Читать книгу El ritual del vampiro - Cielo Montiel - Страница 8
ОглавлениеCel rãu se miró al espejo, maldiciendo sin cesar. Curaba su piel enrojecida con su propia saliva, y de unas hojas de una extraña planta que había encontrado en el monte, retiraba su savia y la colocaba sobre su piel herida que sangraba un poco…
Apagó las luces de la habitación, solo dejó una pequeña vela encendida en un rincón…
Una vez que curó sus heridas, se sentó frente a una fogata. El lugar era raro y sombrío. Cel rãu vivía en una caverna que estaba en uno de los acantilados ubicados sobre la playa. Todo estaba lleno de vegetación y plantas que ocultaban la entrada de la caverna. Era un lugar donde solo viviría un salvaje. Y eso es lo que él era, aunque no lo pareciera. Cel rãu era un hombre muy misterioso y enigmático, con un atractivo sexual increíble.
Él era un Dhampiro, un híbrido mortal.
La caverna donde vivía estaba ambientada con lo más básico. Tenía una iluminación que provenía de un panel solar, aunque prefería iluminar con velas o el fuego de su hoguera. El agua del grifo se filtraba con la más segura tecnología que en estos tiempos modernos supo conseguir sin llamar demasiado la atención. Tenía antiguos muebles y hasta poseía espejos. Adornó un poco el lugar con grandes macetones y flores de hermosos colores. Era una caverna muy bien equipada.
Increíble que alguien viviera allí, pero así era. En el pueblo nadie sabía de su existencia. Estaba lo suficientemente alejada de la vista de la gente. Las pocas personas que vieron a ese extraño hombre no se molestaron nunca en saber quién sería ese extranjero frío y serio.
Cel rãu bebió un poco de vino, comió un trozo de queso mientras contemplaba el fuego de su hoguera, sentado en su sillón de cuero.
En la playa hacía calor, pero adentro la caverna era fría. Mantener la hoguera encendida no solo la iluminaba, también la protegía de la humedad.
Aquel hombre de pronto calmó su mal genio, se quedó pensativo, en silencio.
Miró su copa de vino, bebió otro sorbo y sonrió… y pensó…
“¡Qué bella mujer! ¡Nunca había visto a una mujer tan perfectamente hermosa!”.
“¿Quién será?”.
Fui un imbécil en tratar de acercarme a ella. Arriesgué mi piel y me quemó el sol. Fue un impulso estúpido tratar de tocarla, nunca me pasó algo así. Y lo más gracioso, me sentí como un hombre, olvidé que soy un monstruo.
Menos mal que ella estaba parada cerca del agua, las olas mojaban sus hermosos pies y pude zambullirme hacia la profundidad del mar y salvar mi dignidad.
“Fue un momento de debilidad, hace mucho tiempo que estoy solo”, pensó.
Cel rãu cerró sus ojos, imaginó, casi sin poder evitarlo, que besaba la boca de aquella mujercita. Recordar el cuerpo hermoso de la muchacha lo excitó inmediatamente. Hacía mucho tiempo que sus deseos estaban casi extintos en su cuerpo. Bloqueó sensaciones, pero tenía mucho de humano.
“¡Es una turista! — pensó—. No la volveré a encontrar, seguro anda de paseo, como todas las personas que han visitado estas playas. Vienen, curiosean y luego desaparecen”.
“Mañana saldré de cacería, necesito provisiones”.
Trató de relajar su cuerpo, pero no lo logró. Sentía deseos de conocer a aquella mujer. Fue extraño que una insignificante turista de pronto lo excitara tanto con solo verla.
“ ¡No le daré importancia a estos pensamientos! —se dijo así mismo—. ¡Lo único que falta!”.
La noche llegó rápidamente aliviando su piel herida. Verse así lastimado lo preocupó. Cel rãu sabía que moriría. Si bien él provenía del linaje de los vampiros chupasangre, no era inmortal. Sentía que el tiempo que transcurría debilitaba su cuerpo. Debía revertir esta situación, elegir a una mujer virgen, y beber su sangre en la noche de la próxima luna roja. Una mujer que además debería amarlo y entregarse por voluntad propia. Así estaba escrito el ritual de sangre que él debía llevar a cabo.
Esperaría…