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Prólogo
ОглавлениеEste libro pretende ser la historia de mi perra, Lola, la primera que tuve y que, como toda primera experiencia, me marcó para siempre.
Lola llegó a nuestra vida y nos lo dio todo: amor, cariño y fidelidad sin límites. Lola nos enseñó unos valores que nosotros, las personas —o humanos, como ella nos llama—, nos vemos incapacitados para ofrecer, con esa constancia, durante toda nuestra vida.
Lola se merecía un homenaje, y eso he pretendido hacer otorgándole el protagonismo de estos recuerdos. Pero no solo ella se lo ha ganado. A lo largo de mi ya dilatada experiencia profesional como veterinario, he podido comprobar que, el cien por cien de las mascotas aportan un beneficio tal a sus propietarios que jamás, y por mucho que lo intentemos, se podrán ver del todo correspondidas. Nosotros, los humanos, somos variables, tenemos poca capacidad para impedir que nuestro estado anímico influya en la relación con los que nos rodean; inevitablemente, nuestras alegrías, penas, enfados, éxitos o fracasos alteran nuestra convivencia diaria, y son nuestros seres queridos y cercanos los que más sufren esos cambios. Curiosamente, podemos disimular y mostrarnos estables con personas ajenas a nuestra rutina diaria y, sin embargo, pagamos esos vaivenes emocionales con quien compartimos nuestra vida, para bien o para mal.
Las mascotas también tienen estados anímicos. Sus mismas alegrías, penas, enfados, éxitos o fracasos son estados similares a los nuestros… Aunque nunca permitirán que esos sentimientos, positivos o negativos, eclipsen el amor incondicional que nos profesan. Para nuestras mascotas prima por encima de todo el cultivar la relación con nosotros: sus propietarios, a quienes ellas consideran su familia.
Precisamente porque he podido comprobar que la virtud que yo atribuyo a Lola —que me ha animado a rendirle este homenaje— es común para todas las mascotas es por lo que finalmente decidí novelar estos recuerdos y abrirlos así a cualquier otro animal de compañía, no solo a mi querida compañera.
En estos recuerdos novelados dejo de ser veterinario y paso a ser uno más de la familia de Lola; en concreto, su padre humano. Con este giro quiero darle todo el protagonismo a ella y que sean sus experiencias las que dirijan el libro, incluso en sus visitas a mi lugar de trabajo diario: la clínica veterinaria.
Espero haber conseguido transmitir cómo ve la vida un perro. He elegido esta especie por Lola, pero podría haber elegido cualquier otra. Todo el que convive, o ha convivido, con una mascota entenderá a lo que me refiero.
Me parece importante que nos paremos a reflexionar y que, entendiendo mejor la vida a través de la de Lola, analicemos nuestra propia existencia, valoremos lo realmente importante, aprendamos de ella —y del resto de mascotas— para que podamos mejorar como personas.
Disfrutad de la lectura.
Daniel Carazo Sebastián