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CUARTA SESIÓN. MENTALIDAD DE COMPETIR CONTRA RELOJ

Nota para el maestro/conferencista: Imparte una charla basada en la información de este capítulo. El propósito es establecer una nueva mentalidad de competir siempre y desechar los paradigmas de hacer las cosas con calma y sin estrés. Para explicar el tema apóyate con datos del video en YouTube de Kelly McGonial: “Cómo convertir el estrés en tu amigo”. Después de la conferencia pide a los alumnos que hagan los ejercicios del capítulo.

Varias personas fueron convocadas para un concurso experimental:

Todas las mañanas durante doce meses recibirían un sobre con dinero en efectivo, el equivalente al salario de una semana.

El juego consistía en ver quién de todos ellos podía lograr más progreso en sus vidas usando el dinero que recibían. La única regla era que no podían ahorrar ni un centavo, tenían que gastarlo todo cada día antes de irse a la cama por la noche. Si al final de la jornada no habían gastado el dinero, debían tirar el sobrante. Quien lograra mayor progreso en un año se llevaría como premio una cantidad equivalente a la que había recibido durante el año. El resto se quedaría sin nada.

Los participantes estaban fascinados con el juego. Era demasiado bueno para ser verdad. ¡Recibir todos los días un sobre de dinero con la única condición de gastarlo antes de ir a dormir!

Algunos comenzaron pagando sus deudas y ayudando a sus familiares con problemas económicos. Otros invirtieron en negocios que podrían generarles utilidades. La mayoría usó el dinero para divertirse y darse lujos: se compraron ropa, zapatos y juguetes. Otros optaron por regalar el dinero y ganarse la aceptación y el favor de amigos. Algunos, de plano, al final del día lo desechaban porque no alcanzaban a gastarlo, con la tranquilidad de que a la mañana siguiente recibirían más.


Cuando terminó el año, solo unos cuantos participantes (menos del diez por ciento) habían progresado en su vida. El resto estaba igual o peor.

Imagínate el juego anterior. Sería la trama de una buena novela. Tendría personajes muy humanos. Individuos como tú y como yo, con miedos, anhelos y frustraciones. El sobre de dinero que los personajes de la historia reciben a diario es una analogía de las 24 horas de tiempo que todos recibimos. La forma como esos personajes gastan o invierten su dinero (sin poder ahorrarlo, obligados a acabárselo cada día), es igual al modo en que tú y yo usamos el tiempo que se nos da. Porque sí, cada mañana Dios (o la vida, o como quieras llamarle) te regala un cheque de 24 horas por adelantado para que hagas lo que quieras con él. Te brinda esas horas como regalo. No te las ganaste. Simplemente te las da… Las puedes invertir, hacer negocios con ellas, regalarlas o tirarlas.

PRODUCTIVIDAD Y TIEMPO

Todo tiene una unidad de medida: de longitud, el metro; de masa, el kilogramo; de temperatura, los grados kelvin; de corriente eléctrica, el amperio. La unidad de medida de la productividad es el tiempo.

El tiempo es un activo. El tiempo vale. De hecho, vale más que el dinero.

Ser productivos es cumplir nuestra razón de existir. ¡Y nuestra razón de existir es esta!: dar los mejores resultados en el menor tiempo posible.

La definición más simple de productividad es: hacer más con menos y en menos tiempo. Ser productivos es aprovechar los recursos al máximo. La productividad se mide en resultados contra reloj: ¿cuánto haces en cuánto tiempo?


Una persona que en dos años terminó su maestría, se compró una casa nueva, ahorró treinta mil dólares, se fue quince días de viaje a Europa con su pareja y logró que su nombre tuviera prestigio, es una persona más productiva que otra que en esos mismos dos años no estudió, trabajó poco, cambió tres veces de empleo, se endeudó, se separó de su pareja, y todos sus conocidos acabaron rechazándolo porque solo dio problemas.


Todos podríamos lograr lo que quisiéramos, si nos dedicáramos y tuviéramos suficiente tiempo. Podríamos, por ejemplo:

◦ Aprender otro idioma.

◦ Patinar en hielo y hacer piruetas.

◦ Esquiar en nieve o en agua.

◦ Montar a caballo y saltar obstáculos.

◦ Tocar el piano.

◦ Resolver una ecuación matemática compleja.

◦ Armar el rompecabezas más grande.

◦ Escribir un libro.

◦ Hacer una obra artística.

◦ Poner un negocio.

◦ Estudiar una maestría y un doctorado.

¿Y por qué no hemos hecho muchas cosas de la lista anterior? ¿Por qué otros a la misma edad sí lo han hecho? Muy simple. Porque usamos el tiempo para otras actividades, o lo malgastamos, o simplemente no lo aprovechamos.

PERSONAS TARDAS Y RÁPIDAS

Hay una forma de decirle a las personas de poca inteligencia. La forma correcta en español es tardos, porque se tardan más en aprender. Y es que unos necesitan más tiempo que otros para realizar obras complejas o resolver problemas. Así se divide la humanidad: entre tardos y rápidos. Y la rapidez está ligada al aprovechamiento máximo del tiempo.

Piensa: ¿en qué se diferencian los atletas de nosotros? ¿Qué han hecho los ganadores de medallas de oro en las Olimpiadas o campeonatos mundiales de cualquier deporte, que no hemos hecho los gordos, sedentarios como nosotros? Pues mientras los atletas han usado celosamente su tiempo para entrenar y competir, nosotros lo hemos usado para pasarla sentados frente a una computadora comiendo donas y café. ¿Cuál es la diferencia entre la gente común y las personas más ricas y famosas, como los artistas, los emprendedores, los creadores de tecnología, los que hacen historia, e incluso los que logran una buena vida familiar y personal? Simple. Todos los exitosos en cualquier área tienen esta característica: aprovechan el tiempo de forma diferente; ensayan, estudian, crean, trabajan e invierten las horas de su día en algo productivo.

La unidad de medida de la productividad es el tiempo. La unidad de medida del tiempo, el segundo. Cada segundo importa. La persona enfocada en resultados aprovecha sus segundos al máximo: se mueve más rápido, y por ende se vuelve más inteligente y productiva.



Jacinta era una wedding planner. Organizaba a los proveedores de una boda, asentaba los detalles, aconsejaba a los novios y coordinaba la actuación de los participantes.

Jacinta era veloz; solía correr de un lado a otro, atenta a cada requerimiento. Todos decían que Jacinta tenía vista de lince y oído de murciélago. No se le escapaba nada. Se movía tan rápido que algunos bromeaban asegurando que se teletransportaba; parecía estar en varios lugares al mismo tiempo. Tenía fama de ser la wedding planner más eficaz e inteligente de la ciudad.

Un día, Jacinta enfermó y mandó a la boda a Lorna, su socia. Lorna sabía hacer lo mismo que Jacinta. Solo era diferente en un aspecto: se movía despacio. Llegaba a los lugares donde se le necesitaba varios minutos después. Aunque también detectaba las necesidades y las resolvía, los clientes se quejaron. Le dijeron a Jacinta: “Todo está bien, pero tu socia es ineficaz y tonta”.

Y es que es así: Cuando hay una urgencia y ves a alguien caminando despacio para atenderla, piensas que es ineficaz y tonto.

LA INTELIGENCIA SE APRENDE

Hay una fuerte correlación entre rapidez e inteligencia. (También la juventud se relaciona con actividad, mientras la vejez con sedentarismo). Alguien podría llegar a ser más inteligente (y joven), simplemente aprendiendo a moverse más rápido y a resolver problemas con mayor velocidad.

Los padres consentidores hacen todo al revés. Educan a sus hijos a ser pasivos, tranquilos y sedentarios; a no tener presiones ni estrés; sin actividades extraescolares, sin exámenes, competencias o concursos. Lo único que logran es hacer niños menos inteligentes. ¡Muchos padres de familia les hacen la tarea a sus hijos y les resuelven sus problemas (incluso les compran el pase) para evitarles estrés! Esos padres están educando futuros fracasados. Lo mismo están haciendo las autoridades educativas que prohíben calificar a los estudiantes porque eso podría causar estrés a los flojos que no quieren estudiar; incluso en algunos lugares se les prohíbe a los profesores que reprueben a los malos alumnos (porque aunque son flojos, también tienen su corazoncito).

Competir es bueno, aunque cause estrés. El estrés manejable nos prepara para movernos rápido, nos pone en estado de alerta. No hay manera de tener resultados sobresalientes buscando la tranquilidad anímica permanente. Una persona con mentalidad enfocada en resultados compite siempre. Para empezar, compite consigo misma, se compara constantemente en su propio progreso, se pone metas altas y va midiéndose día con día. Es aferrada, decidida, valiente, acepta la adrenalina, sabe convivir con la incertidumbre y acepta cierto grado de estrés.


Max Gunter, experto estudioso de secretos de los banqueros suizos, escribió un libro llamado Los axiomas de Zúrich, en el que asegura que los hombres más ricos del mundo disfrutan la aventura y la incertidumbre. Ellos invierten audazmente incluso sabiendo que pueden perderlo todo. Dicen que cuando corren peligro sí se sienten estresados, pero que eso es uno de los goces importantes de la vida. Les preocupa su familia, sus hijos, sus negocios, su futuro… Y eso está bien, porque significa que trabajaran para ellos.

Quienes buscan el desapego y la quietud total hacen un mal negocio, porque su obsesión por la paz, les imposibilita crecer y les impide la satisfacción de progresar.

INFORMACIÓN GENÉTICA DE COMPETENCIA

Nuestro ADN contiene datos de alta competitividad: la mitad de nuestro ser tuvo que competir con otros trescientos millones de espermatozoides para ganar el lugar de la vida, ¡pero la otra mitad también colaboró activamente en elegir, entre muchos ganadores, al que le abriría la puerta!


Estamos hechos para crecer. Por eso es un sinsentido y una aberración antinatural insistir en que todos somos iguales y merecemos lo mismo. También es absurdo adoptar el paradigma de que debemos estar siempre cómodos y esforzarnos lo menos posible.

La vida se puede resumir así: estamos aquí para aprovechar al máximo cada día, y para sumar valor a los proyectos que pasan por nuestras manos.

En una organización somos eslabones de una cadena. La persona A hace algo y le pasa la estafeta a la persona B, esta le añade algo más al trabajo y se lo pasa a la persona C. Así es como se hacen los grandes proyectos de equipo. Pero si alguien de la cadena es un individuo de bajo rendimiento y baja productividad detendrá el proceso, se quejará de que le faltan elementos, querrá devolver el trabajo a su predecesor echándole la culpa de que no se lo entregó como debería, no resolverá, será un cuello de botella.

Seamos personas de alto rendimiento; esto significa esforzarnos por ser rápidos, buscar salida a las dificultades, aceptar las comparaciones, enfrentar los retos sin evadir el estrés, lograr soluciones, resolver rápido y competir contra reloj.

EVIDENCIA DE APRENDIZAJE

Nota para el maestro/conferencista: Haz competencias de rapidez. Elige una o varias dinámicas de velocidad para contestar acertijos, resolver problemas o hacer presentaciones. Reflexiona con ellos respecto a cómo la rapidez se interpreta como inteligencia. Invítalos a hacer un ensayo con los siguientes datos.

Escribe un artículo en el que hables de la importancia del tiempo para ti. Menciona ejemplos personales de cómo te diste cuenta de que el tiempo pasa rápido y debemos aprovecharlo.

Memoriza los puntos principales de tu artículo y exponlo mediante un video o una presentación pública.

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