-d[; laYEënID") ‘yhiy>w:) 21

17 A estos cuatro jóvenes Dios les dio conocimiento y habilidad en toda clase de escritura y sabiduría. Y Daniel era entendido en toda clase de visiones y sueños. 18 Pasados los días, al fin de los cuales el rey había dicho que los trajesen, el jefe de los funcionarios los llevó a la presencia de Nabucodonosor. 19 El rey habló con ellos, y no se encontró entre todos ellos ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Así se presentaron al servicio del rey. 20 En todo asunto de sabiduría y entendimiento que el rey les consultó, los encontró diez veces mejores que todos los magos y encantadores que había en todo su reino. 21 Y Daniel continuó hasta el primer año del rey Ciro.

1, 17-20. Estos versos tratan del progreso de los jóvenes en la sabiduría de los caldeos, y de su nombramiento para el servicio del rey. Igual que Dios bendijo la resolución de Daniel y de sus tres amigos, a fin de que no se mancharan con la comida real, él bendijo también la educación que ellos recibían en la literatura (ספר, Dan 1,17 como en 1,4) y en la sabiduría de los caldeos, de forma que los cuatro jóvenes hicieron grandes progresos en ese campo. Por su parte, Daniel obtuvo un profundo conocimiento en toda clase de visiones y sueños, es decir, alcanzó la rapidez y facilidad para interpretar visiones y sueños.

Esto se recuerda especialmente de él por todo el argumento que sigue en ese libro. No se trata de un gesto de vanagloria, sino de una simple afirmación fáctica. Por otra parte, la instrucción en la sabiduría de los caldeos fue para Daniel y para sus tres amigos una prueba de su fe, porque la sabiduría de los caldeos, por la misma naturaleza de sus temas, se hallaba profundamente aliada a la idolatría caldea y a la superstición pagana, que los estudiosos de esta sabiduría podrían haber adoptado con facilidad.

Pero es evidente que Daniel y sus amigos aprendieron solo la sabiduría caldea, es decir, su cultura externa, sin adoptar los elementos paganos que estaban mezclados a ella, como lo muestra la firmeza de su fe, que podemos ver con claridad en un período posterior de sus vidas cuando, incluso bajo riesgo de muerte (Dan 3, 6), ellos se mantuvieron libres de toda idolatría. Pues bien, Daniel tuvo que estar profundamente versado en la sabiduría de los caldeos, como en un tiempo anterior lo había estado Moisés en la de Egipto (Hch 7, 22), para ser de esa manera capaz de avergonzar a los sabios de este mundo con la sabiduría escondida de Dios.

Una vez que terminó el período de tres años, los jóvenes fueron llevados ante el rey, siendo examinados por él, de tal forma que los cuatro fueron encontramos más inteligentes que los otros, que habían sido educados con ellos, sobresaliendo por encima de todos (מכּלּם, “de todos” se refiere a los otros jóvenes israelitas que habían sido llevados a Babilonia con Daniel y sus amigos, Dan 1, 3). De esa manera, ellos fueron nombrados para el servicio del rey. יעמדוּ, como en Dan 1,5: mantenerse como siervo ante su maestro. Ciertamente, en todas las materias de las que les examinó, el rey les encontró superiores a todos los sabios de su reino. Sobre los dos tipos de personas instruidas de Caldea, que se nombran en 1, 20 aquí instar omnium (entre todos) cf. Dan 2, 2.

1, 21. Con este verso termina la introducción de este libro con una afirmación general sobre el período en que Daniel se mantuvo en el oficio para el que Dios les instituyó. La dificultad que ofrece la explicación de ויהי no se supera cambiando la lectura de la palabra (de la duración del tiempo), pues, según 10, 1, Daniel vivió hasta más allá del primer año de Ciro y recibió revelaciones divinas. עד marca el terminus ad quem en un sentido extenso, es decir, indica un final pero sin referencia a lo que vendrá después.

Conforme a 2 Cron 36, 2 2; Es 1, 1; 6, 3, el primer año de Ciro constituye el final del exilio de babilonios, y la datación “en el primer año del rey Ciro” se encuentra en relación estrecha con las fechas anteriores de Dan 1, 1: El avance de Nabucodonosor en contra de Jerusalén y la primera toma de la ciudad, que forma el comienzo del exilio.

En esa línea, la afirmación “Daniel continuó hasta el primer año de Ciro” significa solo que él vivió y actúo durante todo el período del exilio en Babilonia, sin aludir más al hecho de que él continuara o no tras la terminación del exilio. En esa línea, véase la afirmación análoga de Jer 1, 2, donde se dice que Jeremías profetizó en los días de Josías y de Jeconías, hasta el final del año 11 de Sedecías, aunque después su libro contiene profecías de una fecha posterior a la toma de Jerusalén ese año 11 de Sedecías.

ויהי no significa aquí que él vivió, en el sentido de existió, estuvo presente en general, pues aunque היה significa existir, ser, nunca se utiliza de un modo absoluto en ese sentido, como חיּה, vivir sin más, sino que está incluyendo un matiz que incluye al mismo tiempo el cómo y dónde de la existencia, al menos de un modo implícito.

Por eso, también aquí, la cualificación del ser debe ser suplida por el contexto. Según eso, la expresión no significa que él vivió en la corte o en Babilonia, o que el rey le mantuvo en alta estima, sino de un modo general: Que él vivió en el lugar para el que Dios le había elevado en Babilonia por sus dotes admirables.


16. Hengstenberg (Beit. z. Einl. in d. A. T. p. 53) ha mostrado que el antiguo intento de reconciliar de esa manera los diferentes datos resulta insostenible. Y la suposición de Klief. (p. 65f.), según la cual Joaquim habría comenzado su reinado más tarde, y que Jeremías computa el año de su reinado conforme al año del calendario, mientras que Daniel la computa teniendo en cuenta el día de su ascenso al trono (por lo cual no habría diferencia entre los dos cómputos) resulta totalmente desmentida por el hecho de que en las Sagradas Escrituras no tenemos analogía para computar los años de reinado un rey según el día del mes en que comenzó a reinar. Ciertamente, podría buscarse la forma de reconciliar de esa manera los datos dispersos, si es que no hubiera ninguna otra forma de hacerlo. Pero esa no es la situación en nuestro caso.

17. Siguiendo el ejemplo de Hofmann (Die 70 Jahre Jer. p. 13ss), Hävernick (Neue Krit. Unterss. über d. B. Daniel, p. 52ss), Zündel (Krit. Unterss. p. 20ss) y otros han optado por esta segunda suposición.

18. Comparar con esto lo que digo en mi Lehrb. der Einl. § 131 y en mi Commentario a 2 Rey 24, 1. Con esto concuerda Kranichf. (p. 17f.), y añade además: “En todo caso, Necao hubiera mirado con recelo cualquier invasión de los caldeos en la región del otro lado del Eufrates, y, al menos, hubiera intentado impedirle que hiciera una expedición amplia hacia el oeste, con el propósito de conquistar Judea, que estaba bajo el dominio de Egipto”.

19. Así piensan no solo Hgstb., Beitr. I. p. 63, Häv., Klief., Kran., etc., sino también v. Lengerke, Daniel. p. 3, y Hitz. Daniel. p. 3, quien confirma así el tema: “No se puede objetar nada contra el hecho de que le llamen rey, pues para los escritores judíos Nabucodonosor, comandante en jefe del ejército, aparece ya como rey (cf. Jer 25, 1) desde que ellos tienen noticia de su venida. Parece que esos escritores judíos no han tenido noticia alguna de su padre”.

20. Las presentaciones sincrónicas en pasajes como 2 Rey 24,12; 25, 2.8; Jer 32, y Jer 5.12, pueden ser interpretadas ciertamente como si significaran que en esos casos los años del reinado de Nabucodonosor se computan desde el tiempo en que su padre le confió el cargo de comandante en jefe del ejército, en el momento en que se inicia la guerra contra Necao (cf. mi Comentario a 2 Rey 24, 12. Pero en ese caso los años de reinado de Nabucodonosor serian 44 ¼, es decir 37 de prisión de Joaquín, 3 meses de su reinado, y 7 años del reinado de Joaquim. Y conforme a este cómputo, de los pasajes indicados se deduciría también que el comienzo de sus 43 años de reinado fue el año 5 del reinado de Joaquim.

21. Bleek piensa, partiendo de Dan 1, 1, que Nabucodonosor se ha convertido en rey de Babilonia en el año 3 de Joaquim en Jerusalén. En esa línea, quizá sin más finalidad que poner de relieve la pretendida oposición entre Dan 1, 1 y Dan 2,1, él entiende la aposición lbb $lm como una determinación más precisa del significado del verbo aB, esta idea no puede probarse ni en la posición de las palabras ni en la expresión de Dan 1, 3, ni en los acentos” (Kranichfeld, p. 19.)

22. Cf. lo que él dice en Abhdl. “Sobre la historia Antigua de Babilonia y la nacionalidad de los cusitas y de los caldeos”, en Deutsch. morg. Ztschr. XXII. pp. 1-68. Sax intenta probar aquí que “los caldeos, lo mismo que los Kasdím bíblicos, eran una tribu dominante de los tiempos antiguos, desde el Golfo Pérsico hasta el Mar Negro, que habitaban particularmente en Babilonia, y que fueron ocupando lentamente la región del sur, desde la desembocadura del Eufrates hasta las montañas de Armenia y del Ponto, y que en Babilonia se hallaban especialmente representados por la casta sacerdotal e ilustrada”.

El autor fundamenta esta idea en la identificación de los cusitas bíblicos con los escitas de los griegos y romanos; pero los datos que tenemos para concluir es son extremadamente débiles y se fundan en combinaciones arbitrarias y violentas, cuya inconsistencia se manifiesta, por ejemplo, en la identificación de los ~yDI(f.K, con los ~yxlsk de Gen 20, 14, y en conclusiones deducidas de Ez 29, 10 y 38, 5, sobre la expansión de los cusitas en Arabia y de su inclusión en el ejército escita del Gog del norte etc. En general, tal como la presenta Sax, esta suposición es insostenible, aunque contiene elementos de verdad que no han de ser pasados por alto.

23. La tradición bíblica sobre el reino fundado por Nimrod en Babel ha sido arbitrariamente relegada por parecer irreconciliable con la idea del desarrollo de la cultura babilonia (cf. Duncker, p. 204). Pues bien, parece que ella está siendo confirmada por estudios recientes sobre los monumentos antiguos de Babilonia y Asiria, que han llegado a la conclusión de que hay tres tipos de escritura cuneiforme, y que la escritura de los ladrillos babilonios es anterior a la asiria, y de que la forma más antigua partió de una escritura de tipo jeroglífico, de la que solo quedan ejemplos aislados en el valle del Tigris y en la zona de Susa (Susiana).

De eso puede concluirse que la invención de las letras cuneiformes no tuvo lugar entre los semitas, sino entre un pueblo de raza turania, que probablemente se había asentado en tiempos anterior en la región de Susiana, o en las bocas del Tigris y del Eufrates, en el Golfo Pérsico. Cf. Spiegel, en Herz., Realencyclop., quien al llegar a esos resultados, concluye: “Resulta notable que un pueblo de raza turco-tartárica aparezca como posesor de una alta cultura, mientras que otros pueblos de ese tipo de tribus aparecen en la historia del mundo casi siempre carentes de cultura, y en muchos sentidos como impedimentos para la civilización., de manera que debe confesarse que, por lo que ahora sabemos estado de cosas va en esa línea…”.

En ese sentido, él concluye diciendo: “La escritura cuneiforme brotó en tiempos antiguos, varios miles de años antes del nacimiento de Cristo, muy probablemente a partir de un Sistema antiguo de escritura jeroglífica, en la región de la desembocadura del Tigris y del Eufrates, junto al Golfo Pérsico. Sin embargo, ella fue adoptada muy pronto por los semitas. Los monumentos más antiguos de escritura cuneiforme se encuentran en el extremo sur de la llanura Mesopotamia. Con el curso del tiempo, ese tipo de escritura fue extendiéndose hacia el norte, donde ella encontró su forma más extendida entre los asirios. Desde Asiria pudo pasar a los indo-germanos, y primero a Armenia, porque los ejemplos de escritura cuneiforme encontrados en Armenia son de tipo silábico. La forma en que esa escritura silábica se transformó en escritura de letras (de alfabeto) resulta difícil de precisar. El tipo más reciente de escritura cuneiformes es ya escritura de letras”.

En el caso de que este tipo de evolución de la escritura cuneiforme pueda confirmarse con nuevos descubrimientos, podríamos decir que los caldeos fueron los poseedores y transmisores de ese tipo de ciencia de la escritura y su lenguaje y literatura no pertenecerían a la familia semítica de lenguas ni a una familia de tipo indo-germano o ario.

24. El designio del rey era que estos jóvenes adoptaran las costumbres de los caldeos, a fin de que ellos no pudieran tener nada en común con el pueblo escogido (Calvino)

25. Esta propuesta es perfectamente inteligible desde la naturaleza de una fe viva, sin que debamos recurrir a la suposición de Calvino, según la cual Daniel había recibido en secreto una revelación de Dios que le aseguraba cuál sería para él y para sus compañeros el resulta de comer solo verduras. La confianza de una fe viva que espera en la presencia y ayuda de Dios es fundamentalmente diferente de una expectación ansiosa en busca de milagros exteriores, tal como sería propia de un tipo de judío macabeo, que es la que C. v. Lengerke y otros deístas y ateos quieren encontrar aquí en Daniel y en otros temas sagrados de la religión.

Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento- Daniel

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