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Parte 1

“Este es el momento”, pensó Celith. “Llegó la hora de marcharme de aquí. Ya casi finaliza el año y lucharé para que en este nuevo comienzo pueda ser feliz. Me alejaré de esta ciudad y de esta sociedad enferma…”.

Celith sentía que en la gran ciudad la vida de ella y de las mujeres corría peligro.

Ella se sentía vulnerable, más cuando otras compañeras de un mas junto a otras compañeras denunciaron a un violento golpeador denunciaron a un violento golpeador, marido de una de las mujeres que pedía ayuda.

El tipejo amenazó a Celith y a otras mujeres más. Les prometió que, cuando lo liberasen, las buscaría, a una por una…

No podía sacarse de la mente la mirada de odio que este sujeto les dirigió. Especialmente a Celith. El tipo recorrió con la mirada todo el cuerpo de la muchacha. Era un depravado.

Tuvo varias pesadillas. La situación de violencia la estaba desbordando. No encontraba respuestas a tanta maldad. Decidió que alejarse, poner distancia, sería una buena solución.

“¡No quiero sentir este terror!”, pensó la chica.

Por eso, dada la ocasión que se presentaba con la reciente muerte de su abuelo, encontró propicio marcharse de allí. Alejarse definitivamente…

Cuando llegó a Monte, hacía mucho calor. Caminó, descalza, estaba allí parada, el agua de las olas del mar la salpicaba. Era 2019, había viajado varias horas para llegar a ese lugar solitario, pero tan hermoso, tranquilo y pintoresco.

Amaba el mar y los acantilados eran majestuosos. El mar bramaba con sus olas celestes y tibias. Conformado por un golfo que hacía que el agua del mar estuviera tibia.

Y la energía que el mar transmitía era muy relajante en esos momentos.

Se sentía casi feliz…

Serían como las tres de la tarde. Esperó tanto, y ahora que allí estaba, la calma era absoluta. No andaba casi nadie en esas playas alejadas. Respiró hondo. No había prisa por nada, era su tiempo, su lugar, el sueño cumplido…

Cerró los ojos. Sentía la brisa del mar. De pronto comprendió que algo la atraía hasta allí, algo más la llamaba a regresar a este lugar donde de pequeña la traía su abuelo tan querido. Este lugar tenía magia…

Seguía con sus ojos cerrados, absorbiendo la energía del lugar, cuando sintió que alguien pasó corriendo por detrás de ella. Cuando abrió sus ojos para ver quién sería, este ya no estaba, alguien se hundía en el agua, jugando seguramente…

Solo sintió su perfume, un muy rico aroma masculino. Eso era, porque vio unos fuertes brazos que se movían, hundiéndose en el agua, un hombre nadaba y se alejaba del lugar…


Solo vio su espalda, sus fuertes brazos. Notó que ese desconocido tenía buen estado físico. Eso pensó Celith.

Lo que más sintió fue su perfume, que quedó flotando en el aire.

Después de refrescarse en el mar, Celith volvió hacia el lugar donde tenía su sombrilla y más cerca de su auto. Se puso bronceador, se colocó sus gafas de sol y su sombrero. Todo estaba bien…

La brisa marina la relajaba, sentía la vida, una sensación de libertad que hacía tiempo anhelaba disfrutar. Se durmió sin darse cuenta en esa playa…


…..

El ritual del vampiro

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