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(1983)
A qué sonará una voz
A QUÉ SONARÁ UNA VOZ
A qué sonará una voz que nadie oyó durante años.
A nada sonará.
Y es probable que ya no sea voz,
guarde palabras de un idioma que no existe
y multiplique
charcas, errores, mataduras.
Te atormentara.
Perdieras lo sabio
perfecto de escribir:
tu bosque,
tu pozo
al centro de la tierra.
Y trocaras un año entero por la voz:
los dedos por la mujer que gime en cañerías,
el pie por el que afila y afila implacable,
todo por la rueca, el cepo, el organillo.
Y eso fue la voz.
La seguiste dispuesto a sucumbir
si así estaba escrito:
el oído que se interna en la pared,
el ruido que sale de la boca
y todo lo hace trizas.
Y por un momento tú temblaste
porque al fin la alcanzabas
y torva,
sucia
era solo voz.
Voces articuladas al revés.
Voces en falso de centinelas
y de estacas.
Murmullos para el último vidente,
cráteres,
lenguas reventadas.
Y nada dicen porque tardan un segundo.
Y nada porque suenan miles de años.
CANCIÓN DE LA TAZA DE LECHE
En alguna parte queda algo que la leche me recuerda
Y nunca porque es limpia
o es blanca
Y nunca porque puede derramarse
Gotas y gotas litros un charco
Una taza anterior a toda boca
Una elegía incomprensible
De algo que no recuerdo estoy cantando:
de la leche
Y nunca pude ignorarla cuando hervía
Desayunar salir al fin
CANCIÓN DE LAS SÁBANAS SUCIAS
Solo un ojo para el mar
Solo un monte
una maleta
una cama
Una historia única de cíclope
Será perfecta cuando llegue a conmovernos
Cuando irrumpa a mediodía
con el mar
Y nos encierre
o imagine
Estoy desde ayer en mi cuarto de hotel
Desnudo
vencido de antemano
Y canto sobre el puro coincidir
Disloco
sustraigo
sacrifico
Con lo que aún poseo de vigilia
Lo que guardo de sabiduría
o asombro
Yo el inmóvil continuo de las aguas
Yo el visible a través
El hombre del cianuro
El huésped de la habitación
siempre contigua
Y la maleta prueba que es verdad
Y la cama prueba que mi cuerpo
está más sucio que las sábanas
Y todo es cíclope
y ojo
Y todo se encamina
Mar
a mediodía tú vendrás
Entonces cederé
Me cortarás en dos con la montaña
CANCIÓN DEL CARBÓN Y LOS SOLDADOS
Siete soldados en fila
y de plomo
Siete aunque los cuentes
siempre siete
Y ya estoy decidido
si me van a fusilar
Escuchen mi risa
de miles de carbones
Que ya tizna la luna
(Para Edgar O’Hara)
HUÉSPED DE LA HABITACIÓN SIEMPRE CONTIGUA
El huésped y a sus pies
vigila una lámpara de aceite.
Un piano suena en la otra habitación.
Un pájaro chilla.
Un tambor.
El mundo cruje, se deshace.
Fue ayer después del gallo,
después de quemar con leña verde
a la bruja en la plaza,
después del sacrificio inútil del cometa.
Y ahora
a quién decirle que tal vez me equivoqué
y perdido, falso, desollado
a quién decirle nada.
Mejor beban beban compañeros
revienten esa lámpara
y nombren, vociferen purgatorio.
Nómbrenme.
Ni duermo ni no duermo
ni pienso
ni siquiera me resigno.
Pero ya no quiero oír los redobles del tambor
ni al piano a cuestas con mi cuerpo
ni al pájaro en brasas que vuela por el cielo
Las conversiones
Y DECIDÍ REMONTARME AL RUISEÑOR
Y decidí remontarme al ruiseñor
para que la vida surgiese con el canto.
Ruiseñor que no soy
que no seré.
Pájaro limpio y perfecto en el bosque,
hermoso como una chispa entre las fieras.
Y no pudiste ser otra mi canción
aunque ahora discurras sin la justeza de otro tiempo
desgastada por poetas,
los árboles, los labios.
Ruiseñor melodioso:
voz sacrificada en el verano
como nunca
más sangre no fatigó el corazón.
Y mis años
veintiséis
iguales a tu canto,
iguales a una tarde calurosa
en la que el único riesgo era contemplarse.
Pero tu canto no importó.
Y luego ni tu canto
sino que eras aire
y el aire el pánico que tenía a respirar
porque todo marcaba un veinticuatro de febrero.
Ruiseñor
ya talo el bosque.
Multiplico, convoco al hechicero.
Construyo una jaula o una cama.
Y es probable que te clave
allá en Roma,
me haga viejo de escuchar.
Te ciegue para hacer más hermosa la canción
o fabrique un simulacro:
un pájaro mecánico que estalle
ante un emperador reblandecido.
Pero decidí remontarme al ruiseñor
y es lo importante.
Aunque veintiséis años no surgiesen limpios
y todo terminara en un pájaro ceniza,
en una jaula vacía,
en una cama.
CUERPO EN UN TONEL
Guardó la luna en un tonel
y un poco de semen y un cabello
Y los guardó con el mar de hace un mes
esperando la disolución total
o un milagro
Vean
les dijo ayer a sus amigos
introduzcan las manos en el agua
y no crean jamás en lo que estrechen
o limítense a creer
Pero cuídense del cuerpo que ya sabrá moverse
que los ate con su único
larguísimo cabello
CANTO DE CIGARRAS EN LA AURORA
En nada me parezco
En nada y nada fui disminuyendo
y ella acabó por encerrarme
en este cuarto
Así aprendí con el tiempo a cantar
y ahora soy todas las cigarras
Sea perpetuamente mi canción
Quede como una estatua o marca de las lenguas
Un murmullo intolerable:
Ella también envejeció
Ahora extiende su llamada por cien años
y muda
tarda la noche entera en mover uno de sus dedos
EL OFICIO EL DESEO EL MALEFICIO
Te extraño cuervo
y vinagre cuerpo olla
paso la noche entera
extrañándolos
Vengo y no vengo
me transformo próximo
sagrado
asedio hasta el límite
y te reduzco cuervo hasta el principio
te hiervo con vinagre
y te lo doy
cuerpo que tiemblas que sudas
a beber
Pero nunca cicatrizas
POEMA DE LAS CONVERSIONES
Te convierto en pórtico de fuego
Abierto a centro que no conozco de mi casa
Voraz
Siempre destilando
Y de fuego eres viento que oficia entre los muebles
El mar en cada gota que derramo de mi vaso
Te convierto en grulla o tambor
Una rosa que brota en la pared
O una que solo crece subterránea
Y a cada redoble aprendes a formarte
Te haces manos que pueden respirar
Piernas que huyen o te acercan
Ombligo sexo cabellera
Y en tu cuerpo custodias el amor
Y es un bosque me pierdo me sé todos los árboles
O es vino
Es arena
Y perfecta convertida declinando
Entonces te fundas en un reino indescifrable
Y eres la que llena la casa de ceniza
La que pende oscura de los labios
Golpeamos con una bota cien veces la pared
Clavamos los muebles en el piso para que sean perfectos
Inmortales
Nosotros mismos nos clavamos
Pero no hay clavo ni sueño más inútil
Y no hay conjuro que te vuelva mi grulla mi tambor
Ni fuego para el fuego
O para el agua
Te convierto en lo que no puede convertirse
Te regalo una sencilla eternidad
Encerrada para siempre en una cáscara de nuez
En la botella que guardo en el armario
Y tú me miras con tus ojos en el vidrio
Y tú ya no me miras ni siquiera tienes ojos
Ciega e inútil en lo que guardabas para ti
O la sapiencia
EL BUEN LADRÓN
La cabeza que vigilaba de tu mano.
Cabeza de mirada digital,
de quién sabe qué piedra qué historia.
Tenía un árbol en la frente
y era tu secreto.
Un círculo donde siempre te perdías
para regresar húmeda, descalza.
Toda la noche relumbró,
saltó furiosa en cada uno de tus dedos.
Y en el amor te gritaba
mi señora del follaje,
señora de los yerros
evadida del anillo,
señora mojada buscando insomne sus zapatos.
No hay amor que no invente transgresión.
No hay tu cuerpo
si hay anillo,
si después buscamos los zapatos.
No hay destino que no principie con un robo.
Primero quise venderlo o empeñarlo.
Lo arrojé a un pozo y regresó.
Lo enterré en el jardín
y al día siguiente había un árbol.
Yo soy el buen ladrón, el que roba sus anillos
y los ofrece a la paciencia de los árboles
por aquella que no vuelve.
ESCRITO EN UN ÁRBOL
Fue mi primer árbol verdadero.
Y lo recuerdo
hermoso aún temblar
la tarde que estrenaba mi navaja.
Quién no grabó en un árbol el amor
y venció alguna vez
creyendo en unas pocas inscripciones.
No es más de lo que sabes.
Y esto escribo guardabosques
leñador
antes del hacha:
para que dejes y no te dejes conmover
para que cuelgues limpio al fin
de alguna rama.
TRES MANZANAS
Y por qué se llamaría así este poema
Se llamará porque hay una manzana
Y por una sola vez el cuarto se abrió
Coincidiendo el cuerpo con la fruta
Manzana próxima
excitada
Irrumpiendo como un destino
O un tatuaje
Fruto con fruto hasta tres
Mientras perdía atónito una de mis manos
No creas ciencia
amor
No hay lecho más cruento ni real
Sabiduría que ahora devoramos
Qué puede en el límite uno conceder
Nada
Tres manzanas
Y un poema un muñón de nuevo una manzana
CEREMONIAS
Es solo la mujer que mata una gallina
mientras el gallo y la perra
la contemplan.
Y es el cuchillo que nunca acaba de cortar,
la sangre que rezuma como avispas,
el fogón,
la música de una total carnicería.
A las siete habrá terminado de comer
y se tomará distinta la cabeza
cuando la perra se encargue de los huesos.
Y porque esto escribo amo a la mujer
y soy el gallo, el cuchillo de mañana
y soy también la víspera.
Es la mujer que canturrea en la cocina,
que envejece,
se acuesta y repasa con los dedos
un rosario imposible.
Y no puede dormir porque sueña sólo astillas
y ya nunca dormirá
cuando la perra encienda el fuego,
cuando el gallo y yo giremos
victoriosos.
El pozo
I
Supongo que eres sabio.
Supongo que saliste decidido a caminar
en busca del pozo
de todos los lugares.
Y el cuerpo como un perverso dios,
las piernas vulnerables,
el bastón,
el vértigo anticipado de asomarse
y caer un año entero.
No pienses cabeza
al revés.
Deja que invente este pozo para ti.
Consérvate como el monarca
que recorre estos lugares.
Y porquerizo
guardián
desatando un rastro que no pudieras confundir:
cada imagen incubándose en la fragua
y esperando atónita el anuncio
del machete
para mirarse en dos
y al fin aparecer
inútil
perdurable.
II
Caminaste desorientado varios días.
No importa si fue al sur
o transitando
el mismo sitio como un mulo,
sin otra contraseña que el bastón,
sin otro cortejo que el vocerío de los cerdos
perdido en el lodo
y los dientes.
Reconocerse.
Dejar reconocer.
Llamarlos cerdos
súbditos.
Ofrecerles íntegro el secreto
cuando triunfamos en los pozos
por una sola vez.
Reinar en el brocal, en el fondo, en la cuerda
hasta que fuera imposible tolerarlo:
donde el cetro no es más que una astilla,
donde el cuerpo es más cruel
aún que el cuerpo.
Entonces me dormí
y al despertar flotaba
en el pozo
III
Y así he vivido varios años.
Pruebo con una astilla mi crueldad.
Cuento la misma historia a los cerdos
y ellos sólo gruñen.
A veces alguno sueña comprender
y trata de morderme,
entonces maldigo, vocifero,
me marcho algunos días
pero nada puede
reemplazarme.
Y el pozo está en todas partes:
lo reconozco a mi espalda trajinar,
lo diviso oscuro en el cielo
como una trampa de planetas
o pequeño
exacto
apostado en la palma de mi mano.
¿Qué roba un pozo a lo real?
No pienses cabeza al revés.
No trueques
ni siegues
viejo pozo.
Y caigo con los cerdos
el bastón.
Reino.
Pendo cada noche de la cuerda.
1981, en el vigésimo noveno año de mi edad