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1. La Predicación Pastoral y la
Predicación Evangelista

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Desde la perspectiva de los ángeles en el cielo, existen únicamente dos tipos de personas en este planeta – Cristianos y no Cristianos. De acuerdo, tendemos a observar mucha más variedad que eso porque vemos a las personas a través de lentes sociales y económicos. Así vemos ricos y pobres, educados y no educados, buenos y malos, famosos y desconocidos, poderosos y vulnerables, hombre y mujer, etc. Estoy seguro que los ángeles de Dios también ven estas diferencias, pero tales cosas son insignificantes cuando se trata de nuestro destino eterno. Lo que importa por sobre todo lo demás es si la persona está o no en Cristo.

Los predicadores deberían tener una perspectiva similar a la de los ángeles. Nuestra principal preocupación debería ser si nuestros oyentes están o no en Cristo. La predicación evangelista es necesaria para traer pecadores al reino. Pero también tenemos una segunda tarea: ayudar a aquellos quienes han venido a Cristo a crecer espiritualmente. Lograr este objetivo requiere de la predicación pastoral. Algunos pudieran pensar que esta distinción entre la predicación evangelista y la predicación pastoral es artificial, pero Jesús mismo reconoció los dos tipos de predicación cuando dio Su Gran Comisión:

Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. (Mateo 28:18-20)

El llamado a la predicación evangelista

La primera tarea que Jesús dio a sus discípulos fue la de reproducirse a sí mismos trayendo personas al reino de Dios. Ellos debían de “hacer discípulos”. ¿Cómo iban ellos a hacer esto? Predicando. Las representaciones paralelas de la Gran Comisión en los otros evangelios deletrean esto muy claramente, particularmente cuando reconocemos que la palabra traducida “proclamad” en la RV77, es traducida como “predicad” en muchas otras versiones. En el Evangelio de Marcos leemos: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Marcos 16:15–16). Encontramos palabras similares en el Evangelio de Lucas: “Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:46–47). Claramente Dios nos manda ir a todo el mundo no Cristiano predicando las buenas nuevas de Jesús y Éste crucificado y llamando a las personas al arrepentimiento y fe en Él. Aquellos quienes respondan a este llamado han de ser iniciados en colonias locales de fe llamadas “la iglesia”. Esta iniciación es a lo que Jesús se refería cuando habló de “bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19).

La predicación evangelista es necesaria porque, de acuerdo con la Biblia, cada persona en la tierra está en rebelión contra Dios su hacedor. Esto es verdad aún si ellos son seguidores sinceros de alguna otra religión. Los Africanos en sus religiones tradicionales Africanas están tan perdidos y en rebeldía como los Asiáticos y sus religiones místicas. Ellos están adorando un Dios que no conocen e insisten en adorarlo a su propia manera. Dios está preocupado por esto y quiere corregirlo. Él hace esta corrección al mandar predicadores a todos los pueblos de la tierra con las buenas nuevas de salvación a través de Cristo Jesús.

Predicando en Atenas en el primer siglo, el Apóstol Pablo dijo:

Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. (Hechos 17:29–31)

Pablo estaba desafiando el pensamiento erróneo en la religión del pueblo de Atenas y diciéndoles ¡que el tiempo se había terminado! Dios ya no iba a tolerar este tipo de ignorancia y ahora estaba demandando que todos los pueblos en todo lugar abandonaran las formas falsas de adoración. Él había revelado a su Hijo, Cristo Jesús, como el camino, la verdad y la vida. Él estaba ahora llamando a todas las personas en todo lugar a someterse a Jesús o a ser condenados para siempre. Jesús quien había muerto estaba ahora vivo e iba a juzgar a todos los seres humanos en el día final del juicio.

Como Pablo, nosotros cómo predicadores debemos proclamar el evangelio del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo para todos y cada uno. No debemos ir únicamente a aquellos quienes dicen no tener religión. Debemos ir incluso a aquellos quienes son sinceros en sus religiones sin Cristo e implorarles que vengan a Cristo en fe y arrepentimiento. No es políticamente correcto hacer esto, pero debe ser hecho si vamos a ser fieles a nuestra comisión.

La predicación evangelista debe luchar con las conciencias de los incrédulos. Debe ir a las cuevas donde están escondidos y hacer que salgan. ¿Cómo? Entendiendo los argumentos y filosofías que ellos utilizan para cegar sus conciencias al hecho de que están viviendo en rebelión y pecado. Debemos entonces mostrarles a través del argumento lógico que sus posiciones son insostenibles. Esto es lo que Pablo hizo cuando le dijo al pueblo de Atenas que el Creador no vive en templos hechos por manos humanas y que ellos eran culpables de idolatría, de la cual Dios les mandaba que se arrepintieran.

Es por la Gran Comisión que el Cristianismo es imparable. La tarea evangélica continúa dando como resultado la reevangelización de cada generación y el esparcimiento del Cristianismo a nuevos territorios al cada generación pasar la estafeta a la siguiente generación. Los misioneros están siendo enviados a lugares donde el evangelio no ha echado raíces y nuevas iglesias están siendo plantadas. Siguen habiendo reuniones evangelísticas en varios lugares, llamando a los jóvenes y ancianos a poner su confianza en Cristo como su Señor y Salvador personal.

Cuando David Livingstone llegó por primera vez a África Central, no había Cristianos aquí. En efecto, África Central era un espacio vacío en el mapa mundial. Cuando él predicaba, frecuentemente había poco o ningún efecto visible y él estaba muy desanimado. Él escribió,

Había estado… en contacto más cercano con el paganismo de lo que nunca había estado antes; y aunque todos… eran tan amables y atentos conmigo como era posible,… sin embargo el soportar el baile, rugido y canto, las bromas, anécdotas, quejas, peleas y asesinatos de estos hijos de la naturaleza, parecía mucho más como una severa penitencia que cualquier otra cosa que hubiera conocido antes en el curso de mis deberes misioneros.2 Sin embargo, él tenía la esperanza que la predicación de misioneros y pastores posteriores llevarían más fruto ya que estarían construyendo sobre los fundamentos establecidos por misioneros pioneros.

Nuestras obras y frutos son cumulativos; trabajamos para otro estado de las cosas. Los misioneros futuros serán recompensados con conversiones por cada sermón. Nosotros somos los pioneros y ayudantes. Que no olviden a los vigilantes de la noche – nosotros, quienes trabajamos cuando todo estaba en penumbras y cuando no había evidencia de éxito en el camino de la conversión que alegrara nuestros caminos. Ellos sin duda tendrán más luz que nosotros, pero nosotros servimos a nuestro Maestro sinceramente y proclamamos el mismo evangelio que ellos proclamarán.3

Él estaba en lo correcto. ¡El trabajo de evangelismo está dando mucho fruto a través de toda África hoy!

Esta empresa evangelista debe, sin embargo, continuar hasta que la tierra sea llena “del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:9; Habacuc 2:14). O, para utilizar las palabras del Señor Jesucristo, “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14). La cosechadora espiritual cosechará adoradores del verdadero Dios del cielo a través de la historia humana, y entonces vendrá el fin. El coro de ángeles en el cielo será unido por voces de cada tribu, legua, pueblo y nación, traídas juntas por el evangelio.

Al pensar en la predicación pastoral en este libro, no debemos olvidar o pasar por alto la importancia de la predicación evangelista. No debemos llenar los edificios de la iglesia con la verdad mientras al error se le permite multiplicarse sin dificultad a fuera. Esto será contraproducente porque la oscuridad a fuera pronto llegará a invadir la iglesia, como frecuentemente ha sido el caso en el mundo Occidental. La luz del evangelio debe extenderse fuera de los edificios de la iglesia e ir a cada ciudad y pueblo. Debe traer la transformación de la sociedad al ser los hombres y mujeres traídos al arrepentimiento y fe en Cristo.

El llamado a la predicación pastoral

Una mirada más de cerca a la Gran Comisión de nuestro Señor Jesucristo nos muestra que la predicación evangelista debe conducir al trabajo de la predicación pastoral. Jesús continuó diciendo que una vez que aquellos que se han convertido son iniciados en colonias locales de fe, ellos deben ser “[enseñados] que guarden todas las cosas que os he mandado”. Eso es de lo que se trata la predicación pastoral. Es la enseñanza de aquellos quienes creen y son traídos a la iglesia. Ellos deben ser enseñados a obedecer todo lo que Jesús, su Señor y Salvador, dijo que debían hacer.

La vida Cristiana es una vida real. Es como la vida humana. Una vez que nace un bebé, necesita un buen hogar. Ese hogar debe ser higiénico, con suficiente buena comida y mucha atención amorosa y tierna. Estar en el tipo correcto de hogar es lo que va a asegurar un crecimiento apropiado. Así es como pasa con el Cristianismo. Los nuevos Cristianos deben ser iniciados en “la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (1 Timoteo 3:15). Allí, deben ser alimentados con leche pura de la Palabra de manera que puedan crecer. Esto es exactamente lo que el Apóstol Pablo escribió: “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1 Pedro 2:2). Dejaremos el tema de la iglesia local aquí por ahora, porque más tarde trataremos con la iglesia local como el contexto de la predicación pastoral.

La predicación pastoral asume que los principales oyentes son individuos quienes se han arrepentido personalmente de sus pecados y confiado en Cristo como su Salvador y Señor. Supone que aquellos a quienes se les está hablando han experimentado la obra regeneradora del Espíritu Santo y han comenzado a dar el fruto de obediencia a Dios. Entiende que estos individuos son habitados por el Espíritu Santo, quien tomará lo que se les está siendo enseñado regularmente y lo utilizará en sus vidas para su crecimiento espiritual. También presupone que han sido iniciados en el cuerpo local de creyentes llamado la iglesia local a través del bautismo.

Es claro que los apóstoles de nuestro Jesucristo adoptaron este punto de vista. Por ejemplo, el Apóstol Pablo escribió a los Colosenses diciendo, “A quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí” (Colosenses 1:28–29). Al utilizar el plural en la frase “anunciamos”, Pablo estaba señalando que esto no era solo su propia agenda personal. Esto era la tarea dada por el Señor Jesucristo a aquellos a quienes Él llamo al ministerio de la predicación. Ellos debían trabajar para presentar a todos maduros en Cristo y esto debía ser hecho a través de la predicación pastoral.

Para tomar prestadas las palabras de Pablo: “anunciamos… amonestando a todo hombre… enseñando a todo hombre en toda sabiduría”.

Mas delante en esta misma carta, Pablo les dice a los Colosenses, “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias” (Colosenses 2:6–7). De aquí es evidente que los apóstoles no pensaban que llegar a ser Cristiano era el final del proceso; más bien, era solo el comienzo. Una vez que las personas llegaban a ser Cristianos era importante para ellas comenzar a caminar en Cristo de tal manera que estuvieran arraigados y edificados en él y establecidos en la fe. Esto era el fruto de ser enseñados. Tal vez, aquí es donde entra la predicación pastoral. Es el medio por el cual los creyentes son ayudados a crecer en madurez en sus vidas Cristianas.

Es una reminiscencia del viaje de los Israelitas en el Antiguo Testamento a la tierra prometida, ¿no es así? Era un viaje. Dejar Egipto no significaba llegar a la tierra prometida. Ellos tenían un largo viaje por delante y durante ese viaje frecuentemente fueron castigados por Dios por pecar contra Él. Incluso después de haber llegado a la tierra prometida, ellos aún tenían una vida que vivir y frecuentemente se extraviaron. Dios les dio a Moisés en su viaje en el desierto para que les instruyera cómo vivir de manera que agradaran a Dios. Moisés les dijo, “Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis para tomar posesión de ella” (Deuteronomio 4:5). Ellos necesitaban ser enseñados de manera que pudieran vivir el tipo de vida que Dios quería que vivieran. Dios quería que vivieran completamente para Él, a pesar de estar rodeados por ídolos. Ese es precisamente el papel de la predicación pastoral. Es ayudar a los creyentes a vivir la vida que Dios quiere que vivan.

El llamado a la predicación evangelista y pastoral

Aunque he hecho una clara distinción entre la predicación evangelista y pastoral, no estoy sugiriendo que los pastores necesitan elegir una de las dos. Los pastores son llamados a ambas. Toma a Timoteo por ejemplo. El Apóstol Pablo lo dejó para pastorear la iglesia en Éfeso, esto es, a cuidar de los creyentes allí, “haz obra de evangelista, cumple tu ministerio” (2 Timoteo 4:5). Así, los dos tipos de predicaciones no son necesariamente excluyentes mutuamente. En efecto algunos sermones van a cumplir con ambas funciones: evangelizar no creyentes y edificar a los creyentes. Un sermón evangelista puede tener una aplicación para los creyentes, y un sermón destinado por los creyentes puede incluir un llamado evangelista.

Sin embargo, el punto que quiero señalar es que la iglesia que sobrevive únicamente de predicación evangelista cada Domingo terminará con creyentes desnutridos. De la misma manera que es tan importante para nosotros como predicadores, traer personas a Cristo a través de nuestra predicación, debemos estar conscientes de que también necesitamos edificar un pueblo para Dios. Esto será logrado mayormente a través de nuestra predicación pastoral.

Preguntas de discusión

1. ¿Por qué crees que es importante para un pastor ser claro sobre la distinción entre la predicación evangelista y pastoral?

2. Repasa los sermones que has predicado en los últimos dos meses. ¿Cuántos de ellos fueron evangelistas, cuantos fueron pastorales y cuantos fueron ambos?

3. ¿Cómo clasificarías mayormente tus dones como predicador? ¿Crees que eres llamado principalmente a ser un predicador evangelista o un predicador pastoral – o pudieras ser ambos?

La Predicación Pastoral

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