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Introducción

El hombre originalmente adviene a un mundo de sentido, de creencias, valores, reglas, normas, sistemas económicos, políticos y sociales. El marco de ese venir al mundo es la comunidad política; es la vida con otros. Por eso la sociedad nos precede y, por lo mismo, nos constituye. De ahí que nuestra vida, nuestra existencia, es relacional. Esto es así porque solo con otros podemos satisfacer nuestras propias necesidades. Por eso necesitamos relacionarnos con los demás. De esa manera sumamos fuerzas y logramos lo que individualmente no lograríamos. De ahí que nuestras posibilidades de sobrevivencia dependen de la vida con-otros, de la vida-en-común.

De esta vida en común, del arte de vivir en comunidad, es de lo que se encarga la política. La política es eso: el arte de vivir en comunidad y de gestionar esa vida colectiva para poder sobrevivir, desarrollar y potenciar la vida humana misma (Dussel, 2009). De ahí que tenga pleno sentido la afirmación de Aristóteles según la cual el hombre que no viva en comunidad o es un dios o es un animal. Desde luego, como lo recuerda el mismo Aristóteles, hay animales comunitarios como las abejas y las hormigas, pero estos no han desarrollado el lenguaje articulado ni la razón. El hombre, además de ser un animal político, es un hombre simbólico, que algún día representó en un dibujo —una abstracción y aprehensión del mundo— a los seres de la naturaleza. Los animales no tienen esa capacidad figurativa; los hombres de la cueva de Altamira sí. Allí operaba ya el logos, el discurso simbólico, la conciencia de estar en el mundo y de tener cierto poder nominativo y representativo de este.

Aquí está la gran diferencia: el hombre es un ser trascendente que puede ir más allá de sí mismo, que puede traspasar la naturaleza, y dominar esa legalidad inmanente. Esa trascendencia, la razón, el logos, el pensamiento, eso sí, fundido con un cuerpo y posible gracias a él, ha configurado la vida humana, desde la religión, los mitos, el arte, la ciencia, la técnica, el Estado y la política. Sin esta última, tenga el nivel de desarrollo que tenga, no es posible potenciar vida alguna. El hombre solo es concebible como ser social y, como tal, pertenece a una forma de organización política de la que depende su intercambio con la naturaleza y sus relaciones con sus pares.

No es posible, en consecuencia, sustraerse a la política. Toda nuestra vida está regida por ella o por el derecho que la materializa: desde nuestro estatus como ciudadanos, pasando por las políticas públicas que determinan si hay o no una buena calidad de vida, las políticas de empleo, el acceso a la salud y a la educación, la posibilidad de salir del país y las relaciones con otros Estados, el pago de impuestos, la infraestructura de la que gozamos en las ciudades y en los territorios, etc. De ahí que la indiferencia, el conformismo, la apatía y la pereza mental frente a los temas políticos traen consecuencias nefastas para nuestro bienestar y el de las generaciones futuras. El que no se interesa en la política es un resignado que ha claudicado ante el mundo que tiene. En estricto sentido, no debería quejarse de nada, pues quien no participa legitima con su mansa servidumbre lo que le sucede; es un cómplice silencioso del poder que lo gobierna mal.

Los textos recogidos en este libro, todos de mi autoría, están inscritos bajo 1) una temática, 2) objetivos para cada tema, y 3) actividades o talleres que buscan acercar al estudiante a conceptos claves de la filosofía y la teoría política. De filosofía política porque discute conceptos claros en torno a modelos utópicos de sociedad y las formas de gobierno; de teoría política porque muchos de los textos analizan ciertas instituciones, sus funciones, las relaciones entre ellas, la caracterización de algunos de los sistemas o regímenes políticos existentes1, sin prescindir de la historia. En teoría política el abordaje de los regímenes políticos y sus componentes suele ser más descriptivo, más científico; mientras que en la filosofía política se discute el mejor modelo de sociedad posible, lo mismo que ciertas utopías (cf. Bobbio, 2009).

En este sentido, el libro busca que los estudiantes de las clases de Filosofía Política y Sistemas Políticos tengan un acercamiento a ciertos conceptos básicos de la política. Entre ellos, el concepto de cultura política, la importancia de la participación ciudadana, el contractualismo, la soberanía popular, el poder, la hegemonía, la ideología, la alienación, el nazismo, el marxismo, el totalitarismo, el progreso, la diversidad, la identidad, el socialismo raizal, etc., a la vez que puedan tener un acercamiento a la cultura política colombiana y al proceso de formación de sus aristocracias.

El acercamiento o aproximación a estos conceptos y temáticas se profundiza y se complementa por medio de dos estrategias. La primera, las actividades; la segunda, los talleres en grupo. Las actividades están pensadas bajo el modelo LIRE: leer (L), investigar (I), reflexionar (R) y escribir (E). La investigación implica una exploración que el estudiante hace en torno a un tema relacionado con el tratado en el texto. Por ejemplo, tras leer (L) el texto El totalitarismo y el dominio social, el profesor puede pedir al estudiante que investigue (I) sobre el rol de la comunicación en el régimen político totalitario y que reflexione (R) sobre la manera como los medios de comunicación pueden contribuir al mejoramiento de la democracia y, finalmente, puede solicitar al estudiante que escriba (E) su reflexión en un corto ensayo.

LIRE permite, ante todo, profundizar las competencias previamente establecidas en los dos cursos; entre ellas, competencias cognitivas, procedimentales o axiológicas, tal como se muestra a continuación:

1. Apropia pertinentemente los conceptos de la filosofía y la teoría política y su relación con las realidades sociales.

2. Reflexiona sobre la importancia de la filosofía y la teoría política para el ejercicio de su labor profesional.

3. Lee y escribe a partir del uso de estrategias para la interpretación de enunciados, entendiéndose estos últimos como la unidad real de la comunicación discursiva, emitidos e interpretados en situaciones concretas y particulares.

4. Aprehende valores fundamentales para la vida en común y la convivencia.


LIRE implica que el estudiante no solo adquiera una disciplina progresiva, que vaya aprendiendo a investigar un tema, a delimitarlo, a buscar las fuentes apropiadas, a que se esfuerce y tome el hábito de reflexionar sobre lo que ha leído e investigado en relación con situaciones concretas o hipotéticas, sino que promueve la necesidad de plasmar sus ideas de manera ordenada, citando correctamente los distintos estilos (Icontec, APA, MLA, etc.) y en los distintos géneros existentes (ensayo, artículo científico, reseña, etc.). El objetivo es que haya una estructura orgánica de aprendizaje donde se relacionen los temas de las asignaturas, con el cultivo de ciertas actitudes y competencias. Este ejercicio fortalece la capacidad conceptual y relacional del estudiante.

En el caso de los talleres se privilegia el trabajo en grupo, colectivo, con miras a pensar una situación concreta y con el objetivo de afianzar la apropiación conceptual. Este tipo de ejercicio enseña a discutir en grupo, a escuchar al otro, a ponderar las propias opiniones, a alcanzar consensos. Asimismo, favorece el respeto en medio del disenso y la diferencia.

Los textos escritos no agotan los temas expuestos. Son ensayos o artículos inéditos o publicados previamente que se han enmarcado dentro de una estrategia pedagógica y una teleología formativa específica. Estos remiten a muchos otros temas, los cuales, a su vez, pueden ampliarse y ser relacionados con otros tópicos tratados en el texto. Aquí el papel del profesor es fundamental, pues él no puede quedarse en el texto recomendado o sugerido, sino que debe profundizarlo, desmenuzarlo, realizar sus propios aportes y críticas. Todo buen estudiante espera, desde luego, que el profesor esté en la capacidad de «ir más allá» de las lecturas trabajadas en clase. Por ejemplo, el corto ensayo sobre Nietzsche y el nazismo puede ser ampliado y relacionado con el tema del totalitarismo; el tema del contractualismo en Kant puede ser comparado y cotejado con el del contractualismo en Rousseau o, si se investiga, con el de Thomas Hobbes, John Locke o Francisco Suárez. Es decir, se pueden establecer muchos diálogos entre los distintos temas y textos.

Por último, hay que advertir que las actividades incluidas y que aparecen al final de cada texto son solo una guía, no una camisa de fuerza para el docente. Estas deben incitar al estudiante a reflexionar sobre la política en el marco del ejercicio profesional, en el contexto de su carrera. Por lo demás, la discusión de los textos, las investigaciones y reflexiones realizadas, al igual que los escritos, pueden ser socializados y sustentados, con el fin de mejorar las competencias orales y argumentativas de los estudiantes.

Agradezco a Sebastián Pachón Parra por su colaboración en la edición de las referencias del presente trabajo.

1 Si bien en el texto se usa indistintamente las expresiones sistema político y régimen político, algunos autores plantean diferencias mínimas entre ellos (cf. Vargas, 1998).

Política para profanos

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