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Los mitos personales

Los mitos personales desempeñan la función de explicar y guiar la conducta humana de manera análoga al rol desempeñado por los mitos culturales y religiosos en todas las sociedades. Además, nos permiten organizar nuestras experiencias —biológicas, personales, familiares, sociales y culturales— y esto les otorga cierta significación y sentido psicológicos. La familia de origen es donde la mitología personal tiene su génesis. Las mitologías personales constituyen complejos de temas afectivamente cargados, que poseen tres componentes fundamentales: el Yo, el Yo-en-relación-con-los-demás, y los ideales interiorizados de otros seres significativos.

Se sostiene que las personas intentan reelaborar los conflictos irresueltos con otros seres significativos simbólicamente mediante una selección también significativa de cuento de hadas, folklóricos, versos infantiles, novelas, películas, series televisivas, etc. Estos se entrelazan con los temas de la propia mitología personal. Son retenidos como importantes, porque se considera que sugieren soluciones. A menudo, se recuerdan partes ficcionales de una trama en vez de acontecimientos verdaderos de la infancia. Cuando esto ocurre, el cuento de hadas o el relato se convierte en una pantalla donde se proyectan recuerdos de acontecimientos significativos de la niñez. En este caso, la ficción puede compararse al contenido manifiesto de un sueño que puede ser tratado como un deseo o un intento simbólicamente disfrazado de resolver un conflicto interrelacional importante, que pugna por expresarse o encontrar feliz resolución.

Cuando uno piensa en los padres, los hermanos, los abuelos, y las relaciones personales con ellos, lo que en realidad se recuerda es una reconstrucción de los acontecimientos y experiencias con versiones idealizadas de esas personas. La verdad o exactitud poco tienen que ver con ellas. Esas relaciones reconstruidas se convierten en modelos de las expectativas que uno tiene de los roles conyugales y familiares y los temas de las relaciones.

Como resultado de las experiencias con miembros significativos del género opuesto, y la repetida exposición a los modelos familiares y otras relaciones entre el varón y la mujer, o marido y esposa, se desarrolla la idea de la pareja ideal, que tiene componentes concientes e inconscientes y se convierte en la norma con que se juzgan y evalúan todas las parejas en perspectiva.

La pareja ideal posee, en muchas ocasiones, ciertas características de los propios padres y otras personas significativas, como también aspectos del Yo. Como se postuló anteriormente, los individuos buscan personas parecidas a cierto ideal interno. Cuanto mayor es la coincidencia entre lo que uno espera de la pareja y el modo cómo en la realidad se conduce, mayor resultará la satisfacción de la persona con la pareja.

Las experiencias ambientales y otras personas sirven, a menudol:, como estímulo que activa un tema personal particular. En estos casos, un individuo puede buscar situaciones o sujetos que inconcientemente colaboran representando roles complementarios y dramas propios del tema personal.

Este proceso permite que la persona establezca relaciones (aparentemente) nuevas y diferentes que, no obstante, tienen pautas familiares y resultados que se pueden pronosticar, y que, con frecuencia, comprende una constelación de identificaciones en un intento de reelaborar y corregir conflictos pasados irresueltos.

La pareja ideal, como también la relación que tiene con el Yo, se convierten en temas centrales cuando se busca activamente una relación formal. Se la elige porque se percibe que existe posibilidad de “encajar” bien dentro de la mitología personal del individuo.

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