Читать книгу Las pulsaciones de la derrota - Damaris Calderón - Страница 6
Palabras que me repito en la noche cuando me golpeo la cabeza contra un muro
ОглавлениеTodo es sagrado.
Lo tremendo no era ser Dios sino ser humano.
El matrimonio del cielo y el infierno, que dijera Blake
conviviendo en la carne.
El primate pudo ser un cuadrúpedo, pero se irguió.
La bondad, como el instinto, es consustancial al hombre.
Y el Amor rige y domina los cuatro elementos.
Lo tremendo era no ser sólo el hijo de Dios
sino el hijo de la mujer y del carpintero.
Lo tremendo era pertenecer, entregarse,
amar la tierra, la carne , el polvo
y levantarse en espirales infinitas.
Sagrada la hoja de hierba que cantó Walt Whitman
y sagrados los hombres que cortaron el pasto.
Sagrada la boca y los besos de la boca y sagrado el ano, esa otra boca.
Sagradas las piernas y los tobillos
las manos y cada arteria
los huesos la sangre los cartílagos
y las clavículas y las mucosas y sus secreciones
y el ojo, con su visión,
y la columna vertebral izándonos como una bandera.
Hubo Ugolino, que se comió a sus hijos por hambre
pero también existió la judía que se negó el privilegio de su enfermedad
y se resistió a comer una porción de más
que las entregadas por las cartillas de racionamiento de guerra
porque era inmoral y se dejó morir.
La única hambre y la única comida verdadera es el Amor.
Sagrados los que tengan esa hambre
porque ellos serán siempre insatisfechos
y buscarán y crearán y compartirán ese alimento luminoso.
Sagrados los clavos, el madero,
la Madre, el Padre,
el Hijo y el Espíritu.
Sagrado el que negó tres veces
y asentó la roca de la afirmación.
Sagrado el cansancio dominical
de los que trabajan toda la semana.
Sagrados los mineros que bajaron a la mina
y los que no regresaron.
Sagrado el miedo, el asombro
que reunió a los hombres alrededor del fuego
y los hizo que se convirtieran en un relato.
Sagrado el coraje que avivó las llamas
trocando los cuerpos en herramientas
en instrumentos sonoros.
Sagrado el fuego
y la mano que robó el fuego.
Sagrados aquellos hijos de vecino de Prometeo
que mantienen el fulgor ígneo en los ojos.
Los que avanzan dando tumbos en la fe
los enamorados del Amor
porque de ellos es el Reino en la Tierra.
Benditos sean.
Benditos sean.
Benditos son.