Читать книгу Pancho Segura Cano: La vida de una leyenda del tenis - Caroline Seebhom - Страница 7

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Prólogo

Un partido para el recuerdo

Como en toda gran contienda, David enfrenta a Goliat. Pancho Segura, el pequeño: 1,68 m, trigueño, de piernas arqueadas y pies torcidos, ecuatoriano, dotado de una velocidad fenomenal y un drive devastador a dos manos. Pancho Gonzales, su alto rival: siete años menor, ágil, mexicano-estadounidense, con aires de estrella de cine, temperamental y temerario.

A los dos les dicen Pancho —que es como designaban los angloamericanos de entonces a cualquiera al sur de su frontera, seguramente pensando en Pancho Villa, el mexicano revolucionario—. «A mí no me molestaba», afirma Segura, mientras que a Gonzales el apodo lo enfurecía (1).

La fecha: 5 de julio de 1951. El lugar: la cancha de tenis más importante de Estados Unidos, el West Side Tennis Club en Forest Hills, en la ciudad de Nueva York. La superficie: césped, el terreno histórico del tenis; para algunos, el más complicado, rápido, traicionero y hermoso. El torneo enfrenta a todos contra todos y es bien recibido por aficionados que vienen a ver competir múltiples veces a sus jugadores preferidos en lugar de asistir a partidos de eliminación simple.

Los dos ya han jugado muchas veces, pero este es su primer enfrentamiento en césped. Segura, con 31 años, está en su mejor nivel. Al momento defiende el título profesional de Estados Unidos tras ganar, en 1950, en Cleveland, al invencible monarca de «saque y red» Jack Kramer (2), considerado el mejor jugador del circuito, campeón profesional en 1949. En cuanto a su oponente, luego de una carrera llena de altibajos, Gonzales, de 24 años, empieza a mostrar su verdadera calidad, y los aficionados a intuir que dentro de poco este feroz y agresivo jugador de tenis alcanzará el nivel más alto.

Segura llega al match sin haber perdido un solo set en los cuatro partidos previos. Gonzales ha ganado tres de cuatro juegos. Las estadísticas favorecen a Segura, pero la altura de Gonzales, su condición atlética y su potencia hacen del resultado algo incierto. Gonzales ha derrotado a Segura en un torneo de todos contra todos en Filadelfia, meses antes, y al momento le lleva la delantera en el ranking profesional. El contraste en la apariencia física de ambos es tal que todos dudan que el menor de los Panchos, pese a sus triunfos, pueda compensar sus evidentes desventajas.

El partido está programado para el inicio de la tarde. Ha llovido, lo que implica mayores dificultades en el desarrollo del juego: una superficie tan complicada que provoca trayectorias erráticas de la pelota y posibilidades de lesión. Cuatro mil aficionados abarrotan los graderíos, saben que el duelo ofrecerá una muestra espectacular de tenis entre dos jugadores deliciosamente dispares. Los conocedores del tenis de otras épocas recuerdan los grandes partidos de la década de 1920 entre Big Bill Tilden (3), el jugador más alto de su momento, con 1,85 m, y su perenne rival, Little Bill Johnston, con 1,72 m. El uno ligero, diestro y veloz, casi siempre perdía hacia el final ante la superioridad física y la fuerza de voluntad de Tilden.

Los aficionados al deporte, por lo general, apoyan a quien lleva las de perder y, como Johnston, Segura despierta la pasión de la multitud con todas sus aparentes desventajas. Los golpes «engañosos» que descolocan a su rival como por obra de magia, el drive lapidario a dos manos, tan preciso que donde pone el ojo pone la bola, la anticipación casi sobrenatural que anula la fuerza de una pelota que pudo ser un winner. Cuando Segura ejecuta uno de sus drop shots disfrazados, que dejan a su rival varado y confundido, el Guerrero Inca (4) (como lo han tildado los periodistas deportivos) mira a los graderíos, lleva su dedo índice a la frente en un gesto y sonríe. Los aficionados enloquecen.

En este portentoso día de lluvia, Gonzales sale al ataque. La cancha mojada y la relampagueante respuesta de Segura pronto ponen a prueba su devastador juego de saque y bolea. La devolución de Segura, ese particular golpe desafiante y vital, resulta implacable y pone a Gonzales a la defensiva. El saque de Segura, aunque no tan poderoso como el de otros, este día tiene la precisión de un reloj suizo, enviando a Gonzales a ángulos de difícil respuesta o clavándolo en el centro de la cancha, donde no tiene defensa alguna. Sin embargo, lo más notable del partido es quizá la velocidad de Segura. En vez de ser un impedimento, la superficie resbalosa parece inyectar en las piernas del ecuatoriano una energía inesperada. Mientras avanza el partido, Gonzales desfallece y Segura eleva su nivel de juego.

«Ese día sentía que volaba», concede Pancho Segura más adelante con una sonrisa.

El primer set termina 6-3. El segundo 6-4. Los aficionados ya huelen la victoria para el «pequeño dínamo». Segura mantiene sus errores al mínimo, en tanto Gonzales, molesto y frustrado, empieza a fallar. Ahora, el más espigado de los Panchos pierde totalmente la confianza. En el momento decisivo Gonzales abandona su principal fortaleza, su juego en la red, donde por lo general domina, para aferrarse a la línea final.

Segura, con gran inteligencia, entiende lo que esto significa y saca pronta ventaja, atacando a su oponente con un drive preciso, diversificando sus golpes con astutos drop shots y ubicando sus reveses con tal claridad que Gonzales no tiene respuesta. Segura no solo que salva milagrosamente algunos de los mejores golpes de Gonzales, sino que los convierte en puntos a su favor. El espíritu ganador de Gonzales jamás ha sido cuestionado, pues ha convertido muchas aparentes derrotas en victorias. Pero en esta ocasión, cuando el tercer set se va de sus manos, no hay nada que pueda hacer para salvarlo. Segura es invencible y gana el último set 6-2. El partido termina en menos de una hora.

Los periodistas que cubren el partido están asombrados por la victoria del más pequeño de los Panchos. El legendario escritor de tenis, Allison Danzig del New York Times, dice que: «Segura le quitó el filo al potente juego de saque y red de Gonzales con la violenta y recurrente precisión de sus calculados contraataques. En el último set, en césped mojado, el espigado californiano finalmente cedió ante la presión». Jesse Abramson del New York Herald Tribune, no estaba menos impresionado al describir al «resuelto y habilidoso» Segura como alguien que «arrasó» a Gonzales: «[Él] sobrepasó a su rival más espigado desde la línea final y con frecuencia superó al mercurial Gonzales en la red… su velocidad, cobertura de cancha e infranqueable defensa fueron demasiado para Gonzales».

Los conocedores de tenis sabían que la victoria de Segura, esa tarde en Forest Hills, no era motivo de sorpresa. Entendían cómo pensaba un partido, cómo su velocidad y anticipación jugaban a su favor sobre este tipo de superficie, cómo su abordaje físico y psicológico del tenis lo convertía en uno de los jugadores más originales en la historia del juego. Sabían lo bien que se había preparado, estudiando los movimientos de raqueta de su rival y ensayando de forma incansable los golpes que lograrían doblegar a su oponente más alto y fuerte que él. Pero muchos ese día, al ver que el pequeño, delgado y estevado ecuatoriano estallaba contra el atlético y gigantesco californiano, sentían que veían un extraño cometa centellear a través de un cielo oscurecido por la lluvia. El marcador final era inimaginable. No valía siquiera una apuesta mínima. Se suponía que, esa tarde, Segura no debía ganar. Y pese a ello, destruyó a Gonzales en apenas tres cortos sets. ¿Cómo explicarlo?

1. Gonzales, que se llamó originalmente Ricardo Alonso González, tomaba el sobrenombre como un insulto xenófobo; en el caso de Segura el apelativo coincide con el hipocorístico de su primer nombre, Francisco.

2. Jack Kramer: tenista de Estados Unidos que brilló como amateur en los años cuarenta y como jugador profesional en los años cincuenta. Fue una de las personas más activas en el desarrollo del profesionalismo en el tenis, formando su propio circuito profesional. Fue el primer jugador de jerarquía en emplear constantemente el juego de saque y red. Se lo considera el fundador de la ATP.

3. Bill Tilden: estrella del tenis estadounidense de los años 1920 y 1930, considerado como número 1 del mundo durante siete años y entre los más grandes tenistas que ha dado la historia. Su gran categoría, su supremacía y su fama lo hicieron uno de los hombres más influyentes en la historia del «deporte blanco», cambiando la imagen de este en todo el mundo.

4. Guerrero Inca: nombre que le daban los periodistas a Pancho Segura. Los incas constituyeron el imperio más grande y poderoso de Sudamérica en la época precolombina. Ellos ocuparon el territorio del Ecuador por un período no mayor de 60 años.

Pancho Segura Cano: La vida de una leyenda del tenis

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