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1. “Qué corresponda el mérito al servicio”. Carreras eclesiásticas, colegialidad y promoción capitular de los prebendados del cabildo catedral de Popayán
ОглавлениеLa erección de la catedral y de su correspondiente cabildo eclesiástico en el obispado de Popayán fue realizada por Juan del Valle (1546-1562), su primer obispo, el 8 de septiembre de 1547, en la iglesia de Aranda del Duero, obispado de Osma.1 A partir de esta fecha el cabildo catedral fue una corporación cuyos procesos de promoción estuvieron ligados a la recurrencia de los nombramientos, a la larga permanencia de algunas dignidades en sus cargos y a la ya frecuente pobreza económica del obispado, que no permitió que la mesa capitular pudiera sustentarse de manera adecuada hasta bien entrado el siglo XVIII. No sobra decir que estas largas permanencias en las prebendas fortalecieron el cabildo catedral internamente y su arraigo local, situación que no fue exclusiva de esta corporación, como bien refiere Mazín, al exponer, para el caso del cabildo catedral de Valladolid de Michoacán, cómo aquellos capitulares con mayor permanencia en esta aseguraron el consenso y la continuidad de iniciativas y gestiones eclesiásticas.2 La permanencia, siguiendo la propuesta de Mazín, permitió que, en aquellos cabildos catedrales con presencia de extensos periodos de gestión de capitulares, “la corporación [centralizara] cada vez más la administración y [emprendiera] una activa profesionalización de sus miembros”.3 ¿Quiénes fueron los integrantes del cabildo catedral de Popayán entre 1548 y 1714?, ¿cuál fue su procedencia?, ¿dónde realizaron sus estudios u ordenaciones?, ¿cuáles fueron los cargos ocupados a lo largo de su carrera?, ¿por cuántos años permanecieron en el cabildo catedral de Popayán?, ¿cuáles fueron sus historias?, ¿cómo fue su actuación colegiada en el cabildo catedral payanés?, ¿cuáles los conflictos y desafíos que enfrentaron como corporación?, ¿cuál fue su cursus honorum?, ¿hacia dónde y en qué cargo fueron promocionados?, ¿cuál es el perfil social de las carreras eclesiásticas de los prebendados del cabildo catedral de Popayán? Todos estos interrogantes indagan tres temas en particular: las carreras eclesiásticas, la promoción religiosa y la colegialidad de una corporación eclesiástica.
En conclusión, fue posible trazar buena parte de las carreras eclesiásticas de los prebendados del cabildo eclesiástico de Popayán no solo construyendo sus cursus honorum, sino estudiando buena parte del proceso de elección y nombramiento de sus cargos, con lo cual se estudia un objetivo primordial: la vinculación entre una corporación eclesiástica perteneciente al obispado de Popayán con el ejercicio de gobierno patronal realizado por la Corona. Se presenta, por tanto, la historia de una corporación con énfasis tanto en el carácter individual de quienes la componen como en el colectivo.
Determinar los anteriores elementos mencionados (procedencias, méritos, servicios, planta capitular, promociones y permanencias) sirve de antesala para establecer los principales conflictos internos y obstáculos que el cabildo catedral de Popayán como cuerpo colegiado enfrentó y solucionó, con lo cual es posible, además, establecer el grado de colegialidad y gestión de los capitulares payaneses. Como menciona Mazín, también conviene entender que el cabildo catedral es un microcosmos que a pequeña escala permite la comprensión de la sociedad indiana y sus nexos con otras corporaciones y con la misma monarquía.4
Este capítulo tiene, por ende, varios momentos. El primero está referido al estudio de las procedencias geográficas y familiares de los capitulares del cabildo catedral de Popayán; el segundo trabaja los estudios superiores de los capitulares; el tercero presenta una nueva y tentativa planta del cabildo eclesiástico que evidencia los problemas que hubo para consolidar esta corporación; el cuarto se acerca al problema de la promoción analizando las principales características de la circulación eclesiástica de los capitulares payaneses; acto seguido, se presenta un acápite dedicado a los conflictos que pusieron a prueba la colegialidad del cabildo eclesiástico de Popayán, y finalmente, una breve reflexión sobre el estudio de esta corporación como una élite eclesiástica.
Procedencias geográficas y familiares de los capitulares de Popayán
El estudio del origen social de los capitulares del cabildo catedral de Popayán obligó a pensar en los datos que ofrecían las Relaciones de méritos y servicios y las Informaciones de oficio y parte. Este ejercicio permitió definir los perfiles relacionales de los prebendados de Popayán y mostró que, así como existían elementos homogéneos entre ellos, también hubo historias diversas y movilidades únicas, con lo que se demuestra que la riqueza del estudio prosopográfico no está solo signado al elemento colectivo, al exponer entre las características uniformes de una élite, corporación o grupo de estudio, la diversidad de las historias propias. Basta decir, según José Manuel Latorre, que aquellos datos concernientes al origen social y geográfico de los prebendados de un cabildo catedral, en general, están vinculados a las familias nobles o de élite de una localidad; muchos de ellos pertenecían al lugar donde se ejercía la prebenda.5 Esta situación que caracteriza a los cabildos eclesiásticos hispánicos demuestra la relación estrecha que tenía la Corona con las élites locales de los diferentes reinos, virreinatos, audiencias y ciudades, y que se veía traducida en nombramientos de muchas de estas élites y familias en las corporaciones de poder local. Por supuesto, estas relaciones políticas permitían el fortalecimiento de redes, élites y clientelas locales mientras se aseguraba la pervivencia y el fortalecimiento de una corporación local a partir, incluso, de la permanencia de sus integrantes.
El primer tema de acercamiento a las informaciones de los capitulares payaneses fue el referido al lugar de procedencia. Como se muestra en la figura 1, de los 50 prebendados que ocuparon un cargo en el cabildo catedral de Popayán, solo 19 provenían de España, 24 eran naturales de la tierra, es decir, criollos descendientes o de conquistadores o de oficiales reales asentados en Indias;6 y de 7 prebendados no fue posible encontrar información de su lugar de origen. En términos porcentuales, el 47 % procedían de ciudades tanto de la provincia de Popayán como de otras provincias indianas.
Figura 1. Porcentaje de procedencia de capitulares de Popayán, 1548-1714
Fuente: Elaboración propia a partir de las fuentes documentales consultadas en el Archivo General de Indias, el Archivo Histórico Nacional y Miguel Wenceslao Quintero Guzmán, Linajes del Cauca Grande: Fuentes para la Historia (Bogotá: Universidad de los Andes, 2006).
La mayor parte de prebendados del cabildo catedral payanés fueron naturales de la tierra, muchos nacidos en distintas ciudades de la provincia de Popayán; no obstante, el número de capitulares provenientes de la peninsula no es despreciable. Esto muestra, contrario a lo que plantea Lucrecia Enríquez para el caso del clero secular chileno, que buena parte de los capitulares inició su carrera eclesiástica en la provincia de la que fueron originarios.7 Vale la pena presentar de manera más puntual las villas o ciudades que fueron enunciadas en las Relaciones de méritos y servicios y las Informaciones de oficio y parte de los sujetos de estudio (tabla 1).
Tabla 1. Procedencia geográfica de los capitulares de Popayán
Procedencia | Nombre | |
Provincia de Popayán | Cartago | Francisco Vélez de Zúñiga |
Pedro de Herrera Gaitán | ||
Fernando de Solórzano | ||
Juan Dávalos Guerrero | ||
Cali | Francisco Ramírez Florián | |
Bernardo de Hinestrosa Príncipe | ||
Andrés del Campo Salazar | ||
Popayán | Juan de Vargas Pecellín | |
Lucas del Campo Salazar | ||
Agustín de Olea | ||
Francisco Sánchez Alvarado | ||
Antonio de Zúñiga | ||
Francisco Javier Salazar de Betancur | ||
Jerónimo Pérez de Ubillús | ||
Hernán Ponce de León | ||
Fernando Antonio de Salazar | ||
Pedro Domínguez de Monroy | ||
Anserma | Pedro de Arboleda |
Otros lugares de Indias | Santa Fe | Gonzalo Guiral |
Fernando de Oruña y Quesada | ||
Lucas Fernández de Piedrahíta | ||
Mérida (Yucatán) | Diego de Ontiveros Hinojosa | |
Panamá | Antonio de Landaeche | |
Perú | Luis de Rojas Páramo |
España | Logroño | Miguel de Sarcosa |
Zamora | Gregorio Rodríguez Franco | |
Cañamares (Cuenca) | Juan Guijarro | |
Segovia | Bartolomé Ruiz | |
Villa de la Rambla (Córdoba) | Juan Jiménez de Rojas | |
Usúrbil (Guipúzcoa) | Miguel de Urdagaya | |
Granada | Jacinto de Arboleda | |
La Ronda | Juan González de Maldonado | |
Sevilla | Baltasar de Mesa | |
Villa de Lespe | Francisco González Grandino | |
No especificó lugar | Juan Montaño | |
Laurencio Ruiz | ||
Juan Álvarez Maldonado | ||
Francisco de Santisteban | ||
Francisco Hernández | ||
Gonzalo de Torres y Ribera | ||
Gregorio Belín de Baños | ||
Melchor de Henao | ||
Juan Cornejo |
Sin datos | Miguel Ramírez de Ressa Montoya |
Bartolomé Díaz de Ortega | |
Alonso Ortiz | |
Gregorio Ibáñez de Caviedes | |
Francisco de Pino | |
Agustín de Barrasa | |
Cipriano de Salcedo |
Fuente: Elaboración propia a partir de las fuentes documentales consultadas en el Archivo General de Indias, el Archivo Histórico Nacional y Miguel Wenceslao Quintero Guzmán, Linajes del Cauca Grande: Fuentes para la Historia (Bogotá: Universidad de los Andes, 2006).
Así, la mayor parte de los capitulares naturales de la tierra provenían de ciudades de la misma provincia de Popayán, entre ellas la capital Popayán, Cali que por un tiempo albergó las cajas reales hasta que estas fueron finalmente emplazadas en Popayán, Cartago que también tenía Caja Real y Anserma, ubicadas en uno de los principales distritos mineros de la provincia. La mayor presencia de prebendados de la misma provincia hace pensar en un incipiente fortalecimiento de las élites provinciales provenientes y descendientes en su mayoría de los conquistadores de este territorio. Para el caso de los cinco capitulares provenientes de Santa Fe, Mérida, Panamá y los reinos del Perú, estos descienden también de familias de conquistadores o de oficiales reales o de vecinos asentados en Indias desde el siglo XVI. No sobra decir que fue novedoso encontrar que no solo la mayoría de los prebendados fueron payaneses descendientes de primera, segunda y tercera generación de los conquistadores de Popayán, Santa Fe, Quito y el Perú, sino de capitanes a guerra que lideraron la pacificación de la frontera con los indios pijaos y chocoes en el siglo XVI, y asentados en el territorio consolidaron sus familias y su presencia corporativa en los estamentos de poder.
Referido a los orígenes familiares, la mención que hacen los capitulares a sus parientes muestra varias generalidades que para la época son de gran trascendencia: muchos dicen ser descendientes de cristianos viejos, sin ningún tipo de mancha morisca, mora o judía e hidalgos bien nacidos;8 otros, además, refieren los méritos y servicios prestados a la Corona por sus ancestros, entendiéndose esto como padres, abuelos, bisabuelos y hasta tíos lejanos; y hay otra buena cantidad de capitulares, específicamente los naturales de Indias, que evidencian su descendencia conquistadora, como bien se afirmó. Esto quiere decir que buena parte de los capitulares nacidos en Indias mencionaron ser descendientes en su gran mayoría de conquistadores y primeros pobladores del territorio indiano; en algunos casos, pocos por demás, hay hijos y nietos de oficiales reales llegados a Indias a realizar labores en diversas corporaciones civiles o a fundarlas.
Es necesario mencionar algunos casos que revelan datos interesantes. El primero es el de Gonzalo Guiral, quien, en los documentos que brindó al Consejo de Indias para ser considerado como candidato, anexó el memorial de servicios de su padre, el contador Pedro Guiral,9 quien, en 1573, con 9 años, comenzó a servir en los libros de tasación de la Real Audiencia de Granada bajo la supervisión de los contadores Martín Pérez de Arriola y Antonio de Herradas; dos años después, en 1575, fue escribiente de Francisco Garnica, contador mayor del rey Felipe II, confirmado su oficio en la corte en 1588. En 1589, se reveló su celo militar al ser parte del grupo de 150 soldados, que, comandados por el conde de Rivadavia don Álvaro Sarmiento de Mendoza, fueron al socorro de De la Coruña cercada por el pirata inglés Francis Drake. De esta campaña recibió la felicitación del marqués de Cerralbo, gobernador del Reino de Galicia por haberle hecho llegar buenas municiones. En 1590, volvió a su oficio de contador, por ser requerido por el virrey de Cataluña y conde de Valencia don Manrique de Valencia, quien, al encontrarse enfermo, le encomendó los papeles del virreinato y le supliera en las reuniones del Consejo de Aragón hasta que llegara el nuevo virrey, responsabilidad que, dice Guiral, cumplió a cabalidad.
Gracias a estos servicios, decidió el rey Felipe II enviarlo a Italia “con título de entretenido de la galera real”,10 que estaba bajo el comando del príncipe Andrea Doria, para luego pasar a los navíos del marqués de Torrillo a fin de participar en el apresamiento de dos galeones de moros en el mar de Levante. Vuelto con el príncipe Andrea Doria, este le encomendó llevar un pliego del rey a Raimundo Farnesio, duque de Parma, quien lo alojó en su palacio y puso a su disposición dos ayudantes de cámara para que lo asistiesen. Los servicios de Guiral padre en los reinos italianos terminaron en 1595 cuando fue nombrado contador en la Contaduría Mayor de Cuentas de Castilla, y el año siguiente, en 1596, ocupó el cargo de contador mayor de esta corporación y encargado de investigar la cobranza y los fraudes de dinero del licenciado Luis de Obregón en el negocio de venta de tierras baldías en el partido de Calatrava (Andalucía), y luego, pasó a ser contador de la contaduría de su ciudad natal, Granada, por cuatro años. Siguió su carrera después como contador en Castilla (1603), visitador de la Casa de Moneda en La Coruña (1604), visitador de las cuentas y haciendas de don Fernando de Valdés, arzobispo de Sevilla e inquisidor general, y de don Fernando de Sala, consejero del Consejo de Indias (1605) y visitador de las cuentas de redención de cautivos de los religiosos de la Orden de la Merced (1605). Por toda esta larga carrera, decidió el Consejo de Indias enviarlo a Santa Fe, en el Nuevo Reino de Granada, para que fundara el Tribunal de Cuentas y visitara la contaduría de Cartago y de Cartagena de Indias. Murió en 1630 sin salario, con múltiples deudas y sus méritos finales mal recompensados, por lo que su hijo, Gonzalo, instó a la Corona a brindarle una prebenda como recompensa dado el expediente de méritos de su padre.11
Las menciones a los servicios y méritos de los padres por parte de los prebendados iban dirigidas a lo siguiente: a) manifestar el deseo de una recompensa por las labores hechas en nombre de la Corona y b) mencionar la idoneidad del prebendado para ser considerado para una promoción. No sobra decir que estas alusiones parentales deben ser entendidas en la lógica de la memoria familiar como fuente justificante de una gracia, entendida como el nombramiento y la promoción en un cargo.
Los capitulares, que fueron descendientes de conquistadores, muestran en sus méritos elogios permanentes a las proezas realizadas por sus padres y abuelos al conquistar tierras para el rey y al luchar contra los grupos de indios a guerra que asumieron la defensa de su territorio frente al avance peninsular, por lo que la fórmula enunciativa que se presenta en sus Relaciones o Informaciones es: “soy hijo [o nieto] de uno de los primeros conquistadores de estos reinos”. Con esto, se tiene un panorama histórico que muestra el fortalecimiento de las familias de conquistadores en los territorios colonizados donde recibieron encomiendas de indios, además de ofrecer importantes datos sobre el proceso de conquista y colonización de Popayán, Santa Fe y otros territorios indianos. Expongo a continuación algunos casos en particular.
Francisco Vélez de Zúñiga dijo ser nieto de Andrés Moreno, factor de la Real Hacienda en las cajas reales que hubo en Cali; su padre Francisco Vélez Zárate fue “de los conquistadores de Cartagena y Popayán, soldado de Francisco César y Jorge Robledo, factor y veedor de Cartago, donde poseyó las encomiendas de Co, Pormaza y Yaguayago con 384 tributarios”,12 sucedió a su suegro tanto en el cargo real como en las encomiendas de indios al contraer nupcias con doña Catalina de Zúñiga, hija de Moreno. Vélez de Zúñiga fue el mayor de cinco hermanos (dos hombres, tres mujeres), por lo que fue el heredero de las encomiendas de su familia; no obstante, dadas las expediciones lideradas por su hermano Manuel Moreno de Zúñiga entre los indios sindaguas de Barbacoas, al sur del obispado de Popayán y la pobreza de sus hermanas, decidió hacerse clérigo y legar las encomiendas a estas para que se mantuvieran.13 El padre de Juan de Vargas Pecellín, don Pedro de Manso, fue conquistador y poblador de Almaguer y Arma, además, primo del primer obispo de Popayán, don Juan del Valle.14 Francisco Ramírez Florián escribiría que su padre, Alonso Ramírez de Oviedo, sirvió al rey en el puerto de la Buenaventura, el cual defendió de ataques de los indios y revitalizó al proponerse que llegaran a este “muchos barcos de ropa de Castilla”,15 y luchó en la guerra contra los indios pijaos para luego ser designado por el rey tesorero de la Real Hacienda en Cali, mientras su abuelo, el capitán Francisco Fernández Florián, fue conquistador de los pueblos de Muso, Palma, Mariquita y Victoria en el Nuevo Reino de Granada, por lo que le fue concedida una partida de indios de encomienda como recompensa a sus méritos.16
Lucas del Campo Salazar y Andrés del Campo Salazar, hermanos, los dos con carreras eclesiásticas que los llevó de Huamanga a Popayán,17 dijeron ser hijos del capitán Andrés del Campo Salazar y doña Isabel de Figueroa, que fueron personas nobles y principales que habían servido a la Corona en la pacificación de indios en diversos alzamientos que hubo en la gobernación de Popayán y en los territorios del Perú, de mayor importancia son las entradas a las provincias de los paeces, toribios y pijaos, pueblos indios caracterizados por estar en guerra con la Corona y realizar “carnicerías en donde vendían carne humana”.18 También está el caso de Agustín de Olea Salazar, nieto del capitán Diego Delgado, quien, junto con Sebastián de Belalcázar, había participado en la conquista del Perú y Quito, y había enfrentado el levantamiento de Gonzalo Pizarro en Lima, por lo que logró el nombramiento de gobernador y justicia mayor de Popayán donde tuvo que oponerse al levantamiento general de Álvaro de Oyón, quien llegó a las puertas de la ciudad para saquearla, empresa que terminó con la pérdida de los sublevados, su ajusticiamiento y ejecución en la plaza central de Popayán.19
Lo anterior permite concluir que, al igual que en el caso de la Nueva España, y especialmente de la Catedral de México, como señala José Gabino Castillo, si bien en un primer momento los cargos catedralicios fueron ocupados por eclesiásticos peninsulares, no fue sino hasta el fortalecimiento de las nuevas élites asentadas en las capitales virreinales y provinciales que los descendientes pertenecientes a estos grupos empezaron a elevar sus pedidos de promoción a diversas corporaciones eclesiásticas apelando a los servicios prestados por sus ancestros a la Corona.20 Con esto, las plantas de los cabildos catedrales evidenciaban una continua alternancia de capitulares criollos y españoles, en la medida en que como corporación “recogía los elementos de su entorno inmediato y de lugares alejados [y] de áreas remotas del mundo hispánico”.21 Para el caso del obispado de Popayán, este proceso puede dividirse entre 1546 y 1714 en tres etapas: la primera en que los cargos fueron ocupados por españoles, la segunda en que se revela una propensión de nombramientos para naturales de la tierra y la tercera en que los criollos ocuparon mayoritariamente las dignidades del cabildo catedral, con lo cual se demuestra la gestación de un arraigo corporativo en el obispado.
Esta situación muestra que, probablemente, la red de catedrales indianas estuvo conformada, a medida que pasó el tiempo, por eclesiásticos naturales de la tierra, es decir, criollos nacidos en Indias e hijos de peninsulares pobladores de estos territorios, con lo que se revela un fuerte vínculo político entre la Corona y estas élites. Otro factor que, sin duda, posibilitó que esta mayor parte de nombramientos recayera en criollos tuvo que ser el referido al problema del desplazamiento y las largas distancias que obstaculizaron la aceptación de cargos, pero, además, propiciaron largas vacancias en las prebendas, y no está de más pensar en el legítimo reclamo de las élites y familias locales por obtener cargos en las corporaciones, en este caso eclesiásticas, fundado en la creencia de que tenían derecho por servicios y méritos a formar parte de estos cuerpos. Finalmente, hay que insistir en que esta alternancia en las prebendas entre criollos y españoles bien habla de la especificidad de una catedral, pero también del interés de la Corona por favorecer ciertas promociones.
Estudios e instituciones de formación de los capitulares payaneses
La revisión de los tipos documentales con los que se elaboró este capítulo permitió también la identificación de los lugares de estudio de varios de los capitulares del cabildo catedral de Popayán. Este tipo de información no se encontró de manera profusa en las fuentes, posiblemente porque algunos capitulares solo tuvieron las órdenes menores y fueron ordenados por los obispos; no obstante, de aquellos de los que fue posible obtener estos datos, se reconocieron los grados, el tipo de estudios y las universidades o seminarios donde estudiaron, lo que resulta vital más si se considera que, al no poseer Popayán un colegio seminario que confiriera grados o una universidad, el clero secular natural del obispado se vio obligado a realizar sus estudios en otros lugares alejados. También se evidenciaron ciertas falencias en el tipo de estudios superiores optados, pues la mayoría de los capitulares fueron graduados en Artes y Teología, y hubo muy pocos en Cánones, lo cual perjudicó notablemente el concurso de oposición de la tesorería en la planta capitular. No sobra decir que este ciclo de estudios requería a lo menos siete años, con dedicación a los cursos de Artes o Filosofía tres años, y al de Teología, cuatro.22 Señala Salazar, con respecto a los estudios en Cánones, que estos no tuvieron tanta intensidad en el Nuevo Reino de Granada, “porque se considerase su estudio menos propio del estado religioso, que debía distinguirse más por una asidua consagración a las disciplinas teológicas y escriturísticas, como entonces se pensaba”.23 Es más, no hubo, en los colegios de las órdenes regulares, cátedras de formación en Cánones hasta finales del siglo XVIII, situación que no fue particular del obispado de Popayán, pues, en los obispados que conformaban el Reino de Chile, los colegios seminarios existentes solo concedían el título de doctor en Teología sin incluirse grados en Cánones o Leyes.24 En la tabla 2 se presentan los prebendados con sus grados, títulos e instituciones de las que egresaron.
Tabla 2. Estudios y grados de los capitulares del cabildo eclesiástico de Popayán
Fuente: Elaboración propia a partir de las fuentes documentales consultadas en el Archivo General de Indias, el Archivo Histórico Nacional y Miguel Wenceslao Quintero Guzmán, Linajes del Cauca Grande: Fuentes para la Historia (Bogotá: Universidad de los Andes, 2006).
El resto de los capitulares o no menciona su título o simplemente ratificaron haber sido ordenados sin referir la realización de algún tipo de estudios en específico. La tabla 2 expone que la mayor parte de los capitulares peninsulares realizó sus estudios en dos de los centros de mayor importancia y alcurnia en la España moderna: Alcalá y Salamanca; además, fueron muy pocos los prebendados graduados de universidades que en general tuvieron grados superiores no universitarios, situación que denota la precariedad de los estudios eclesiásticos no solo del clero secular de Popayán, sino del Nuevo Reino de Granada, por lo menos en el siglo XVI y hasta bien entrado el siglo XVII.
La ausencia de una universidad o una institución educativa que brindara estudios y grados superiores tuvo que motivar, primero, el desplazamiento de los clérigos a otros sitios donde existiera el lugar idóneo para realizar los estudios eclesiásticos superiores, como Quito o Lima. Este vacío, esta ausencia, debió motivar a muchos sacerdotes a realizar sus carreras en otros episcopados que tuvieran colegios seminarios y universidades donde pudieran cosechar sus méritos literarios y desde donde lograran acceder a otros cargos de renta e importancia. Esta pobreza de elementos de formación eclesiástica es sustantiva en el obispado payanés y es uno de los argumentos que permite explicar la ausencia de candidatos idóneos para suplir las vacantes parroquiales y del cabildo catedral, así como las permanencias de ciertos capitulares y las largas vacancias en la corporación catedralicia. Es necesario resaltar que, a pesar de la falta de estudios y, sobre todo, de grados mayores de los capitulares del cabildo catedral de Popayán, no fue impedimento para que clérigos y beneficiados con grados menores pudieran presentar su candidatura y optar por una promoción en esta corporación eclesiástica, suceso que es muestra de la política adaptativa de la Corona en el proceso de nombramiento de cargos eclesiásticos, que, para el caso payanés, benefició a aquellos clérigos que tenían carreras destacadas en su localidad o que eran integrantes de las élites locales.
Fue solo hasta 1643 cuando el rey Felipe IV aprobó para Popayán la fundación y las constituciones del Colegio Seminario de San Francisco que debía estar regentado por la Compañía de Jesús; de hecho, el obispo fray Francisco de la Serna y Rimaga (1640-1645) fue uno de los mayores impulsores de esta iniciativa. No obstante, la primera mención que en las fuentes históricas se hace sobre este proyecto se encuentra en el acta del cabildo eclesiástico del 21 de mayo de 1618, en que se trató única y exclusivamente de la posibilidad de fundar un seminario más si el Concilio de Trento y algunas cédulas reales estipulaban que “todas las iglesias catedrales cabezas de obispado”25 tuvieran un seminario de colegiales en que se enseñaran gramática y ciencias, fundación que a esa fecha y después de setenta y dos años de erigido el obispado no se había llevado a cabo, porque “muchas veces se ha tratado sobre ello [y] jamás ha habido cuerpo ni principio en cosa de lo principal y para que lo haya”.26
En el sínodo diocesano realizado por el obispo fray Juan González de Mendoza (1609-1618) se determinó que fueran el deán y su cabildo los que decidieran la creación del seminario en el momento en que les conviniere, dado que la votación para una fundación formal quedó vacante.27 De acuerdo con estas disposiciones, en 1618, un año después de realizado el sínodo, el cabildo eclesiástico dispuso y decidió que, para que entrara en ejercicio el seminario, se debía conseguir una persona que leyera gramática y otras “buenas artes”. Además, se mandó a todos los eclesiásticos que residían en el obispado, tanto regulares como seculares del alto y bajo clero, a que pagaran 4 pesos de 20 quilates cada año para el mantenimiento de dicho seminario y la concesión de becas para los colegiales.28 Tres años después, el 26 de abril de 1621,29 se discutió que había sido imposible, con los réditos cobrados y las rentas que tenía el obispado, construir un edificio solo para el seminario por falta de dinero, material y peones, y que no había una casa que se pudiera dotar de aulas y habitaciones para los colegiales y sus maestros, agregando, además, que el dinero recaudado, del cual no se hace mención, no permitía sustentar ni a cuatro colegiales. Frente a este panorama tan desalentador, los capitulares decidieron aprovechar los recursos tanto humanos como materiales para corresponder a su obligación de establecer un espacio de formación de los clérigos del obispado, aunque no fuera un seminario en sentido estricto.
Así es como se decide, primero, aprovechar el estudio de gramática que en su casa había fundado y dictaba el clérigo Pedro Sánchez Triguero, que era ofrecido a los hijos de hombres pobres de la ciudad que no podían desplazarse a otros lugares a estudiar. Con esto, se dispuso que “el colegio se convierta en el dicho estudio que tiene el dicho Pedro Sánchez Triguero”,30 y los réditos de los eclesiásticos los que “han de entrar en el dicho estudio”.31 Además, se decidió lo siguiente: a) que Sánchez Trigueros y sus sucesores llevaran la cuenta de los 20 pesos que cada año debían pagar los seminaristas por sus estudios, determinando que, por los 12 seminaristas inscritos en 1621, debía tener 240 pesos, y si en caso de que algún colegial no pagara, se supliera la suma de las rentas colectadas, así tanto Trigueros no asumía los costos de su estudio y el seminario iría acrecentando con el tiempo más seminaristas; b) que por lo menos cuatro de los 12 seminaristas que había fueran enviados a la catedral todos los días en vísperas y los domingos para que sirvieren en lo que surgiere; c) que los ornamentos de estos cuatro seminaristas debían correr por cuenta de ellos o de sus padres; d) que todos los seminaristas estuvieren a la orden de Sánchez Trigueros para lo que le ocupase a él como encargado y responsable de vigilar la vida y costumbre de ellos, y e) que se ratificaba el pago a los eclesiásticos de todo el obispado a razón de 4 pesos cada uno para el sostenimiento del estudio de gramática.32 Tal como sucedió con la postergación de la construcción de la catedral, este proyecto de seminario se ajustó a las carencias y realidades que bien entendían en su momento los capitulares del cabildo catedral de Popayán. Esta iniciativa fue aprobada y apoyada por el obispo fray Ambrosio de Vallejo (1620-1631), quien dotó las becas de los 12 seminaristas con bienes eclesiásticos.33
Tiempo después, en 1631, Luis de San Millán, provincial de la orden de la Compañía de Jesús, pasó por Popayán rumbo al Perú,34 y notó la falta de una casa de esta orden en la ciudad, y en general en el obispado. San Millán instó a los cabildos payaneses a pedir su apertura y logró que uno de los capitulares del cabildo eclesiástico, el deán Francisco Vélez de Zúñiga, ofreciera una de sus haciendas y otros bienes para la fundación de esta casa,35 al igual que varios vecinos de la ciudad donaron dinero, tierras y ganados para colaborar en proyecto tan loable.36 La creación de la casa jesuita es importante porque su presencia aseguraría a los prelados y al cabildo eclesiástico de Popayán la administración del futuro colegio seminario tridentino, que se refundaría y reabriría continuamente a lo largo del siglo XVII.
El obispo Francisco de la Serna y Rimaga (1640-1645) identificó la falta que hacía en la provincia un colegio seminario, puesto que, en la proposición que hizo al rey para la fundación de una casa de estudios en Popayán, mencionaba que esta carencia provocaba que no hubiera en el obispado sacerdotes eficientemente formados tanto para el culto como para la enseñanza de otros clérigos, idea que, en general, dilucida que los curas y eclesiásticos que había en el obispado no eran idóneos para ejercer su ministerio.37 Aprovechando, entonces, la llegada a la ciudad de la patente de fundación de la casa de la Compañía de Jesús,38 dada por el padre provincial en Santa Fe, el prelado aprovechó y puso en marcha este proyecto eclesiástico escribiendo al rey para obtener las licencias en que se aceptaba el colegio seminario con sus constituciones y al mando de los jesuitas. Cabe aclarar que José Abel Salazar señala que hay que diferenciar la casa de la Compañía con el colegio seminario, porque, al ser fundados en la misma época, se pueden confundir sus historias. Lo cierto es que el rey Felipe IV dio el visto bueno, por real cédula del 16 de diciembre de 1640, para la creación del Colegio Seminario de Popayán, dedicado a San Francisco de Asís,39 y coordinado por los jesuitas. El seminario inició clases con la apertura de las cátedras de “la latinidad y otras facultades de artes y teología”,40 adoptando las constituciones del Colegio de San Luis de Quito41 y asegurando el obispo Serna su futuro funcionamiento con rentas que saldrían de beneficios simples y curados.42 No fue hasta 1793 que el cabildo eclesiástico y el obispo del momento, Ángel Velarde y Bustamante (1789-1809), empezaron a considerar que el colegio seminario pudiera conferir títulos y grados.43
Este primer proyecto no tuvo una larga existencia, pues la larga sede vacante obispal que tuvo Popayán entre 1645 y 1659, propiciada por las muertes inesperadas y las dejaciones y negaciones de nombramiento de cinco candidatos episcopales a ocupar la silla payanesa, llevó a que, en 1655, se extinguiera y se convirtiera la casa donde estaba ubicado en un hospicio de viandantes y forasteros, sin estudiantes ni colegiales, según como certificaba en 1660 el capitán Sebastián Guerrero, escribano de la ciudad.44 Con el nombramiento y la llegada de un nuevo obispo, en este caso el limense Vasco Jacinto de Contreras (1659-1666), se reabrió el colegio seminario de mano, de nuevo, de la Compañía de Jesús, en cabeza del maestro Bernardino de la Cueva.45 No sobra decir que estas constantes reaperturas y refundaciones del colegio seminario, como propone Leticia Pérez Puente, pueden entenderse también como estrategias de fortalecimiento de la autoridad episcopal, más en un episcopado pobre y con corporaciones como el cabildo catedral o las órdenes regulares, sin una fortaleza sustantiva en el contexto inmediato. Para 1680, el colegio seminario enseñaba gramática; en 1688, se dio apertura a los cursos de latín, “filosofía escolástica, teología dogmática y moral”, teniendo como uno de los profesores a Juan de Velasco;46 en 1712, tenía seis estudiantes, estableciéndose hasta 1744 la apertura de las cátedras superiores en filosofía y teología escolástica.47
Hay que adicionar al análisis de los elementos que brinda la tabla 3 que los capitulares naturales de Popayán, dada la ausencia académica de una universidad y por la inmediata cercanía, realizaron sus estudios en Santa Fe y en Quito, ambas capitales de Audiencia y con diversos colegios seminarios y universidades, por lo menos para el caso quiteño. Resulta peculiar que en ambas ciudades la fundación de seminarios conciliares fue muy temprana, para Santa Fe en 1582 y para Quito en 1570, pero los vaivenes de la política y del gobierno eclesiástico de ambos episcopados llevaron a que estas dos instituciones pasaran a ser direccionadas por la Compañía de Jesús.48
En Santa Fe, los clérigos también vivieron a la deriva con sus estudios, como se muestra en el caso del capitular Fernando de Oruña y Quesada, quien asistió a las cátedras tanto de franciscanos como de dominicos, pero sin obtener ningún grado, a pesar de su lucimiento como estudiante. Este caso, al igual que el de Popayán, muestra que no fue sino hasta la llegada de los integrantes de la Compañía de Jesús y la fundación que hacen del Colegio de San Bartolomé que se puede hablar de un primer recinto universitario de formación eclesiástica en el territorio neogranadino. Pérez Puente brinda un mejor panorama de los estudios que se ofrecían en Santa Fe para la época:
Si bien el Nuevo Reino de Granada estaba más cerca de Quito, en 1568 no había allí más oferta de estudios. Solo para 1582 cuando se fundó el seminario en Santa Fe, la ciudad presentaba un cuadro un poco más promisorio. En ella el convento dominico de Santa María del Rosario había recibido la bula donde se le erigía en Universidad, y contaba con cátedras de Artes y Teología, así como lecciones de gramática que, según fray Alonso de Zamora, habían dado inicio desde 1563. Sin embargo, todo indica que esas lecturas eran muy poco constantes. Fray Pedro Simón escribió que cuando los franciscanos abrieron sus cursos de Artes y Teología en Santa Fe en 1605, muchos habían asistido “por el deseo que tenían de estudios, por no haberlos habido hasta allí de propósito en ninguna parte de ella”. Más tarde, en el contexto de la disputa entre los dominicos y la Compañía de Jesús por el privilegio de otorgar grados académicos, el jesuita Pedro Calderón aseguró que solo hasta 1615 los dominicos habían comenzado a leer Artes y Teología en su convento.49
Como también señala Salazar, dado el fracaso del seminario del arzobispo Barrios, fueron las casas de las órdenes dominica, franciscana y agustina recoleta en Santa Fe las que se dedicaron a ofrecer cátedras y cursos para sus religiosos, clérigos y juristas, hasta que, en 1604, establecida la Compañía de Jesús en esta ciudad, se hizo apertura del Colegio de San Bartolomé, que enseñó las disciplinas inferiores hasta que, en 1612, se inauguró el curso de Artes.50 No está de más pensar que Oruña y Quesada, quien era integrante de una de las familias de mayor prestigio en la sociedad santafereña al ser nieto del conquistador del Nuevo Reino de Granada Gonzalo Jiménez de Quesada, optara por estudiar entonces en aquellos colegios que hacían apertura de cursos y de cátedras, resignándose a destacarse en este círculo de estudios eclesiásticos superiores no universitarios. El caso de Quito fue distinto, pues las fundaciones conventuales fueron más tempranas que las santafereñas contando con dos universidades y colegios seminarios a finales del siglo XVIII. Un elemento más hay que añadir al respecto de los estudios de formación eclesiástica, y es que la constante que se denota en los capitulares naturales de la tierra fue la de estudiar en las casas de estudio dirigidas por la Compañía de Jesús, hecho que demuestra el rol protagónico de los jesuitas en la formación de las élites eclesiásticas en Indias.
Respecto de los grados y estudios, siete capitulares mencionaron haber estudiado Teología en conjunto con otras cátedras como las de Artes, Filosofía, Lógica, Física y Metafísica, mientras fueron pocos los canonistas o los que apelaron al estudio de ciencias civiles, como en el caso del bachiller Jacinto de Arboleda, quien se formó en la Universidad de Salamanca. A esto hay que adicionar que la mayoría presenta grados menores (bachilleres en Artes y Teología, o con órdenes menores),51 y solo siete capitulares alcanzaron el grado de doctor: Francisco Javier Salazar de Betancur, Laurencio Ruiz, Juan de Vargas Pecellín, Gonzalo Guiral, Pedro de Herrera Gaitán, Luis Rojas de Páramo y Gregorio Belín de Baños. Como menciona Maximiliano Barrio, poseer estudios superiores y un grado de maestro o doctor permitía a un clérigo apelar de manera certera al camino de la promoción eclesiástica de alto vuelo, a diferencia de aquellos curas que por impedimentos relacionados con la falta de dinero, la distancia o la satisfacción con su labor optaban por estar de manera permanente en el trabajo religioso de las parroquias y en las doctrinas.52
Bien valdría pensar que, respecto de los méritos literarios y siguiendo la categorización propuesta por Rodolfo Aguirre, los clérigos que fueron nombrados como capitulares del cabildo catedral de Popayán, al ser parte de la élite eclesiástica provincial, no se caracterizaban por tener altos grados académicos,53 a pesar de que hubo capitulares, como Fernando de Oruña y Quesada, Francisco Ramírez Florián y Gonzalo Guiral, a los que distingue su erudición durante su ciclo de estudios. El primero cursó estudios tanto con los franciscanos como con los dominicos, fue colegial de ambos conventos y se destacó en el capítulo provincial de 1612, al que concurrieron todas las órdenes con presencia en Santa Fe, por la defensa que hizo de tres actos de teología, lo cual le valió un importante prestigio en los círculos eclesiásticos santafereños en que fue destacado por “su ciencia, mucho estudio y buen ingenio”,54 y como uno de los mejores estudiantes del reino. Con esto, se va demostrando que los méritos académicos estaban relacionados con los grados adquiridos en universidades y colegios seminarios de prestigio, pero también con la erudición académica que podía presentar un capitular independiente que tuviera grados menores o superiores; estimar que ambas situaciones eran consideradas en el proceso de promoción eclesiástica permite abrir el espectro de selección en aquellos que destacándose en sus estudios no los habían finalizado, pero los hacía idóneos para tener una carrera eclesiástica en un cabildo catedral. En este caso, habría que revisar si su procedencia familiar o su vinculación a alguna red clientelar o de poder les permitió acceder a la postulación en este tipo de cargos.
Los problemas de consolidación de la planta catedralicia payanesa
El cabildo catedral de Popayán fue una corporación en crisis desde su fundación, pues el obispo Juan del Valle (1546-1562) proyectó constituir una mesa capitular conformada por cinco dignidades, diez canónigos, seis racioneros y seis medio racioneros,55 a muchos de los cuales (deán, arcediano, maestrescuela, chantre y seis canónigos) se les remitió el título de nombramiento.56 No obstante, como refiere el mismo obispo Del Valle en una carta enviada al rey en 1549, en que solicitaba el nombramiento del deán Juan Cornejo, el arcediano Francisco Sánchez y el maestrescuela Melchor de Henao, “porque los otros que allá nombraré [en España] se quedaron”.57 Esto, aunado a las bajas rentas decimales del obispado, imposibilitaron tener una mesa capitular amplia, por lo que la primera planta catedralicia payanesa se redujo a cinco dignidades.58
Esta situación no fue exclusiva del obispado payanés, pues la primera planta capitular de la Catedral de México estuvo compuesta, primero, por las cinco dignidades, dado que, como menciona José Gabino Castillo, las rentas decimales no fueron suficientes para ampliarla, como se logró años después.59 Para el caso payanés, solo hasta el siglo XVIII la planta capitular logró una incipiente consolidación que no solo se verá representada en la permanencia de prebendados, sino en la ampliación de la planta y en la aparición de un proyecto eclesiástico de fortalecimiento del seminario y de la catedral. Para exponer la falta de consolidación del cabildo eclesiástico, fue preciso elaborar la tabla 3 dedicada a mostrar la recurrencia de prebendados en las dignidades de la catedral que permitirá exponer cuál de estos cargos tuvo mayores y, por ende, mayores vacancias.
Tabla 3. Recurrencia de nombramientos de prebendas en el cabildo eclesiástico de Popayán
Prebenda | Número |
Deanes | 14 |
Deán suplido | 2 |
Arcedianos | 20 |
Arcediano suplido | 2 |
Chantres | 23 |
Chantre suplido | 4 |
Maestrescuelas | 20 |
Maestrescuela suplido | 1 |
Tesoreros | 18 |
Canónigos | 6 |
Canónigos suplidos | 2 |
Prebendas no aceptadas | 5 |
Fuente: Elaboración propia a partir de las fuentes documentales consultadas en el Archivo General de Indias, el Archivo Histórico Nacional y Miguel Wenceslao Quintero Guzmán, Linajes del Cauca Grande: Fuentes para la Historia (Bogotá: Universidad de los Andes, 2006).
La tabla 3 permite mostrar la recurrencia de las promociones y las prebendas con mayor número de designaciones, que, en este caso, fue la chantría, seguida del arcedianato y la maestrescolía. Aparecen, además, un número pequeño de canónigos que fueron nombrados entre 1548 y 1609, prebenda que desaparecería por el argumento recurrente de la pobreza económica de la catedral, hasta cuando la planta catedralicia fue reestructurada y ampliada por el rey Carlos III en 1773.60 La importancia de los canonicatos está en que eran prebendas que permitían la captación de eclesiásticos para los episcopados y las catedrales, y a obispos y cabildos catedrales tener un abanico amplio de clérigos para presentar en los cargos vacantes que resultaran. Con esto, lograban las catedrales solucionar los problemas de tiempo y distancia que a veces enfrentaban capitulares, dignidades, jueces y hasta obispos que eran foráneos a los obispados donde eran nombrados. El cabildo catedral de Popayán por cerca de sesenta años tuvo presente en su pequeña planta entre uno o dos canónigos, prebenda que desapareció a principios del siglo XVII.
Sobre la ausencia de esta prebenda en la catedral y sus implicaciones para el obispado, Pedro Díaz de Cienfuegos, obispo de Popayán entre 1685 y 1696, explicaba en una carta la importante presencia de los canónigos para un cabildo eclesiástico y las dificultades que se desprendían de su ausencia, más si consideraba que, por la Recopilación de las leyes de Indias y una real cédula del 31 de diciembre de 1667, la Corona había dispuesto que, en todas y cada una de las iglesias metropolitanas y catedrales indianas, hubiera un número por lo menos de cuatro canonjías de oposición (doctoral, magistral, penitenciaria y de sagrada escritura), como existía en la Ciudad de los Reyes. Al respecto, el prelado afirmaba que las canonjías eran convenientes y necesarias, porque, con ellas, se podía hacer un buen uso de los curas y religiosos del obispado:
Así para su mayor lustre y decencia [el de la catedral] como para que los patrimoniales de esta diócesis se apliquen a los estudios y haya sujetos de las partes y letras que se requieren de que echar mano para las dignidades y prelacías sin necesitar de irse a oponer a otras iglesias que por la distancia grande de unas a otros y pocos medios que tienen los sujetos suelen dejar de ir a hacerlo.61
Las palabras del prelado exponen buena parte de las dificultades que se evidencian en las Informaciones de oficio y Relaciones de méritos y servicios de aquellos capitulares que tuvieron cargo en el cabildo eclesiástico de Popayán. Como se anotará más adelante, aquellos que eran foráneos a la provincia debían enfrentar la enorme dificultad de desplazarse hasta Popayán, mientras que la ausencia de una universidad o un colegio seminario que permitiera la formación de los clérigos patrimoniales del obispado obligó a muchos a optar por recibir las órdenes menores o realizar una inversión importante de dinero para su formación en los colegios y universidades más cercanos, en este caso, los ubicados en Santa Fe o Quito. No obstante, a pesar de los sacrificios por costear sus estudios, buena parte de esta clerecía local logró acceder a la corporación catedralicia.
Ahora bien, en estos primeros sesenta años de erigida la catedral con su cabildo, fue posible también identificar, como se muestra en la tabla 3, un grupo de prebendas suplidas, es decir, nombramientos realizados por diferentes obispos de Popayán, dado que las largas vacancias y la demora en el proceso en el Consejo de Indias obligaban a que los prelados, para cubrir las necesidades de la catedral y de la administración del obispado, nombraran a eclesiásticos locales en las prebendas vacas. Estos suplidos eran presentados por el prelado ante el rey y el Consejo de Indias para que se les confirmara su designación, dado que llevaban cumpliendo las labores propias de la prebenda que suplían. El primer indicio de la presencia de capitulares nombrados bajo la figura de prebendas suplidas se encuentra en 1564 cuando el obispo de Popayán fray Agustín de la Coruña (1566-1588) afirmaba en una carta que había recibido una cédula del rey Felipe II que estipulaba que, de no haber el número de cuatro beneficiados sirviendo como prebendados en el cabildo catedral de Popayán, el obispo pudiera “nombrar uno o dos o los que faltaren del número de cuatro, para que mejor sirvan a la dicha iglesia […] señalando al tal prebendado que nos señalaremos y presentaremos tanto salario”.62 Ahora bien, esta real cédula no fue destinada únicamente al obispado, pues la Recopilación de las leyes de Indias, en el título dedicado al patronazgo real, establecía que, en aquellas catedrales donde no hubieren más de cuatro prebendados, los obispos eligieran entre los clérigos, suplentes de estas prebendas,63 sin silla, título, ni voz. Hecho el nombramiento y presentación por el prelado, el nuevo prebendado debía encargarse de dar aviso al Consejo de Indias de su persona, habilidad, buena vida y costumbres para que tanto este como el rey le dieran la designación final del título que suplían,64 con el fin de realizar la ceremonia de colación canónica que el capitular debía recibir como titular de su prebenda para que gozara con satisfacción de la renta que le correspondía.
La cédula en mención estipulaba que, ya que en el obispado de Popayán había muy pocos curas y arciprestes que atendieran tanto las necesidades del culto divino de las parroquias como las prebendas de la catedral, pudiera el obispo elegir de los capellanes que hubiera en el obispado que considerara eran “personas de buena vida y ejemplo”,65 para que pudieran ocupar los arciprestazgos y beneficios curados del obispado, pero, además, para prevenir que el cabildo de la catedral tuviera largas vacantes en sus prebendas, se hiciera la designación de este grupo de curas elegidos por los obispos.66
¿Quiénes fueron los otros prebendados suplidos? ¿Lograron una final designación? ¿Como figura eclesiástica qué representaron para el obispado de Popayán? Hubo doce prebendados suplidos en el periodo estudiado: dos deanes, dos arcedianos, cuatro chantres, dos maestrescuelas y dos canónigos. El primer deán suplido que se registra en los documentos históricos fue Juan González Maldonado,67 quien, probablemente, fue designado en esa prebenda entre los episcopados de fray Juan González de Mendoza (1609-1618) y fray Ambrosio de Vallejo (1620-1631) para luego ser nombrado tesorero de esta corporación en 1635. El otro deán suplido fue Laurencio Ruiz nombrado en 1614 por el obispo González de Mendoza (1609-1618), debido a que, con la muerte del anterior deán, Juan Montaño, el cabildo se redujo a dos capitulares, un arcediano y un tesorero “de casi noventa años y asmático y muy decrépito”,68 por lo que dando seguimiento a la cédula real referida elegía a Ruiz, quien, “conforme a la necesidad de la iglesia para servir la dicha dignidad, por no haber en todo el obispado otro clérigo graduado que pueda dar latinidad”. Un año después, en 1615, Ruiz elevaba al rey y al Consejo de Indias una petición en que pedía confirmación de su prebenda,69 de lo cual no se sabe si ocurrió porque no se encontró documento alguno que lo comprobara.
Con respecto al arcedianato, la primera suplencia confirmada fue la de Baltasar de Mesa realizada por el obispo Domingo de Ulloa (1594-1597), quien lo nombró en diciembre de 1594, y, en 1595, en carta dirigida al rey, pedía lo aceptara como arcediano, pues no tenía cómo sostenerse, y Juan Jiménez de Rojas, quien era el arcediano titular de la catedral, había muerto.70 A pesar de que la cédula de 1564 beneficiaba al cabildo eclesiástico al poder mantener cierta estabilidad en su planta para hacer frente a la administración de la catedral y del obispado, no resultaba tan benéfica para los clérigos o prebendados que asumían esta suplencia al no poder hacer el cobro de la renta que correspondía al cargo que suplían. El otro arcediano suplido fue Pedro de Herrero Gaitán, de quien se encontró la mención de este cargo en las Informaciones presentadas a la Audiencia de Quito en 1651, en que dice el gobernador de Popayán don Juan de Salazar (1643-1648)71 que ocupó varios beneficios curados y suplió el arcedianato.72
La chantría tuvo cuatro prebendados suplidos: el ya mencionado Juan Jiménez de Rojas en 1564, Juan Álvarez Maldonado en 1575 propuesto por el obispo fray Agustín de la Coruña;73 Hernán Ponce de León y Francisco Vélez de Zúñiga. Ponce de León fue nombrado por el obispo Domingo de Ulloa en 159474 (mismo año y mismo prelado que nombró a Baltasar de Mesa en el arcedianato), para luego, el 11 de diciembre de 1595,75 pasar al arcedianato; y Vélez de Zúñiga, según consta en sus Informaciones, fue chantre suplido nombrado por el obispo Juan de la Roca, entre 1601 y 1605, años en que este último fue prelado en Popayán.76 La maestrescolía tuvo un prebendado suplido, Antonio de Zúñiga, quien también fue nombrado por el obispo fray Juan González de Mendoza, como afirma en la carta de confirmación de este nombramiento que hace el cabildo eclesiástico de Popayán al rey en 1617,77 logrando, el 22 de marzo de 1620,78 su nombramiento final. Estas suplencias son realizadas con curas que no necesariamente estaban vinculados de forma directa con el cabildo catedral del obispado, y que resultan de la cercanía que tienen estos clérigos con el prelado de turno.
Ha sido importante establecer los periodos cronológicos en que hubo cinco, cuatro, tres y hasta un prebendado que regentó los destinos del cabildo catedral payanés. Esta carencia de personal eclesiástico se generaba por las múltiples dejaciones de cargos, por las muertes y promociones a otras catedrales, lo que ocasionaba que inesperadamente se presentaran vacancias largas por la tardanza y demora del proceso de nombramiento realizado por el Consejo de Indias y el rey. Sin embargo, así como era posible encontrar dignidades como la tesorería en permanente vacancia por muerte o promoción de quien ostentaba su cargo, también es posible hallar de manera recurrente en esta corporación dignidades con veinte y hasta cincuenta años de permanencia en su cargo, situación que permite visualizar que la promoción eclesiástica permitía ascensos, descensos y permanencias en las carreras clericales.
El trabajo con los documentos históricos permitió delimitar y proponer una planta del cabildo catedral de Popayán entre 1546 y 1810, dado que, en la revisión bibliográfica realizada para establecer los antecedentes históricos del obispado, se encontró un listado en la primera obra editada dedicada a la historia del obispado,79 que resultó obsoleto al comprobar que muchos de los nombres propuestos resultaron ser oficiales reales o vecinos de la ciudad, equivocadamente confundidos con integrantes del cabildo catedral. Esto obligó a revisar con cuidado las consultas del Consejo de Indias, así como las cartas y correspondencias de la Audiencia de Quito y de los obispos de Popayán, para identificar posibles nombres y dignidades presentes en la catedral payanesa. Con esto, se lograron identificar para el periodo de estudio cincuenta personajes, que, después de verificar en las fuentes históricas, se sabe con certeza que fueron capitulares del cabildo eclesiástico de Popayán. En términos comparativos, se elaboró la tabla 4 que expone la lista de dignidades presentada por Manuel Antonio Bueno y Quijano80 con el listado propuesto, y así visibilizar las ausencias, los desconocimientos y los descubrimientos de los personajes que pertenecieron al cabildo eclesiástico payanés, con un fin: presentar una versión definitiva de la planta de esta corporación según la información encontrada en las fuentes históricas.
Tabla 4. Lista comparativa de capitulares del cabildo catedral de Popayán, 1546-1714*
Planta de Bueno y Quijano, año de nombramiento | Planta propuesta, año de nombramiento |
Deanes | |
Francisco de Rojas quien con el ilustrísimo señor don Juan del Valle hizo la erección material de esta catedral, 1558 | Juan Cornejo, 1549 |
Don Juan de Montaño, 1572 | Deán licenciado Bartolomé de Salazar, aparece enunciado en varios documentos pero no se encontró su relación de méritos |
Don Francisco de Santisteban, 1574 | Francisco de Santisteban, 10 de noviembre de 1575 |
Doctor don Francisco Ramírez Florián, 1630 | Juan Montaño, 18 de septiembre de 1591 |
Don Antonio Landaeche, 1635 | Laurencio Ruiz, 1614 |
Don Gonzalo Guiral, 1667 | Hernando Ponce de León, 7 de diciembre de 1617 |
Don Pedro de Herrera Gaitán | Francisco Vélez de Zúñiga, 13 de marzo de 1620 |
Don Diego de Ontiveros, no admitió | Bartolomé Díaz de Ortega, 6 de abril de 1638 |
Doctor don Pedro de Arboleda, 1683 | Francisco Ramírez Florián, 6 de abril de 1640 |
Doctor don Miguel de Reza Montoya, 1694 | Gonzalo Guiral, 23 de septiembre de 1656 |
Antonio de Landaeche, 4 de diciembre de 1651 | |
Pedro de Herrera Gaitán, 18 de septiembre de 1669 | |
Jacinto de Arboleda, 30 de octubre de 1669 | |
Diego de Ontiveros Hinojosa, 12 de junio de 1673 | |
Agustín de Barraza, 3 de mayo de 1688 | |
Pedro de Arboleda Salazar, 29 de abril de 1682 | |
Miguel de Resa Montoya, 13 de diciembre de 1691 |
Arcedianos | |
Francisco Rojas, granadino (sic), que con el ilustrísimo señor doctor don Juan del Valle hizo la erección material de esta catedral, 1558 | Juan Guijarro, 5 de noviembre de 1570 |
Juan Guijarro, 1568 | Juan Jiménez de Rojas, 10 de noviembre de 1575 |
Pedro Herrera, 1590 | Gregorio Rodríguez Franco, 18 de septiembre de 1591 |
Juan Jiménez de Rojas, 1591 | Juan Garcés, 11 de diciembre de 1595 |
Fernando Ponce de León, 1596 | Baltasar de Mesa, 1595 |
Bartolomé Díaz de Ortega, 1600 | Hernán Ponce de León, 24 de junio de 1599 |
Francisco Vélez de Zúñiga, 1619 | Francisco Vélez de Zúñiga, 29 de marzo de 1618 |
Antonio de Zúñiga, 1628 | Bartolomé Díaz de Ortega, 25 de mayo de 1620 |
Juan de Torralba, 1628 | Francisco Ramírez Florián, 18 de abril de 1638 |
Doctor Gonzalo Guiral, 1656 | Antonio de Zúñiga, 6 de abril de 1640 |
Doctor Antonio Belín de Baños, 1658 | Fernando de Solórzano, 17 de junio de 1646, no pudo recibir la prebenda |
Doctor Fernando de Solórzano, 1666 | Gonzalo Guiral, 29 de agosto de 1651 |
Doctor Diego Ontiveros Hinojosa, 1670 | Gregorio Belín de Baños, 24 de octubre de 1656 |
Doctor Luis Rojas Páramo, 1674 | Pedro de Herrera Gaitán, 17 de octubre de 1667 |
Doctor Agustín de Barrasa y Medina, 1685 | Jacinto de Arboleda, 30 de diciembre de 1668 |
Doctor Bernardino Pérez de Ubillús, 1697 | Diego de Ontiveros Hinojosa, 28 de noviembre de 1669 |
Luis de Rojas Páramo, 12 de junio de 1673 | |
Agustín de Barrasa, 29 de julio de 1684 | |
Gregorio Ibáñez de Caviedes, 3 de mayo de 1684 | |
Jerónimo Pérez de Ubillús, 27 de mayo de 1696 | |
Francisco Antonio de Salazar Betancur, s. f., muere en 1717 |
Chantres | |
Francisco de Cuéllar, que, con el ilustrísimo señor don Juan del Valle, hizo la erección material de esta catedral, 1558 | Gonzalo de Torres y Ribera, 14 de mayo de 1578 |
Antonio Ramírez Díaz de Ortega, 1595 | Miguel de Urdagaya, 17 de febrero de 1608 |
Antonio de Zúñiga, 1619 | Francisco Vélez de Zúñiga, 3 de octubre de 1614 |
Doctor Fernando de Solórzano, 1647 | Bartolomé Díaz de Ortega, 29 de marzo de 1618 |
Doctor Gonzalo Guiral, 1651 | Antonio de Zúñiga, 22 de marzo de 1620 |
Doctor Lucas del Campo Salazar, 1658 | Fernando de Solórzano, 14 de mayo de 1640 |
Doctor Pedro Herrera Gaitán, 1665 | Gonzalo Guiral, 17 de junio de 1646 |
Doctor Jacinto de Arboleda, 1669 | Antonio de Landaeche, s. f. |
Doctor Diego de Ontiveros Hinojosa, 1669 | Francisco del Pino Argote y Navarrete, 24 de marzo de 1652 |
Doctor Luis Rojas Páramo, 1671 | Andrés del Campo Salazar, 20 de abril de 1654 |
Doctor Francisco Sánchez Alvarado, 1673 | Gregorio Belín de Baños, 1 de febrero de 1656 |
Doctor Agustín Barrada y Medina, 1674 | Lucas del Campo Salazar, 29 de septiembre de 1656 |
Doctor Diego Ibáñez de Caviedes, 1685 | Pedro de Herrera Gaitán, 11 de mayo de 1664 |
Doctor Francisco Javier Salazar y Betancourt, 1674 | Jacinto de Arboleda, 10 de febrero de 1668 |
Doctor Bernardo Hinestrosa Príncipe, 1713 | Diego de Ontiveros Hinojosa, 28 de noviembre de 1669 |
Luis de Rojas Páramo, 28 de noviembre de 1669 | |
Francisco Sánchez Alvarado, 28 de julio de 1673 | |
Agustín de Barrasa, 3 de junio de 1681 | |
Gregorio Ibáñez de Caviedes, 4 de febrero de 1685 | |
Miguel de Ressa Montoya, 16 de mayo de 1688 | |
Francisco Javier de Salazar Betancur, 20 de mayo de 1694 | |
Fernando Antonio de Salazar Betancur, 29 de diciembre de 1699 | |
Bernardo de Inestrosa Príncipe, s. f., muere en 1715 |
Maestrescuelas | |
Doctor Melchor de Henao, 1572 | Melchor de Henao, 1549 |
Doctor Domingo Ramírez Florián, 1625 | Alonso Ortiz, 7 de enero de 1576 |
Doctor Bartolomé Ruiz, 1628 | Juan de Vargas Pecellín, 18 de septiembre de 1591 |
Doctor Gonzalo Guiral, 1638 | Bartolomé Díaz de Ortega, 2 de agosto de 1614 |
Doctor Agustín de Olea Salazar, 1653 | Bartolomé Ruiz, 29 de marzo de 1618 |
Doctor Diego de Ontiveros Hinojosa, 1666 | Francisco Ramírez Florián, 22 de marzo de 1620 |
Doctor Luis Rojas Páramo, 1669 | Gonzalo Guiral, 20 de abril de 1638 |
Doctor Francisco Sánchez Alvarado, 1671 | Juan González Maldonado, 13 de agosto de 1646 |
Doctor Agustín Barrada y Medina, 1673 | Antonio de Landaeche, 16 de diciembre de 1650 |
Doctor Pedro de Arboleda Salazar, 1682 | Agustín de Olea, 12 de agosto de 1651 |
Doctor Miguel Reza Montoya, 1686 | Pedro de Herrera Gaitán, 12 de junio de 1663 |
Doctor Fernando de Salazar y Betancourt, 1696 | Diego de Ontiveros Hinojosa, 7 de junio de 1664 |
Luis de Rojas Páramo, 23 de mayo de 1669 | |
Francisco Sánchez Alvarado, 28 de noviembre de 1669 | |
Agustín de Barrasa, 28 de julio de 1673 | |
Pedro de Arboleda Salazar, 3 de junio de 1681 | |
Miguel de Ressa Montoya, 11 de febrero de 1685 | |
Pedro Domínguez Monroy, 30 de septiembre de 1688 | |
Francisco Javier Castrillo, s. f. | |
Fernando Antonio de Salazar Betancur, 8 de abril de 1696 | |
Bernardo de Hinestrosa Príncipe, 18 de mayo de 1703 y 19 de noviembre de 1709 | |
Joseph Herrera Ceballos, s. f., ascendido a arcediano, muere en 1720 |
Tesoreros | |
Bartolomé Ruiz, 1600 | Bartolomé Ruiz, 5 de noviembre de 1570 |
Fernando de Oruña, 1621 | Lucas Serrato de Godoy, 29 de marzo de 1618 |
Fernando de Solórzano, 1633 | Juan de Castillo, 26 de agosto de 1618 |
Juan González Alvarado, 1646 | Fernando de Oruña, 13 de marzo de 1620 |
Antonio Landaeche, 1649 | Miguel de Acosta Granados, 25 de septiembre de 1627 |
Gonzalo Guiral, 1651 | Fernando de Salazar Betancur, 12 de marzo de 1633 |
Gregorio Belín de Baños, 1655 | Sebastián de Valencia, 28 de marzo de 1636 |
Pedro de Herrera, 1663 | Fernando de Solórzano, 18 de abril de 1638 |
Jacinto de Arboleda, 1666 | Luis Guerra y Acuña, 9 de junio de 1640 |
Francisco Sánchez Alvarado, 1671 | Juan González Maldonado, s. f. |
Agustín Barrada y Medina, 1672 | Antonio Landaeche, 13 de agosto de 1646 |
Diego Ibáñez de Caviedes, 1674 | Lucas Fernández de Piedrahíta, 12 de mayo de 1651 |
Cipriano de Salcedo | Gregorio Belín de Baños, 27 de marzo de 1654 |
Pedro de Herrera Gaitán, 24 de octubre de 1656 | |
Juan Dávalos, 7 de junio de 1664 | |
Diego de Ontiveros Hinojosa, 7 de junio de 1663 | |
Jacinto de Arboleda, 28 de noviembre de 1665 | |
Luis de Rojas Páramo, 10 de febrero de 1668 | |
Francisco Sánchez Alvarado, 18 de septiembre de 1669 | |
Agustín de Barrasa, 28 de noviembre de 1669 | |
Cipriano de Salcedo, 12 de junio de 1673 | |
Gregorio Ibáñez de Caviedes, 14 de junio de 1676 | |
Francisco Javier de Salazar Betancur, 11 de noviembre de 1692 | |
Francisco Prieto de Tovar, 28 de mayo de 1714 |
Canónigos | |
No refiere los canónigos hasta las canonjías creadas en 1773 | Melchor de Henao, 1548 |
Francisco González Granadino, 1555 | |
Juan Jiménez de Rojas, 1564 | |
Francisco Hernández, 1 de julio de 1572 | |
Juan Álvarez Maldonado, 10 de noviembre de 1575 | |
Miguel de Sarcosa, 18 de septiembre de 1591 | |
Miguel de Urdagaya, 9 de diciembre de 1595 | |
Francisco Vélez de Zúñiga, 26 de marzo de 1609 |
*La fecha que aparece al lado de cada nombre de capitular es la que corresponde a la real cédula de nombramiento de cada candidato.
Fuente: Elaboración propia a partir de las fuentes documentales consultadas en el Archivo General de Indias, el Archivo Histórico Nacional, el Archivo Central del Cauca y el Arzobispal de Popayán.
Varias cosas hay que mencionar con respecto a la información referida por Bueno y Quijano: a) hay nombres que no están incluidos en la lista, pero que en la revisión de fuentes históricas realizada se puede determinar que sí fueron capitulares; b) la mayor parte de las fechas que brinda Bueno y Quijano no están en consonancia ni con las proporcionadas en las cédulas reales ni con las de las colaciones canónicas presentes en las actas capitulares; c) hay capitulares cuyos nombres han sido cambiados (Diego Ibáñez de Caviedes/Gregorio Ibáñez de Caviedes), probablemente por una deficiente lectura de la documentación; d) no hay claridad por parte de Bueno y Quijano al mencionar los capitulares que estuvieron en el cabildo catedral payanés en el siglo XVI; de hecho, incluye nombres de capitulares designados en España, pero que no se incorporaron al cabildo catedral payanés; e) no menciona el nombramiento de canónigos para el siglo XVI; f) hay omisiones muy amplias de capitulares, lo cual da como resultado periodos de permanencia capitular de gran extensión; g) hay confusión de nombres, incluyendo en la planta oficiales reales que nunca fueron capitulares, caso de Bernardino Pérez de Ubillús quien fue tesorero de la provincia y encargado de la Caja Real, padre de Jerónimo Pérez de Ubillús, quien sí fue arcediano del cabildo eclesiástico, y h) a pesar de estos nombramientos registrados en reales cédulas, hubo varios capitulares de esta lista que no aceptaron el cargo o hicieron dejación de este por ser promocionados rápidamente a otra prebenda, como consta con Lucas Serrato de Godoy, quien es nombrado a la tesorería del cabildo eclesiástico payanés el 29 de marzo de 1618, para unos meses después, el 26 de agosto de 1618, ser promocionado a una ración en la Catedral de Quito.81
Bueno y Quijano no menciona las fuentes históricas que utilizó para hacer este listado, salvo el periódico La Paz que circuló en Popayán en la primera década del siglo XX.82 Incluso, en el proceso de búsqueda de las actas capitulares del cabildo eclesiástico en el siglo XVII, las primeras fojas del rollo que contiene estos documentos poseen un listado de obispos y capitulares del obispado,83 sin relacionar fechas precisas, que tampoco se compagina con la propuesta presentada. La planta propuesta se elaboró a partir de la información de las reales cédulas de nombramiento presentes en el Registro Eclesiástico General y el Registro Eclesiástico del Perú, sendos documentos que presentan de manera completa los listados de obispos, dignidades, prebendados y sacerdotes designados por el Consejo de Indias y el rey para ocupar cargos en las catedrales indianas, ejercicio que se complementó con los datos brindados por las Relaciones de méritos y servicios y las actas capitulares del cabildo eclesiástico de Popayán.
No está de más referir que las dejaciones o no aceptaciones afectaron la administración eclesiástica del cabildo catedral al mantenerse vacante la prebenda por otro largo tiempo. En el caso ya citado de Serrato de Godoy, en su reemplazo fue nombrado tesorero de Popayán Juan de Castillo,84 quien tampoco sirvió la prebenda al no ir a Popayán a recibir su cargo ni dar razón de su llegada, al igual que Miguel de Acosta Granados,85 manteniéndose la tesorería vacante hasta 1620, año en que se dio la elección de Fernando de Oruña y Quesada.86 Como ya se ha afirmado, fue la tesorería la prebenda de mayor debilidad de la planta catedralicia payanesa, pues a las anteriores dejaciones y no aceptaciones se suman la de Sebastián de Valencia en 163687 y Luis Guerra y Acuña en 1640.88 Los problemas de la tesorería no estaban relacionados solo con las dejaciones y rápidas promociones de quienes eran nombrados para ella, pues se buscó tiempo después con este cargo suplir la falta de canónigos que tenía el cabildo eclesiástico. En 1677, el rey dispuso por cédula del 31 de diciembre89 que la tesorería fuera un cargo de oposición “de una u otra facultad alternativamente empezando por la de teología”;90 cinco años después, en 1682, de nuevo, se hacía mención de que el rey había resuelto la falta de canónigos y la debilidad de este cargo en la catedral payanesa con la decisión de que se presentara a oposición,91 pero, estando vacante, por lo que la Cámara de Indias pasó a proveer su nombramiento. Brevemente, hay que recordar que la Cámara de Indias fue restaurada en 1644 para que se encargara de los nombramientos tanto eclesiásticos como civiles.92 Este cambio fue presentado en las consultas de 1685, 1688 y 1690, por lo que este último año, aprovechándose una nueva vacancia de la tesorería, se pegaron edictos, y después de seis meses, se presentó un opositor, Francisco Javier de Salazar Betancur, cura propietario del pueblo de Guambia,93 quien había hecho estudios de Cánones y Leyes, leyendo y predicando “con tanta aceptación y elegancia”94 mostrada en su examen de oposición que su designación no fue discutida. Salazar sería ascendido al cargo de chantre el 11 de noviembre de 1694, por lo que, de nuevo, quedaría vacante la tesorería.95 Solo hasta 1714 se realizó un nuevo concurso de oposición para la tesorería, que fue ganada por Francisco Prieto de Tovar, primer candidato que se presentaba que tenía grado de doctor en Cánones y Sagrada Teología por la Universidad de Quito, y se observó que fue la falta de idoneidad de los candidatos lo que provocó que esta prebenda llevara catorce años vacante por “no haber habido quien se opusiese a ella”.96
Gracias al análisis de las relaciones y las dinámicas internas que como corporación tuvieron que establecer los capitulares de Popayán fue posible, además de hacer una propuesta de planta catedralicia individual, proponer una planta colectiva en que se revela la permanencia en el ejercicio del cargo al que el capitular fue nombrado. Así, se muestra que, a pesar de los nombramientos, la ocupación de la prebenda en el tiempo podía verse truncada por las ausencias, largas en varios casos, de las dignidades del cabildo; por ejemplo, si para un periodo se habían nombrado por parte del rey los cinco capitulares, en el ejercicio del cargo, como lo denotan las actas capitulares, era posible encontrar tres o dos de los prebendados reuniéndose y cumpliendo con sus deberes. Esta situación lleva a complejizar aún más la situación eclesiástica del obispado payanés en la medida en que es posible identificar que la Corona estaba al pendiente de los nombramientos necesarios para los episcopados, como se ve reflejado en la tabla 4, pero existieron otros factores ligados a la presencia efectiva de los capitulares en sus catedrales que dificultan el cumplimiento de las responsabilidades inherentes a esta corporación.
Estos factores están ligados a las enfermedades que impedían el ejercicio de la prebenda, como el caso de Antonio de Zúñiga, quien, en posesión de la chantría en 1636, pidió a la Audiencia de Quito le concediera la jubilación de su cargo, dado que, en 1623, mientras subía a una mula en el patio de su casa, cayó de esta y “se le quebró la pierna izquierda por cinco partes”,97 lesión que no pudo ser curada por su elevado peso y la falta de ejercicio que lo obligó a estar siempre acostado al no soportar estar de pie y ser llevado en hombros de indios y negros a la catedral al no poder entrar en el coro. Otro factor fue la pobreza de las rentas decimales que obligó a los capitulares a ocuparse en sus negocios y haciendas lejos del obispado, como el caso de Gonzalo Guiral mientras fue maestrescuela,98 situación paradójica en la medida en que parece que la escasez de la congrua y de las rentas decimales sirvió de excusa para que varios capitulares mantuvieran continuos negocios comerciales y mineros tanto en Popayán como en Quito y Santa Fe, o en hacer dejación de su nombramiento por obligaciones maritales adquiridas, como pasó con el tesorero Fernando de Salazar en 1635, quien dejó su cargo para casarse, lo que le resultaba una mejor opción frente a la pobre renta que iba a recibir por su prebenda.99
Para exponer mejor el ejercicio cotidiano colegial del cabildo eclesiástico de Popayán se elaboró la tabla 5 a partir de la información brindada por las actas del capítulo catedral, que atestiguan las reuniones realizadas por los capitulares payaneses y, por ende, su presencia en el espacio de decisión de esta corporación.
Tabla 5. Prebenda en ejercicio en el cabildo catedral de Popayán, 1546-1714
Periodo | Número prebendas ejercicio | Nombre de capitulares |
1548-1563 | 3 | Deán Juan Cornejo |
Arcediano Francisco Sánchez | ||
Maestrescuela Melchor de Henao |
1564-1571 | 6 | Deán licenciado Bernardo de Salazar* |
Arcediano Juan Guijarro | ||
Maestrescuela Melchor de Henao | ||
Canónigo, Juan Álvarez Maldonado | ||
Chantre Juan Jiménez de Rojas | ||
Canónigo Francisco Hernández |
1575-1578 | 3 | Deán Francisco de Santisteban |
Arcediano Juan Jiménez de Rojas | ||
Maestrescuela Alonso Ortiz | ||
Canónigo y luego chantre suplido Juan Álvarez Maldonado |
1578-1591 | 3 | Deán Francisco de Santisteban |
Arcediano Juan Jiménez de Rojas | ||
Chantre Gonzalo de Torres y Ribera |
1591-1614 | 3 | Deán Juan Montaño |
Arcediano Hernán Ponce de león | ||
Tesorero Bartolomé Ruiz |
1614-1615 | 2 | Arcediano Hernán Ponce de león |
Tesorero Bartolomé Ruiz |
1615-1617 | 3 | Arcediano Hernán Ponce de león |
Chantre Francisco Vélez de Zúñiga | ||
Tesorero Bartolomé Ruiz |
1618 | 2 | Chantre luego arcediano Francisco Vélez de Zúñiga |
Tesorero luego maestrescuela Bartolomé Ruiz |
1618-1620 | 1 | Arcediano Francisco Vélez de Zúñiga |
1620-1621 | 2 | Arcediano Francisco Vélez de Zúñiga |
Chantre Antonio de Zúñiga |
1621-1634 | 5 | Deán Francisco Vélez de Zúñiga |
Arcediano Bartolomé Díaz de Ortega | ||
Chantre Antonio de Zúñiga | ||
Maestrescuela Francisco Ramírez Florián | ||
Tesorero Fernando de Oruña |
1623-1636 | 4 | Deán Francisco Vélez de Zúñiga |
Arcediano Bartolomé Díaz de Ortega | ||
Chantre Antonio de Zúñiga | ||
Maestrescuela Francisco Ramírez Florián |
1637 | 3 | Arcediano Bartolomé Díaz de Ortega |
Chantre Antonio de Zúñiga | ||
Maestrescuela Francisco Ramírez Florián |
1638 | 2 | Chantre Antonio de Zúñiga |
Maestrescuela Francisco Ramírez Florián |
1639 | 3 | Arcediano Francisco Ramírez Floriano |
Chantre Antonio de Zúñiga | ||
Tesorero Fernando de Solórzano |
1646-1649 | 4 | Deán Francisco Ramírez Floriano |
Arcediano Antonio de Zúñiga | ||
Chantre Fernando de Solórzano | ||
Tesorero Juan González Maldonado |
1649 | 3 | Deán Francisco Ramírez Floriano |
Chantre Fernando de Solórzano | ||
Tesorero Juan González Maldonado |
1650 | 3 | Deán Francisco Ramírez Floriano |
Chantre Fernando de Solórzano | ||
Tesorero Antonio de Landaeche |
1651 | 2 | Chantre Gonzalo Guiral |
Tesorero Antonio de Landaeche |
1651-1653 | 1 | Tesorero Antonio de Landaeche |
1653 | 2 | Maestrescuela Agustín de Olea Salazar |
Tesorero Antonio de Landaeche |
1653-1655 | 2 | Deán Antonio de Landaeche |
Maestrescuela Agustín de Olea Salazar |
1655 | 3 | Deán Antonio de Landaeche |
Maestrescuela Agustín de Olea Salazar | ||
Tesorero Gregorio Belín de Baños |
1656-1657 | 3 | Deán Antonio de Landaeche |
Maestrescuela Agustín de Olea Salazar | ||
Tesorero Pedro de Herrera Gaitán |
1658 | 3 | Chantre Gregorio Belín de Baños |
Maestrescuela Agustín de Olea Salazar | ||
Tesorero Pedro de Herrera Gaitán |
1658-1659 | 3 | Arcediano Gregorio Belín de Baños |
Chantre Lucas del Campo Salazar | ||
Maestrescuela Agustín de Olea Salazar |
1659-1660 | 3 | Arcediano Gregorio Belín de Baños |
Chantre Lucas del Campo Salazar | ||
Tesorero Pedro de Herrera Gaitán |
1660-1662 | 4 | Arcediano Gregorio Belín de Baños |
Chantre Lucas del Campo Salazar | ||
Maestrescuela Agustín de Olea Salazar | ||
Tesorero Pedro de Herrera Gaitán |
1662-1664 | 2 | Arcediano Gregorio Belín de Baños |
Tesorero Pedro de Herrera Gaitán |
1664-1665 | 4 | Arcediano Gregorio Belín de Baños |
Chantre Lucas del Campo Salazar | ||
Maestrescuela Pedro de Herrera Gaitán | ||
Tesorero Diego de Ontiveros Hinojosa |
1665 | 3 | Arcediano Gregorio Belín de Baños |
Chantre Pedro de Herrera Gaitán | ||
Tesorero Diego de Ontiveros Hinojosa |
1666-1667 | 4 | Arcediano Gregorio Belín de Baños |
Chantre Pedro de Herrera Gaitán | ||
Maestrescuela Diego de Ontiveros Hinojosa | ||
Tesorero Jacinto de Arboleda |
1668 | 3 | Chantre Pedro de Herrera Gaitán |
Maestrescuela Diego de Ontiveros Hinojosa | ||
Tesorero Jacinto de Arboleda |
1669 | 3 | Arcediano Pedro de Herrera Gaitán |
Chantre Jacinto de Arboleda | ||
Maestrescuela Diego de Ontiveros Hinojosa |
1669 | 4 | Arcediano Pedro de Herrera Gaitán |
Chantre Jacinto de Arboleda | ||
Maestrescuela Diego de Ontiveros Hinojosa | ||
Tesorero Luis de Rojas Páramo |
1670 | 2 | Arcediano Jacinto de Arboleda |
Maestrescuela Luis de Rojas Páramo |
1671 | 3 | Arcediano Jacinto de Arboleda |
Maestrescuela Luis de Rojas Páramo | ||
Tesorero Francisco Sánchez Alvarado |
1672 | 2 | Chantre Luis de Rojas Páramo |
Maestrescuela Francisco Sánchez Alvarado |
1672 | 3 | Chantre Luis de Rojas Páramo |
Maestrescuela Francisco Sánchez Alvarado | ||
Tesorero Agustín de Barrasa |
1673-1674 | 3 | Arcediano Luis de Rojas Páramo |
Chantre Francisco Sánchez Alvarado | ||
Maestrescuela Agustín de Barrasa |
1684-? | 2 | Deán Pedro de Arboleda Salazar |
Chantre Agustín de Barrasa |
1685-1686 | 3 | Deán Pedro de Arboleda Salazar |
Arcediano Agustín de Barrasa | ||
Tesorero Gregorio Ibáñez de Caviedes |
1686 | 2 | Arcediano Agustín de Barrasa |
Chantre Gregorio Ibáñez de Caviedes |
1686 | 3 | Arcediano Agustín de Barrasa |
Chantre Gregorio Ibáñez de Caviedes | ||
Maestrescuela Miguel de Ressa Montoya |
1686 | 4 | Deán Pedro de Arboleda |
Arcediano Agustín de Barrasa | ||
Chantre Gregorio Ibáñez de Caviedes | ||
Maestrescuela Miguel de Ressa Montoya |
1686-1688 | 2 | Arcediano Agustín de Barrasa |
Maestrescuela Miguel de Ressa Montoya |
1689-1695 | 1 | Deán, chantre y maestrescuela Miguel de Ressa Montoya |
1695-1696 | 2 | Deán Miguel de Ressa Montoya |
Chantre Francisco Javier de Salazar Betancur |
1696-1697 | 3 | Deán Miguel de Ressa Montoya |
Chantre Francisco Javier de Salazar Betancur | ||
Maestrescuela Fernando Antonio de Salazar Betancur |
1697-1699 | 4 | Deán Miguel de Ressa Montoya |
Arcediano Jerónimo Pérez de Ubillús | ||
Chantre Francisco Javier de Salazar Betancur | ||
Maestrescuela Fernando Antonio de Salazar Betancur |
1699 | 2 | Arcediano Jerónimo Pérez de Ubillús |
Chantre Francisco Javier de Salazar Betancur |
1700-1703 | 4 | Deán Miguel de Ressa Montoya |
Arcediano Jerónimo Pérez de Ubillús | ||
Chantre Francisco Javier de Salazar Betancur | ||
Maestrescuela Fernando Antonio de Salazar Betancur |
1704-1707 | 3 | Deán Miguel de Ressa Montoya |
Arcediano Jerónimo Pérez de Ubillús | ||
Chantre Francisco Javier de Salazar Betancur |
1707-1713 | 4 | Deán Miguel de Ressa Montoya |
Arcediano Jerónimo Pérez de Ubillús | ||
Chantre Francisco Javier de Salazar Betancur | ||
Maestrescuela Fernando Antonio de Salazar Betancur |
1713 | 4 | Deán Miguel de Ressa Montoya |
Arcediano Francisco Javier de Salazar Betancur | ||
Chantre Bernardo de Inestrosa Príncipe | ||
Maestrescuela Matheo de Castillo Bernaldo de Quirós |
* En una real cédula de 1568 se menciona su nombre completo, en AGI, Patronato, “Facultad al obispo de Popayán para nombrar beneficiado”, 28 de noviembre de 1564, sig.: Patronato 195, R. 25, f. 343v.
Fuente: Elaboración propia con datos de las actas capitulares del Archivo General de la Nación, Arzobispal de Popayán, cartas de los primeros obispos de Popayán del Archivo General de Indias y de Juan Friede, Fuentes documentales para la historia del Nuevo Reino de Granada desde la instalación de la Real Audiencia en Santafé, 10 tomos, Biblioteca Banco Popular 89 (Bogotá: Editorial Andes, 1975).
Los periodos que se muestran fueron definidos a partir de los cambios de las actas capitulares con respecto a la asistencia de capitulares, o su ausencia o la renovación de la planta por promoción eclesiástica. Esto permitió diferenciar la recurrencia de las cinco dignidades en el tiempo de estudio, lo cual demuestra, primero, que fue solo una vez, entre 1621 y 1634, cuando fue posible encontrar a las cinco dignidades de la catedral en las reuniones capitulares; segundo, que las ausencias que más se evidencian en esta planta en ejercicio son las del deanazgo y la tesorería, y que, por el contrario, el arcedianato es el de mayor presencia y sobre el que recae el mayor peso de la administración del cabildo eclesiástico. También se identificó que, por cerca de siete años en una sola persona, el capitular Miguel de Ressa Montoya, recayeron los deberes de la catedral y de su cabildo, quien ascendió de maestrescuela a chantre y deán. Al revisar los nombramientos de prebendados, se denota también la ausencia de designaciones de otros candidatos, posiblemente, por la ausencia de clérigos idóneos, argumento que ya habían señalado tiempo atrás los obispos Vasco Jacinto de Contreras (1659-1666) y Pedro Díaz de Cienfuegos (1685-1690).
Incluso, a partir de la recurrencia en el ejercicio de la prebenda que se expuso en la tabla 5, es posible proponer una periodización en que se exponen los momentos de fortaleza y debilidad de esta corporación; estos periodos están definidos a partir tanto de los cortes generacionales de los capitulares como por algunas sedes vacantes o administraciones episcopales específicas, o por la presencia de un número específico de capitulares en el ejercicio de su prebenda. Estas etapas son:
• De 1548 a 1591, años en que se dan los inicios del cabildo y se denota el tipo de prebendas que necesita la corporación, así como se reconoce que la pobreza de la recaudación decimal impide el sustento de una planta capitular mayor de las cinco dignidades.
• De 1591 a 1621, periodo caracterizado por la presencia de dos fuertes autoridades que trazan el rumbo de los proyectos eclesiásticos de los que carecía el obispado: el deán Juan Montaño y el obispo fray Juan González de Mendoza, enfrentados entre sí, pero figuras que perfilaron las necesidades del obispado. En este periodo se denota la presencia continua de, al menos, tres prebendas en ejercicio.
• De 1621 a 1650, es posible identificar una incipiente estabilización de la planta catedralicia, que fluctúa entre las tres a cuatro prebendas en labores.
• De 1651 a 1660, es la etapa que corresponde a la sede vacante episcopal, de modo que es este cabildo eclesiástico el encargado del gobierno y la administración del obispado. En este corte de años, se mantienen en el cabildo los mismos capitulares (Antonio de Landaeche, Agustín de Olea Salazar, Gregorio Belín de Baños y Pedro de Herrera Gaitán), como muestra de un corte generacional que por veinte años se encargó de los asuntos eclesiásticos payaneses permaneciendo o ascendiendo en las prebendas del cabildo catedral.
• De 1660 a 1688, etapa en que se mantienen de manera oscilatoria cuatro prebendas, es justo la época de mayor estabilidad episcopal por el protagonismo de los obispos de este periodo.
• De 1689 a 1695, momento de crisis del cabildo catedral, el cual en un tiempo prolongado solo tiene un prebendado.
• De 1695 a 1714, etapa de estabilización del cabildo catedral que logra mantener a cuatro prebendados presentes de manera continua en las reuniones del cabildo.
La ausencia de ciertas dignidades en específico muestra a la vez el problema en el cumplimiento de ciertas responsabilidades y labores vinculadas a estos cargos. Por ejemplo, la falta del chantre lesionaba las labores del coro y de la presencia musical en la catedral, y la ausencia de un tesorero incrementaba los inconvenientes en la administración de los dineros que correspondían a la fábrica de la catedral. Esto llevó a que el resto de los prebendados asistentes a las reuniones capitulares asumieran, por ende, compromisos que no estaban adscritos a su cargo. No está de más presentar una conclusión preliminar: la falta de consolidación de la planta del cabildo eclesiástico entendida a partir de las ausencias en el ejercicio del cargo sea por la no designación del rey, por las ausencias justificadas e injustificadas, por las muertes y licencias de los prebendados debió de ser un factor determinante para que proyectos de envergadura e importancia para esta corporación y el obispado, como la construcción de un proyecto catedralicio fuerte o el fortalecimiento de un colegio seminario, no se realizaran con vigor. Ahora bien, frente a una corporación que tiene escasamente lo necesario para funcionar, habría que revisar el rol cumplido por los obispos para mantener la majestad eclesiástica en un obispado y gobernación en que de manera temprana se ve el afianzamiento de las élites conquistadoras en las corporaciones de poder.
Finalmente, se identificó en estos ciclos colegiales que, justo en el periodo que va de 1694 a 1714, se presenta un último grupo de prebendados que muere o es promocionado entre 1714 y 1720, pues se dan las muertes sucesivas del chantre, Bernardo de Hinestrosa Príncipe, en 1715; del arcediano Francisco Antonio de Salazar Betancur, en 1717, y del deán Miguel de Ressa Montoya en 1717, lo cual dio paso a un periodo de renovación de la planta capitular que se fortalece con la llegada de un nuevo obispo, en este caso, Juan Gómez Navas y Frías (1716-1726).
Promoción eclesiástica y cursus honorum: entendiendo la movilidad capitular payanesa
Hablar de promoción obliga a pensar en la circulación de personas, redes, mobiliarios e ideas, y a considerar que esta era una posibilidad de ascenso social tanto para los eclesiásticos como para oficiales reales y militares, presente, incluso, en diversas monarquías, como la española y la portuguesa.100 La Recopilación de las leyes de Indias establecía que la presentación de candidatos para dignidades, prebendas y canonjías era realizada por los obispos y arzobispos de las iglesias indianas, quienes, además, estaban obligados a informar sobre las vacantes de las catedrales y recomendar a los sacerdotes beneméritos de sus episcopados.101 El proceso de elección de un candidato eclesiástico pasaba por el reconocimiento de las vacancias en las corporaciones de poder eclesiástico, la revisión de Relaciones de méritos y servicios y de Informaciones de oficio y parte que contenían la indagación y verificación por medio de testigos de la información brindada por estos documentos, y las recomendaciones de autoridades como prelados, gobernadores, oidores, presidentes de audiencia o virreyes; la elección por parte del Consejo de Indias de una terna de candidatos que se correspondía con el perfil del cargo vacante. Esta terna era presentada al rey en forma de consulta, y era el monarca quien, en definitiva, ejerciendo su responsabilidad como vicario y patrono de la Iglesia católica en sus reinos, tomaba la decisión final y procedía al nombramiento del candidato mediante cédula real.
La consulta del Consejo de Indias termina sintetizando los datos más relevantes del candidato, el documento elaborado sirve como mecanismo de enlace entre el cursus honorum, los méritos y servicios de un candidato, el perfil del cargo vacante, una breve caracterización de quienes tenían derecho al ascenso y la presentación de los candidatos que, a juicio de los consejeros, cumplían con los requisitos para el nombramiento. Estos requisitos que, además, definían un perfil en general estaban referidos a la preferencia de clérigos letrados de las universidades de Lima y México, o de los colegios seminarios, o que hubieran servido ya en las iglesias catedrales de los reinos, o hubieran sido doctrineros de indios y extirpado idolatrías.102 He aquí el porqué de la importancia de las consultas que son la mejor evidencia histórica del ejercicio de poder relacional entre el rey, el Consejo de Indias y las corporaciones eclesiásticas. Hay que mencionar que este documento tiene algunas variaciones en su contenido a lo largo del siglo XVII, pues hay periodos en que solo se presenta la terna de candidatos con los cargos que poseían, mientras en otras se sintetizaban los méritos, los servicios y las recomendaciones de mayor importancia. En este último tipo de consultas, es posible, incluso, saber cuál fue la elección de candidatos para la terna hecha por cada consejero de Indias.103 También fue posible estudiar otro tipo de consultas, que, según Lucrecia Enríquez,104 surgían de las recomendaciones hechas por los obispos, caracterizadas por ser una lista de candidatos, en el caso payanés, del clero secular que podía aspirar al nombramiento en una prebenda vacante en el capítulo catedral.
No obstante, esta circulación está constituida por diversos movimientos definidos según la corporación en que se diera el nombramiento. Estos pueden ser los siguientes: a) internos, es decir, en el interior de una misma corporación en una misma localidad; b) externos, cuando se pasa de una corporación a otra, en un mismo lugar o en otra geografía; c) ascensos, cuando se accede a un cargo mejor y mayor respecto de renta, responsabilidad y prestigio; d) permanencias, cuando indiferente del cargo se permanece en una corporación por largo tiempo, y e) descensos, cuando se pasa a otra corporación, pero en un cargo menor o en otro lugar sin mayor prestancia económica o política con respecto al que se poseía.
Presentaré inicialmente las promociones externas. No fue muy profusa la movilidad de capitulares de Popayán a otras catedrales indianas. No obstante, los casos que se presentan muestran una lógica de circulación que pone de relieve la vinculación entre el arzobispado metropolitano de Santa Fe, el obispado de Quito, el obispado de Cartagena y el obispado de Popayán. Hay que dejar claro, en primera instancia, que los capitulares designados para el cabildo catedral de Popayán no provienen de otras catedrales y, por ende, no poseen cargos anteriores. De los cincuenta prebendados nombrados por el Consejo de Indias para ocupar un cargo en el cabildo catedral del obispado de Popayán, solo Andrés del Campo Salazar pasó de ser deán de la catedral de Huamanga en el Perú a chantre de la Catedral de Popayán,105 lo cual podría ser considerado como un descenso dada la preeminencia del obispado peruano sobre el payanés. Así, una buena parte de los capitulares consultados fueron clérigos o curas beneficiados de distintas parroquias y obispados (tabla 6).
Tabla 6. Cargos anteriores de los capitulares del cabildo catedral de Popayán, 1546-1714
Nombre | Parroquia |
Melchor de Henao | Cura beneficiado de Cali (Popayán) |
Juan Guijarro | Cura beneficiado de Anserma (Popayán) |
Francisco Hernández | Cura de Anserma y Arma (Popayán) |
Juan Jiménez de Rojas | Cura de Anserma (Popayán) |
Alonso Ortiz | Cura de Pasto (Quito) |
Gregorio Rodríguez Franco | Diácono de La Paz, vicario de Machacay (Los Charcas) |
Juan Montaño | Cura beneficiado de Cali (Popayán) |
Miguel de Urdagaya | Cura de la Catedral de Guadalajara, cura de las minas de Zacatecas, cura beneficiado de Caramancholes (Alcalá) |
Hernán Ponce de León | Cura beneficiado de Cali (Popayán) |
Francisco Vélez de Zúñiga | Cura beneficiado de San Sebastián (Quito), cura beneficiado de Almaguer, cura beneficiado de Juanambú (Popayán) |
Fernando de Oruña | Cura de Santo Tomé de Guayana (Caracas), cura coadjutor de Santa Fe de Antioquia (Popayán) |
Francisco Ramírez Florián | Doctrinero de Gámeza (Santa Fe), Caloto y Buga (Popayán), cura de Cali y Popayán (Popayán) |
Fernando de Solórzano | Cura beneficiado de Cartago, Buga y Cali (Popayán) |
Juan González Maldonado | Cura rector de la catedral (Popayán) |
Antonio de Landaeche | Cura beneficiado de Talabique, Bochín, Cumica (Panamá); capellán de la aduana de San Francisco de Cruces (Panamá) |
Lucas del Campo Salazar | Cura de la catedral de Huamanga, cura de T imaná, Almaguer y La Plata (Popayán) |
Juan Dávalos | Cura de Cartago y de San Lesmes de Supía (Popayán) |
Pedro de Herrera Gaitán | Cura beneficiado de Cali y Buga (Popayán), cura coadjutor de Antioquia (Popayán) |
Francisco Sánchez Alvarado | Sacristán Mayor, cura rector de la Catedral (Popayán) |
Cipriano de Salcedo | Cura beneficiado de Mompós (Cartagena) |
Pedro Domínguez de Monroy | Cura interino de Guacarí y Timaná, cura vicario de Guambía (Popayán), cura de Chillo y Píllaro (Quito) |
Miguel de Ressa Montoya | Cura de Guambia (Popayán) |
Francisco Javier de Salazar Betancur | Cura de Guambia, Roldanillo y Caloto (Popayán) |
Fernando Antonio de Salazar Betancur | Cura de La Cruz y San Juan del Pongo, cura beneficiado de Buga (Popayán) |
Bernardo Inestrosa Príncipe | Cura rector de la catedral de Popayán |
Fuente: Elaboración propia con datos de las actas capitulares del Archivo General de la Nación, Arzobispal de Popayán, cartas y documentos del Archivo General de Indias.
Varios capitulares iniciaron su carrera eclesiástica siendo curas de algunos de los beneficios parroquiales de los obispados de Popayán, Quito, Caracas, Panamá, Guadalajara, Huamanga y Los Charcas, el arzobispado de Santa Fe y el Colegio Mayor de Alcalá de Henares. Solo se presenta un caso de circulación entre la Nueva España y Popayán, el de Miguel Urdagaya, lo que demuestra que las catedrales novohispanas no estaban incluidas en este circuito de promoción con la América meridional, situación que merecería un análisis más amplio en el caso de los arzobispos y capitulares de la Catedral de Lima y de la Catedral de México. Ahora bien, esto expone una lógica de circulación para el obispado payanés: los candidatos promocionados eran, por lo general, curas beneficiados o doctrineros, circulación que debía repetirse en otros obispados indianos considerados por la Corona como de bajo perfil o mejor referidos por el Consejo de Indias como “obispados de esta clase”.106 Esta afirmación surge de la revisión del catálogo y de los documentos que constituyen las consultas del Consejo de Indias en que se develó que los candidatos que se consideraban para ocupar algunas de las prebendas de la Catedral de Popayán eran, en primera instancia, los capitulares de esta corporación y aquellos curas del obispado de los que el Consejo tenía conocimiento que eran clérigos (“en esta iglesia no se proveen más que las cinco dignidades y no se sabe quién es cura”107), seguido de algunos capellanes y clérigos de otros obispados que eran considerados de último lugar. Además, el Consejo de Indias identificó que los prebendados que eran propuestos para el cabildo catedral de Popayán no iban a servir sus prebendas “por el corto útil de sus rentas”.108
La revisión de las consultas da a entender que el Consejo de Indias tenía un listado con perfiles ya establecidos de quienes eran los candidatos a los que, según su rango, carrera y procedencia, correspondía ser considerados para una determinada vacante. Esto explicaría el porqué para un obispado como el de Popayán el listado de candidatos para una prebenda estuviera constituido por los capitulares del cabildo, y dado que no había canónigos ni racioneros, por los clérigos presbíteros del obispado de los cuales el Consejo de Indias tenía conocimiento. A esto hay que agregar otro enunciado descubierto en varias consultas: “ni las otras [iglesias] tienen ascenso a ella [la catedral]”109 o “ni los de otras iglesias [racioneros y canónigos] tienen ascenso a ella”,110 lo cual demuestra que, distinto de la elección de los obispos, no era probable que un prebendado, capitular o dignidad de otro cabildo eclesiástico indiano, fuera designado a la corporación catedralicia payanesa. Además, la ausencia de un colegio seminario en el obispado y canonjías y prebendas menores, como raciones y medias raciones, obstaculizaba el fortalecimiento del clero local y, a la vez, el posible nombramiento de canónigos de otras catedrales indianas. No obstante, este tipo de circulación asignada para el cabildo catedral de Popayán tendría que compararse con la movilidad y la promoción de los prelados de Popayán para saber si se corresponde o si en el caso de los obispos el Consejo de Indias también asignó una política distinta.111
Si bien fue posible establecer una inicial procedencia eclesiástica de los prebendados del cabildo catedral de Popayán (curas beneficiados o clérigos presbíteros/doctrineros), también se descubrió la existencia de patrones de ascenso entre catedrales, lo que debió permitir una conexión más estrecha entre las corporaciones catedralicias y los episcopados indianos. Para el caso del cabildo payanés, este fue considerado en las consultas del Consejo de Indias como una corporación de ascenso al arzobispado metropolitano de Santa Fe112 (“Popayán que es ascenso a la de Santa Fe”). Esto se comprobó con aquellos capitulares que lograron ser promovidos a otras catedrales indianas desde el obispado payanés (tabla 7).
Tabla 7. Promociones a catedrales indianas de capitulares del cabildo eclesiástico de Popayán, 1546-1714
Nombre | Lógica de promoción | Año |
Arcediano Gregorio Rodríguez Franco | Canónigo Catedral de Quito | 1594 |
Tesorero Fernando de Oruña | Canónigo Catedral de Huamanga | 1633 |
Deán Francisco Ramírez Florián | Tesorero Catedral de Arequipa (no aceptó), tesorero Catedral de Quito | 1651 |
Chantre Fernando de Solórzano | Tesorero Catedral de Santa Fe | 1648 |
Deán Gonzalo Guiral | Tesorero y maestrescuela Catedral de Santa Fe | 1669 |
Deán Antonio de Landaeche | Tesorero, maestrescuela y arcediano de la Catedral de Panamá | 1656 |
Tesorero Lucas Fernández de Piedrahíta | Racionero, canónigo, tesorero, maestrescuela y chantre de la Catedral de Santa Fe, obispo de Santa Marta, obispo de Panamá | 1656 |
Maestrescuela Agustín de Olea Salazar | Canónigo, maestrescuela, chantre, arcediano de la Catedral de Santa Fe | 1663 |
Chantre Francisco del Pino | Racionero de la Catedral de Quito | 1653 |
Arcediano Gregorio Belín de Baños | Canónigo y tesorero de la Catedral de Cartagena | 1667 |
Deán Pedro de Herrera Gaitán | Canónigo de la Catedral de Cartagena (no acepta), canónigo de la Catedral de Santa Fe | 1668, 1670 |
Deán Jacinto de Arboleda | Tesorero de Cartagena (no aceptó) | 1673 |
Arcediano Luis de Rojas Páramo | Canónigo de la Catedral de Santiago de Chile | 1684 |
Tesorero Cipriano de Salcedo | Canónigo, maestrescuela, chantre, arcediano y deán de la Catedral de Santa Fe | 1676 |
Chantre Fernando Antonio de Salazar Betancur | Canónigo y chantre de la Catedral de Quito | s. f. |
Fuente: Elaboración propia con datos de las actas capitulares del Archivo General de la Nación, Arzobispal de Popayán, y cartas de los primeros obispos de Popayán del Archivo General de Indias.
A pesar de que fueron pocas las promociones a otras catedrales, las que se presentaron en la tabla 7 muestran una conexión implícita entre la Catedral de Popayán con la Catedral de Santa Fe (con seis promociones), la Catedral de Quito (con cuatro promociones) y la Catedral de Cartagena (con tres promociones, dos de las cuales no son aceptadas). Como demuestran las consultas del Consejo de Indias, si bien al cabildo eclesiástico de la Catedral de Popayán tenían acceso los clérigos presbíteros del obispado, esta corporación también podía promoverse a estas otras tres catedrales, por lo que se puede inferir que existía, además de una clasificación de catedrales según su importancia, una relación de ascenso y promoción entre ellas, lo que permitía que determinadas dignidades y prebendados pudieran ser considerados para las vacantes de determinadas catedrales. Esto evidencia una circulación eclesiástica no estrictamente predeterminada entre catedrales, pero sí con unos patrones establecidos sobre los que valdría la pena indagar de una manera más amplia, y que autores como Óscar Mazín han explicado como un sistema de correlaciones y de intercambios catedralicios activos, por lo menos en el caso de los episcopados novohispanos entre 1670 y 1747.113 Maximiliano Barrio, para el caso de los obispos castellanos, menciona precisamente que el cursus honorum de los candidatos a los episcopados de Castilla evidencia un ingreso inicial de los candidatos eclesiásticos a diócesis “pobres”, para luego ascender “por antigüedad y méritos a los arzobispados y a las mitras mayores”.114 Pensar, entonces, en patrones de promoción eclesiástica entre catedrales permite determinar los dispositivos y procesos de vinculación entre ellas a partir de la circulación y de los ascensos del clero secular (mapa 1).
Lo planteado demuestra que por lo menos para el siglo XVII y las dos primeras décadas del siglo XVIII existían ascensos directos entre catedrales (lo que llevó a un capitular de una catedral de bajo perfil a ser considerado para una catedral metropolitana o de un rol mayor) y perfiles asignados y preestablecidos para los cabildos eclesiásticos según su importancia, clase o sus rentas.115 ¿Qué determinaba esta clasificación para el Consejo de Indias y la Corona? Probablemente, una conjunción de elementos, entre ellos, en primer lugar, las rentas decimales, seguidas del número de dignidades y prebendados de una planta catedralicia, los tipos de eclesiásticos que existían en los episcopados y, en general, como se manifiesta en las consultas del Consejo de Indias para el obispado de Popayán, el conocimiento que tenía la Corona de la situación eclesiástica particular de cada obispado. Esto refleja otro asunto, y es que tanto las Informaciones como las Relaciones de méritos y servicios le servían al rey y al Consejo para conocer y reconocer a los eclesiásticos que vivían, se formaban y transitaban por los distintos reinos que componían la monarquía hispánica; así, en el momento en que se presentaba una vacante y se daba inicio al proceso de elección de un eclesiástico, se echaba mano de un inventario pormenorizado y a lo menos actualizado de curas, sacristanes, capellanes, doctrineros, misioneros, inquisidores, prebendados, obispos y arzobispos que asistían las parroquias, iglesias, ciudades y catedrales del mundo hispánico. El proceso que contenía la consulta traía consigo una correlación entre las partes, que, en palabras de Lucrecia Enríquez, debe ser entendido como una unidad que permite comprender cómo el ejercicio de gobierno monárquico contenía a los territorios, las corporaciones y los sujetos que componían la Corona.116
Mapa 1. Vínculos con catedrales según promociones capitulares, 1547-1714
Fuente: Elaboración propia con información analizada en el Archivo General de Indias.