Читать книгу Los zapatos de Bianciotti - Carlos Calderón Fajardo - Страница 21

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Celulares


Ella era la atrevida, el desparpajo; yo, la aprensión y un tímido incurable. Ambos éramos esclavos de los celulares. Me llamó para decirme que me quería dar un regalo. Lo vas a apreciar mucho, dijo. ¿Un regalo? Nos citamos en un café del centro. Llegó puntual. El regalo era un celular de una gran sofisticación. El resto se lo pueden ustedes imaginar. Ya no volvimos a vernos más, no fue necesario. Todo lo hacíamos a través del celular.

Los zapatos de Bianciotti

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