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4 Vuelta a la rutina

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Hacía tiempo que no se despertaba tan desganada, esa mañana tenía más ganas que nunca de quedarse un rato más en la cama, porque en sus sueños había estado con Virginia y no quería alejarse de aquello tan pronto. No podía creerse que ya hubiera pasado el fin de semana en Moapa Valley, tenía la sensación de haber estado allí dos minutos en lugar de cuatro días.

Suspiró y se obligó a incorporarse para quedar sentada sobre el colchón con aquel sentimiento de tristeza invadiéndola. Cogió el móvil de la mesita de noche y se le iluminaron los ojos al ver los mensajes de buenos días de Virginia, aunque le salió también un gesto lleno de nostalgia y un poco triste. La echaba demasiado de menos y no había pasado ni un día desde que se despidió de ella en el aeropuerto.

VIRGINIA: Buenos días, escocesa.

VIRGINIA: Te echo de menos y no tengo ganas de ir a clase.

VIRGINIA: No me puedo creer que ayer me despertara contigo y hoy no.

VIRGINIA: Menuda mierda.

VIRGINIA: Perdón, es que es una mierda de verdad.

VIRGINIA: Voy a prepararme para ir a clase.

VIRGINIA: (foto frente al espejo con cara de tontita)

VIRGINIA: Lo sé, lo sé, echas de menos este cuerpo.

VIRGINIA: Yo echo de menos el tuyo… :-P

VIRGINIA: ¿Soy rara si estoy tonteando contigo mientras duermes?

VIRGINIA: Sí, creo que sí.

VIRGINIA: Ya estoy en clase.

VIRGINIA: Espero que te despiertes bien.

VIRGINIA: Te echo mucho de menos.

AMANDA: Buenos días, tontita. Yo también echo de menos tu cuerpo, tu cara, pero sobre todo tu sonrisa. Y me quedaría en la cama, pero tengo que ir a trabajar. Esperaba verte a mi lado al despertarme, y hoy te perdono las palabrotas. Te aviso cuando salga de la ducha. ¿Cómo va tu clase? ¿Es interesante?

Dejó el móvil en la mesita de noche, se estiró y se levantó para ir directa a la ducha. Se hizo una coleta y se desnudó, sonrojándose cuando descubrió en su piel un par de marcas de las noches pasadas con Virginia. Al menos la californiana fue considerada y no se las hizo en sitio visibles. Quizás debería haberle mordido ella también, así se acordaría de esos momentos más a menudo.

No tardó mucho en ducharse, pensando que esa jornada en la panadería se le iba a hacer muy cuesta arriba, todas las emociones que había coleccionado durante aquellos cuatro días eran muy intensas y estando tan lejos pesaban mucho. La atraían hacia el suelo. Todo era distinto tras su primer beso con Virginia.

Aquel recuerdo la tuvo sonriendo como una tonta mientras se vestía, porque se lo había imaginado muchas veces, incontables, pero la realidad fue muchísimo mejor.

¿Cuánto faltaba para poder besarla otra vez?

Decidió responder la foto de Virginia con una suya, porque siempre le preguntaba cómo iba vestida, al principio creía que sus razones eran completamente inocentes, pero tras conocerla un poco más sabía de sobra cuáles eran sus intenciones reales. Aun así, continuó mandándole fotos, porque le gustaba que le dijera todo lo que pensaba y sentía al verla. Le encantaba que no supiera reprimirse. Tendría que pedirle consejo para aprender a dejarse llevar, porque ella pensaba y sentía mucho más de lo que decía en voz alta.

Fue a despertar a Micky y le acarició la mejilla con un dedo de forma delicada, el niño abrió los ojos como si los párpados le pesasen cien kilos, parecía que no era la única a la que le iba a costar volver a la realidad. Saludó a su hermano, lo cogió en brazos y notó cómo volvía a quedarse dormido sobre su hombro antes incluso de llegar a la cocina. Tuvo que espabilarlo de nuevo para que se sentase en su sillita, hizo el desayuno para ambos y preparó café de más para su madre y para Richard. Se sentó frente a un café y una tostada con aguacate y comprobó su teléfono mientras Micky bebía la leche con frutas usando una pajita, el pobre sorbía casi por inercia.

Eso sí que había sido un cambio importante, porque normalmente su móvil podía estar metido en el bolso todo el día u olvidado en la habitación, pero desde que hablaba con la californiana lo llevaba siempre consigo. Casi desde el principio, y eso que en aquellos momentos iniciales no tenía en mente nada más que charlar con una chica que escribía muy bien.

Se dio cuenta de que tenía una notificación en Twitter, un mensaje privado, y le gustó ver que era Liv.

LIVIA__9: Ey, Mandy, espero que estés bien y que hayas encontrado todo en su sitio en tu vuelta a Melbourne.

LIVIA__9: Y que no eches mucho de menos a la idiota de Gina.

LIVIA__9: O al menos que estés llorando un poco menos que ella.

A las amigas de Virginia les encantaba ponerla en evidencia, aunque ella ya sabía que había estado llorando, porque el día anterior, cuando hablaron por teléfono, lo hicieron las dos. Menudas tontas.

LIVIA__9: Te escribo porque me he dado cuenta de que no tengo tu número de teléfono y… necesito contarte algo.

LIVIA__9: Me siento cómoda hablando contigo.

LIVIA__9: Aprovecho para darte las gracias por quedarte conmigo y escucharme en Moapa Valley.

A_SÌTHICHE: Hola, Liv. Estoy bien, triste porque sí que echo de menos a Virginia, pero bien. Estamos en una relación a distancia y ahora toca esperar hasta la próxima vez... ¿Cómo estás tú? Te doy mi número de teléfono y hablamos por WhatsApp. Creo que Moapa Valley nos ha servido para conocernos mejor y yo también estoy muy cómoda contigo. Háblame cuando puedas y apunto tu teléfono.

Al salir de la conversación con Liv, vio la que compartía con GILLEY-B y sonrió por aquel paralelismo, lo último que hicieron Virginia y ella en aquel chat fue intercambiar sus teléfonos. Se mordió el labio y empezó a teclear.

¿Le haría ilusión tener una notificación en Twitter?

Donde empezó todo.

A_SÌTHICHE: Te quiero, tontita.

Todo era más intenso que antes del ansiado beso, hasta escribirle «te quiero» en un mensaje privado de Twitter le parecía mucho más profundo. ¿Se podrían guardar esas conversaciones? Porque quería tenerlas para el recuerdo.

—Buenos días, cariño —escuchó la voz de su madre y dejó de mirar el móvil para servirle café en su taza—. Muchas gracias.

—Buenos días —le devolvió el saludo y observó que Micky seguía sorbiendo lentamente con los ojos entrecerrados, por eso lo levantaba siempre antes, porque tardaba una eternidad en desayunar—. A alguien se le han pegado las sábanas hoy —se burló del pequeño.

—Buenos días, Micky, ¿cómo ha dormido mi niño? —preguntó su madre y el niño abrió un poco los ojos antes de volver a sorber de la pajita mientras la mujer le acariciaba la mejilla—. Una vez llegue a la guardería se le pasa el sueño, como siempre.

—Seguro. —Rio antes de tomar un sorbo de café.

—La próxima vez deberíamos guardarnos un día libre para adaptarnos antes de la vuelta al trabajo.

—¿Has pasado mala noche? —se preocupó.

—Me costó un poco dormir. —Su madre le dedicó su mirada con brillo especial, cuando recibía una de esas sabía que algo en ella le había recordado a su padre—. Tú ni siquiera estarás cansada, ¿verdad?

—La verdad es que no.

—¿Qué tal tu chica? —cambió de tema, y el elegido provocó que el corazón le bombeara como loco en el pecho—. Venga, no te pongas tontorrona y cuéntame algo, no quise molestarte en el avión ni cuando llegamos, porque supuse que querías hablar con ella.

—Sí que hablé con ella —confesó—. Siento si no os hice mucho caso, pero ayer fue un día… complicado.

—Me lo imagino, cariño, no debe de ser fácil. Sois muy valientes, se nota que os queréis mucho.

—Demonios, qué vergüenza.

Se tapó el rostro con las manos mientras escuchaba a su madre reírse.

—Me cayó muy bien. Se ve que es una buena chica.

—Tú también le gustaste a ella. Siento no haberte contado nada antes, pero me daba un poco de miedo tu reacción.

—Confieso que sospeché algo cuando decidiste romper con Corey, pero como no me dijiste nada lo dejé pasar. Que sea una chica me ha sorprendido, no voy a decirte que no, pero me da igual si estás con un chico, con una chica o sola toda tu vida. Yo lo único que quiero es que seas feliz, y punto.

Y lo sabía de antemano, porque la relación que mantenía con su madre siempre había sido muy estrecha, pero igualmente se emocionó al escucharlo.

—Soy muy feliz, aunque esté llorando.

Su madre le tendió la mano por encima de la isleta y ella la estrechó con la suya.

—Es normal que ahora te sientas así, demasiadas emociones juntas: estos días con Gina, separarte de ella, hablarlo conmigo... —Pudo ver que a Mariam se le humedecían los ojos—. No te pongas a llorar, Amanda, que me lo pegas siempre.

Sonrió al escuchar su tono de protesta y le apretó la mano.

—Lo siento, tengo que acostumbrarme a las despedidas y ya sabes que me emociono cuando hablo contigo de estas cosas...

—¿Ya sabéis cuándo os volveréis a ver?

—Aún no tenemos nada seguro, pero en principio habíamos pensado vernos en invierno.

—Qué envidia. Se os pasará rápido.

—Qué tonta. —Se rio, secándose las mejillas con las manos.

—Mandy, cógete más días de vacaciones y repártetelos a lo largo del año. Disfruta de tu relación con Virginia.

No, esa conversación no, por favor.

—Mamá, ya sabes que no me gusta faltar. Una panadería no debería cerrar, nuestro trabajo es que las personas tengan su ración de pan diaria… o de galletas Anzac, no se puede vivir sin galletas Anzac, mamá.

—Qué bien te ha enseñado tu padre.

Su madre negó con la cabeza con media sonrisa y ella quiso sonreír también, pero no le salió del todo.

***

Ese día hacía bastante calor, menudo contraste con el tiempo en Nevada, y entre que tenía sueño, que estaba loca por hablar con Virginia y que la temperatura ambiente no ayudaba, iba demasiado lenta y el tiempo se le echaba encima. Aquel era otro de los motivos por el que no le convencían las vacaciones, el cuerpo se le acostumbraba demasiado rápido a la rutina de descanso y luego le costaba mucho trabajo recuperar el ritmo.

Sonrió al ver llegar a su amiga, habían quedado en verse aquella mañana. Entró con el bolso enorme que le regaló ella misma en cuanto se enteró de que buscaba un modelo práctico para los apuntes de la universidad. Llevaba gafas de sol, un vestido veraniego, sombrero a juego con el bolso, zapatos con plataformas y una sonrisa enorme dibujada.

—Hola, Cyndi. El café como siempre, ¿no?

—Sí, y pónmelo para llevar, por favor. Solo tengo diez minutos.

—¿Qué tal las clases?

—Estresantes, este año va a acabar conmigo. Me voy a volver loca.

—Siempre lo dices y nunca pasa.

Se rio y le ofreció el café a Cyndi antes de tenderle un dulce como regalo de la casa, siempre lo hacía con ella.

—Necesito algún adelanto, Mandy —susurró inclinándose hacia ella con los antebrazos apoyados sobre el mostrador.

—Ya sabes que…

—… te da vergüenza —terminó su frase—. Lo de Corey me lo contaste de forma superficial y como ya sabía cómo funcionaba la cosa, no insistí, pero lo de Gina lo necesito con detalles y notas en los márgenes. ¿Y si un día me acuesto con una chica? Ahora eres tú la que tiene que iluminarme a mí.

—Cyndi, estamos en la panadería, aquí no. —Se cruzó de brazos y la miró con curiosidad—. Acostarte con una chica, ¿desde cuándo tienes esa idea?

—Nunca digas nunca, Amanda. —Cyndi le guiñó un ojo—. ¿Os besasteis?

Evocó aquel momento bajo las Osas, su primer beso, y sonrió sin querer al recordar que Virginia se equivocó al señalarlas porque estaba igual de nerviosa que ella.

—Vale, tu cara lo dice todo —la rubia se contestó a sí misma y mordió el dulce, observándola con media sonrisa—. Gracias por alimentarme, siempre salgo de clase muerta de hambre. Dime cuánto te debo.

—Te invito a todo si no me preguntas nada más.

—No me compensa, quédate con el cambio. —Su amiga depositó un billete en el mostrador y ella negó con la cabeza, divertida por la situación, mientras lo metía en la caja y cogía el cambio—. ¿Os habéis acostado?

—¡Cyndi! —susurró.

Esperaba que nadie la hubiera escuchado…

—Mandy, nadie está pendiente de nuestra conversación, esto solo me interesa a mí —dijo antes de dar un sorbo rápido al café—. Sí o no.

—Sí.

—Madre mía. —La muy tonta empezó a abanicarse con la carpeta que llevaba en la mano—. ¿Cómo es? Dímelo. ¿Mejor? ¿Peor?

—Distinto.

—¿Pero mejor o peor?

—No creo que sean los adjetivos adecuados, Cyndi. Para mí ha sido increíble, porque ha sido con ella —confesó con las mejillas teñidas de rojo—. Además, no es que tenga mucho con lo que comparar…

—Es cierto. —Cyndi puso morros mientras pensaba de qué otra forma podía satisfacer su curiosidad—. He leído que el sexo lésbico dura unas mil horas, ¿es verdad? —¿También había estado buscando información?—. Madre santa, te habrá tenido ocupada toda la noche. Mira qué carita tienes. Enséñame esos bíceps, nena.

Estaba rojísima, no le hacía falta verse para saberlo, el calor que sentía en el rostro era prueba suficiente.

—Eres tonta.

—Bueno, no insistiré. ¿Crees que si me das el número de Gina me lo contará ella?

—¡Cyndi!

—Ay, vale, vale.

La rubia se terminó el dulce y la observó con una mezcla de diversión y picardía dibujada en el rostro.

—Nos dijimos «te quiero» —confesó tras unos segundos en silencio que aprovechó para apuntar la consumición de Cyndi en una libreta.

—¡Qué bonito! Qué monas sois. Me encanta —lo decía de verdad, lo vivía así de intenso—. ¿Os sacasteis fotos?

—Muchas.

—Me las tienes que enseñar, que solo he visto la que tienes puesta en WhatsApp.

Y esa foto en concreto le encantaba, se la sacó Liv, en ella Virginia salía abrazándola por la espalda, sus brazos le rodeaban la cintura y tenía la barbilla apoyada en su hombro. Lo que más le gustaba era la sonrisa de la californiana, estaba completamente obsesionada con ella.

—¿Cuándo podemos vernos para hablar tranquilamente?

—El fin de semana, puedo cambiar el turno con mi madre y tener la tarde libre.

—Iré a recogerte a la hora de siempre.

—Está bien.

—Me tengo que ir, pero ve quitándote la vergüenza, porque quiero detalles.

—Sabes que no.

—¡Yo te lo cuento todo a ti!

—Porque quieres, yo no te pido nada.

—Te arrepentirás, Simpson.

—Hablamos luego. —Y negó con la cabeza al ver la forma en la que su amiga le guiñó el ojo.

***

VIRGINIA (nota de voz): Hemos vuelto de entrenar, me he pedido primera para la ducha, así que cuando salga podemos hablar. ¿Qué prefieres? ¿Teléfono o Skype? Te echo de menos. Te quiero.

Escuchó un «ñoña» de fondo en la voz de Liv y le hizo gracia.

AMANDA (nota de voz): Vale, cariño, cuando salgas me avisas y hablamos. Te quiero y te echo muchísimo de menos.

Estaba a punto de aprovechar aquellos minutos para poner una lavadora con la ropa del fin de semana, pero le sonó el móvil y volvió a sentarse en la silla del escritorio. En un primer momento pensó que sería Virginia, pero se encontró con un mensaje de WhatsApp en su conversación con Liv. La chica seguía escribiendo, y menos mal, porque menuda exclusiva.

LIV: Hola, Mandy.

LIV: Voy a contarte algo y me contestas cuando puedas.

LIV: Teri y yo nos acostamos la noche que pasamos en Las Vegas.

LIV: Tenía que soltarlo ya, porque me siento fatal.

LIV: Se lo contaré a Gina… quizás mañana, no lo sé.

LIV: Quiero que habléis, lo necesitáis.

LIV: No quiero meterme en medio con mis problemas.

LIV: Y no sé por qué, pero quería decírtelo a ti antes.

AMANDA: ¿En serio? ¿Cómo pasó? ¿Te has confesado? ¿Por qué te sientes fatal?

LIV: No, no le he dicho nada.

LIV: Joder.

LIV: Soy idiota por pensar que iba a cambiar algo.

LIV: Pero… fue muy intenso.

LIV: Nos gastamos muchísimo dinero en el casino, todo el de Teri, porque no me dejó ni poner un centavo.

LIV: Nos acabamos enfadando porque perdíamos todo el rato y dijo que prefería gastarse el dinero en beber, así que fuimos a la habitación, acabamos con el minibar y pedimos más cosas.

LIV: Te juro que me daba vueltas todo, bebí de más, y… me arrepiento y no volveré a hacerlo, pero también tomamos otras cosas que no debíamos.

LIV: Ya sabes.

LIV: Hay momentos que no recuerdo bien, lo confieso.

LIV: Le pedí perdón por no haberle dicho que era bisexual.

LIV: Nos reímos.

LIV: Y al final…

LIV: Nos besamos.

LIV: Y no paramos.

LIV: No creo que quieras saber detalles.

¡No se lo podía creer! Aquella era una información muy fuerte, le habría gustado ponerse en plan madre con ella por lo de beber en exceso y tomar drogas, pero Liv no necesitaba eso, así que lo dejó pasar para centrarse en el presente.

AMANDA: ¿Y por qué estás mal? ¿No querías estar con Teri?

LIV: Sí, pero no estando borracha, no hemos mencionado nada de lo que pasó.

LIV: Me desperté y se había ido.

LIV: Me enfadé mucho.

LIV: Joder, seguro que no se acuerda de nada.

LIV: A saber con cuántas hace esto todos los días.

LIV: ¿Qué me hace ser especial?

LIV: No lo soy, seguro.

LIV: Una más de las chicas de Teri.

AMANDA: ¿Por qué no le preguntas directamente? Quizás ha habido un malentendido.

LIV: ¿Y si me dice que no me lo tome en serio y quedo como una estúpida?

LIV: Me sentaría fatal que me dijera eso, que fue solo un polvo.

LIV: Un error.

LIV: Que no se acuerda y que no me lo tome tan en serio.

AMANDA: ¿Por qué va a ser un error? Has dicho que os besasteis. Si has destacado eso significa que no fue directamente a otra cosa.

LIV: Sí.

LIV: Y, joder, besa muy bien.

LIV: Y teniendo en cuenta todo lo que había bebido…

LIV: Ah, una cosa, no me peleé con nadie esa noche. Se lo inventó Teri.

LIV: Lo del labio es por el piercing que tiene en…

LIV: Sus partes.

LIV: Ya sabes.

Demonios. Pero ¿cómo era eso posible? Prefirió no preguntar.

AMANDA: Habla con ella, Liv. No sabes si Teri se acuerda o no. ¿Y si se siente como tú? ¿Y si quería acostarse contigo y no con cualquier otra chica?

LIV: A Teri le gustan todas, recuerda las palabras de Gina.

AMANDA: ¿Y si tú le gustas más?

LIV: No lo creo.

LIV: ¿La has visto? Es perfecta.

AMANDA: También te he visto a ti y no tienes nada de qué quejarte. Creo que deberíais hablar, en serio. Tenéis muchas cosas que aclarar y no esperes a que ella dé el paso, simplemente dalo tú, porque si no lo das vas a estar siempre en el mismo sitio.

LIV: Eres un pozo de sabiduría…

LIV: Ahora entiendo por qué Gina vuelve a hablar con Patrice.

LIV: Gracias por escucharme.

LIV: Bueno, por leerme.

AMANDA: Aunque parezca que Teri es fácil, creo que es muy complicada, es más cerrada que tú y seguro que necesita que des los pasos por ella, simplemente aclara las cosas sin bebidas de por medio. Ah, y habla con Virginia, seguro que te puede ayudar más que yo, conoce muy bien a Teri. No te preocupes por nosotras, para Virginia sus amigas son sagradas. Desahógate con ella, lo necesitas.

LIV: Tienes razón.

LIV: ¿De verdad no te importa?

AMANDA: De verdad, nosotras podemos hablar en otro momento.

LIV: Gracias, Mandy. Eres increíble.

Su móvil anunció otra notificación, vio que era Virginia y su corazón empezó a latir más fuerte.

VIRGINIA: Ya estoy, Mandy.

VIRGINIA: No te lo he dicho antes porque estabas trabajando, pero me he acordado de la foto de esta mañana y tengo que decirte algo sobre esa falda.

VIRGINIA: No dejo de pensar en… mí de rodillas, tú de pie y con la falda puesta.

VIRGINIA: Y ahora que sé de primera mano cómo sabes…

VIRGINIA: Me es más difícil no imaginármelo.

Las mejillas se le calentaron de golpe, esta chica no tenía ningún filtro y en el fondo le encantaba. Tendría que practicar un poco para dejar de ser tan tímida, al menos delante de Virginia, porque estaba claro que la californiana no reprimía ni un solo pensamiento de los que se le pasaban por la mente.

VIRGINIA: Prométeme que la próxima vez lo haremos…

VIRGINIA: Por fi.

VIRGINIA: Por fi.

«Por fi». Era una pervertida muy mona. Se quedó enganchada a la parte de «la próxima vez», porque le gustaba escucharla hablar de ellas en futuro, a lo mejor en un futuro sin tanta distancia de por medio.

AMANDA: Haremos todo lo que quieras.

Ni se lo pensó antes de contestar. Se lanzó del tirón y sin analizarlo antes.

VIRGINIA: :-P

VIRGINIA: ¿Todo?

AMANDA: Todo.

VIRGINIA: Genial, pero déjame cambiar la frase.

VIRGINIA: Haremos todo lo que queramos.

AMANDA: Así es más interesante… Una cosa, he hablado con Liv, creo que es de tu interés, pero no te voy a contar nada.

VIRGINIA: ¿Perdona? ¿Desde cuándo sois mejores amigas?

AMANDA: Desde este fin de semana… ;-) Ve a decirle que estás disponible. Necesita hablar contigo.

VIRGINIA: ¿Qué ha pasado?

AMANDA: Que te lo cuente ella y luego hablamos nosotras, ¿vale?

Virginia se iba a morir cuando se enterara de lo que pasó en Las Vegas aquella noche en la que ellas apenas pudieron dormir.

7 900 millas

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