Читать книгу Encuentro Con Nibiru - Danilo Clementoni - Страница 9
Astronave Theos
ОглавлениеEn las últimas horas Elisa se habÃa visto sobrepasada por tal cantidad de información que ahora se sentÃa como una niña que se habÃa indigestado de cerezas. Aquellos dos extraños y simpáticos personajes, aparecidos prácticamente de la nada, habÃan conseguido en poquÃsimo tiempo darle la vuelta a muchas de las verdades históricas que ella y el resto del género humano habÃan dado por descontadas. Hechos, descubrimientos cientÃficos, creencias, ritos, religiones e incluso la evolución del hombre estaban a punto de ser puestos del revés. La noticia del descubrimiento de que seres provenientes de otro planeta, desde el inicio de los tiempos, hubiesen manipulado y guiado con habilidad el desarrollo de la humanidad, tendrÃa sobre todos un efecto parecido al de la revelación de que la Tierra no era plana sino redonda. Azakis y su querido amigo y compañero de aventuras, Petri, permanecÃan inmóviles en el centro del puente de mando mientras que, con la mirada, intentaban seguir los movimientos de Elisa que, con las manos metidas en los bolsillos de los pantalones, daba vueltas por la habitación, nerviosa, mientras balbucÃa palabras incomprensibles. Jack, por el contrario, se habÃa desplomado en una butaca y con las manos intentaba mantener erguida la cabeza que parecÃa haberse vuelto muy pesada improvisamente. Fue justo él quien, después de unos minutos de interminable silencio, decidió tomar las riendas de la situación. Se levantó de repente y, volviéndose hacia los dos alienÃgenas, dijo con voz resuelta: «Si nos habéis elegido para este trabajo tendréis vuestras motivos. Sólo puedo deciros que no os desilusionaremos.» Después miró a Azakis a los ojos y preguntó con resolución: «¿PodrÃais mostrarnos por medio de esa locura» e indicó con la mano la imagen virtual de la Tierra que todavÃa rotaba lentamente en el centro de la habitación «una simulación del acercamiento de vuestro planeta?». «Ningún problema», replicó al instante Azakis. Mediante su implante N^COM recuperó todos los cálculos hechos por los Ancianos e hizo que apareciese la representación gráfica delante de ellos.
«Esto es Nibiru» dijo indicando el planeta más grande. «Y estos son sus satélites de los que estábamos hablando.»
Alrededor del majestuoso planeta, siete cuerpos celestes, mucho más pequeños, giraban velozmente a distancias y velocidades diferentes entre ellos. Azakis acercó el dedo Ãndice hacia el que estaba orbitando más lejos de todos y lo agrandó hasta hacerlo tan alto como él. Después dijo solemnemente, «Señores, os presento a Kodon, el imponente amasijo rocoso que ha decidido causar unos cuantos problemas a vuestro amado planeta.»
«¿Cómo es de grande?» preguntó Elisa, mientras observaba curiosa aquel grumoso globo gris oscuro.
«Digamos que, por lo que respecta a su dimensión, es ligeramente más pequeño que vuestra Luna pero casi duplica su masa.» Azakis hizo un gesto rápido con la mano y enfrente de ellos apareció todo el sistema solar con los planetas que se movÃan lentamente en sus respectivas órbitas. Cada una de las trayectorias estaba representada por finas lÃneas de distintos colores.
«Esta» continuó Azakis, indicando una marca rojo oscura «es la trayectoria que Nibiru seguirá durante la fase de aproximación al Sol.» A continuación aceleró el movimiento del planeta hasta acercarlo a la Tierra y añadió «Y este es el punto donde las órbitas de los dos planetas se cruzarán.»
Los dos terrestres seguÃan maravillados, pero con mucha atención, la explicación que Azakis les estaba dando sobre el incidente que, dentro de pocos dÃas, pondrÃa sus vidas patas arriba y también la de todos los habitantes del planeta.
«¿A qué distancia pasará Nibiru de nosotros?» preguntó con tranquilidad el coronel.
«Como estaba diciendo», respondió Azakis «Nibiru no os molestará mucho. Será Kodon el que rozará la Tierra y creará unos cuantos problemas.» Acercó todavÃa más la imagen y mostró la simulación del satélite en el momento en que llegarÃa al punto más cercano de la órbita terrestre. «Este será el momento de máxima atracción gravitacional entre los dos cuerpos celestes. Kodon pasará a sólo 200.000 kilómetros de vuestro planeta.»
«¡Porras!» exclamó Elisa. «Una tonterÃa de nada»
«La última vez» contestó Azakis «hace exactamente dos ciclos, pasó aproximadamente a 500.000 kilómetros y todos sabemos la que montó»
«SÃ, el famoso Diluvio Universal»
Jack estaba de pie con las manos cruzadas detrás de la espalda mientras se movÃa arriba y abajo sobre la punta de los pies y luego sobre los talones columpiándose de esta manera hacia delante y hacia atrás. De repente, con un tono muy serio, rompió el silencio diciendo «No soy seguramente un experto en la materia pero temo que ninguna tecnologÃa terrestre sea capaz de hacer nada para contrarrestar un acontecimiento de este tipo»
«Quizás podrÃamos lanzar contra él unos misiles con cabezas nucleares» se arriesgó a decir Elisa.
«Eso sólo sucede en las pelÃculas de ciencia ficción» dijo sonriente Jack. «Además, admitamos que conseguimos que lleguen a Kodon, nos arriesgamos a fragmentar el satélite en miles de pedazos provocando de esta forma una amenazante lluvia de meteoritos. Eso si que serÃa el fin de todo»
«Perdonad» dijo entonces Elisa volviéndose hacia los dos alienÃgenas. «¿No habÃais dicho antes que, a cambio de nuestro valiosÃsimo plástico, nos ayudarÃais a resolver esta absurda situación? Espero que tengáis una buena idea para ayudarnos, sino estamos fritos»
Petri que, hasta este momento habÃa permanecido callado en un segundo plano sonrió levemente y caminó en dirección al escenario tridimensional que se encontraba en mitad del puente de mando. Con un rápido movimiento de la mano hizo aparecer una especie de rosquilla plateada. La tocó con el dedo Ãndice y la movió hasta colocarla exactamente entre la Tierra y Kodon, después dijo «Esta podrÃa ser la solución.»