Читать книгу El amor, Aún. Una lectura del Seminario 20 de Lacan y sus fuentes antiguas - Carmen González Táboas - Страница 12
ОглавлениеCAPÍTULO 2 CUANDO LALENGUA SE ANIMA A GOZAR
HOMOFONÍAS
En … ou pire, Lacan decía que nada hay más genuino que la tontería; ella se ocupa de rellenar lo que deja abierto el hecho de que no pueda haber relación sexual (no hay lógica en el campo del lenguaje que pueda dar razón de ella). ¿Qué la obstaculiza? Que se habla. La función fálica, escribe lo imposible de representar: el agujero radical de la intrusión de lo simbólico en el viviente. Nada hay en el goce de los cuerpos que no esté afectado por la resonancia sadeana (1) de la relación del significante con el goce. “El falo no habla porque hace existir el agujero de lo simbólico, donde no hay palabra que nombre lo real” (2). El lenguaje despliega ahí su campo: la ley y los goces, las paradojas del deseo y la prohibición, los espejismos del ser y del tener. Por eso el falo puede ser imaginario, simbólico, real; nunca un significante como los otros. En Aún es función con la que se traman las fórmulas de la lógica de la sexuación. La función fálica pasa entre naturaleza y lógica. Se puede tener o no tener un pene, pero la naturaleza está perdida; la escritura de una función se desprende de las palabras. Las palabras, –goce fálico que ex siste al cuerpo y hace cuerpo–, son efecto de la escritura perdida, goce ausencia. “La lógica lleva la marca del atolladero sexual” (3).
Detengámonos un instante en los títulos de los Seminarios, para poner en evidencia el hecho de que, desde que Lacan ha dicho: lituraterre (4), varios títulos, hasta el 24, juegan con la homofonía. Las letras se animan a gozar. El mismo sonido puede decir cosas diferentes, pero las resonancias son intraducibles en otra lengua; no es porque sí. Intentamos su traducción: L’Étourdit, (el atolondradicho), Les non dupes errent, (que suena como les noms du pére, los nombres del padre); RSI (hérésie, herejía); L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre (lo insabido que sabe de la una equivocación es el amor). Además, Yadl’Un, (Haiuno), hay lalangue, (lalengua) que resuena en el cuerpo, que escapa a la filosofía. Es lo Uno que no es el ser, sino que hace el ser; el ser sexuado (5). En estos Seminarios afrontamos fulgores inesperados, y preguntas, abruptos, reiteraciones, suspensos, advertencias. “No se apuren a comprender”, insiste Lacan; intenten salir del envoltorio del sentido común, prestar atención a las viejas palabras, rondar los bordes de los desfiladeros lógico matemáticos que se rehúsan al sentido; Lacan los aborda, rodea, abandona, vuelve; eso siempre continuaba al año siguiente, hasta su muerte. Así trazaba sus vías de “hereje de la buena manera” (6).
LAS FUENTES ANTIGUAS
Antes de continuar, es conveniente inventariar las referencias a las fuentes antiguas explicitadas en Aún. En la clase I se entrevé la Lógica de Port Royal (1662), luego en IV, “El amor y el significante”, una curiosa referencia a la sonrisa del ángel es seguida por la referencia a Richard de Saint Víctor. En V, “Aristóteles y Freud. La Otra satisfacción”, surgen las “viejas historias de universales”, donde introduje la obra de Pedro Abelardo (1079-1142) (7) y Lacan se refiere a la Etica a Nicómaco. La pregunta: “¿Por qué existe el buen Dios?” da entrada a VI, “Dios y el goce de la mujer”, donde el amor y el odio conducen al saber y el Haiuno lleva a los neoplatónicos. La dama inalcanzable del amor cortés remite al obstáculo lógico (enstasis) aristotélico. Con Aristóteles y Santo Tomás se esboza la teoría física del amor según el padre Rousselot: se goza del Ser Supremo. Con San Bernardo y la beguina Hadewijch d’Anvers se comenta la querella entre el amor físico y el amor extático; siguen Angelus Silesius, místico sui generis, y los indiscutidos San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Ávila.
En VII, “Una carta de almor”, la naturaleza de las cosas (la materia y la forma), es el fantasma antiguo que suple la no relación sexual antes de la invención del amor cortés. Aparece la referencia al Dios ignorante, pues lo es, según Empédocles, si no conoce el odio. En VIII, “El saber y la verdad”, vuelven Aristóteles y Santo Tomás; en ambos se asegura la jerarquía de los seres. En IX, “Del Barroco” (o: “la regulación del alma por la escopia (8) corporal”), la ciencia antigua da por sentado que “el ser piensa”. “Es preciso leer De anima (Sobre el alma)”, así lo hacemos; lo elaborado por Aristóteles “son pensamientos sobre el cuerpo”. La teoría aristotélica será reinyectada en Santo Tomás de Aquino (Lacan dice “ponerse de patitas en el suelo” de puro gusto cuando lo lee). En X, “Redondeles de cuerda”, los trascendentales: la Belleza, lo Verdadero, el Bien, se plasman en la Trinidad cristiana. En la última clase, XI, “La rata en el laberinto”, todo lo anterior parece conducir al mismo lugar: el amor, en el encuentro, aborda al ser como tal, pero “el ser solo se sostiene por errarse”. Con respecto a la pareja, el amor solo puede ofrecer, dicho con cierta poesía, “coraje ante fatal destino”
1- Sadeana, no sádica, dice Lacan. Sadeana porque el imperativo de goce afecta y mortifica los cuerpos.
2- Esperanza, G., “El silencio del falo”, Revista El caldero, Nº 11, Buenos Aires, 2009, p. 48.
3- Lacan, J., Seminario 18, De un discurso que no fuera del semblante, op. cit., p. 132.
4- Lacan deja aquí “a un lado la etimología” y va de litter (basura) a letter (letra); litteratura contiene la littera-ae, letra y carta en latín, la inglesa litter (letra), la francesa rature y la latina litura (borrón, tachadura de lo escrito): “la lettre fait rature”. Después evoca litus-oris, rivera, litoral. Y continúa.
5- Lacan, J., Seminario 20, Aún, op. cit., p. 14.
6- Lacan, J., Seminario 23, El Sinthome (1975-1976), Buenos Aires, Paidós, 2006. En cuya 1º clase, la buena manera exige “el uso lógico del Sinthome, hasta alcanzar su real”. Lacan no hace otra cosa desde hace mucho tiempo.
7- Lacan lo ha hecho mucho antes.
8- Regular el alma por la escopia (examen, vista, o exploración) de las mociones y afectos del cuerpo ante la mirada divina formaba parte de las prácticas devotas de la Contrarreforma católica.