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El Antiguo Testamento

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Dice Küen: “La música aparece desde las primeras páginas de la Biblia”.12 En efecto, la música es un tema prominente del Antiguo Testamento, con menciones tempranas en sus primeros libros.

El Pentateuco

El Pentateuco nombra instrumentos musicales como el arpa o la lira, la flauta, el tamborín o pandero y la trompeta. También habla del canto, en contextos seculares y religiosos, y de la danza asociada a la victoria bélica y a la adoración del becerro de oro. Con todo, no existía todavía una música claramente organizada en relación con los sacrificios y los rituales del Santuario.

El Génesis no muestra una utilización religiosa de la música. Su primera alusión a la música y a los instrumentos musicales se encuentra en Génesis 4:21: “Y el nombre de su hermano fue Jubal, el cual fue padre de todos los que tocan arpa y flauta”. Jubal, hijo de Lamec, descendiente de Caín, era un músico reconocido; se dice que tocaba el arpa (en realidad, una lira) y la flauta (un instrumento difícil de identificar).13 El canto y un instrumento de percusión (además de uno de cuerdas) aparecen más adelante, cuando Labán dijo a Jacob: “Yo te despidiera con alegría y con cantares, con tamborín y arpa” (Gén. 31:27).

El libro de Éxodo destaca el valor del canto como medio de alabanza y celebración, por causa de la victoria de Israel sobre los enemigos. “Entonces cantó Moisés y los hijos de Israel este cántico a Jeho­vá, y dijeron: Cantaré yo a Jeho­vá, porque se ha magnificado grandemente; ha echado en el mar al caballo y al jinete” (Éxo. 15:1).14 Esta es “la primera referencia bíblica a una adoración musical […]”.15 Al canto de Moisés se sumó la participación de María y de las mujeres del pueblo, con el empleo del pandero y de la danza. “Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas. Y María les respondía: Cantad a Jeho­vá, porque en extremo se ha engrandecido; ha echado en el mar al caballo y al jinete” (Éxo. 15:20, 21). Siglos después, el profeta Oseas recordó el cántico del éxodo, “[...] y allí cantará como en los tiempos de su juventud, y como en el día de su subida de la tierra de Egipto” (Ose. 2:15).16 Pareciera que, en la Biblia, el pandero era usado más por las mujeres (Juec. 11:34; 1 Sam. 18:6; Sal. 68:25), y excepcionalmente por hombres (1 Sam. 10:5). Su sonido solía acompañar el canto y la danza, como un instrumento alegre para fiestas y alabanzas. Algo similar se observa en tiempos de los jueces: “Entonces volvió Jefté a Mizpa, a su casa; y he aquí su hija que salía a recibirle con panderos y danzas [...]” (Juec. 11:34). Del mismo modo, las mujeres recibieron a Saúl y a David, luego de su victoria sobre los filisteos, “cantando y danzando [...], con panderos, con cánticos de alegría y con instrumentos de música” (1 Sam. 18:6, 7. Ver 29:5).17

En Éxodo registra, también, la utilización del canto y de la danza en el contexto de la adoración idolátrica del becerro de oro. “Y él respondió: No es voz de alaridos de fuertes, ni voz de alaridos de débiles; voz de cantar oigo yo. Y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte” (Éxo. 32:18, 19). Cabe pensar que los hebreos habían recibido una fuerte influencia de la antigua religiosidad pagana, que incluía la danza, muchas veces sensual, indecente y orgiástica.18

El libro de Números introduce el uso sacerdotal de trompetas de plata, a fin de reunir y movilizar al pueblo en días especiales y solemnidades (Núm. 10:1-10; 29:1).19 El canto continuó siendo un medio de expresión corporativa: “Entonces cantó Israel este cántico [...]” (21:17).

Según el libro de Deuteronomio, Moisés debía escribir un cántico y enseñarlo a Israel, como testigo contra ellos. “Ahora pues, escribíos este cántico, y enséñalo a los hijos de Israel; ponlo en boca de ellos, para que este cántico me sea por testigo contra los hijos de Israel. Y cuando les vinieren muchos males y angustias, entonces este cántico responderá en su cara como testigo, pues será recordado por la boca de sus descendientes [...]. Y Moisés escribió este cántico aquel día, y lo enseñó a los hijos de Israel” (31:19, 21, 22). Se muestra, aquí, la función didáctica de la música. “Entonces habló Moisés a oídos de toda la congregación de Israel las palabras de este cántico, hasta acabarlo” (31:30). El canto sería un medio educativo y de trasmisión de valores a las siguientes generaciones. “Vino Moisés y recitó todas las palabras de este cántico a oídos del pueblo, él y Josué hijo de Nun. Y acabó Moisés de recitar todas las palabras a todo Israel; y les dijo: ‘Aplicad vuestro corazón a todas las palabras que yo os testifico hoy, para que las mandéis a vuestros hijos, a fin de que cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley’” (32:44-46).

Los libros históricos

En ellos, se mencionan bocinas de cuerno de carnero tocadas por sacerdotes, trompetas, salterio, pandero, flauta y arpa, o lira. Aparecen, también, el canto y la danza. Se emplea la música para calmar a Saúl, y se registra una endecha.

El libro de Josué habla únicamente de las bocinas de cuernos de carnero utilizadas por sacerdotes durante el asalto de Israel a Jericó (Jos. 6:4-6, 8, 9, 13, 16, 20). Estas bocinas, o cornetas (hebreo yobelim, de donde provine el término “jubileo”), eran diferentes de las trompetas de plata (Núm. 10:2). El año del jubileo comenzaba con sonido de trompetas (Lev. 25:9).20 La situación bélica sigue presente en el uso de trompetas en el libro de Jueces (7:8, 16, 18, 19, 20, 22).

El libro de 1 Samuel muestra que el ejercicio del don de profecía solía realizarse con música, tal como Samuel lo anunció a Saúl: “Encontrarás una compañía de profetas que descienden del lugar alto, y delante de ellos salterio, pandero, flauta y arpa, y ellos profetizando” (10:5). Se informa más adelante que Eliseo profetizó con el acompañamiento de un “tañedor” (2 Rey. 3:15). Los ministros de la música en tiempos de David también “profetizaban” con arpas, salterios y címbalos (1 Crón. 25:1, 3, 6). Se usa la trompeta, de nuevo, como medio para llamar la atención (1 Sam. 13:3). En cambio, el arpa sirvió de terapia musical al espíritu atormentado de Saúl (16:16-18, 23).

En 2 Samuel se registra una endecha (elegía o lamentación) de David, por la muerte de Saúl y Jonatán (1:17, 18). En otro momento de duelo, Jeremías utilizó la música para endechar a Josías; costumbre seguida por cantores y cantoras posteriores (2 Crón. 35:25). Ezequiel también menciona las endechas (Eze. 32:16). Por otra parte, se dirigía al pueblo con el cuerno o la trompeta (2 Sam. 2:28; 18:16; 20:1). David practicó la danza como alabanza, acompañada de instrumentos de cuerdas, viento y percusión: “Y David y toda la casa de Israel danzaban delante de Jeho­vá con toda clase de instrumentos de madera de haya; con arpas, salterios, panderos, flautas y címbalos” (6:5). Había danza y trompeta delante de Dios (6:14-16, 21). Tiempo después, Barzilai habló a David de “la voz de los cantores y de las cantoras” (19:35), y lamentó que su edad no le permitiera disfrutar de esas expresiones. Se transcribe, también, un cántico de liberación (22:1, 50). El mismo libro llama a David “el dulce cantor de Israel [...]” (23:1), y se registran sus últimas palabras en el formato de un salmo (23:1-7).

Según el registro de 1 de Reyes, se utilizó la trompeta en ocasión de la coronación de Salomón (1:34, 39). Se sumaron, luego, el canto y las flautas: “Y cantaba la gente con flautas [...]” (1:40, 41). También, durante el ungimiento de Jehú se tocó la corneta (2 Rey. 9:13; 11:14). Cuando se coronó a Joás, hicieron sonar bocinas, y hubo cantores con instrumentos musicales (2 Crón. 23:13). Salomón tuvo, aparentemente, dones poéticos y musicales, ya que “compuso tres mil proverbios, y sus cantares fueron mil cinco” (1 Rey. 4:32).

Según el relato de 1 de Crónicas, la música hebrea alcanzó un punto culminante en tiempos de David, desde el traslado del arca a Jerusalén en adelante. “Fue en esta ocasión que organizó la primera orquesta. Esta se componía de 24 instrumentistas que tocaban salterios, arpas, címbalos y trompetas [...]”.21 El tabernáculo donde estaba el arca contó con “servicio de canto” (6:31, 32). Entre los músicos, se destacaron Hemán, Asaf y Etán, como directores de coro (6:33, 39, 44). Es evidente que había cantores de dedicación exclusiva (9:33). Además del canto, en el traslado del arca se usaron arpas, salterios, tamboriles, címbalos y trompetas (13:8). Los músicos eran levitas, designados como cantores con salterios, arpas y címbalos (15:16, 17, 19-22); y los sacerdotes eran los encargados de tocar las trompetas (1 Crón. 15:24; 16:6). Hubo canto, instrumentos de música y danza (15:27-29; 16:4, 5), y los músicos eran designados para ese servicio (16:37, 41). Los instrumentos empleados en ese contexto se conocían como los “instrumentos de música de Dios” (16:42). Además, David produjo instrumentos musicales (23:5; Amós 6:5; Neh. 12:36). Se trataba de un servicio levítico diario de alabanza (1 Crón. 23:30). El número de los cantores instruidos y aptos ascendió a 288 levitas, divididos en 24 grupos de 12 hombres (25:7).22

En 2 Crónicas, se describe lo que podría llamarse el modelo musical de David, y su continuidad a lo largo del tiempo. Había levitas cantores de las familias de Asaf, Hemán y Jedutún, con vestidos de lino fino, con címbalos, salterios, arpas y otros instrumentos de música. Ciento veinte sacerdotes tocaban trompetas (5:12, 13). Se dice que los levitas alababan “con los instrumentos de música de Jeho­vá”, hechos por David (7:6).

En un contexto de guerra entre Judá e Israel, los de Judá “clamaron a Jeho­vá, y los sacerdotes tocaron las trompetas” (13:14). Durante las reformas de Asa, se emplearon manifestaciones musicales para celebrar un pacto con Dios: “Y juraron a Jeho­vá con gran voz y júbilo, al son de trompetas y de bocinas” (15:14).23

El rey Josafat recurrió a la música ante la amenaza de Moab y Amón, y puso a gente que cantase alabanzas (20:21, 22). La música continuó tras la victoria. “Y vinieron a Jerusalén con salterios, arpas y trompetas, a la casa de Jeho­vá” (20:28). Joiada siguió las disposiciones de David, y hubo cánticos mientras se ofrecían los holocaustos (23:18).

Ezequías restableció el culto en el templo siguiendo los mandatos de David; designó levitas con címbalos, salterios y arpas y sacerdotes con trompetas. Hubo cánticos y se tocaron los instrumentos de David (29:25-30; véase 1 Crón. 23:5; Amós 6:5). En la celebración de la Pascua, cantaron con instrumentos resonantes (2 Crón. 30:21; véase 5:12, 13; 1 Crón. 15:28). Otro tanto ocurrió durante la Pascua celebrada por Josías, cuando los cantores estuvieron en su puesto (2 Crón. 35:15).

Esdras dio testimonio de que luego del exilio los cantores siguieron ocupando un lugar en la religiosidad hebrea, puesto que se llevó la cuenta de ellos (Esd. 2:41, 65, 70). Estos cantores eran “una clase especial de levitas”, representantes de la familia de Asaf,24 a los que se eximió del pago de impuestos (7:7, 24).25

La edificación del segundo Templo fue acompañada por música. “Y cuando los albañiles del templo de Jeho­vá echaban los cimientos, pusieron a los sacerdotes vestidos de sus ropas y con trompetas, y a los levitas hijos de Asaf con címbalos, para que alabasen a Jeho­vá, según la ordenanza de David rey de Israel. Y cantaban, alabando y dando gracias a Jeho­vá [...]” (3:10, 11).

Las trompetas convocaban al pueblo para la defensa en tiempos de Nehemías (Neh. 4:18, 20). En esas circunstancias especiales, los cantores y los levitas sumaron, a su profesión, la vigilancia del Templo (7:1, 44, 66). El ministerio de los cantores se menciona junto con el de los sacerdotes, los levitas y los porteros (7:73; 10:28).26 Los oficiantes del Templo tomaron su ministerio con seriedad: “[...] y los cantores; y no abandonaremos la casa de nuestro Dios” (10:39). Actuaban según un cronograma ordenado: “[...] de los hijos de Asaf, cantores, sobre la casa de la casa de Dios. Porque había mandamiento del rey acerca de ellos, y distribución para los cantores para cada día” (11:22, 23).27

Los libros poéticos

Como es de esperar en este género, algunas alusiones a la música son metafóricas; aunque existen genuinas expresiones de alabanza y adoración. Se mencionan varios instrumentos, y múltiples canciones sagradas y seculares.

Hay esporádicas alusiones a la música en el libro de Job. Se habla de canción (Job 3:7) y tamboril (17:6). Menciona juntos tamboril, cítara y flauta (21:12); es decir, los tres tipos de instrumentos musicales: percusión, cuerda y viento.28 También, aparecen juntos el arpa y la flauta (30:31), trompeta y clarines (39:24, 25). Se dice también que alaban las estrellas del alba (38:6, 7).

Los Salmos formaban un himnario para el pueblo de Dios en los tiempos bíblicos.29 Lilianne Doukhan piensa que los Salmos son un modelo para la música de adoración. De ellos extrae los principios de centro de atención, motivación y excelencia.30 Estos hablan mucho de alabar y cantar.31 El sentido de la música vocal e instrumental, a veces, es intercambiable, porque “cantar” (hebreo zamar, raíz del sustantivo mizmor, “salmo”) significa tanto “cantar” como “tocar un instrumento”.32

Se mencionan instrumentos musicales que acompañaban el canto en variadas combinaciones: arpa, salterio y decacordio (Sal 33:2, 3; 92:1-3); a veces, se menciona solamente el arpa (43:4; 49:4; 137:1-4), la trompeta (47:5-7) o los panderos (68:25). Suelen aparecer juntos salterio y arpa (57:7-9; 71:22, 23; 108:1-3);33 pandero, arpa, salterio y trompeta (81:1-3). Otras combinaciones son: arpa, trompetas y bocina (98:4-6); salterio y decacordio (144:9); pandero y arpa (149:3); y una larga enumeración de bocina, salterio, arpa, cuerdas, flautas y címbalos (150:3-5).

El libro de los Proverbios hace referencia al canto en dos oportunidades (Prov. 25:20; 29:6), en contextos extralitúrgicos. Eclesiastés reduce la idea de la música al ámbito de la vanidad del mundo. Dice que, entre otros placeres, Salomón se rodeó de cantores y de instrumentos musicales: “[...] me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música” (Ecl. 2:8).34 Afirma que ciertas canciones se originan en la necedad: “Mejor es oír la reprensión del sabio que la canción de los necios” (7:5). El mismo título del libro, Cantar de los cantares, el cual es de Salomón (Cant 1:1) tiene connotaciones poéticas y musicales, aunque su contenido no se dirige a la música religiosa, sino a su expresión romántica. Dice que hay tiempo para cantar: “El tiempo de la canción ha venido” (2:12).

Los libros proféticos

En estos documentos se hallan cánticos, y se mencionan instrumentos musicales en ambientes tanto seculares como sagrados. Se habla de arpas o liras, vihuelas, tamboriles, flautas dobles, trompetas, cítaras, bocinas, salterios y zampoña. Hay cánticos de rameras, de lagareros y de jóvenes, endechas y cantos de amores.

Algunos mensajes de Isaías tenían formas poéticas y musicales.35 Tal es el caso del cántico del viñatero y de la viña: “Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña” (Isa. 5:1). Además, el profeta describe banquetes seculares e impíos, acompañados con música. “Y en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino, y no miran la obra de Jeho­vá, ni consideran la obra de sus manos” (5:12). Algo similar es la descripción que Amós hace de las orgías acompañadas con música (Amós 6:5, 6). Su empleo, en este contexto, es degradante y perverso.36 La música estaba aliada, a veces, al orgullo: “Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas [...]” (Isa. 14:11). Es claro que la música podía ser instrumento de seducción y sensualidad: “[...] cantará Tiro canción como de ramera. Toma arpa, y rodea la ciudad, oh ramera olvidada; haz buena melodía, reitera la canción, para que seas recordada” (23:15, 16). Tiro seduciría a los comerciantes como una ramera que toca la lira y que canta para atraer a los desprevenidos.37

Se alude en forma recurrente, en los profetas, a las trompetas, las bocinas y los cuernos, que convocaban y llamaban la atención, y se usaban como pregón de guerra o alarma por parte de los atalayas (Isa. 18:3; 58:1; Jer. 4:5, 19, 21; 6:17; 42:14; 51:27; Eze. 33:3-6; Ose. 5:8; 8:1; Joel 2:1, 15; Amós 2:2; 3:6; Sof. 1:16). En el momento culminante de la intervención divina, “[...] Jeho­vá el Señor tocará trompeta” (Zac. 9:14).38

En Jeremías, reaparece el cántico en un contexto de alabanza: “Cantad a Jeho­vá, load a Jeho­vá; porque ha librado el alma del pobre de mano de los malignos” (20:13). Otro símil profético es la canción, o el grito, de los lagareros.39 Dios haría escuchar su voz: “Canción de lagareros cantará contra todos los moradores de la tierra” (25:30). Los de Moab “no pisarán con canción; la canción no será canción” (48:33). También, habla de panderos o tamborcitos de mano (31:4).

Se cuenta, en Lamentaciones, que los enemigos del profeta tomaban sus palabras como una canción (3:63). En la descripción de la aflicción del pueblo, dice Jeremías que “los jóvenes dejaron sus canciones” (5:14).

La profecía de Ezequiel contra Tiro anticipa la interrupción de su música. “Y haré cesar el estrépito de tus canciones, y no se oirá más el son de tus cítaras” (26:13). Sobre el rey de Tiro, dice: “los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación” (28:13).40 Se compara al profeta con un cantor al que no escuchan: “Y he aquí que tú eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz y que canta bien; y oirán tus palabras, pero no las pondrán por obra” (33:32). Ezequiel vio que en el Templo “estaban las cámaras de los cantores [...]” (40:44).

El libro de Daniel describe la música empleada por el rey pagano Nabucodonosor. El monarca de Babilonia dispuso de una orquesta, para la dedicación de la estatua de oro que había erigido como objeto de adoración. La gente debía postrarse y adorar, “[...] al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música [...]” (3:4-7, 10, 15). La orquesta babilónica incluía (a) bocina o cuerno, (b) flauta o pífano (arameo mashroqi), (c) arpa o cítara (arameo qithros), (d) tamboril o sambuca (arameo sabbeka), (e) salterio (arameo pesanterin), (f) zampoña o gaita (arameo sumponeyah).41 Es claro el rol de la música en cuanto a dar realce y solemnidad a esta celebración. Se habla, tal vez, de instrumentos de música en el palacio del rey Darío (6:18).42

En Amós, hay un rechazo divino al culto formal y a la música vacía de espiritualidad. “Quita de mí la multitud de tus cantares, pues no escucharé las salmodias de tus instrumentos” (5:23). El pueblo vivía en placeres, sin advertir la destrucción: “Gorjean al son de la flauta, e inventan instrumentos musicales, como David” (6:5).43 Por causa de la apostasía “los cantores del templo gemirán en aquel día, dice Jeho­vá el Señor” (8:3); “Y cambiaré vuestras fiestas en lloro, y todos vuestros cantares en lamentaciones” (8:10).44

Sofonías anticipa momentos de celebración acompañados por música. “Canta, oh hija de Sion; da voces de júbilo, oh Israel; gózate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén” (3:14). Dios mismo cantaría: “Jeho­vá está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos” (3:17).

Zacarías habla de un canto alegre: “Canta y alégrate, hija de Sion; porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho Jeho­vá” (2:10).

La música que agrada a Dios

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